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Charlie Palmieri
Autor: ©Max Salazar Traductor: Ian J. Seda-Irizarry Miembro fundador de Herencia Latina Tomado de Mambo Kingdom:Latin Music in New York (2002) Originalmente publicado en la revista Latin Beat, agosto/septiembre 1999
En el obituario del New York Times del 13 de septiembre de 1988, el reportero Jon Pareles escribió:
Charlie Palmieri fue mucho más que simplemente uno de los mejores pianistas y arreglistas latinos. En ese cuerpo corpulento de unos 5 pies con 8 pulgadas radicaba un corazón que siempre tuvo una relación sentimental con la humanidad. Por años, en lo que este reportero recolectaba información sobre la historia de varios músicos, los buenos actos de Palmieri y su calurosa personalidad siempre eran mencionados.
“Charlie era hermoso”, dijo el vocalista Manny Román antes de morir en 1974. “Trabajar con él fue una de mis pocas experiencias felices”.
“Siempre fue el mejor gato del mundo”, dijo el bajista Eddie “Gua Gua” Rivera, añadiendo que: “Siempre me pagaba bien”. El percusionista Pablito Rosario dijo que: “Trabajar con la banda de Charlie era como aprender en el colegio. . . siempre nos enseñaba cosas”. El vocalista Willie Torres menciona que: “Yo le debo mucho a Charlie. . . me hizo conciente de muchos detalles a la hora de grabar que mejoraron mi técnica”.
El renombrado bajista Israel “Cachao” López dijo que “Charlie me dio mi primer trabajo en Nueva York en el momento que más lo necesitaba”. De hecho, en 1963 Palmieri le preguntó al bajista Roy Colindres si podía dejar que Cachao, recién llegado como refugiado de Cuba, tomara su lugar por algunas semanas para que Cachao tuviese dinero en el bolsillo. Colindres, un aficionado de Cachao, lo hizo encantado.
El compartir algunas horas con el pianista de cálida naturaleza fue suficiente para poder comprender por qué las personas lo querían mucho, tanto como persona como músico. Fue en la tarde de un viernes 23 de mayo de 1975. Me acababa de estacionar al frente de la casa de la familia Palmieri en la Avenida Miles en el Bronx. El cálido sol y el sonido de los pájaros volando de un árbol a otro engrandecían la hermosa escena del lado del Bronx del puente Throgs Neck. Al verme desde su ventana, Palmieri, vestido con pantalones blancos, camiseta y tenis, me recibió con un saludo y me sugirió “¿Qué tal si almorzamos?”. De camino a la cocina se detuvo para darle una palmada a su perro Bandit, quien tenía problemas con su estómago. Hablábamos mientras comíamos emparedados y bebíamos café, de vez en cuando deteniendo la conversación para que Charlie pudiese atender el teléfono. Cuando su esposa Esther entró a la cocina, las palabras de reconocimiento hacia su hermano Eddie se perdieron; Charlie se levantó de inmediato, cogió el paquete que cargaba Esther, y le dio un beso. Mientras tenía su brazo derecho alrededor de ella, me la presentó como su “chica favorita”.
“Nos conocimos”, dijo Charlie sonriendo, “cuando ella se apareció en mi cumpleaños número trece….la impresioné tocando el piano. Sabía de inmediato que ella tenía una fijación en mi”.
En 1948 Palmieri esperó hasta el 2 de octubre para casarse con la que previamente fue conocida como Esther Bartholomey en la iglesia la Milagrosa en Harlem. Cualesquiera fueron los eventos más importantes en la vida de Palmieri, él trataba de que se dieran en ese día del 2 de octubre, día en que hizo su debut profesional como músico.
Su propio debut en el mundo se dio el 21 de noviembre de 1927 en el hospital Bellevue. Durante el año previo, Carlos Manuel Palmieri Villanueva e Isabel Maldonado-Palmieri habían dejado Ponce, Puerto Rico, para vivir en un apartamento alquilado en al calle 110 de la Avenida Madison. Ya para cuando Carlos Jr. tenía seis años los Palmieri habían recorrido bastante del Harlem Hispano. La familia finalmente se estableció en la Calle 112 de la 68 Este, cerca de la esquina de Park Avenue. Fue aquí que Charlie adquirió su gusto inicial por la música. Se le veía parado al lado de un piano de frente a su prima Elsie viéndola practicar. Luego de unas semanas, estaba tocando todo lo que Elsie tocaba, sin omitir una nota —¡y no sabía leer música!
