UN SIGLO DE LA FIESTA EN BOGOTA |
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Por César Pagano Colabora con Herencia Latina Bogotá - Colombia
Con los albores del Siglo XX en Colombia, se produce —más por cansancio que por acuerdos de paz—, un respiro en el ambiente político después de cruentas guerras civiles que enfrentaron y desangraron estérilmente al país, por el enfrentamiento de sus partidos tradicionales, el conservador y el liberal.
Esta pausa en la violencia política crea un ambiente favorable para el desarrollo de nueva formas de entretenimiento en Bogotá ,lo que propulsó los teatros, las carpas de circo y sitios conocidos como estaderos o piqueteaderos con mucha fritanga y mucha chicha como: la Cuna de Venus, La Gata Golosa y los Nueve Estados (el décimo era el alcohólico). Además ya se había fundado La Gruta Simbólica. donde la literatura y la música tendrían su encuentro a través de personajes como Julio Flórez y su hermano Alejandro Flórez, quien fue el compositor de Asómate a la Ventana, una pieza que trascendió internacionalmente.
Los primeros intercambios culturales y musicales ocurrieron entre los músicos viajeros, tanto los antillanos que llegaron por estas cimas andinas, como unos colombianos que emigraron, poetas y músicos por Centroamérica, México, y Cuba. Otros aventuraron hacia la parte austral del continente americano.
INTERCAMBIO DE MUSICOS VIAJEROS
Los primeros veinte años del nuevo siglo, están cubiertos por artistas profesionales nacionales que se impregnan de los aires cubanos, como lo prueba la discografía de la época: Pensando en ti (Habanera de Manuel Corona) y La Mora (danzón cantado de Elíseo Grenet) que grabaron Wills, Escobar y Bocanegra en 1919, según lo escribió Hernán Restrepo Duque. También encontramos: Las Guarinas Cubanas que grabaron Victor J. Rosales y Jorge Añez, según lo registró en su libro sobre la discografía cubana, Cristóbal Díaz Ayala.
La primera noticia que se tiene en Bogotá de un cubano músico me la proporcionó el investigador de ese país, Jesús Blanco cuando habló de Juan Cruz quien alegró las noches santafereñas en 1919 y Alfredo Bologna y su Sexteto compañeros del anterior , quienes hicieron lo propio en 1923.. Juan Cruz grabaría en Nueva York entre su repertorio y con su voz de barítono, un bambuco colombiano llamado Celos.
LOS AÑOS 30s
Los años siguientes registran el impacto difusor con la grabada de algunos registros, y la llegada masiva de los discos, los gramófonos y la apertura de la radio colombiana primero en Barranquilla en 1929 y después en Tunja y Bogotá en 1930.
En el decenio de los treintas la presencia significativa y cautivadora del Trío Matamoros, promueve una influencia perdurable a partir de su visita a Colombia y Bogotá en 1934. En periplo siguieron por Zipaquirá, Ibagué, Armenia, Tulúa, Buga, Palmira y Cali. Después el Trío retornó a la zona cafetera y de allí se presentó en Medellín. Después actuó en Puerto Berrío, Barrancabermeja, Soledad, Barranquilla y Cartagena de Indias de donde embarcaron.
A mediados de los años 30s y vía vaporina atracó en Buenaventura e hizo presencia en Cali por un año, la agrupación orquestal cubana que dirigía Froilán Maya que alegró las noches caleñas, cuando en el Río del mismo nombre que su ciudad, estaba inundado de lavanderas de ropa.
En 26 de Agosto de 1939 se presenta La Orquesta Casino de la Playa con su cantante Miguelito Valdés en Emisoras Fuentes en Cartagena y también lo hicieron en la ciudad de Barranquilla.. Esta agrupación musical influyó notablemente en otros colectivos similares colombianos como la Atlántico Jazz Band. Y en venezolanas como la Billos.
