GRUPO FOLKLORICO Y EXPERIMENTAL NUEVAYORKINO
Por Diogenes Ivan Riley Colaborador de Herencia Latina Panamá
La música afrocaribeña es un alimento halagador para el alma, el cuerpo y el espíritu. El continente africano, en su esencia, fue la fuente para que a través de las centurias sus raíces sonoras se fuesen afincando en el nuevo mundo descubierto por Cristóbal Colón.
Cuba -una isla caribeña de gran arraigo melódico- ha sido columna vertebral en la producción de la música que tuvo como gran influencia los aportes de Africa, siendo éstos bien preponderantes en cuanto a percusión se refiere. Junto al legado de la tierra de José Martí, hay que resaltar de igual forma, la rica herencia a favor del mundo musical que ha producido Puerto Rico, la isla del encanto en la cual “hasta las piedras cantan”. No en vano, muchos señalan que “Cuba y Puerto Rico son de un pájaro, las dos alas” pero en colaboración con dichos países, la música afrocaribe se ve también robustecida por los aportes sónicos de naciones en contacto con el mar Caribe como República Dominicana, Colombia, Panamá y Venezuela.
Bien vale traer a colación, las palabras del investigador musical colombiano Enrique Romero, quien en su obra titulada Salsa. El Orgullo del Barrio exteriorizó que: “una denominación que abarca el son, el mambo, el chachachá, el bolero, el merengue, la plena, la bomba, la gaita, el tamborito, la cumbia y el vallenato como los géneros más destacados, entre más de cien ritmos caribeños, que, como veremos más adelante, sirvieron de columna vertebral a la salsa en sus orígenes, allá por los años sesenta, en la gran urbe latino-caribeña llamada Nueva York”. Bien es sabido, que el chachachá, el mambo, guaguancó, guaracha, el bolero, el danzón, la pachanga y el sin igual son, constituyen matices sonoros nacidos en Cuba y precisamente, géneros cubanos conforman el caudal de inspiración de la llamada música de salsa en la década de los años sesenta. Dicha música se originó en Estados Unidos específicamente en la ciudad de Nueva York y ello se debió a las comunidades latinas allí radicadas -siendo la puertorriqueña la mayoritaria- en lo que se denomina el Spanish Harlem, conocido así mismo como El Barrio.
La salsa no es un género como la plena, el guaguancó, la guaracha o el merengue; es en sí, como bien nos dice el colombiano Romero y el belga De lannoy:”un movimiento sociocultural urbano, sintetizado en una expresión musical, creada y desarrollada por emigrantes del Caribe y algunos músicos norteamericanos identificados con el pathos latino y seducidos por los ritmos de Cuba y Puerto Rico. La salsa basa su patrón rítmico en la guaracha cubana, pero arreglada con influencias del jazz, el rhytm & blues(R&B), el soul y el rock’n roll”. En una forma bien suscinta la música en cuestión, el periodista y musicógrafo venezolano César Miguel Rondón -en su obra intitulada El libro de la Salsa. Crónica de la música del Caribe urbano- la define así: “ la salsa pues, es algo más que música cubana vieja, es mucho más que una simple etiqueta y que un prescindible estilo de arreglar la música”.
El auge salsero se fortalece en la década del 70 a través de la compañía disquera Fania, una creación del año 1964, lograda por el músico dominicano Johnny Pacheco junto con el abogado de ascendencia judeo italiana, Jerry Masucci. Paralelamente, en Puerto Rico, República Dominicana, Colombia, Panamá y Venezuela, la salsa también se desarrolla con solistas y grupos que se destacan en presentaciones y grabaciones de discos. Pero volviendo a Nueva York, un momento histórico se produce el jueves 26 de agosto de 1971, cuando artistas salseros participantes en grabaciones del sello Fania, brindaron un recital en el Club Cheetah y del evento en cuestión se publicaron cuatro discos de acetato de larga duración, Fania All Stars, Live at Cheetah. Vol. 1 y 2 (dos discos) y Our Latin Thing (Nuestra Cosa), álbum doble con la banda sonora de una película con el mismo nombre y que presenta audio del concierto del Cheetah y de otras localidades de El Barrio. Richie Ray, Bobby Cruz, Willie Colón, Héctor Lavoe, Ray Barretto, Larry Harlow, Bobby Valentín, Ismael Miranda, Barry Rodgers, Larry Spencer, Johnny Pacheco, Yomo Toro, Roberto Roena, Héctor Zarzuela, Orestes Vilató, Adalberto Santiago, Santos Colón, Pete “El Conde” Rodríguez, Roberto Rodríguez y Reinaldo Jorge fueron los figuras de primera línea que protagonizaron la histórica reunión en el Cheetah, localizado en la calle 52 y Octava Avenida de la Gran Manzana.
El anterior preámbulo acerca de este matiz afrocaribeño de Nueva York -la salsa- nos sirve de marco de referencia para entrar a resaltar a un gremio musical de corta existencia, que rompió patrones repetitivos de otras agrupaciones en cuanto a la época de la salsa clásica de corte comercial. Durante el año 1974, en el área del Bronx de la Babel de Hierro, existió el nombrado Conjunto Anabacoa. En éste, la pretensión primordial consistió en descargar; es decir, exponer la creatividad musical del instante como una catarsis, que aparte de mostrar el dominio de los instrumentos, sirviese de igual forma como medio de diversión o de práctica de ejecución, pero en este caso particular; sin interés de grabar trabajos discográficos.