Durante una tarde de 1934, mientras el tutor de piano Ramón García se acercaba al apartamento de Elsie, el mismo pensó que Elsie estaba practicando. Cuando entró al apartamento y vio un niño en pantalones cortos sentado encima de unos libros y produciendo notas, le habló a los Palmieri de su prodigioso hijo. Las lecciones comenzaron pero mientras Charlie crecía, le estorbaban su vida social juvenil. “Estaba fascinado por el piano”, dijo Charlie, “pero odiaba estudiar”. Quería estar con los muchachos; no hay nada más frustrante que pararse en el plato de un partido de “stickball” y luego tener a tu mamá llamándote para que vayas a tomar la clase de piano”.
Cuando su hermano Eddie nació en 1936, Charlie ya andaba bien metido en sus estudios de música clásica. Cada día de la semana luego de que Eddie nació, Charlie saldría de PS 101 en la calle 111 para caminar al hospital y esperar para saludar a su madre, quien se asomaba por una ventana en el cuarto piso. Sentía la necesidad de ver a su madre y hermano para estar seguro de que estuviesen bien. Cinco años después, él y Eddie estaban ganando premios en espectáculos de aficionados que se llevaban acabo en los teatros El San José y Campoamor. Eddie cantaba con una voz en tono alto y agitando las maracas mientras que Charlie lo acompañaba en el piano.
En 1941, los Palmieri se mudaron al 830 en la calle Kelly, en la esquina de la Avenida Longwood en el Bronx. Charlie recuerda que “por seis meses me la pasé montado en el subterráneo hacia Harlem cada día”. “Extrañaba a mis amigos, los juegos, y la cuadra... Antes de que se acabara el año, la mayoría de mis amigos se me unieron en el Bronx y dejé de ir a Harlem”.
Es para este tiempo que Charlie escucha por primera vez las grabaciones de Noro Morales, Anselmo Sacasas y Gilberto Ayala, cuyos estilos imitaba muy bien. También comienza a asistir a los bailes con “big bands”; “no puedo explicar la emoción que sentí cuando vi por primera vez a Machito cantar ‘Sopa de Pichón’ en el Park Plaza. Me convertí en fanático de Machito de por vida. Macho, Noro Morales y Miguelito Valdés fueron mis influencias”.
Palmieri continua, “Valdés es el responsable por elevar a la música cubana a un nivel de respeto. Antes de exhibirla en Cuba, la música no era permitida en hoteles y centros turísticos. Miguelito removió las barreras raciales al hacer excitante el sonido de la música con sus innovaciones; su contribución a la música latina jamás será igualada”.
Dondequiera que José Bidet y Sus Tropicales tocaban, Charlie también estaría presente. Johnny Soler, el pianista de Bidet, siempre dejaba al joven tocar los números “Los Dandys” y “El Carbonero”, que eran muy populares en aquel momento.
El 2 de octubre de 1943, Charlie, un fanático de películas de vaqueros, fue avistado por un conductor de un taxi mientras esperaba en una línea para montarse en un autobús en el teatro Prospect. El conductor, que también era músico, le dijo a Palmieri que las bandas de Budet y Osario Selasie necesitaban los servicios de un pianista. Juntos llegaron al salón de baile, donde Palmieri fue presentado ante el director Selasie como “el salvador de la noche”. Selasie, con las cejas arqueadas y mirada incrédula, le dio su mano al joven músico y parecía como si pensara que le estaban haciendo una broma. Probó al joven al hacerlo tocar las reconocidas baladas “Vieja Luna” y “Desconfianza”. Selasie luego sonreiría y le anunciaría a sus muchachos “tenemos un pianista”.
El próximo día la noticia sobre el joven pianista recorrería a punta de lengua por todos lados. La semana después, luego de terminar sus actuaciones, los pianistas de las otras bandas visitaban el Park Palace para satisfacer su curiosidad sobre el fenomenal evento del que habían escuchado.