LOS AÑOS 40s
Los años 40s quizás siguen el proceso acumulativo de los aires musicales del Caribe en La Sabana de Bogotá con el auge del son y de la rumba , nombre amplio con el cual se cobijaron muchos ritmos cubanos y de los cuales nos llegó el auténtico con los discos de El Septeto Nacional o Arsenio Rodríguez, pero también la rumba más edulcorada de comerciantes consumados como Xavier Cugat y Desie Arnaz, que algunas veces tuvieron el acierto de integrar a cantantes cubanos, puertorriqueños o colombianos de calidad ,como Carlos Julio Ramírez. Quizás comenzó a llegar a La Sabana, aunque aún con debilidad, el vallenato con guitarras cuyo pionero sería Guillermo Buitrago y décadas más adelante continuaría ese formato Bovea y sus Vallenatos.
Este momento histórico tiene tres responsables principales que nutrieron las emisoras, las presentaciones populares y que grabaron discos a granel: Emilio Sierra, Milcíades Garavito y Efraín Orozco Morales, éste último nacido en Cajibío Cauca el 22 de Enero de 1897. Estudió entre Buga y Cali la música y después fue un incansable trotamundos primero hacia Centroamérica y luego hacia el sur .Se llamó Hacedor de Estrellas y también Orquesta Espectáculo, por las innovaciones que presentó frente a los aires bucólicos y tradicionales aunque hermosos de Emilio Murillo, Wills y Escobar, Calvo o Arturo Patiño.
Orozco presentó obras propias tales como, el porro sabrosito Sabrosón .La Vaca loca o el pasillo Así es Colombia, y las Rumbas criollas Alegres Bailemos, Esto es Candela y Porro de la Negra.. Pero la vinculación con el espíritu del Caribe se percibe elocuente, pues le hizo un arreglo al Caimán de Peñaranda y le dedicó una rumba a La Negrita Concepción, autoría de los Cuates Castilla que eran mexicanos.
Se abría otra Colombia con el cambio liberal de reformismo de López Pumarejo y también se sintieron los efectos de la Segunda Guerra Mundial y el freno a las reformas con el gobierno de Eduardo Santos. Entretanto, el ascenso de Gaitán que desataba la simpatía de las masas y de músicos como Lucho Bermúdez y Pacho Galán, quienes le dedicaron algunas obras como A La Carga, que era su grito y arenga política.. La misma esperanza que estalló en una hecatombe de violencia a la muerte premeditada del gran líder popular y que en parte filmó desde el Hotel Granada Fernando Fernández. . Emilio Sierra Baquero nació en Fusagasuga el 15 de septiembre de 1891. Se dirigió a Bogotá y estudió música. Después de volver a su pueblo se volvió a asentar en Bogotá y en diez años formó una orquesta tenida entre las mejores. Por esto tiempos encumbró su obra: Qué Vivan Los Novios, Trago a los músicos , El Negrito Satanás, Pim Pan Pum. Estoy Copetón, Nos comió el Tigre, Ese huevo quiere sal, Adentro los de Corrosca y el bambuco On tabas.. En 1945 emprendió una gira nacional y se radicó en Cali donde falleció el 8 de Marzo de 1957.
Milcíades Garavito Sierra. Nacido en Gachalá, Cundinamarca el 29 de Junio de 1863. Fue maestro de escuela y estudió música desde joven. También ejerció de organista y cantante. Sus obra principales en las cuales rivaliza por la Rumba criolla con Emilio Sierra son. Como son las mujeres (porro)y Por Vivir en Bogotá y me voy pa¨l Salto. Y las rumbas criollas: Arrímale Algo, Después de un besito y Calentadora.
En la historia del disco en Colombia hay que resaltar que hubo argentinos como Eduardo Armani y Eugenio Nobile que hicieron música costeña colombiana y grabaron orientados por Lucho Bermúdez y Marfil, Ebano y Morales entre otros, pero nunca vinieron a este país. Lucho Bermúdez inició su orquesta en el año de 1947 en Bogotá oficialmente para trabajar en el Hotel Granada, según nos informa José Portaccio en su libro sobre el artista de Carmen de Bolívar.
LOS AÑOS 50s
Los años 50s. en marcan el ascenso de las orquestas populares de la Costa Atlántica en Bogotá , principalmente el dominio del Lucho Bermúdez., con el nunca bien ponderado en este ambiente, Alex Tovar . El Bolero reluciente y en su esplendor se volvió tan fuerte y mayoritario en la programación en desmedro de los aires nacionales, que suscitó los alaridos y lamentos de personajes como Jorge Añez, defensor de los aires musicales nacionales.
