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Jazz en español. Las escenas locales del jazz en Iberoamérica y España en libros.
Por. Julián Ruesga Bono Especial para Herencia Latina
Los libros sobre música en general y sobre jazz en particular no sólo suponen un valioso recurso pedagógico y un importante canal de difusión de la propia música; también representan para los aficionados una ventana que nos permite conocer las ideas que conforman los universos creativos de los músicos y los mundos y circunstancias desde donde la música toma forma. Cada día es más abundante la bibliografía sobre jazz en español, tanto traducciones de libros escritos en inglés, fundamentalmente, como libros de autores hispanos. Toda esta información permite contrastar opiniones y perspectivas sobre esta música, multiplicar los focos de observación y romper tópicos que desbloqueen esos espacios comunes en los que a veces parece que nos instalamos al hablar del jazz.
En la bibliografía a disposición del aficionado empieza a haber un número ya importante de volúmenes dedicados a las diferentes escenas nacionales de los países hispanos, en los que se muestra la historia del jazz y sus protagonistas. Junto a trabajos puramente descriptivos, se han publicado otros que prestan especial atención a los desarrollos del jazz atendiendo los contextos sociales, culturales, estéticos y musicales particulares de estos países. Unos pocos han mostrado interés por su circulación pública, enfocando al público de jazz y a músicos poco conocidos, y contextualizando esta música dentro de procesos más amplios de modernización y masificación cultural.
Naturalmente el mayor volumen de información sobre músicos hispanos es el aportado a través de las publicaciones dedicadas al Latin Jazz. Al fin y al cabo es el género más antiguo, y extendido, y muy relacionado con el mainstraim norteamericano. Uno de sus focos ha sido, y es, Nueva York. Hablar del jazz sin valorar la interrelación y las aportaciones de los músicos caribeños, o los fuertes vínculos establecidos por músicos cubanos y puertorriqueños con los músicos del bebop, es difícil. Uno de los primeros textos escritos en español donde se trata la influencia cubana en el jazz norteamericano es el artículo del etnomusicólogo cubano Fernando Ortiz, “Saba, samba y pop”, publicado en el Mensuario de Arte, Literatura, Historia y Cultura, en la Habana en 1950. La visita a La Habana del musicólogo norteamericano Marshall W. Stearns y las conversaciones mantenidas con él le sirven al autor de pretexto para reflexionar sobre la música cubana y su difusión e influencia fuera del país, en especial su relación con el bop neoyorkino. Este artículo se reeditó años después en una recopilación de artículos cortos de Fernando Ortiz, el libro Etnia y Sociedad (Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 1993), con un nuevo título, “La influencia afrocubana en el jazz norteamericano”. Aunque este texto es el único del libro dedicado al jazz, la recopilación de artículos encaja en nuestro propósito, porque, además de una excelente introducción al trabajo de Fernando Ortíz, los diferentes textos tratan diversos aspectos de la conformación, desarrollo y cruces de la cultura afrocubana: diversidad cultural y étnica de los esclavos africanos, instituciones, fiestas, cultura cotidiana, instrumentos musicales, sonoridades, rituales, vida social, religiosidad, transculturación mulata, etc, una especie de arqueología de los basamentos socio-culturales de la música cubana y el posterior jazz afrocubano.