Los iniciadores del Conjunto Anabacoa fueron Andy y Jerry González (ambos, tanto nuyoricans como hermanos), los cuales dieron el nombre al grupo tomando en cuenta el son intitulado Anabacoa, que era uno de los números de batalla del colectivo en cuestión. El Anabacoa tuvo presentaciones en universidades estadounidenses y éste en un principio estuvo conformado por: Andy González (bajo), Jerry González (congas), Nelson González (tres), Frankie Rodríguez (congas), Alfredo “Chocolate” Armenteros (trompeta) y René López, el cual además de musicólogo era el cantante y al mismo tiempo se convirtió en el nuevo abanderado del colectivo.
Chocolate Armenteros
El súbito arraigo del Conjunto Anabacoa rompió de repente la sola pretensión de descarga de ocasión y fue en 1975, cuando René López decide que el conjunto grabe un disco, pero integrando más miembros y siendo bautizado para esta ocasión por el mismo López como Grupo Folklórico y Experimental Nuevayorkino (lo denominaré indistintamente como Grupo Folklórico). Sobre el hecho anterior, rememoro las palabras de Andy González quien en una oportunidad declaró: “cada cosa que nosotros hemos sacado, ha sido natural. No era pensado para vender más o menos. Nosotros siempre tuvimos los valores que nos obligaban a respetar la música, Lo que hemos hecho, lo hemos hecho porque nos ha salido así. Hemos hecho lo que hemos querido hacer, Esa es la manera de que la gente verdaderamente aprecie tu trabajo. Nuestras cosas han sido el resultado de un proceso natural de experimentación. Por ejemplo el Grupo Folklórico Experimental Nuevayorkino nació de unas jam sessions que hacíamos en mi casa, Esa misma que aparece en la película Calle 54. Ahí, nos juntábamos a tocar hasta que un día René López que lo gustaba lo que estaba saliendo, llevó al ejecutivo de la discográfica que quedó encantado y así salieron esos discos”.
La visión del Grupo Folklórico consistió en resaltar el folklore caribeño amalgamándolo con experimentos creativos pero siempre con el marco determinante de la atmósfera nuevayorkina. Concepts in unity (Conceptos en unidad) fue el primer trabajo del Grupo Folklórico y el mismo se publicó en 1975 como un álbum doble -en ese entonces de vinilo- bajo el sello Salsoul. La esencia de Concepts in unity tal cual como la planteó Rondón consistió en:”la música de ayer con la visión de hoy, pero también, la música de hoy con la visión de ayer. De esa manera folklore y experimento eran fusionados de manera sólida en una sola música”.
El trabajo en cuestión fue producido por René López y Andy Kaufman. El productor ejecutivo fue Joe Cayre y la asistencia técnica en ingeniería de sonido estuvo a cargo de John Laico, Don Puluse y Lou Waxman. La masterización fue de Al Brown y la mezcla estuvo en manos de René López, el Grupo Folklórico, Don Meeham, Jerry Smith y Fred Weinberg. La grabación se realizó en CBS Studios de la ciudad de Nueva York, el 7 y 10 de abril de 1975. Un detalle muy particular de este Concepts in unity, lo traigo a colación con las palabras del periodista y escritor colombiano, José Arteaga quien señaló lo siguiente: “fue el primero de los discos de la época salsera que se grabó en un solo bloque y sin pistas, a fin de desarrollar mejor el sonido de los ritmos tradicionales de las Antillas”. Es decir, los ejecutantes de cada corte grabaron todos al mismo tiempo para mantener a flote el sentido emocional de la descarga.
Concepts in unity tiene como contenido -en su orden respectivo- las siguientes piezas con sus autores que son: Cuba linda (Virgilio Martí), Choco’s guajira (Alfredo Armenteros), Anabacoa (J. Jiménez), (respecto a esta pieza, el disco compacto Concepts in unity editado en 1994 -logrado exactamente del trabajo de 1975- informa que J. Jiménez es el autor; sin embargo, otras fuentes informan que el autor es el cubano Arsenio Rodriguez), Adelaida (Derechos reservados), Luz Delia (Francisco Martínez), Carmen la Ronca (A. L. Alvarez), Canto Asoyn (Derechos reservados), Canto Ebioso (Derechos reservados), A papá y mamá (Genaro Alvarez Jr.) e Iya Modupue (Derechos reservados).
El Grupo Folklórico para su primera producción de 1975 -e incluso para la última- contó con un buen número de talentos, que en cierto sentido para algunos musicólogos fuese considerado como un all stars, es decir; una banda conformada por músicos que podrían evaluarse como los mejores en cada instrumento en una época específica. Para mi, el Grupo Folklórico lo fue pero realmente sin las pompas extremadamente publicitarias que se ciñen en los casos de los llamados all stars, debido lógicamente, al carácter sonoro de la agrupación que fue etiquetado como “no comercial”.
Vale destacar, que en la sección de percusionistas se contaban para la mayoría de las piezas con más de los tres tradicionales dentro del formato salsero (timbalero, conguero y bongosero). Una figura de alcurnia dentro del Grupo Folklórico lo fue el nuyorican Manny Oquendo, quien al nacer en 1931, era uno de los más veteranos dentro del colectivo. Oquendo ejecutó los timbales, el bongó y el cencerro. A él me referiré más adelante.