Vuelve la violencia a apoderarse del país, y a convivir con la diversión. Crecen las Emisoras, los Radioteatros y la industria discográfica. En especial en la ciudad de Medellín. Pasan en gira suramericana por las principales ciudades, incluida Bogotá, los artistas extranjeros, tales como: Toña La Negra, Los Panchos, Alberto Gómez, Arturo Gatica, Los Jóvenes del Cayo, Fernando Albuerne, Las Anacaona, Kiko Mendive, Trío La Rosa, Hermanos Rigual, Olga y Tony, Guillermo Portabales, Ester Borja, Olga Guillot, Alberto Podestá, Chucho Martínez Gil, Lupita Palomera, René Cabel, y las chilenas Sonia y Miriam. Quizás la visita más investigada y comentada haya sido la Benny Moré con su orquesta, que actuó por La Voz de Antioquia y en el Club Campestre de Medellín en el año de 1955.
No hay que olvidar el paso alegre por la capital colombiana, de Luis Carlos Meyer, compositor y cantante nacional de calibre quien después triunfa en México y el bamboleo temprano de Nelson Pinedo con Antonio María Peñaloza, presagios de su triunfo habanero.
Por esta época se producen grandes migraciones con trabajadores, estudiantes y desarraigados del campo a esta ciudad y con ellos llega la costeñidad y sus aires musicales.
Muchos de estos cultores al tiempo que traían su Caribe colombiano también rindieron culto a la difusión de La música cubana como Miguel Granados Arjona, quien aún está activo en Bogotá en la emisora Capital Radio .
A mediados de los años 50s —después de larga estancia en el exterior y en Medellín—, Lucho Bermúdez regresa Bogotá al Hotel Tequendama recién inaugurado, al Grill Candilejas y a la Hora Philips por donde desfilaron: María Luisa Landín, Pedro Vargas, Juan Legido y el aporte cubano con La Sonora Matancera ,el cha cha chá de Enrique Jorrín y Dámaso Pérez Prado y su mambo frenético y universal que conmovió hasta la jerarquía moralista de la Iglesia Católica . Al tiempo emergían valores nacionales como: Luis Uribe Bueno, Oriol Rangel, Edmundo Arias como directores y entre los cantantes, Alberto Granados, Victor Hugo Ayala Bob Toledo, y Henry Castro entre muchos otros.
LOS AÑOS 70s
Para los años 70s llega la Salsa , caracterizada por su mensaje, su público, sus exigencias musicales y su compleja trama de rebelión social optimista. Ray Barreto es de los primeros en presentarse en Bogotá con muy poca asistencia en la Feria Internacional. Al final de la década Rubén Blades, Willie Colón, Cuco Valoy, y Los Hermanos Lebrón. Entretanto, los cubanos tratan de romper el cerco estricto con delegaciones voluntarias como: Rumbabana, la Orquesta Aragón o mas tarde Son 14.
A nivel de establecimientos nocturnos y donde se coloca la salsa, resaltan varios tipos: la discoteca tradicional con cierto lujo, estilo norteamericana de pelotas giratorias, flotantes, espejos y luces intermitentes, y cubículos para aislarse y una música dictada principalmente por la radio bajo patrones exclusivamente de mercadeo. En Bogotá cumplieron su ciclo: La Caseta Panamericana, La Jirafa Roja, El Palladium, Escalinatas y El Escondite y la histórica Melodías de Pedrito Puente, entre otras También existieron lugares pequeños más modestos como Mozambique de Senén Mosquera en Chapinero y en el centro ubicado entre prostíbulos un lugar con mejor concepto musical, El Tunjo de oro del caleño Sigifredo Farfán. Hubo lugares singulares como La Gaité en el centro de la ciudad que proporcionaba todas las condiciones para hacer las descargas al amanecer, cuando los músicos se reunían allí después de cumplir sus trabajos habituales, convocados por la novedad de esta música que les calentaba el ánimo.