Al recordar el incidente, Palmieri dijo que “Luis Varona fue el primer pianista en aparecerse, diciéndome ‘¡Échate a un lado chamaco!’, mientras me empujaba. Luego de él vinieron Howie Pagán, Gilberto Ayala, Rafael Audinot, Noro Morales y otros. Estaba bien molesto. Al final eso fue un festival para pianistas y ellos se lucían para hacerme ver como un novato”.
El toque con Selasie de 7 meses fue seguido por un trabajo de año y medio con la Orquesta Ritmo Tropical. En 1946, Charlie se graduó de la escuela superior Samuel Gompers. Es durante este tiempo que dejaría su trabajo estable con Ritmo Tropical para tocar por cuenta propia (“freelance”) con bandas que “cadenciaban la música hip”. Acarició las ochenta octavas para Moncho Usera, Polito Galíndez, Bartola Hernández y el Sexteto La Playa y luego hizo su primera grabación, “Se Va La Rumba” con la banda de Rafael Muñoz. Cuando el pianista Joe Loco decide abandonar la banda de Samba Copacabana de Fernando Álvarez en octubre de 1947 para organizar la banda del vocalista Jack López, Tito Puente, el director musical de Álvarez, comenzó a buscar su reemplazo.
Anibal “Big Tex” Texeira coordinó la reunión por la tarde entre Palmieri y Puente en el Local 802 de la Union Exchange, al salón en la calle 50 entre la sexta y séptima avenidas donde los músicos se congregaban diariamente para conseguir guisos. Puente tocó con la banda Copa hasta mayo de 1948, cuando se convirtió en el contratista y director musical de Pupi Campo.
Para Palmieri, el año 1948 fue uno memorable. Se casó con Esther, el amor de su infancia; su primera banda, el Conjunto Pin Pin, grabó para el sello Alba; y comenzó sus estudios de armonía, composición y arreglo con Otto Chesna. Cualquiera otro misterio que tuviese el piano, los aprendería con Margaret Bonds, una ejecutante afro-americana del órgano, que era una organizadora de la iglesia Bautista, a quien él reconoce como la persona que lo convirtió en un pianista completo.
Palmieri abandonó La Copa en 1951 para hacer toques nocturnos con varias bandas. Por tres meses viajó con la banda de Xavier Cugat, quien exhibía en esos momentos a la sensual cantante Abba Lane. Durante el verano de ese año, mientras se daba la violenta Guerra de Corea, el pianista de Tito Puente, Gil López, fue reclutado por el ejército. Palmieri lo sustituyó mientras que la excitante banda de Tito Puente aparecía en el Hotel Presidencial en el lago Swan en Nueva York. Palmieri fue el pianista para Puente en las grabaciones “Mambo Diablo”, “Rainfall”, y “The Vibe Quintet”. También hizo toques instrumentales e hizo una aparición en el Birdland. En diciembre de 1953 abandonó la banda de Puente y a los tres meses se unió al programa de Jack Paar Today en CBS como pianista para la banda de televisión de Pupi Campo. Ocho meses después, cuando Campo abandonó el show de Paar, Palmieri también se fue para organizar una banda cuyo debut en el salón de baile El Palladium tenía como atracción especial al vocalista Vitín Avilés. Cuando el grupo no encontraba trabajo, Palmieri acompañó a las bandas de Pete Terrace, Johnny Seguí y Vicentino Valdés.
En diciembre de 1956 un trabajo seguro en el Hotel Ambassador del oeste en Chicago le permitió formar un quinteto donde todos los miembros cantaban. La idea surgió de la grabación “Tres Lindas Cubanas” de la Orquesta Aragón. Hacia finales de septiembre de 1958, el trabajo en Chicago había terminado y Palmieri regresó a nueva York. Trabajó con la orquesta de Tito Rodríguez por un tiempo pero ya no podía aceptar ser un acompañante.
“Una vez eres sargento, no quieres ser un mero soldado de nuevo” dijo Palmieri. Una noche, en octubre de 1958, mientras el pequeño grupo de Palmieri tocaba junto con la orquesta de Dioris Valladares en el Ballroom del hotel Monte Carlo, Charlie siguió el penetrante sonido de una flauta a una habitación. Allí encontró a un músico alto y delgado soplando la flauta. Palmieri miró y escuchó por unos minutos, y luego se le acercó al flautista y dijo, “hola, soy Charlie Palmieri”.