El musicólogo inglés John Storm Roberts fue de los primeros estudiosos en interesarse por este tema e investigarlo en profundidad. Dos de sus libros han sido traducidos al español. En 1978 se editó en Buenos Aires La música negra afroamericana (Editorial Víctor Lerú) y en 1982 EDAMEX editó en México otro volumen, El toque latino. En ambos libros el autor pone de manifiesto la importancia de las aportaciones de las músicas caribeñas al jazz y sus afinidades a través del sustrato africano común compartido por ambas y propone que los ingredientes hispanos en el jazz inicial de Nueva Orleans son más importantes de lo que se ha considerado y uno de los motivos de la facilidad de mezcla posterior entre las músicas caribeñas y el jazz. En La música negra afroamericana, Storm Roberts expone un panorama general de la riqueza sonora y la complejidad de formas musicales de África y la diáspora africana y muestra el peso de su presencia en el jazz, el blues, la salsa, la samba y en otras músicas. En El toque latino, ofrece una mirada novedosa sobre la enorme importancia de la influencia latina en la música popular norteamericana. Del merengue a las grandes tradiciones de la salsa pasando por el cubop, plantea una exhaustiva revisión de la importante contribución de los ritmos latinos a la música norteamericana. Con los años se ha convertido en un libro de referencia. Está lleno de información bien documentada sobre la música latina y su influencia en la música norteamericana y proporciona información sobre el desarrollo de estos géneros en sus países de origen. Hay otro libro de John Storm Roberts, no traducido al español, In Latin Jazz: The First of the Fusions, 1880s to Today, (Schirmer Books, 1999) en el que Roberts investiga y cuenta la historia del jazz latino y de los músicos que lo han hecho posible. A través de una detallada revisión de documentos históricos (periódicos, revistas, hojas promocionales de las discográficas, etc,), Roberts ofrece un claro relato crítico de la polinización y cruce de la música de baile latina y el jazz. Repasa las principales tendencias y los encuentros más importantes de los últimos 120 años: el ragtime, el tango, la rumba, el cubop, la bossa nova, y la formalización gradual del Jazz Latino. En el recorrido se arroja algo de luz sobre los artistas más destacados, como Machito, Tito Puente, Ray Baretto, Astrud Gilberto, Chick Corea, Dizzy Gillespie, Eddie Palmieri, Stan Getz, Jerry González, Mongo Santamaría, Cal Tjader, y muchos otros.
En la estela de los libros de Storm han aparecido varios libros en castellano, entre ellos los de Isabelle Leymarie sobre el jazz latino y las músicas del Caribe. A destacar Jazz Latino (MaNonTroppo, Barcelona, 2005) y Músicas del Caribe (Ediciones Akal. Madrid, 1996). También, Oye como va… (La Esfera de los Libros, Madrid, 2003) de José Arteaga, una interesante y amena historia casi novelada del jazz latino.
Una excelente presentación e introducción a la importante aportación cubana en la gestación del jazz latino es el libro firmado por Raúl Fernández, Latin Jazz: La Combinación Perfecta (Smithsonian Folkways, 2002). El libro es bilingüe, inglés/español, editado en EE.UU., aunque escrito por un cubano, profesor de Ciencias Sociales en la Universidad de California en Irvine. El volumen forma parte de un proyecto de la Smithsonian Institution de EE.UU. destinado a presentar y divulgar el jazz latino en Norteamérica. Además del libro, el proyecto incorporó la edición de un CD que recopila una antología de grabaciones emblemáticas del jazz latino, una exposición que estuvo en itinerancia por 15 ciudades de Estados Unidos y el Caribe (de Octubre de 2002 a Mayo de 2006) y la creación en Internet de una página web informativa con material didáctico e información complementaria que no aparece en el libro: unas extensas cronología y discografía y una corta bibliografía. Se puede visitar en:
http://www.smithsonianjazz.org/latinjazz/latinjazz_start.asp
Por un lado, Latin Jazz: La Combinación Perfecta, es una magnífica y amena introducción al jazz latino caribeño a través de su historia, los músicos, los lugares donde se ha desarrollado y la interrelación de instrumentos, estilos y sonoridades que lo conforman. Por otro, su cuidada edición lo convierte en una guía visual de apreciable valor estético, tanto por su diseño gráfico como por las 125 imágenes históricas que lo ilustran. El libro recorre la historia y desarrollo del jazz latino y está dividido en cuatro capítulos. El primero, “Raíces y rutas“, revisa la interrelación a mediados del siglo XIX entre los músicos cubanos y la música de Nueva Orleans, en el periodo formativo del jazz, y se extiende hasta las décadas iniciales del siglo XX y los contactos de músicos caribeños con el jazz y la música afro-norteamericana tanto en New York como en La Habana. El segundo, “El alma del pueblo”, cuenta la interacción entre los músicos del bebop y los músicos caribeños y la aparición del mambo y el “filin” en Cuba. “El ritmo latino”, tercer capítulo, se centra en los combos y la importancia de los percusionistas y sus instrumentos en el jazz latino. El cuarto capítulo, “Tradición e innovación”, repasa las últimas tendencias, la interrelación con el jazz-rock y otras sonoridades y traza un mapeo de los músicos mas relevantes de las últimas generaciones.