Charlie Palmieri, Manny Oquendo, Mongo Santamaría y Vicentico Valdés en San Francisco – California, para los años 60s. Foto de los archivos de Jaime Jaramillo
Los demás percusionistas -en base a los requerimientos de sus participaciones en cada tema- tenían a bien tocar la tumba de tres golpes, el quinto, la tumbadora, el chekeré, el palo, las claves, las maracas, el güiro e incluso los llamados tambores batá (el Iya, el Itolele y el Okonkolo), instrumentos prácticamente sin uso alguno en aquella época neoyorkina. En este punto específico menciono a los siguientes artistas: el difunto conguero Frankie Rodríguez, puertorriqueño, que previamente había pertenecido a la Orquesta Harlow y en 1973 a la Orquesta Revelación del cantante borincano Ismael Miranda. El neoyorkino Jerry González, conguero e inclusive trompetista, es el hermano menor de Andy González y para el Grupo Folklórico, la influencia del productor René López es decisiva ya que éste lo inicia en la música cubana. Jerry -un jazzista con ánimo de rumbero o al revés- entre tantas ejecutorias ha sido fundador del Conjunto Libre y en la actualidad dirige su grupo de jazz latino, el Fort Apache Band. Milton Cardona, tremendamente productivo en los toques de batá y cultor de calibre de la santería, el cual además hizo historia como conguero de la orquesta de Willie Colón y de Héctor Lavoe en su etapa de solista. Gene Golden, conguero jamaiquino y en un tiempo miembro de La Conspiración del finado Ernie Agosto, el cual al igual que Cardona y Frankie Rodríguez, logra hacer “hablar” a los tambores batá. El fenecido cubano Virgilio Martí -excelente tumbador desde su época rumbera en el habanero barrio de Cayo Hueso- y baluarte de la auténtica rumba cubana puesta en la historia dentro de la tierra del Tío Sam. El boricua Víctor Montañés, ejecutante de las congas en los ritmos folklóricos de la isla del encanto y Jaime Rivera, también boricua y sonador del güiro puertorriqueño dentro de dicha línea folklórica.
Para la sección rítmica, además de la percutiva, se tuvo al bajista de Nueva York, Andy González de connotada experiencia en las orquestas de Ray Barreto y Eddie Palmieri. Fundador del Conjunto Libre junto con Manny Oquendo. En la actualidad, Andy colabora con su hermano Jerry en el Fort Apache Band. Otro miembro importante de esta sección lo fue el puertorriqueño Nelson González, un ícono del tres, instrumento de cuerdas de ascendencia cubana. Nelson, quien también se afinca en la guitarra acústica, con anterioridad había formado parte de La Revelación de Miranda. Tuvo participación en la vanguardista Típica 73, las Estrellas de Fania y fue músico fundador de Los Kimbos bajo la dirección del timbalero cubano Orestes Vilató. En el requinto, estuvo Marcial Reyes, un especialista en las tonadas tradicionales del folklor boricua.
El Maestro Ray Barreto
En el piano, el Grupo Folklórico presentó al nuyorican Oscar Hernández, el cual se había estrenado en la salsa en La Revelación de Miranda. Hernández ha sido miembro del Conjunto Libre, participante en grabaciones de Ray Barreto, miembro y director musical de los Seis del Solar (después Son del Solar) de Rubén Blades y hoy director de la Orquesta Spanish Harlem.
En los instrumentos de viento, se mantuvieron trombones para mantener en algo la esencia salsera neoyorkina y ellos fueron tocados por el brasileño José Rodríguez, elemento fundador de La Perfecta de Eddie Palmieri e inclusive, miembro selecto de la orquesta de Willie Colón por varios años después de la salida de Héctor Lavoe y Reinaldo Jorge, quien entre muchos trabajos, se ha destacado con Larry Harlow, Bobby Valentín, Tommy Olivencia, Los Kimbos, las Estrellas de Fania y en el otrora Son del Solar de Rubén Blades. Rememoro ahora, que el Grupo Folklórico fue honrado con el trompetista cubano Alfredo “Chocolate” Armenteros. “Chocolate” posee una trompeta de antología al ser muy especial en la interpretación de la rumba cubana. Este talento caribeño se ha distinguido en el Septeto Habanero, en el conjunto de Arsenio Rodríguez, en la banda gigante de Beny Moré, con Machito y sus Afrocubans, Johnny Pacheco, Ismael Rivera, Eddie y Charlie Palmieri, entre otros.
Gonzalo Fernández de Cuba aportó calidad indiscutible en esta sección instrumental del Grupo Folklórico a través de la flauta de madera al igual que con el saxofón tenor. Gonzalo fue un elemento primordial en el desarrollo de los grupos de charanga dentro del marco neoyorkino. El cubano en cuestión, tuvo que ver en las producciones de la Típica Ideal y del violinista cubano Pupi Legarreta y en 1977, lanzó su proyecto más ambicioso en cuanto a charanga, la Supertípica de Estrellas.
La armónica -instrumento de viento poco común en las grabaciones durante el auge salsero- fue resaltada en el Grupo Folklórico. El boricua Francisco “Tan” Martínez ejecutó el singular instrumento de viento para Concepts in unity con un objetivo significativo: resaltar un matiz del folklore puertorriqueño.
Los vocalistas para Concepts in unity fueron los boricuas Heny Alvarez, quien participara en el disco Hommy de Larry Harlow; Frankie Rodríguez y Víctor Montañez e igualmente los cubanos Willie García, que tuvo un papel sobresaliente en el sexteto de Joe Cuba y Virgilio Martí.
Virgilio Martí. Foto de ©Martín Cohen.