“Soy Johnny Pacheco”, dijo el otro músico, mientras le daba la mano. Con estas palabras una nueva era musical había comenzado. Pacheco, un residente nuyorkino de ascendencia dominicana, se convirtió en el timbalero de Charlie Palmieri. Cuando el trompetista Mario Cora abandonó la banda para irse a vivir a Puerto Rico, Pacheco comenzó a tocar los solos estelares con la flauta.
Jack Lewis de United Artists Records se dio cuenta del potencial comercial del atractivo sonido de esta banda y convenció a Palmieri para que grabara favoritos del pop como “Mack the Knife”, “The Gaucho Serenade” y “Close Your Eyes”. Pero los números que fueron populares del Nueva York latino fueron “Chun-Ko”, “Bruca Maniguá” y “Te Tengo un Mate”. Durante el verano de 1959, la muy caliente banda de charanga tenía gran demanda. El nombre Duboney comenzó a aparecer en los carteles para dos y tres bailes en la misma tarde, dado que tanto Palmieri como Pacheco andaban haciendo las reservaciones para la banda en distintas partes de la ciudad. Los bailadores le dejaron saber a Palmieri que se sentían robados dado que el precio tan alto de las taquillas les daba el derecho a exigirles poder bailar ante esta banda por toda una tarde. Cuando Palmieri decidió que solo él haría las reservaciones de la banda, Pacheco se fue para organizar su propia charanga en septiembre de 1959.
En 1960, Tito Rodríguez fue firmado por United Artists luego de que la compañía aceptara los términos de Rodríguez de que su orquesta sería la única que grabaría música latina para el sello. Rodríguez no tenía nada personal en contra de Palmieri. Luego de años de riña con Tito Puente por quien sería considerado más importante mientras ambos estaban con Tico Records, Rodríguez quería evitar líos. Palmieri, no conociendo las estipulaciones del contrato de Rodríguez, tuvo que romper su contrato con United Artists cuando se negó a grabar música hawaiana. “¡No!” gritó molesto. Pensaba que el presidente de United Artists, Jack Lewis, y el resto del mundo se habían vuelto locos. “Si la música no puede tener el sonido típico cubano, no quiero grabarla” insistió. Luego Palmieri estaba algo apenado de no haber grabado la música hawaiana. “Pude haber iniciado una nueva tendencia musical”.
En 1961, dos números bestiales de su primer LP con Alegre, Pachanga at the Caravana Club, dejaron que Palmieri compartiera la atención principal con Johnny Pacheco, quien en aquel momento estaba bien caliente. “Los números ‘Son de Pachanga’ y ‘La Pachanga Se Baila Así’ son los que nos pusieron en el negocio” dijo un sonriente Palmieri. En el salón de bailes en el Bronx, el Club Caravana en la Calle 149 entre las avenidas Tercera y Brook, el paso favorito de los bailadores era la pachanga., Este baile, que parecía un tipo de Charleston latino, tenía a los bailarines brincando y gritando “¡a caballo!” mientras tenían un pañuelo amarrado en sus cabeza.
Algunos bailadores le llamaban pachanga, mientras que otros le llamaban charanga. Añadiendo a la confusión, había algunos que llamaban a las orquestas “bandas de pachanga”. Esto motivo a Joe Quijano y a Charlie Palmieri a escribir “La Pachanga Se Baila Así”.
Las líricas decían la historia: “Hay una confusión en el Barrio/ Una charanga es la orquesta que está de moda/Una pachanga es el baile que se baila ahora”. Luego de esto, toda especulación sobre el baile y la orquesta terminó.
En el otoño de 1961, el presidente de Alegre, Al Santiago, reunió a sus músicos en el Bronx Triton Club para una sesión de improvisación. Al mes, los latinos de Nueva York ya sabían del club, el cual se encontraba entre la Calle 163 y la Avenida Westchester. Las Estrellas Alegre y su primer álbum, El Manicero, dirigido por Charlie Palmieri, surgen de esos martes en la noche. Durante sus años con La Duboney, el flautista Rod Luis Sánchez, el violinista José “Chombo” Silva y los vocalistas Willie Torres, Felo Brito y Víctor Velásquez contribuyeron en la elaboración de cuatro tremendos álbumes de Palmieri para Alegre.