De mayor penetración y ambición conceptual son los libros de Luc Delannoy, ¡Caliente! Una historia del jazz latino y Carambola. Vidas en el jazz latino. (México. FCE. 2001 y 2005, respectivamente). Caliente! Una historia del jazz latino, es un recorrido muy detallado por las corrientes fundamentales que han dado vida al jazz latino. Pasa revista a los hechos que fraguaron la génesis y desarrollo del encuentro de los ritmos caribeños y el jazz norteamericano. No es sólo una historia del género o un repaso a su pasado, también enfoca el presente y el futuro examinando las corrientes más recientes y se extiende más allá del Caribe –cruza el Atlantico hasta Europa y recorre el Cono Sur americano. La vindicación que hace de esta música es sugestiva e importante: para Delannoy, hay músicos latinos que deben ser considerados al mismo nivel de importancia que un Miles Davis o un Louis Armstrong, como son Mario Bauzá, Machito y Chico O'Farrill –al que considera como el genio del siglo XX del jazz latino.
El otro libro de Delannoy, Carambola, me parece un libro muy sugerente por el lugar donde situa al jazz. Se estructura a través de entrevistas con diferentes músicos y a través de sus voces el autor pasa revista a diferentes construcciones culturales que enmarcan y definen el jazz latino: las identidades, el género, la autenticidad, el desplazamiento, la percepción y vivencia del jazz y sus conexiones con otras músicas. Los que hablan son músicos cubanos, argentinos, mexicanos, chilenos y de otras nacionalidades que salieron de sus países y se encuentran en África, Europa, Estados Unidos o Japón; que se han llevado consigo sus señas de identidad y las mezclan con otras, igual que sus músicas. Delannoy presenta el jazz latino como reflejo de la diáspora latinoamericana en el mundo y lo muestra desde la intimidad de los contactos interculturales sin los que no sería lo que es. Plantea cómo el desplazamiento nos lleva a imaginar de otro modo nuestra ubicación geográfica y geocultural y nos sitúa en espacios de interacción en los que las señas de identidad y los sentimientos de pertenencia se forman con recursos materiales y simbólicos de origen local, nacional y transnacional. Se puede decir que Carambola es una obra de reflexión y debate sobre las músicas populares y la globalización, tomando como referencia el jazz latino.
Conocer el jazz en alguna de sus diferentes localizaciones –y sus consecuentes relecturas y releelaboraciones locales– pasa por conocer las músicas con las que se cruza y los contextos en los que esos cruces se producen. A este respecto son de gran interés los estudios del sociólogo puertorriqueño Ángel G. Quintero Rivera sobre las músicas y diversos aspectos de las sociedades y culturas del Caribe. Si bien no es el jazz su centro de atención sí que está muy en relación con él a través de las músicas afrocaribeñas que estudia. Entre sus libros cabe destacar ¡Salsa, Sabor y Control!: Sociología de la Música Tropical (Siglo XXI, México, 1998) donde presenta la música popular como uno de los pilares de la praxis social popular caribeña y como espacio cultural donde se cuestiona la modernidad occidental. A partir de la idea misma de los "estudios culturales" –las relaciones entre lo social y los significados culturales–, el libro reflexiona sobre la música "tropical" centrándose especialmente en la salsa puertorriqueña –aunque se tratan los valores socio-estéticos de otras músicas (el bolero, el son, la guaracha, el danzón, la guajira, etc.). Se subrayan sus valores culturales como expresión de la sensibilidad de grupos sociales subalternos, generalmente fuera de los cánones estéticos hegemónicos. Otro libro notable de Ángel G. Quintero Rivera es Cuerpo y cultura. Las músicas mulatas y la subversión del baile. (Iberoamericana, Colección Nexos & Diferencias, Madrid, 2009) un estudio que examina el papel central del baile en la conformación de las identidades sociales en la sociedad civil de los países caribeños. Analiza la musicalidad afroamericana y presenta una historia social de las músicas “mulatas” bailables, desde las primeras contradanzas y habaneras del siglo XIX hasta el reggaetón de comienzos del siglo XXI. Quintero muestra como en las músicas “negras” afro-americanas existen numerosos ejemplos de una intensa comunicación recíproca entre “bailadores” y músicos y como la sonoridad resultante es producto de esa intercomunicación. Aunque la presencia del jazz en los dos volúmenes es tangencial, ambos libros son de sumo interés para conocer los contextos socioculturales del jazz afrocaribeño.