Sobre Virgilio Martí -tumbador, arreglista, compositor, vocalista y actor- al considerar sus tantas valiosas participaciones con grandes figuras (Tongolele, la versátil bailarina mexicana y el extinto conguero cubano Mongo Santamaría, como ejemplos); tengo a bien recordar, el excelente disco de rumba para el sello Verve denominado Patato y Totico (1967), en que Martí colaboró como cantante y en él participaron figuras del calibre de Carlos Valdés (Patato), Eugenio Arango (Totico), Israel López (Cachao), Arsenio Rodríguez, Héctor Cadavieco, Francisco Valdés, Papaíto, Tony Mayari y Mario Cadavieco. Otro trabajo de Martí de gran recordación lo fue Saludando a los rumberos, publicado por la firma Caimán a inicios de los años 80 y en el cual el cubano funge como vocalista y responsable o estrella principal en el mismo. En él, Martí se involucra con talentos como: Tony Cofresí, Andy y Jerry González, Yomo Toro, Paquito Pastor, Ray Romero, Claudio Roditti e Ignacio Berroa, entre otros. Cabe destacar, la actuación en 1985 de Virgilio Martí en la película -del cineasta cubano León Ichaso- titulada Crossover dreams (Sueños truncados). En la misma el habanero encarna el papel de “Cheo Babalú” y vocaliza el tema Llora timbero. En esa producción cinematográfica realizada en ciudad de Nueva York, participa el también actor Rubén Blades, quien personifica a Rudy Veloz.
Finalmente en cuanto al personal del primer disco del Grupo Folklórico, resalto los coros, en los cuales estuvieron los cubanos Caíto y Willie García más los puertorriqueños Marcial Reyes y Jaime Rivera (vale acotar que en base a los datos recabados del disco compacto Concepts in unity (Salsoul, 1994) -el formato en que poseo esa producción- sólo se especifican con nombres propios en los textos adjuntos, los coros de los cuatro ya mencionados. Analizando quienes participaron tanto en Concepts in unity como en Lo dice todo y basándome en este último trabajo, estimo que en Concepts in unity pudieron haber hecho coros, además de entre otros: Jerry González, Virgilio Martí, Milton Cardona y Nelson González).
Sobre el contenido en Concepts in unity resalto los siguientes comentarios. El álbum inicia con Cuba linda, en donde sobresale la cadencia del sentimiento pueblerino -o bien callejero- del Grupo Folklórico. Cuba linda constituye un guaguancó con rumba vocalizado y compuesto por Virgilio Martí, donde éste rememora su Cuba del ayer. Sobresalen también en el tema, la trompeta de Alfredo “Chocolate” Armenteros, el piano de Oscar Hernández, el timbal de Manny Oquendo, las tumbadoras de Jerry González, Gonzalo Fernández en la flauta y el trombón de José Rodríguez; produciéndose por ende una fusión emocional entre el ambiente latino de Cuba y Nueva York. Es oportuno enfatizar aquí, la opinión que el productor puertorriqueño René López le expresara a César Miguel Rondón y que éste último publicara sobre el nostálgico corte: “el grupo representa a la comunidad latina de Nueva York, una comunidad que tiene fuertes raíces caribeñas, cubanas, dominicanas y, obviamente, puertorriqueñas. Nosotros, que hemos nacido aquí y vivimos aquí estamos obligados a asumir con la mayor objetividad la totalidad de este mundo nuestro de hoy, el mundo de Nueva York. Y eso que parece una negación es tan sólo el resumen de lo que ofrece la ciudad. Aquí estamos nosotros los puertorriqueños luchando por hacer sentir nuestros derechos en una ciudad que teóricamente es nuestra, pero que en realidad no lo es. Y aquí están también los cubanos pobres, trabajadores, no los profesionales de la clase media, que luchan por vivir más o menos decentemente. Ellos viven aquí porque no aceptaron el régimen de Cuba, y no es cuestión de que la mayoría puertorriqueña comparta ese rechazo al gobierno de la isla, es tan sólo que esos cubanos viven con nosotros y bueno, más o menos, estamos en la misma situación. Además, toda la música que se hace en Nueva York sea salsa o no, tiene fortísimas raíces cubanas, y eso, en el caso artístico, nos une mucho más a estos cubanos que ahora viven aquí. “Cuba Linda”, para nosotros, en el Grupo, no es un canto contra lo que pasa en Cuba, es nada más que la representación de una faceta de nuestro mundo latino en Nueva York, y aquí hay de todo”. (En 1976, René López -también junto con Andy Kaufman- produjo dos discos igualmente de antología en el sello Salsoul para el bajista cubano Israel López, Cachao. Los trabajos fueron intitulados Cachao Uno y Cachao Dos que a pesar de la calidad musical de los mismos, pasaron sin pena ni gloria).
Me es grato resaltar que el cantante panameño Rubén Blades, en su trabajo titulado Mundo (Sony Music, 2002) (ganador de premio Grammy en febrero de 2003 en la categoría “música del mundo” o “world music”), le rinde tributo a Virgilio Martí y al Grupo Folklórico y Experimental Nuevayorkino con una pieza de su inspiración llamada Estampa. Si bien la misma, no tiene nada que ver con Cuba, ésta en su arreglo musical nos rememora fácilmente el tema Cuba linda. Coincidencialmente, Blades tuvo como músico invitado en varios cortes de Mundo, al puertorriqueño Nelson González -otrora miembro del Grupo Folklórico- y es él solo, quien inicia en una especie de introducción el tema Estampa al escucharse por unos instantes punteando su tres, para que después Blades exclame agradecido: ¡bonito, Nelson!.