En 1965, mientras la popularidad comenzaba a declinar, el sonido de La Duboney cambió con la incorporación del trombón de Mark Weinstein. El cambio no fue muy bien acogido durante la primera tarde que pasó la banda en Venezuela. Los bailadores le dejaron saber a Palmieri que querían el sonido de la charanga de vuelta. Antes de que la banda actuara en su segunda noche, Palmieri escribió seis arreglos de pachanga para tres trompetas y dos trombones —y también para un flautista venezolano para aquietar a los bailadores.
Al poco tiempo de que Palmieri afilara su sonido de pachanga para los metales, Pete Rodríguez, Joe Cuba, Ricardo Ray y Johnny Colón comenzaron una moda enfilada hacia el boogaloo y el shing-a-ling. Por los próximos dos años Palmieri vio como los contratos se les otorgaban a los líderes de orquestas establecidos con conexiones y a los jóvenes directores cuyos grupos se especializaban en estos nuevos ritmos. Aunque algo opuesto a ello, Palmieri grabó boogalos para Alegre en un LP de 1967 titulado Either You Have it or Not. “Una grabación es la tarjeta de presentación. . . le dice al público que uno todavía anda por ahí. A mi no me importaba el boogaloo pero aprendí que si uno no sigue la moda popular, estás muerto”.
Con la melodía del hit de 1965 de Frank Sinatra “It Was a Very Good Year” Palmieri cantaba. “1969, fue un año bien muerto” y luego no paraba de reírse. Su banda no recibió una oferta para tocar en todo el año 1969. Al borde de un colapso nervioso, un desanimado Palmieri le confió a Tito Puente que ya no podía tolerar los largos periodos de desempleado. Puente convenció a Palmieri de que no se mudase a Puerto Rico y le propuso convertirse en conductor musical para el programa de televisión El Mundo de Tito Puente. “La propuesta de Tito me salvó la vida”, dijo Palmieri. “Me mantuvo ocupado escribiendo y arreglando para el programa”. Cuando la serie de televisión terminó, un trabajo de tres años como maestro en la Escuela de la Comunidad Número Siete de la New York City Board of Education le facilitó el camino a Palmieri para enseñar Estudios Puertorriqueños y Patrimonio Cultural Musical Latino en el City College de Nueva York.
A principio de los años 70, el Cheetah era el lugar para los bailadores, pero muy pocas personas sabían que era lo que ocurría detrás del escenario, donde la guerra por publicidad y contratos estaba que ardía. Para tranquilizar a los bailadores, el promotor Ralph Mercado dejó que los artistas del sello Fania se rotasen la publicidad. Cualquiera fuera de la familia Fania tenía mención en un segundo plano o no trabajaba. La búsqueda para estar en la primera línea de la publicidad fue descrita en la revista de Izzy Sanabria Latin New York de julio de 1973. A los líderes de orquesta famosos se les preguntaba “¿Es importante ser anunciado como el artista principal?”. Charlie Palmieri respondió: “Es necesario porque significa el mejor dinero y la mejor promoción. Rotar las promociones no me va a ayudar. Si un club me contrata una sola vez, contratará a otra banda veinte veces. Yo no soy parte del grupo exclusivo. Por favor comprendan que esta práctica no es personal, es negocio. No veo ninguna solución dado que hay muchas bandas y pocos clubes donde se puede trabajar. Se tiene que crear un interés en varias ciudades fuera de Nueva York para que las bandas viajen y sigan empleadas para conseguir buen dinero. Nuestra ciudad debería patrocinar carnavales anuales de dos semanas en Harlem o el Bronx como los que se llevan acabo en Suramérica, Panamá, Cuba —tú sabes un Woodstock latino. Ser el artista principal tiene mucha importancia para mí y estoy ansioso del día en que tumbe a Puente y a mi hermano Eddie del tope. Si no lo puedo hacer a base de mérito, no voy a llorar por eso”.