Centrándonos en las escenas nacionales podemos empezar por Cuba. Dos libros cuentan la aventura del jazz en la isla: Descarga cubana: el jazz en Cuba 1900-1950 y Descarga número dos: El jazz en Cuba. 1950–2000 (Ediciones Unión, La Habana, 2000 y 2002). Escritos por uno de los críticos de jazz más perspicaz y documentado en lengua española, el cubano Leonardo Acosta. Músico, periodista, musicólogo y poeta, desde 1998 forma parte del Comité Asesor del American Jazz Heritage, del Smithsonian Institution. El primer volumen de Descarga… está dividido en cinco capítulos y empieza con la música del cornetista Manuel Pérez en Nueva Orleans a fines del siglo XIX y termina con Machito, Mario Bauzá y Chano Pozo, el cubop neoyorquino y el cubibop habanero. El segundo volumen consta de cuatro capítulos y comienza en la Habana de los años ’50 y termina con Irakere y el despegue del jazz cubano actual. En este segundo volumen Acosta muestra los cambios en la "infraestructura" de la música cubana en los años ’50 y –a través de la vida cultural y nocturna de la Habana, las descargas, los conciertos y recitales– habla de la aparición del filin, la experimentación sonora en el cine cubano, así como de los visitantes y anfitriones de los festivales de jazz de la Habana. Ambos volúmenes están armados a partir de entrevistas y conversaciones, recortes de prensa y recuerdos del autor, incisivo testigo de primera mano de casi todo lo que se narra en los libros. Descarga cubana... es un mapa muy detallado del jazz afrocubano y un interesante recorrido sobre diferentes hechos históricos que facilitaron la recepción y difusión del jazz en Cuba, posibilitando un desarrollo local con características propias. El libro cuenta con ilustrativos testimonios y anécdotas y es de lectura obligada para entender la importancia de los músicos cubanos y la musicalidad cubana en la arquitectura del jazz latino en Nueva York.
Otro libro de Leonardo Acosta donde reflexiona en torno al jazz cubano es Otra visión de la música popular cubana (Editorial Letras Cubanas, La Habana, 2004); en el, Acosta, aborda la cultura y la música popular cubana, y en ella el jazz, construyendo una mirada panorámica desde la que intenta abarcar las interrelaciones e influencias de los distintos géneros de la música popular cubana a lo largo del siglo XX y su relación con las otras músicas del Caribe. Un texto agudo y controvertido que rompe con muchos tópicos forjados en torno a las músicas afrocaribeñas. En la segunda parte del libro es donde se aborda el jazz de una forma más directa. La enumeración de los capítulos da una idea del mismo: “La diáspora musical cubana en los Estados Unidos”, “Interinfluencias y confluencias entre las músicas de Cuba y los Estados Unidos”, “El impacto de 1898 en la música del Caribe: Cuba y Puerto Rico”, y “Jazz afrocubano y afrolatino: etapas y procedimientos estilísticos”.
De Leonardo Acosta son recomendables todos sus libros: aunque el jazz no sea el tema central, de una manera u otra siempre está presente al abordar la música y la cultura popular y su lectura resulta un placer. Entre sus libros podemos destacar Música y épica en la novela de Alejandro Carpentier (Editorial Arte y Literatura, La Habana, 1981), Música y descolonización, (Editorial Arte y Literatura, La Habana, 1982), Del tambor al sintetizador (Letras Cubanas, La Habana, 1983), y Elige tú que canto yo, (Letras Cubanas, La Habana, 1992).
