Perfil de Alberto Santiago Álvarez
Al Santiago visto por Joe Quijano Caricatura elaborada por Joe Quijano Especial para Herencia Latina
1932 - 1996
Por David Carp Versión al español de Israel Sánchez-Coll Miembro fundador de Herencia Latina Tomado de www.descarga.com
Una historia no corroborada, señala la reacción de Count Basie ante la muerte de Art Tatum. Se dice que habían transcurrido varios minutos de silencio, mientras Basie contemplaba la noticia. Entonces expresó: “Saben, vaya que es una desgracia cuando alguien muere. Y, vaya que es una gran desgracia, cuando alguien muere, y se lleva todo el talento consigo. Es aún mayor la desgracia, cuando alguien muere, se lleva todo el talento consigo; y además, siendo de un tipo bien agradable.” Esta historia, a pesar de lo ilegítima, es altamente confiable. Y es el mejor símil al que puedo acudir, para articular algo que me ha resultado muy difícil de escribir. ¿Cómo poder expresar mi tristeza por la desaparición de Al Santiago? ¿Cómo hacer para capitalizar de modo substancial, el impacto de su importante cometido personal, y en particular en su comunidad? Esta es una dificultad, que indudablemente comparto, sin duda alguna, con muchos de sus amigos y colegas.
Los lectores del boletín de noticias de Descarga están familiarizados con los negocios musicales de Al y de sus anécdotas personales, a través de sus relatos. Además, los lectores del libro Salsiology de Vernon Boggs se dieron cuenta de que valió la pena lo que pagaron por el libro con sólo leer la entrevista cándida y sincera con Al. Por otro lado, hemos observado que la cobertura periodística y el estudio de la música latina ha crecido en las últimas dos décadas, a lo que Al Santiago ha comenzado a recibir un reconocimiento bastante merecido, muy a pesar que a menudo es un tanto superficial, pero una mala respiración es mejor que ninguna respiración. No es difícil realizar una lista de los trabajos de los artistas «descubiertos» por Al Santiago, pero éste no es el Servicio Informativo de las Ofertas de Descarga. Sin embargo, hay algunos logros básicos en la vida de Al Santiago y siento la necesidad de opinar sobre ellos.
Aprecien, que en dos ocasiones, he colocado entre comillas la palabra «descubrir». Usar esta palabra, implica que un artista talentoso —que es algo así como un secreto bien guardado— ha sido mágicamente revelado al mundo entero. Por lo tanto, aquí la palabra clave es «hábil». Al Santiago era un gran habilidoso en el empleo de talentos. Y no sólo del talento musical. Por ejemplo, observemos que Izzy Sanabria, jamás volvió a evocar aquel diseño único y particular, que puso de moda en las carátulas del sello Alegre. De igual manera, la tenaz y consecuente labor como productor discográfico, del novel René López —así como su destreza musical—, en sus inicios, fueron atinadamente acreditadas y orientadas por Al Santiago. Estamos hablando de dos caballeros (Izzy y René), cuyos avances curriculares, en alguna medida, son deudas de reconocimiento para un hombre: Al Santiago. Desafortunadamente, muchos están igualmente endeudados con él; pero menos disponibles y abiertos a otorgarle a Al su real crédito. Esto nos trae a la siguiente reflexión: Al siempre otorgó crédito donde era un deber hacerlo. Al siempre dio lo mejor de sí. En sus anotaciones, para las contraportadas de los discos Alegre, no sólo mencionaba a los músicos; sino también acreditaba a todas las organizaciones y personas envueltas en cada proyecto. Fue el primero en hacerlo en esta industria. Todas las instituciones, con las que Al Santiago estuvo vinculado, conservan entrañables anécdotas, de cómo Al ofrecía lecciones gratis de música; y de cómo organizaba y patrocinaba actividades, totalmente gratuitas, para estudiantes, reclusos y pacientes.
En las entrevistas Al siempre sostuvo que sus éxitos mayormente dependieron por la carencia de habilidad, energía y visión de sus competidores. Una característica del más famoso «Grouchoismo» [se refiere al comediante Groucho Marx] es que sostuvo sobre el deseo de algunas personas (incluyéndose) de ser miembro de cualquier club que los aceptase tal como eran. En efecto, fue una persona extremadamente modesta. La palabra “genio” es una palabra usada con mucha frecuencia en la industria del disco, no obstante Al se desconcertaba cuando se referían a él de esta manera. En su caso, no fue una exageración.
Todo lo relacionado con Al Santiago (incluyendo su lado oscuro) puede explicarse por su personalidad bipolar, de hecho, fue un miembro de la primera generación de pacientes maníacos depresivos, tratados con medicamentos derivados del litio. Del mismo modo que muchas personas creativas bajo esta condición, Al probablemente se enfocó y desarrolló su mejor trabajo durante sus lapsos depresivos; pese que cuando confrontaba etapas severas de decaimiento, algunas personas llegaron a considerar que él era usuario de drogas controladas, debido a su desaliñamiento y a una descuidada personalidad ―lo que ha sido negado por sus amigos más íntimos. La exagerada inversión que él llevó antes de 1966 en la compañía Alegre Records lo condujo a una desastrosa deuda, por lo que se vio forzado a venderla. Es seguro indicar que el cliché “generoso ante los avatares” fue un producto de su bipolaridad. Sus viajes con su equipo a Puerto Rico y los gastos exagerados que realizaba cuando tenía dinero ―e igualmente cuando carecía de fondos― fueron legendarios. Para el parecer del autor, la necesidad de amor y seguridad aumentaron con el transcurso de los años como producto del relativo aislamiento geográfico y profesional.
Luego de vender Casalegre en 1975, él colocó todo su talento a disposición de una nueva forma de vida, siendo la más reciente su posición de Psicólogo Bilingüe en el Centro de Corrección Juvenil de Spofford en Hunts’ Point. La hegemonía global de Fania Records y los diversos cambios en la industria de la música, fueron variables que le imposibilitaron regresar. Viviendo en al norte del condado de Westchester, lejos de su casa musical y espiritual, se mantuvo por años bajo el cuidado y el amor de Louise Gerber, una compañera de primera.
Edición de diciembre 2006 - enero 2007
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