El Goce Pagano desde 1978 esboza una alternativa al fomentar la comunicación entre los asistentes, diseñar un ambiente criollo y ensayar otra música Salsa o Latin, más selecta y menos conocida: Borincuba, Conjunto Libre, Típica 73, Grupo 8, Bobby Rodríguez y La Compañía, La Renovación, Mongo Santamaría, Orquesta Yambú, Vladimir, Markolino Dimond, etc, y sobretodo colocar de la Cuba bloqueada que nos llegaban a cuentagotas Los Van, La Orquesta Revé, Adalberto Alvarez e Irakere. Uno de los primeros en presentarse en Bogotá en este decenio fue el Grupo Manguaré donde brillaban Pancho Amat y el cantante Lázaro Miguel Rodríguez.
También se impulsaron y prestó el local para los ensayos de los Grupos nuevos: Alfonso Córdoba, Niche, luego Guayacán y las orquestas emergentes de mujeres, como Yemayá, luego se abrió para dar paso a Siguaraya y culminó en Cañabrava, siempre con Berta Quintero, y Jeannette Riveros como animadoras o los clásicos de integración de las artes como Las Cántigas arbosféricas de Sergio Delgado de Venezuela.
Quizás las orquestas más calificadas en la capital eran por Aquellos tiempos: las de Washington y sus Latinos donde figuraron valores como el cubano Antonio Osamendi y los jóvenes Wilson Viveros, Pipelón, Charlie y Alí Garcés y la de Pantera García, que tenía al prometedor Saulo Sánchez en el canto y Gustavo Rodas como compositor y a la pianista Connie Riveros. El Son del Pueblo (de donde salieron César Mora y Bruno Díaz) ya están cumpliendo treinta años de constancia ininterrumpida.
Otras orquestas de duración más efímera fueron: Melao, el Grupo de Chucho Nuncira, Barrio Latino que dirigía Marco Antonio Sánchez y La Charanga de la Candela. También desde El Goce se difundió en papeles de mimeógrafo y gracias a Gustavo Bustamante la nueva literatura latinoamericana de: Jorge Amado (cedió los derechos simbólicamente por un dólar), Alejo Carpentier, Ricardo Palma, Julio Cortazar etc..
Hubo lanzamientos de libros de escritores nuevos, se hicieron representaciones con teatro experimental (Diego Alvarez), y presentamos películas musicales con discusiones y foros, tales como Calipso producción francoitaliana donde aparecía el Combo de Cortijo e Ismael Rivera , los estupendos cortometrajes cubanos sobre música , e incluso Nuestra Cosa Latina de la Fania.
Estas actividades culturales llaman su público: estudiantes de la izquierda variopinta, artistas jóvenes, hippies sobrevivientes, profesionales recién egresados, maestros de la plástica y del profesorado, periodistas entre otros los de Revista Alternativa (Alejandro Caballero, Enrique Santos Calderón, Hernando del Corral. Jorge Villegas, Bernardo García,) y una buena parte de la colonia del Chocó, sobretodo bailadores como Pocholo y Rafa Porras o el insólito Toñiño de curramba la festiva.
Todo este proceso tiene su apoteosis en el encuentro en El Goce de la 74, cuando Dámaso Pérez Prado y Gabriel García hacen la convergencia amistosa entre la literatura y la música de este continente y provocan un tumulto en los tempranos años 80s.
Al Goce le siguieron en el estilo Quiebracanto de los Hermanos Manosalva, Galería Café Libro fundado por Fred Kaim Torres, Son Salomé de Chepe García, Salsa Camará de Gilberto Avila, Siguaraya de Jaime Velásquez, Sonfonía de Fernando España y Anacaona de Cielo Fernando García entre muchos otros.
AÑOS 80s
Bogotá como gran urbe empieza a ser transformada por sus inmigrantes y por dentro a través de la labor subterránea que se vive con La Salsa que empieza a tomarse sabrosamente la ciudad. La nueva sonoridad y sus adeptos maduran y crecen de tal manera que llega el momento en que el fenómeno es dominante y en la Plaza de Toros, en el Jorge Eliécer Gaitán o en los Clubes, Los Coliseos, estadios, coliseos o en los Parques de los barrios estuvieron: El Gran Combo, Los Hermanos Palmieri, y la infaltable Celia Cruz y la Fania en todo su esplendor. Con Tropicana de Cuba en el Hotel Tequendama, en 1979 disfrutamos a Bobby Carcassés, a Tata Guines y al Sexteto Raysón durante meses.