Panamá es otro país con una larga y vieja relación con EE.UU. y el jazz. En el libro, Las Expresiones Musicales en Panamá, una aproximacion, de Noel Foster Steward (Editorial Universitaria, Panamá, 1997), se cuenta la historia y la importancia del jazz en Panamá en el capítulo dedicado a la música popular urbana. El libro es muy descriptivo, aunque interesante por la panorámica que realiza de la música en el país. Situa al jazz como la primera influencia músical urbana que recibe Panamá debido a su situación geográfica y política respecto a los EE.UU. Siendo desde sus inicios un país de grandes terminales portuarias y de tránsito obligado, hacia y desde el norte através del Canal, ha recibido, y ha sabido hacer suyas, grandes influencias culturales norteamericanas, entre ellas el jazz. De ahí la proliferación a partir de la década del ‘20, de grupos musicales de jazz, sobre todo en las ciudades de Panamá y Colón, y su influencia en otras músicas urbanas locales.
En Colombia, la editorial “la Iguana Ciega” ha publicado Jazz en Colombia, de Enrique Luis Muñoz Vélez. El libro presenta una historiografía musical del jazz en Colombia, desde la creación de la Orquesta Jazz Band Lorduy en Cartagena de Indias en 1923 hasta nuestros días, una exhaustiva investigación sobre todo lo relacionado con aspectos relevantes del jazz y sus artistas en este país. Los diferentes capítulos presentan el proceso formativo del jazz en Colombia, los diferentes formatos orquestales, los festivales, su incidencia en la música popular a través de los arreglos presentes en pasillos, bambucos, porros, cumbias, currelaos y otras músicas locales, y una discografía jazzística de músicos colombianos junto a un interesante archivo fotográfico. Otro libro publicado por esta editorial es Trayectoria Histórica del Jazz Latino, de Samuel Minski. Una introducción al mundo del jazz latino desde sus comienzos; con biografías de sus artífices más destacados y dos capítulos sobre su desarrollo y presente en Colombia. “La Iguana Ciega” también ha publicado el libro Raíces del Jazz Latino en Cuba, un compendio de los dos volúmenes de Descarga Cubana, del musicólogo cubano Leonardo Acosta y también de este autor el libro ya comentado más arriba Otra visión de la música popular cubana.
El jazz en Venezuela se puede conocer en un libro de mucho interés, La Historia del Jazz en Venezuela, de Simón Balliache (Editorial Ballgrub, 1995, Caracas). En ocho capítulos el autor recorre la historia del jazz en Venezuela, y sitúa con detenimiento la década de los ’90, y presenta a los músicos más destacados. El libro se puede consultar de forma gratuita en la web de Venezuela Analítica:
http://www.analitica.com/archivo/vam1997.06/libro/index.html
También está el libro de Federico Pacanins, Jazzofilia, con dos ediciones (Ballgrub, 1996; Alter Libris, 2003). Un capítulo está dedicado al jazz venezolano de los ‘70 a los ’90, "El Jazz en Venezuela en las últimas tres décadas".
Sobre el jazz en México se editó un libro pionero en los años ’60, Nuestro jazz, de Jaime Pericás (Bartolomeu Costa-Amic, 1964), un conjunto de artículos periodísticos que acercaban al lector a la historia del jazz en México. En 1998, Xavier Quirarte publicó Ritmos de la eternidad (Consejo Nacional para la Cultura y las Artes), con entrevistas a jazzistas mexicanos y extranjeros -Bill Frisell, Herbie Hancock, Juan José Calatayud o Paquito D'Rivera- publicadas originalmente en los diarios mexicanos El Nacional y La Crónica. Posteriormente, en 2001, Alain Derbez publicó la segunda edición de El Jazz en México (datos para una historia) editado por Fondo de Cultura Económica. Con gran cantidad de información, Alain Derbez lleva a cabo un recorrido desde las primeras manifestaciones del jazz en México hasta fines del siglo XX, dando cabida a opiniones de especialistas y músicos mexicanos. También en 2001 se editó el libro Tiempo de solos, 50 jazzistas mexicanos, con textos de Sergio Monsalvo y fotografías de Fernando Aceves. Pero el libro que más extensamente describe la escena y recorrido del jazz mexicano es Catálogo casi razonado del jazz en México, de Antonio Malacara Palacios, editado por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CONACULTA). El libro reúne por primera vez la historia discográfica del jazz en México: contiene portadas, fichas técnicas y reseñas de los discos y casetes del jazz mexicano; y una compilación con los datos de más de 600 grabaciones editadas entre 1948 y 2005, además de diferentes textos sobre el tema publicados por Malacara en el diario La Jornada y en la revista Conecte, material que sirve para contextualizar los registros catalogados -una importante labor de investigación del autor y un valioso manual de consulta para los interesados por el jazz en México.