La vida de Charlie Palmieri fue marcada por muchos eventos especiales. Uno de los más grandes fue en el concierto Lo Dice Todo llevado acabo en el Avery Fisher Hall de Nueva York el 7 de marzo de 1977. Las actuaciones llenas con el virtuosismo de Cachao, Charlie Palmieri y el flautista Gonzalo Fernández arrancaron tremendas ovaciones de pie del público. Fue uno de esos conciertos que se da una sola vez en la vida; uno tenía que estar allí para escucharlo y sentirlo y aun así no estoy seguro de que creerían lo que estaba ocurriendo. Comenzó cuando diez violinistas, incluyendo a Alfredo de la Fé, Eddie Drennon y Pupi Legarreta, caminaron hacia sus sillas para sentarse. La voz del maestro de ceremonias, Roger Dawson, retumbó cuando anunció la llegada de Charlie Palmieri. La luz blanca lo enfocó mientras se le veía de pie junto al piano mientras sonreía y saludaba al público. Luego de que se introdujo a Cachao, el renombrado bajista le hizo una señal a Gonzalo Fernández quien introdujo con su flauta el danzón “Jóvenes del Ritmo”. En una de las transiciones de la pieza, los violinistas comenzaron tocar frases sincopadas de mambo. Ante esto, cuerpos se meneaban y los músicos se veían extáticos, con los ojos cerrados en una eufórica concentración. Delante de mi Cachao, el compositor y arreglista del número, se encorvaba un poco mientras punteaba sonriente las cuerdas del bajo. Ocasionalmente miraba hacia Charlie Palmieri, quien estaba tocando con un gusto que parecía como si el fantasma de la ópera estuviese tramando su venganza. Cuando el número terminó, los fervientes fanáticos se pusieron de pie para ofrecer un estruendoso aplauso.
Luego siguió otro número de Cachao, “Adelante”. Cada vez se ponía más excitante, comenzando con la melodía, luego regresando a la introducción, luego introduciendo una nueva melodía para luego pasar al mambo. La luz nuevamente se enfocó en Palmieri mientras se inclinaba en su asiento con sus dedos moviéndose en una imagen borrosa sobre las teclas. Luego de su caliente solo hubo una transición donde se escuchaban cuerdas tocadas en pizzicato y montunos en flauta. La sala del concierto proyectaba un furor y cuando la pieza terminó los agitados fanáticos hacían temblar al auditorio. Detrás del escenario Palmieri se encontraba jovial. “Fue un palo. Me fascina este tipo de música y admiro a Cachao. Fue un trabajo de amor”. Luego del concierto, el LP para el sello Salsoul Cachao 77 fue lanzado al mercado.
Palmieri se mudó para Puerto Rico a comienzos de 1980 por varias razones. “La más importante fue que no podía tolerar la temperatura tan fría de Nueva York. “El New York Casino era mi base de operaciones y mi banda trabajaba allí tres y cuatro veces a la semana. Pero nunca nos compensaban adecuadamente por nuestros esfuerzos. Los agentes y dueños de clubes no quieren escuchar de costos de viaje, uniformes, el “band boy” que arrastra los instrumentos y la música, y el costo de vida. Perdí a muchos talentosos acompañantes porque no podía cumplir con sus demandas salariales. Todo eso cambió en Puerto Rico. Ganaba el mismo dinero un sábado en la noche que trabajando en cuatro bailes en Nueva York”.
El 24 de febrero de 1983 Palmieri se encontraba en Nueva York para hablar con su hermano sobre un concierto en un estadio en Puerto Rico que iba a ser patrocinado por los cigarrillos Winston. Eran las 11pm y Charlie estaba sentado en la mesa de la cocina jugando ajedrez con su hijo Charlie Jr. De momento Charlie estaba buscando el aire que por alguna razón le faltaba. El pensamiento rápido de su hijo hizo la diferencia al llevarlo inmediatamente al hospital Jacobi en el automóvil de la familia. La prueba que le hicieron mostraba que Charlie había padecido un leve ataque al corazón y lo dejaron ir. Padre e hijo se encontraban de nuevo en su juego de ajedrez cuando nuevos dolores causaron que Charlie sintiera que se estaba ahogando.
“Inmediatamente sentí un dolor en la parte superior de mí pecho. Luego tuve un terrible dolor debajo de mis brazos; traté de utilizar mis brazos y manos pero no podía usarlos. Mi cuerpo colapsó en el suelo y traté de levantarme, No importaba lo que hiciera, el terrible dolor no se quería ir. Estaba sudando copiosamente. El pensamiento rápido de mi hijo me salvó por segunda vez en la misma noche. Ocho días de las seis semanas que estuve en el hospital los pasé en la unidad de cuidado intensivo.”