Sólo en los años 80s llega la música cubana contemporánea por primera vez con Los Van Van e Irakere, claro acompañada al lado de Celina y Reutilio jr. Y la Orquesta Rumbavana .Después empezaron a conquistar sus espacios La Orquesta Aragón y la Original de Manzanillo. En 1998 y dentro del evento Salsa al Parque, N.G La Banda conmueve sobretodo a los músicos colombianos con sus impresionantes arreglos y solistas virtuosos que trajo. En 1999 y en mismo certamen tuvimos la dicha de apreciar agrupaciones de excelencia vital como Klimax de Cuba y Guaco de Venezuela. El Conjunto Caney con el cantante Laito Sureda , o Albita Rodríguez y Polo Montañés lograron éxito, sobretodo Montañés que prácticamente consigue su fama y prestigio en Colombia. Cuando empieza a disfrutarla muere en un accidente automovilístico en Cuba.
Después de los años 90s, la repetición de formulas musicales, el impulso artificial de la Salsa balada y la pornosalsa, y la preponderancia de los ritmos anglosajones, y la plagas de ritmos latinos como el merengue —que generan el FRAM (Frente antimerengue), nos llevan a una invasión visual y de espectáculo que relega la salsa clásica a un estado de postración preocupante.
LA EXPLOSION SALSERA DEL 2000
Cuando se esperaban agrupaciones con nuevos sonidos desde Cali o Barranquilla, sin una explicación muy convincente, en el nuevo siglo se ha estado incubando en Bogotá, un fenómeno musical que tiene características novedosas y propias, como son: conformación de organizaciones musicales integradas por muchachos de clase media o pudiente, por jóvenes estudiosos y con la preparación académica básica a través de tantos conservatorios y centros musicales que la ciudad tienen , por el intento de crear repertorio o arreglos propios y el regreso un poco a la salsa explosiva , genuina y descargosa. Además quieren tener dominio sobre su propia obra y por eso mismo sacan a la luz pública sus propias grabaciones y sus videos. No se enajenan con ningún sello y construyen su nombre paulatinamente.
Ahí están la irrupción sonora de una docena de agrupaciones encabezados por La 33, La Conmoción, Calambuco, Kimbawue, Yarey, Salsamonte, La Banda, Jam Block Orquesta, La Real Charanga, La Cósmica, Yoruba orquesta. Todas estas orquestas empiezan a abrirse camino desde las salsotecas, bares y clubes de barrio . Cuando su labor ha trascendido poco a poco y en dura brega las emisoras culturales y universitarias les abren sus micrófonos y se convierten en sus seguidores .Sólo después cuando están sonando en muchas partes de la capital —por fuera de los medios de comunicación del mercado tradicional— las estaciones de radio comerciales empiezan a difundirlos.
Quizás a la mayoría de estos grupos aún les falta más renovación y superar la obnubilación por el período de los 70s de la salsa neoyorquina, fundamentada en los trombones bravíos y el ritmo fuerte. Probablemente ganaran más soltura, dinámica y animación en el escenario y conquistaran mejores voces y afinque en los coros, pero de todas maneras es la realidad cuajada de esperanzas para la ciudad y el país lo que estos grupos le están brindando con su renovación sonora. Todo esto sólo se podrá evaluar con equidad y magnitud en un período considerable de tiempo.
BIBLIOGRAFIA
Hernán Restrepo Duque. Lo que cuentan las Canciones Ediciones Tercer Mundo. Bogotá 1971.
Cristóbal Díaz Ayala. Discografía de la Müsica Cubana. Editorial Corripio. Santo Domingo. 1994
Jesús Blanco. Entrevista con César Pagano. La Habana 1989
Cristóbal Díaz Ayala. Discografía de la Música Cubana. Santo Domingo. 1994.
Orquestas Bogotanas de salsa
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