Antonio Malacara Palacios es un periodista mexicano que habitualmente escribe sobre jazz en el diario La Jornada y es autor de varios libros que están cimentando la base documental de la vida pública del jazz mexicano. En 2002 publicó una compilación de sus notas periodísticas, titulada De la libertad en pequeñas dosis, notas del jazz nacional; una colección de textos sobre los jazzistas mexicanos. También ha escrito la biografía del pianista veracruzano Juan José Calatayud, titulada Modelo para Armar, y la biografía de otro músico importante del jazz mexicano, Eugenio Toussaint, Eugenio Toussaint, las tangentes, el jazz y la academia. En 2007 coordinó el encuentro “Viaje al fondo del jazz” en el Museo Nacional de Cultural Populares de la ciudad de México, donde diferentes agentes culturales involucrados en el jazz mexicano debatieron en torno a las perspectivas, posibilidades y propuestas que genera el jazz en México. El resultado ha quedado reflejado en el libro Viaje al fondo del jazz, Coloquio-Memoria, editado por la Universidad de la Ciudad de México.
Otro país con una escena jazzística importante y bien documentada es Argentina. En materia de libros sobre jazz, Argentina cuenta con trabajos escritos desde finales de los años ‘40 cuando el musicólogo Néstor Ortiz Oderigo comenzó a publicar sus estudios en torno a la música y cultura negra en América Latina, en particular del Río de la Plata. Hasta su muerte en 1996, Ortiz Oderigo publicó 27 libros y dejó cerca de 50 inéditos. Desde la década de los ‘50 publicó con la editorial bonaerense Ricordi: Estética del jazz, Historia del Jazz, Perfiles del jazz y Diccionario del Jazz. A mediados de los ’70 se editaron Guía del Jazz de Augusto Cichero, (Huemul, Bs. As., 1976) con un capítulo dedicado al jazz en Argentina, y El jazz: historia y presencia (Editorial Convergencia, Bs. As., 1977) de Roque de Pedro, con algunas entrevistas a músicos argentinos. En 1994, Ricardo Risetti publicó Memorias del Jazz Argentino. Décadas del ‘40 y ‘50. Músicos y orquestas argentinas de jazz. (Ediciones Corregidor, Bs. As.), libro sobre un periodo de la historia del jazz argentino y sus músicos más sobresalientes. El autor incorpora información histórica acerca del jazz en Argentina, biografías de los músicos, lugares donde tocaban las orquestas de jazz, sus publicaciones y grabaciones, los negros en el jazz argentino, etc.. En 1992, Sergio Pujol publicó el que, creo, es el trabajo más relevante hasta la fecha, el libro Jazz al sur (EMC), un estudio sobre el jazz en Argentina. Este libro se ha convertido en un clásico en la materia y de consulta indispensable para quien se ocupe del tema. Ha vuelto a reeditarse en 2004, corregido y actualizado. El autor propone un panorama integral del jazz en Argentina, planteado con rigor y claridad. El libro no es nada enciclopédico y desde un claro enfoque sociocultural plantea una mirada informativa y crítica sobre la historia del jazz en el país. El material está organizado por décadas, desde el desembarco del jazz como producto importado en los espectáculos de music hall, hasta la década de 2000, deteniéndose en los momentos importantes de la formación y desarrollo de solistas y grupos argentinos: la llegada de Sam Wooding, el primer músico negro de jazz que visitó Argentina; los pioneros locales como René Cóspito, Eleuterio Iribarren y la jazz band de Adolfo Carabelli; las orquestas típicas que incluían fox trots en sus repertorios; el espacio de difusión que aportó la radio; el auge de las grandes bandas; la proliferación de los clubes de jazz; las visitas de los músicos más importantes al país -Gillespie, Armstrong, Ellington-; las revistas especializadas, los festivales, los programas de radio y los músicos locales con trayectoria internacional, y un pormenorizado recorrido por todo lo que en materia de jazz ha venido sucediendo en los últimos años en el país. Otro libro de interés y complementario a los anteriores es El jazz criollo y otras yerbas (1945-1998), de Walter Thiers (Editorial Corregidor, BsAs 1999), un recorrido por los protagonistas del jazz en Argentina en orden cronológico y con interensantes e informativos apendices finales. También es muy recomendable visitar la web: http://jazzclub.wordpress.com/indice-de-articulos/ Los textos de Berenice Corti sobre el jazz en Argentina son de lectura obligada.