Choco’s guajira constituye una cadenciosa guajira que nos transporta nuevamente a la isla cubana. “Chocolate” Armenteros se luce en este número de su inspiración, en el cual la rítmica del mismo es la propia de un septeto cubano, pero bien sustentado con el sazón de los trombones de José Rodríguez y Reinaldo Jorge, más el piano de Oscar Hernández. Se destacan de igual manera el tres de Nelson González y la flauta de Gonzalo Fernández en sendos solos. Curiosamente, en el número se suscita un diálogo entre Armenteros y el vocalista del mismo, Willie García, mientras se cuenta con un coro en donde sobresale la voz de Caíto, en un tiempo cantante de la Sonora Matancera de Cuba, y que dice: “se lo doy”.
En Anabacoa tenemos un amplio marco improvisador que se siente bien conjugado por la sección de viento y la de percusión del Grupo Folklórico, pero en exaltación al sabor de El Barrio de la ciudad de los rascacielos. Oscar Hernández se luce con un solo de piano y Oquendo - quien inicia el número ejecutando el bongó- a su vez, dicta cátedra con un solo de pailas de grata recordación. La trompeta de Armenteros y el trombón de Reinaldo Jorge despuntan. Anabacoa fue interpretado vocalmente por Willie García.
Adelaida, una plena genuina al estilo puertorriqueño, resalta en Concepts in unity el sabor tradicional de los barrios negros boricuas de Ponce, Mayagüez y Santurce. Sobresalen en el tema Víctor Montañés en la parte vocal (además ejecuta la conga), un solo en el requinto por Marcial Reyes, quien también hace coros, Jaime Rivera en el güiro puertorriqueño y en coros y Francisco “Tan” Martínez se luce a raudales en la interpretación de la armónica. “Si me pego en el pool” dice el pegajoso coro de esta melodía, lo cual a su vez equivale a decir: “si me gano la lotería” (en el Panamá en que nací y vivo, diríamos: “si me gano el Gordito”). En el único número instrumental del disco, Luz Delia, se nos presenta un mazurca con un matiz un tanto latino del folklore boricua en base al tiempo. Allí, Nelson González ejecuta la guitarra acústica y la armónica de Francisco “Tan” Martínez lleva la parte melódica o principal de todo el tema.
La guaracha Carmen la Ronca con Heny Alvarez en su parte vocal, nos presenta un típico septeto cubano tradicional en donde se destaca Manny Oquendo en el bongó, Armenteros en la trompeta y Nelson González en el tres.
Canto Asoyin -catalogado como toque- tiene en sus cuerdas vocales a Willie García y Canto Ebioso con Frankie Rodríguez en la interpretación vocal son dos temas dedicados a Babaluayé y Changó, dos deidades Orishas. Los tambores batá, originarios entre los Yorubas del oeste africano son ejecutados en Canto Asoyin y Canto Ebioso por Frankie Rodríguez, Milton Cardona y Gene Golden. Los coros de ambos temas fueron cantados por algunas esposas y amistades de los músicos de estos tributos a la santería (Cabe resaltar que el bajo de Andy González, es el único instrumento de cuerdas que se escucha en Canto Ebioso, número conocido también como Merewotimbo, que constituye un toque güiro y en en el cual precisamente se escucha un güiro bajo la línea rítmica del 6x8).
A papá y mamá, con Heny Alvarez y Willie García como vocalistas, representa un guaguancó callejero trabajado con plena libertad en donde el timbal de Manny Oquendo sobre la marcha, ejemplifica el trabajo del quinto. El festivo A papá y mamá cuenta con los solos de trompeta de Armenteros y los de saxofón de Gonzalo Fernández y los de timbal del maestro Oquendo. Un tributo a nuestros progenitores (“a papá y a la madre que nos parió”) con festividad, amor filial y sentimiento afrocaribeño de plena descarga.
Iya Modapue constituye en si, un guaguancó con rumba abierta siendo a la vez el número favorito de la agrupación e incluso el primer surco que se grabó. Los niveles de experimentación y la libertad para descargar varios ritmos en una sola ejecución musical son los factores productores de la atracción de los músicos por Iya Modupue (que significa Gracias Madre). La parte vocal está en manos de Virgilio Martí. Sobresalen la trompeta de “Chocolate”, el trombón de José Rodríguez y de Reinaldo Jorge, la flauta de Gonzalo Fernández y la percusión de Frankie Rodríguez. Con este tema, de tan gran aprecio por parte de los músicos del Grupo Folklórico, finalizo la reseña de su primer lanzamiento.
Después del primer aporte discográfico de antología obtenido con Concepts in unity, se confeccionó el segundo -y último- álbum del Grupo Folklórico, editado en 1976, y que se denominó Lo dice todo. Este trabajo, al igual que el primero, fue producido por René López y Andy Kaufman. La producción ejecutiva estuvo a cargo de Joe Cayre. Lo dice todo fue grabado el 23 y 25 de marzo de 1976 en Bell Sound Studio de la ciudad de Nueva York, teniendo como ingeniero de sonido a Fred Weinberg. La masterización fue obra de Al Brown y la mezcla la realizaron René López y Andy Kaufman con la colaboración de Andy González, Manny Oquendo, Milton Cardona, Gene Golden, Heny Alvarez y José Rodríguez.