“El ataque al corazón cambió mi perspectiva sobre la vida. Durante los últimos tres años, mientras he estado en Puerto Rico, he mejorado mis habilidades musicales. No quiero volver a tocar en el circuito de clubes nocturnos de nuevo. Quiero vivir con un paso de vida más lento, estar involucrado en grabaciones, ser productor, enseñar, escribir y desempeñarme más como arreglista. No quiero ser un director de orquesta, es muy difícil. Muchas veces yo sería el cuarto en turno para tocar en un club y empezaríamos a las 2:00 a.m. Tampoco quiero tocar en dos bailes la misma noche.”
Charlie Palmieri comenzó a vivir su vida de una manera más tranquila. Actuó con las orquestas de Joe Quijano, Orlando Marín, y el Combo Gigante, que co-dirigía con el vocalista Jimmy Sabater. La tarde del viernes 6 de enero de 1984, Palmieri fue honrado por la industria de música latina de Nueva York en un evento que se llevó acabo por el Comité Ángel René en el club Broadway. Fue uno de sus momentos más importantes. Más de dos mil aficionados de Palmieri estuvieron esa noche reconociendo a uno de los músicos más queridos dentro de la música latina.
En mayo de 1988, Palmieri recibió una llamada del dueño del Bass Chef, un club de jazz en Londres, Inglaterra. “¡Qué oportunidad!, me llevé 30 arreglos, entre los cuales estaban ‘Picadillo’, ‘María Cervantes’, y ‘Mambo Show’. Durante los primeros dos días de mi estadía de una semana, ensayé la banda de King Salsa, dirigida por el conguero Robin Jones. La presentación en Londres fue un éxito que permitirá a más músicos ir allá y tocar salsa y jazz latino”. Mientras Palmieri estaba de invitado un sábado en el programa de radio Montuno de Al Angeloro, se le dijo en la presencia de Robin Jones que Palmieri, Johnny Pacheco y Louie Ramirez irían al Bass Chef en Octubre.
A la 1:00 p.m del 12 de septiembre de 1988 recibí la primera de muchas llamadas comunicándome que Charlie Palmieri había muerto de un ataque al corazón esa mañana en el hospital Jacobi. Horas después abría mi correo y leí una tarjeta de invitación de que decía; “Charlie Jr., Karen y Nina Palmieri te invitan a una ceremonia sorpresa donde Esther y Charlie renuevan sus votos de matrimonio en celebración de su Aniversario de Bodas número cuarenta el domingo 2 de octubre de 1988”.
Cuando Charlie Palmieri nació, la vida se hizo un poco más alegre. La vida de muchas personas se hizo un poco más rica al cruzar el camino de Charlie. Más importante que su fama fueron su cálida personalidad y su amor hacia la humanidad. La naturaleza tiene formas extrañas de premiar a las personas que se lo merecen. Creo que premia a las personas cuya preocupación por el bienestar de otros es un acto de sinceridad. Esta preocupación era evidente con Charlie durante toda su vida. Fue ahí que esperaba por el saludo de su madre fuera del hospital, lo que significaba que su madre y su hermano Eddie estaban bien. También se vio su intención de hacer cosas alegres en el momento cuando me preguntó si había almorzado, cuando pensaba del problema estomacal de su perro, en el amor y cariño que le expresaba a su esposa e hijos, en las ayudas que daba sobre cómo grabar y en los consejos que les daba sus compañeros músicos para hacer las cosas mejores. Pero Charlie nunca fanfarronearía sobre su estupendo carácter. Durante nuestra entrevista de hora y media, dedicó gran parte del tiempo a hablar de los músicos que los acompañaron y sus otros colegas músicos, pero en ningún momento habló sobre la cantidad de músicos a los que ayudó. Ellos fueron los que necesitaban decírmelo.
Por años en letras bien marcadas los elepés de Charlie Palmieri gritaban El Gigante del Teclado, Vuelve el Gigante, y Adelante Gigante.
Sin lugar a dudas era un gigante del teclado, atrayendo aplausos de todos, fuesen fanáticos, críticos y compañeros músicos. Escuchen las grabaciones de Palmieri en “Coco”, “El Pan Sobao”, “El Guayo de Catalina” y “El Tema de María Cervantes” y usted también nunca olvidará a este hombre con un talento extraordinario y un corazón enorme.
Derechos Reservados de Autor Herencia Latina
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