Al otro lado del Río de la Plata, en Uruguay, el músico Rodolfo Schuster publicó en 1998 el libro El jazz en Uruguay, como lo viví y me lo contaron. (Melibea Ediciones, Montevideo). Incluye un cd con 14 temas de músicos del país grabados entre 1941 y 1997.
Sobre el jazz en Chile, existe un libro de 1964, Panorama del Jazz, de Francisco Deza; una corta introducción al jazz con un apéndice ilustrado con fotografías sobre el jazz en el país. Mucho más recientemente, se ha publicado Historia del jazz en Chile, de Álvaro Menanteau, editado en Santiago por Ocho Libros en 2006, es el primer estudio amplio sobre el tema. También va por la segunda edición, corregida y aumentada. El libro se divide en tres capítulos ordenados por un criterio cronológico que corresponden a las tres fases en las que el autor divide la evolución del jazz en el país. El primer capítulo, “El jazz como música popular”, se ocupa de los primeros años de la música afronorteamericana en Chile. El capítulo central, “Más allá de la moda”, abarca desde los años cuarenta hasta mediados de los setenta; y el tercer y último capítulo, “La fusión criolla”, trata el proceso de integración de elementos rítmicos, melódicos e instrumentales de la música tradicional chilena en el jazz y viceversa. Completan el libro una amplia discografía de seis páginas, una bibliografía y un útil “Índice de nombres, estilos y lugares”. El libro va acompañado de un CD con una antología de grabaciones del jazz chileno.
Y en lo que respecta al desarrollo del jazz en España hay que pasarse obligatoriamente por el libro de José María García Martínez: Del fox-trot al jazz flamenco. El Jazz en España 1919-1996 (Madrid, Alianza Editorial, 1996). Muy bien escrito, el autor ha dedicado años a la investigación, búsqueda y ordenación de los documentos necesarios para contar el desarrollo del jazz en España. Completan la edición tres apéndices dedicados al disco de jazz, las publicaciones especializadas y los festivales de jazz en España. Otro libro, Filigrana, una historia de fusiones flamencas (Editorial La Máscara, 1995), escrito por Luis Clemente, trata de la creatividad y las fusiones en el flamenco. Uno de los capítulos, “Flamenco y Jazz”, es de lectura necesaria para conocer el encuentro y relación del flamenco con el jazz hasta mitad de los ‘90.
Más allá de cualquier otra consideración, la importancia de todos los libros citados hasta aquí radica en que dan cuenta de cómo la música de jazz se ha extendido y es reinterpretada en diferentes lugares; como se ha metamorfoseado, en el encuentro con otras músicas locales, constituyendo un patrimonio cultural de inestimable valor y poco conocido más allá del ámbito local en el que se desarrollan y de los músicos más afamados en el exterior. Estos libros, además de la información que aportan y nos descubren -biografías, discografías, etc.…- muestran también diferentes formas de acercarse, entender y hablar de la cultura y la música, en sus diferencias y sus distintos puntos de vista, se complementan.
* Este texto forma parte del libro In-fusiones de jazz, será editado por arte-facto c.c.c. en Diciembre de 2010. El libro está coordinado por Julián Ruesga y los diferentes capítulos que lo componen están escritos por Norberto Cambiasso, Luís Clemente, Luc Delannoy, Chema García Martínez, Julián Ruesga, Santiago Tadeo y Daniel Varela.
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