El repertorio en orden con sus respectivos autores en Lo dice todo es el siguiente: Cinco en uno callejero (Heny Alvarez), Se me olvidó (Lolita de la Colina), Trompeta N Cuero (Conjunto Anabacoa), Ao meu lugar voltar (José Rodríguez), Corte el bonche (Alberto Ruiz), La mama (Justi Barreto), Dime la verdad (Marcelino Guerra) y Aguemimo (Julito Collazo).
El Grupo Folklórico para su segunda grabación contó con el siguiente personal: Andy González (bajo, marimba), Jerry González (congas, quinto, redoblante, claves), Alfredo “Chocolate” Armenteros (trompeta), Manny Oquendo (timbales, cencerro, bongó, maracas), Julito Collazo (vocal, quinto, batá, redoblante, chekeré), Milton Cardona (congas, tumba de tres golpes, batá, palo, claves), Henry Alvarez (palo), Frankie Rodríguez (tumba de tres golpes, tumbadora, campana), Chief Bay (chekeré), Bess Taylor (chekeré), Alfredo de la Fe (violín), Noel Da Costa (violín), Gail Dixon Clay (violín), Ashley Richardson (viola), Ron Libscomb (cello), Guillermi Franco (percusión brasileña), Portinho (batería), Nelson González (tres), Oscar Hernández (piano), Gene Golden (tumbadora, batá, quinto, bombo, chekeré), José Rodríguez (trombón), Reinaldo Jorge (trombón), Gonzalo Fernández (flauta de madera, saxofón tenor), Virgilio Martí (vocal, congas), Heny Alvarez (vocal), Marcelino Guerra (vocal, guitarra), Félix Rodríguez (vocal), Willie García (vocal), Ubatán Do Nascimento (vocal). En los coros contribuyeron según los requerimientos de cada pieza: Henry Alvarez, Rubén Blades, Diane Cardona, Milton Cardona, Willie García, Renee Golden, Betty González, Nelson González, Jerry González, Marcelino Guerra, Zunny López, Virgilio Martí, Fifi Pintor, Sandra Ramos, Frankie Rodríguez y Sandra (Fela) Wiles.
Comentar sobre el contenido de Lo dice todo, es de gran recordación para mi, al igual que lo hecho con Concepts in unity. El último disco del Grupo Folklórico se inicia con Cinco en uno callejero, una bomba de la autoría de Heny Alvarez y vocalizada por éste, y tal como su nombre lo señala; en el número en cuestión se cuenta con cinco ritmos en una clave: la bomba boricua, el mozambique, el calipso, la batucada brasileña y la rumba. Sobresale en el tema, el trombón de José Rodríguez y acerca de esta fusión rítmica creativa, René López la justifica señalando que allí contamos con: “toda la comunidad convertida en una sola con una música que los reúne a todos en un solo ritmo y un solo canto. Es como si fuéramos una gran familia y la música fuera la sangre”.
Se me olvidó -un bolero de Lolita de la Colina- pero adaptado en guaguancó al estilo del Grupo Folklórico, que dicho sea de paso resultó ser la pieza de mayor difusión radial en el ambiente tropical y por ende, el que le abriría las puertas a la agrupación. El tema fue interpretado por Virgilio Martí, quien en él también ejecuta las congas. En Se me olvidó sobresale el violín del cubano Alfredo de la Fe, el quinto de Julito Collazo, el redoblante callejero de Jerry González y una marimba mejicana tocada por Andy González en contrapunto a las notas del contrabajo, ejecutado también por Andy. Aquí vale acotar, que Alfredo de la Fe constituye el virtuosismo en los toques del violín y entre sus múltiples ejecutorias, recuerdo su trabajo con Eddie Palmieri, Larry Harlow (el judío maravilloso), las Estrellas de Fania y la vanguardista Típica 73.
Trompeta N Cuero es un guaguancó en el cual como su nombre lo indica, la trompeta de “Chocolate” Armenteros sobresale a más no poder. El tres de Nelson González y el quinto de Julito Collazo de igual forma proporcionan un toque de garra en este tema que evoca el sentimiento de la gente antillana en su época migratoria, Tres, trompeta y quinto evocan aquí a la campiña y los barrios urbanos afrocaribeños. Trompeta N Cuero es una composición del Conjunto Anabacoa, el primer colectivo del cual se creó el Grupo Folklórico, al suscitarse un cambio de nombre tal cual como vimos con anterioridad en este escrito (Trompeta N Cuero era interpretado por el Anabacoa en sus recitales en la Universidad de Wesleyan en Estados Unidos).
Julito Collazo. Foto de Martín Cohen.
Ao meu lugar voltar -tema en el cual se utilizaron partituras- constituye una samba compuesta por el trombonista brasileño ya fallecido, José Rodríguez, quien aquí toca su instrumento. Ao meu lugar voltar evoca el carnaval brasileño y la nostalgia del Brasil lejano. En el número en cuestión, el Grupo Folklórico explora o mejor dicho experimenta, con los ricos matices musicales suramericanos de la patria de Pelé. La vocalización corre a cargo del brasileño Ubatan Do Nascimento y sus compatriotas Guillermi Franco, sobresale en la percusión brasileña y Portinho en la batería. Acompañan muy bien en el tema, el trombón de Reinaldo Jorge y el saxofón de Gonzalo Fernández. Según César Miguel Rondón, el número sería interpretado por Rubén Blades pero ello no sucedió debido a que en ese entonces, el panameño pertenecía a la compañía Fania, la cual no cedió el permiso ya que el Grupo Folklórico tenía contrato con el sello Salsoul. Blades tuvo a bien hacer coros en la pieza.
