UN IMPORTANTE VALDÉS
Bladimir Zamora Céspedes
|
La Habana
Tomado de
www.lajiribilla.cu
Miguelito Valdés junto a
Ibrahim Urbino y Chano
Pozo en la emisora Mil
10 (1946) |
El apellido
Valdés de origen tan humilde,
que está relacionado con la
legendaria Casa de Beneficencia
de La Habana, ha sido y es
llevado por músicos cubanos de
la mayor importancia. Podría
ahora entrar en una larga
relación de ellos y reflexionar
sobre la relación visible o
tácita entre todos ellos, pero
me importa llamar la atención
sobre uno de los más
significativos: Miguelito
Valdés.
Miguel Valdés
Valdés, nació el seis de
septiembre de 1912 en el
habanero barrio de Belén –
aunque otras fuentes afirman que
vino a la luz en 1916 --. Siendo
muy pequeño todavía, su familia
se radicó en otro de los barrios
capitalinos de mayor
concentración de gente pobre:
Cayo Hueso.
Ya a los
trece años Miguelito trabajaba
como mecánico de automóviles,
mientras soñaba ser boxeador y
músico. Aunque llegó a pelear
como peso welter, adscrito a la
federación cubana de ese
deporte, muy pronto triunfaría,
por encima de cualquier otra
preocupación, su pasión por la
música.
Se inició
integrando un sexteto, en el
cual tocaba, según la necesidad,
diferentes instrumentos, como la
guitarra, el tres, el contrabajo
y las maracas. Y también
cantaba. Años después pasa al
Sexteto Jóvenes del Cayo, en
condición de cantante. A partir
de ese momento Miguelito
comienza a describir una intensa
trayectoria, que lo relacionaría
sucesivamente con numerosas
agrupaciones musicales del país.
Estuvo en las charangas de
Ismael Díaz, Habana y Gris.
Pocos saben incluso que en 1933
estuvo en el Sexteto Occidente
de la venerable María Teresa
Vera.
Luego de su
primer viaje al extranjero, que
lo condujo a Panamá, entró a
trabajar en la orquesta Hermanos
Castro. Allí se mantuvo hasta
1936, año en el cual funda,
junto a varios amigos la
orquesta Casino de la Playa.
Trabajando en ella logra una
inmensa popularidad, haciendo
las vertientes fundamentales de
la música cubana, pero sobre
todo imponente los ritmos afros,
que se convertirían en su sello
fundamental. Tan es así que
entre su labor como compositor
abundan piezas tales como las
congas.
Hombre de
pujante inquietud, incapaz de
permanecer en un sitio por mucho
tiempo, ya en 1939 quería
probarse en otras latitudes y
por ello se desvincula de la
Casino de la Playa, con el
propósito de marcharse a Estados
Unidos. Antes de lograrlo, en
marzo de 1940, es requerido para
hacer una sesión de grabaciones
por la orquesta Havana Riverside.
A finales de
abril de 1940 Miguelito Valdés
partió de la Isla con destino a
Fort lee, New Jersey. Lo había
solicitado Ben Marden, el dueño
del night club Riviera, para que
hiciera allí un espectáculo con
la orquesta del local, sabiendo
de la atronadora popularidad
conseguida por Miguelito con la
Casino de la Playa. Para dirigir
la banda, se hizo acompañar por
su entrañable amigo, el pianista
Anselmo Sacasas, quien poco
antes de estrenarse el show, se
vió impedido de trabajar debido
a la protesta interpuesta por el
sindicato de músicos
norteamericanos, American
Federation of Musicians. Esta
situación abortó el proyecto,
razón por la cual el cantante se
desplaza a New York, donde el
sabía que se concentraban ya un
numeroso grupo de músicos
cubanos.
Miguelito Valdés, Xavier
Cugat y su Orquesta del
Waldorf Astoria |
En cuanto
llegó a esa ciudad fue fichado
por Xaviert Cugat y el 12 de
mayo debuta en el Sert Room del
exclusivo Hotel Waldorf Astoria,
cantando al frente de la banda
de este músico cubano catalán.
Aunque no dejaba de volver a su
Habana, cada vez que lo
solicitaban para alguna
actuación de relevancia,
Miguelito de enraizó en Nueva
York y al igual que en su patio
natal, no calentaba demasiado su
sillón en sitio alguno. Por eso,
cuando consideró que no era bien
pagado por Cugat, cogió la
puerta y se dispuso a otras
aventuras, cada vez más seguro
de que había llegado a ser una
figura de trascendencia por si
mismo. Así en 1941 trabaja,
aunque no de manera regular, con
Machito y sus Afro-Cubans. Tan
solicitado a título personal
llegó a estar Miguelito en New
York, que en 1945 se quedó
literarlmente sin voz y regreso
a La Habana verdaderamente
atribulado. Y aunque los médicos
nortamericanos le habían
diagnosticado que no podría
volver a cantar, se repuso y
pudo marcharse y seguir
cumpliendo con sus copiosos
compromisos.
Portada
del Álbum Bim Bam Boom
que grabara Miguelito
Valdés junto a Machito y
su orquesta |
Cuentan
quienes conocieron a Miguelito
Valdés que era, según el sabio
lenguaje del ambiente de bar,
amigo de los amigos, y se
pueden encontrar varios ejemplos
de esta actitud. Una de las
muestras más elocuentes es su
relación con el importante
percusionista Chano Pozo. Se
conocieron de muchachos,
viviendo los dos en Centro
Habana y salían a rumear juntos,
chano percutiendo su tambor en
ristre y Miguelito cantando
piezas aprendidas de los mayores
o haciendo sus primeras
inspiraciones.
Miguelito Valdés y Chano
Pozo cuando el
percusionista integraba
la orquesta del
intérprete de Babalú
en 1947 |
Después nunca
se desvincularon, anduviera cada
cual por donde anduviera. De
hecho la partida de Chano hacia
Estados Unidos, que tan
importante sería para el jazz,
tuvo mucho que ver con el apoyo
del intérprete de Tabú. En 1947,
muy poco después de que
Miguelito regresa de un exitoso
viaje a La Habana, arrivó Chano
a New York, y aunque después se
vincularía con personalidades
como Dizzy Gillespie, una de de
las primeras agrupaciones en las
que trabajó, fue en la propia
orquesta de Miguelito Valdés.
Miguelito
Valdés logra llegar a los
inicios de la década del
cincuenta del siglo pasado,
siendo uno de los cantantes
latinos más respetados y mejor
pagados de Nueva York. Pero como
es natural, los años no pasan en
vano y a la música le van
naciendo nuevos hitos. Aunque
murió mientras cantaba en un
teatro de la capital colombiano
en 1978, ya hacía mucho tiempo
que se le consideraba una
estrella histórica, que no
estaba en la esfera inmediata de
la popularidad.
A estas
alturas vale la pena reclamar
atención por este músico cubano,
para bien suyo, sino para todos
los que amamos lo mejor de la
música nuestra. Este hombre de
resumante cubana, no sólo
compuso y cantó congas, no sólo
fue el principal impulsor de las
composiciones de Chano pozo,
sino que atesoró un repertorio
en el cual se incluyen otros
género como el bolero, el son ,
la guaracha...y todos los supo
defender con su potente timbre y
con una expresión de vecino de
toda la vida. Por suerte no me
dejarán mentir la enorme
cantidad de grabaciones suyas,
que han llegado hasta nuestros
días.
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