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Héctor Lavoe, La Lupe y Jerry
Massucci.
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El
Cantante
Antes que llegue el lunes
Por ©Mayra
Montero
· Una
obra no es buena o mala en función de las cualidades morales del personaje
central. Esa es una concepción puritana -y provinciana- del arte que deberíamos
haber superado hace tiempo.
No
he visto la película ‘El Cantante’ y ni siquiera he podido hablar de ella con
gente en cuyo criterio confío. No sé si en realidad es buena, o es uno de los
tantos bodrios que alcanzan cierta repercusión debido a las figuras que la
protagonizan. Sin embargo, quisiera referirme a esa película partiendo de las
primeras críticas que ha recibido, y que nada tienen que ver con su calidad
cinematográfica, sino con la manera en que presentan a ese cantante que le da
nombre. Dichas críticas vuelven a poner sobre el tapete la independencia de un
guionista, de un director de cine, para interpretar la vida de una figura
pública partiendo de unos aspectos determinados. Una obra no es buena o mala en
función de las cualidades morales del personaje central. Esa es una concepción
puritana -y provinciana- del arte que deberíamos haber superado hace tiempo.
Ya
sé que es difícil para algunos asumir una historia de cine como un producto de
ficción, sobre todo si gira en torno a una persona que falleció hace poco tiempo
y cuyos descendientes directos y amigos cercanos andan por los alrededores.
Con la ‘Marie Antoinette’ de Sofía Coppola, que considero una película original
y divertida, no podía darse ninguna situación siquiera parecida; los parientes o
amigos de Marie Antoinette hace siglos pasaron a mejor vida. Pero aun así,
algunos franceses abuchearon la película el día del estreno, por considerarla
injusta con la corte real de aquella época. Creo que es cuestión de imaginación.
Me parece que Sofía Coppola hizo un relato bastante apegado a la realidad, pero
en caso de que la realidad hubiera sido otra, menos frívola y borrascosa, ¿quién
puede quitarle a ella el derecho a enfocarse en el ángulo que le dé la gana?
El
que quiera hacer una película moralista, o enfocada en una visión pazguata, está
también en libertad de hacerlo. Creo que ‘Dream Girls’ suscitó críticas
similares de parte de los parientes de una de las cantantes aludidas en el film.
Pero fue apenas una nota en el maremágnum de comentarios, no se le dio más
importancia de la que tiene: un detalle curioso que proviene de alguien que tuvo
acceso a otra realidad.
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Billie Holiday
y Dizzy Gillespie
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La
película es la película, la realidad sobre la que mandan el director y el
guionista, y en otro sentido los productores. Ignoro si algún pariente o amigo
de Billie Holiday cuestionó la manera en que se proyectó la figura de la
cantante en ‘Lady Sings the Blues’, como también ignoro si algún pariente de
Truman Capote salió a explicar, por ejemplo, que el escritor fue bondadoso con
los pajaritos.
Yo
prefiero que me digan si la película es creíble, si es profunda, si no se
distrae en la banalidad del morbo, del espectáculo manipulado o sensiblero. La
historia de la cinematografía está llena de filmes que recrean la vida -o
episodios en la vida- de algunos personajes célebres, y quizá con el tiempo
hemos sabido que las cosas no fueron exactamente como las contaban, pero, ¿qué
más nos da? Algunas son grandes películas que alquilamos y volvemos a disfrutar
una y otra vez, y el personaje central es la excusa para explorar una parte de
la historia, para conmover, y para revelar algunas cosas que no tienen que ver
estrictamente con la figura de carne y hueso. A lo mejor son una reflexión sobre
la música, sobre la emigración, o sobre los prejuicios.
Ahí en el cine está todavía la Piaf. ¿Qué sentido tiene que ahora venga una
parienta para reclamar que por qué no aparece esa faceta cariñosa que tenía la
Piaf con los viejitos, o con los gatos, o con el cocodrilo del zoológico de
París? Es que no nos importa. Queremos ver la parte dura de la Piaf y la parte
que la llevó al éxito o a la derrota. Punto.
Con Lavoe lo mismo. No se puede prescindir de unos elementos que, nos gusten o
no, están ahí, y que signaron la vida de un artista. Entonces viene otro
artista, un director de cine, y los procesa como cree conveniente. Si la
película vale, pues vale como un producto autónomo que pone su mirada particular
sobre ese personaje. No se hacen las películas -o las novelas- para complacer a
los parientes o dar lecciones morales. Exigir eso es exigir panfletos y
peliculitas sobre el milagro de Lourdes.
Lo
que sí es vergonzoso en cuanto a la premiere de ‘El Cantante’, es que el figureo
y la alfombra roja lo arroparon todo, de modo que la gente que tenía que estar
allí en primera fila, que no eran los políticos ni los boxeadores, sino los
críticos de cine del País, no fueron invitados. Ya por ahí empezamos mal. Ya
denota un grado de estupidez mórbida por parte de los organizadores, que se
corresponde, en cierta forma, con ese afán del otro lado de pedir que la
película “hable bonito” del Cantante.
Bonito, positivo y light, como la vida misma.
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