Corta el bonche, ¡el tema del Grupo Folklórico que más me seduce!. Esta ejecución, cantada por Willie García fue la primera que la agrupación grabó utilizando partituras. De esta guaracha de Alberto Ruiz, se hizo un arreglo por parte del vibrafonista de ascendencia italiana Bobby Paunetto. Una conformación charanguera con los violines de Alfredo de la Fe, Noel Da Costa, Gail Dixon, la viola de Ashley Richardson y el cello de Ron Libscomb, la flauta de Gonzalo Fernández, los timbales de Manny Oquendo y el piano de Oscar Hernández. Además, las claves de Milton Cardona (en el patrón del son 3x2) junto con la tumbadora de Jerry González, el quinto de Gene Golden y la tumba de tres golpes de Frankie Rodríguez saboreando guaguancó, provocan una fusión de ritmos lográndose en si una innovación armónica en base a la salsa tradicional clásica.
Me place citar aquí las expresiones del crítico musical Félix Cortés, el cual redactó los textos adjuntos en Lo dice todo (al igual que en Concepts in unity , junto a René López, Joe Falcón y Zunny López). De Cortés, destaco los siguientes señalamientos: “arreglado y dirigido por Paunetto, el número prolonga la combinación de fuerte sentimiento jazzístico con la onda latina pesada (de vanguardia). El ritmo aquí se siente mucho más libre que en la versión anterior grabada por Paunetto (Pathfinder PLP, 1775). Nuevamente, este número también exhibe dominio sobre diversas fuentes de la tradición. El coro desarrolla la primera parte en armonía (al estilo de los conjuntos), mientras que en el mambo pasa a trabajar al unísono (al estilo de las charangas); los tumbadores tocan guaguancó en toda la parte introductoria, mientras que Manny Oquendo va llevando a todo lo largo de la cadencia tradicional del danzón”. Igualmente acerca de este tema, resalto el solo de Manny Oquendo en los timbales, los cuales se caracterizan por sus aderezos melódicos, logrados precisamente por su tipo de afinación. Como bien diría Rondón: “un tambor en la plenitud de sus funciones y sonoridades, nunca el incómodo relleno que supuso el timbal salsoso”. Por otro lado, el director de festivales de cine, el cubano-libanés Nat Chediak expresó: “como intérprete, Oquendo sabe medir sus golpes. En la aristocracia del timbal, la discreción es la ley”y ampliando aún más sobre el aporte percutivo de las pailas de Oquendo, transcribo las palabras del cubano Juan De Marcos González -director del grupo Sierra Maestra y uno de los baluartes del fenómeno Buena Vista Social Club- quien exteriorizó que: “Oquendo es un timbalero fuera de serie de los que no existen ya. La forma de afinar el timbal de Manny Oquendo es la del chori. Afina el timbal, aun tocando son, como los charangueros de los cuarenta. Ese es un tipo excepcional”.
La mama -con Willie García nuevamente en las cuerdas vocales- contamos con un guaguancó de la autoría de Justi Barreto (el mismo que compuso Un verano en Nueva York que inmortalizó el Gran Combo de Puerto Rico). El número nos presenta una sección completa de batá con Milton Cardona, Gene Golden y Julito Collazo que se integra por primera vez en Estados Unidos a una sección rítmica completa. La fusión se da a través de los acordes del batá resaltando la música de los ritos santeros cubanos junto con la rumba profana. A parte de los batás, se cuenta con Virgilio Martí en tumbadora, Frankie Rodríguez en la tumba de tres golpes y Jerry González en el quinto. La Mama incluso cuenta con solos de trombones de José Rodríguez y Reinaldo Jorge como los de saxofón por Gonzalo Fernández.
Dime la verdad es un son de la autoría de Marcelino Guerra (Rapindley). En él, sobresalen las voces principales de Félix Rodríguez (Corozo) y Willie García con Marcelino Guerra, quien también toca la guitarra, haciendo la segunda voz. En Dime la verdad se cuenta con un clásico septeto cubano al estilo tradicional (tres, guitarra, contrabajo, trompeta, maracas, claves y voces). Con este número, el Grupo Folklórico le rinde tributo al son, expresión musical auténtica de la cual en gran parte se origina la llamada música de salsa. Destaco que el cubano Marcelino Guerra fue anteriormente al Grupo Folklórico, cantante del Septeto Habanero y del Septeto Nacional, ambos de Cuba; e incluso trabajó con Arsenio Rodríguez en Nueva York. Por su parte, Corozo fue una expresión del son al haber participado en su natal Puerto Rico con el cuarteto Mayarí de Plácido Acevedo. En la melodía en cuestión, sobresalen los solos de trompeta de “Chocolate” Armenteros y los de tres de Nelson González. Resalto aquí, el trabajo del ícono Manny Oquendo, el cual brinda en el tema una cátedra en la ejecución del bongó, evocándonos la época del bongosero Papa Kila, miembro del primer conjunto de Arsenio Rodríguez. Oquendo -toda una institución percutiva- ha trabajado, entre otros, con Tito Puente, Tito Rodríguez, Chano Pozo, Miguelito Valdés, Eddie Palmieri, Aldemaro Romero, Charlie Palmieri y es director del Conjunto Libre, el cual creó en 1974 junto con el bajista Andy González.
Aguemimo es el último tema del disco y en el mismo la interpretación vocal es del cubano Julito Collazo, el cual también ejecuta el chekeré al igual que Chief Bay y Bess Taylor (ambos santeros afroamericanos). Las congas son tocadas por Gene Golden, la campana por Frankie Rodríguez y la flauta por Gonzalo Fernández. Aguemimo nos hace sentir que la música proviene del Africa y realmente plantea como se arraigan los aspectos de la cultura afrocaribe en las poblaciones que a su vez le rinden homenaje. Coincidencialmente, como en Canto Asoyin y Canto Ebioso (temas de Concepts in Unity), los coros provienen de esposas y amistades de los músicos del Grupo Folklórico pero en ellos los tonos más altos son de la trinitaria Sandra (Fela) Wiles. Vale resaltar, que el habanero Julito Collazo -fallecido en este año 2004- fue un experto cultor de esta música tributaria de las religiones afrocubanas y en el ambiente hispano de la ciudad de los rascacielos siempre se le consideró como el principal catedrático en esta faceta melódica. Collazo trabajó con Mongo Santamaría, Tito Puente, Antar Dalí y Patato, resaltando éstos últimos entre otros.
A mi humilde criterio, Concepts in unity y Lo dice todo son dos trabajos que honran la colección de discos del buen catador melódico. Ellos ya tienen su sitial en el pedestal de los recuerdos, a la hora de involucrarnos en las sonoridades del ambiente afrocaribeño. Pero después de dos discos de sobresalientes y creativas ejecutorias, se esperaba indudablemente que viniesen por la misma línea, quizás muchos más. No fue así, el Grupo Folklórico se desintegró y al respecto a ese hecho traigo al tapete la versión que nos brindara el venezolano Rondón quien puntualizó que: “en la primavera de 1977, cuando el Grupo Folklórico y Experimental Nuevayorkino era insistentemente solicitado en todos los rincones del Caribe, los músicos deciden separarse acabando así con un proyecto que, más allá de la mera música, supuso muchas cosas importantes. Al parecer, la cosquilla de una fama sin límites y de unos dineros que recién llegaban, fue suficiente para destrozar el carácter fraterno de este grupo que nació como la simple reunión de unos músicos deseosos de gozar, al margen de cualquier estridencia, de cualquier fama y de cualquier industria, la simple euforia de la rumba. Ese mismo año, cuando el Canal 2 de Venezuela los contrató a raíz del extraordinario éxito de Se me Olvidó, los músicos volvieron a reunirse en un modesto estudio de televisión latina de Nueva York. Ahí, con demasiado desgano encima, volvieron a tocar su música. Pero el resultado exageró la decepción y la lástima. El boom de la salsa, sin proponérselo directamente, ya había tocado al grupo contaminándole todo el folklore y todo el experimento, y los músicos cediendo a una tentación inevitable, se fueron por sus propios caminos, ahora débiles y poco efectivos”.
En definitiva, el Grupo Folklórico y Experimental Nuevayorkino -al cual rendí tributo en este humilde aporte ensayístico- a pesar de su efímera existencia, representó una exquisitez para el alma del melómano y del agudo estudioso de la experimentación afrocaribe sonora. ¡Que viva la música afrocaribeña!.
El Gran Manny Oquendo. Foto de Martín Cohen.
El autor es biólogo, docente e investigador musical en Panamá. REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
José Arteaga. Música del Caribe. Editorial Voluntad, S. A. Santa Fé de Bogotá DC, Colombia. 1994. Nat Chediak, Diccionario de Jazz Latino. (Edición de Fernando Trueba). Fundación Autor. Madrid, España. 1998. Luc Delannoy. Caliente. Una historia de jazz latino. Fondo de Cultura Económica. México. 2000. Enrique Romero. Salsa. El Orgullo del Barrio. Celeste Ediciones. Madrid, España. 2000. César Miguel Rondón. El Libro de la Salsa. Crónica de la Música del Caribe Urbano. Editorial Arte. Caracas, Venezuela. 1980.
http:// www.amazon.ca (Video. Crossover dreams). http:// www.anapapaya.com (Pablo Larraguibel. Sonido, ritmo y estilo: Andy González). http:// www.anapapaya.com (Pablo Larraguibel. Entrevista a Juan De Marcos González). http://www.anapapaya.com (Xariell Sarabia. Imprescindibles, Grupo Folklórico Experimental Nuevayorkino. Concepts in unity y Lo dice todo). http:// www.congahead.com (Martín Cohen. A Tribute to Julito Collazo). http:// www.congahead.com (Martín Cohen. Virgilio Martí). http:// www.descarga.com (Virgilio Martí, Saludando a los rumberos). http:// www.lajiribilla.cu (Leonardo Padura Fuentes. Dossier. Cachao: mi idioma es un contrabajo). http:// www.latinastereo.com (Ritmo cubano: Alfredo “Chocolate” Armenteros, abril de 2002). http:// www.oasissalsero.com (Tommy Muriel. Fania All Stars: tres décadas de sabor… y no quieren parar. Parte 1 y 2). http://http://www.herencialatina.com/Patato/Patato_Valdes.htm (Israel Sánchez Coll. Carlos “Patato” Valdés).
Concepts in unity (Disco compacto). Bethlehem Music Company, Inc. Salsoul Records. 1994. Lo dice todo (Disco compacto). Bethlehem Music Company, Inc. Salsoul Records. 1998.Este artículo fue previamente publicado en Oasis Salsero.
Derechos Reservados de Autor Herencia Latina |
||||||||||||||||||||||||||||||||||