Entrevista a Johnny Pacheco

Por. César Pagano
Tomada del libro: El imperio de la Salsa
Crónicas Paganas | Octubre de 1980, Bogotá-Colombia

Johnny Pacheco y Tito Puente. Foto de Joe Conzo

Johnny Pacheco y Tito Puente. Foto de Joe Conzo

Aunque la Salsa se nutre mayoritariamente de ritmos cubanos y sus principales protagonistas han sido puertorriqueños o los llamados newyorricans, la cabeza de la Fania All –Stars fue el flautista y percusionista dominicano Johnny Pacheco, prueba del carácter variado e internacional de esta importante organización musical. Pacheco fue otro emigrante que arribó a Nueva York a mediados de los años cuarenta, y después de trabajar con destacados músicos del ambiente y liderar una orquesta de formato charangero, crea por una casualidad —junto al abogado Jerry Massucci— el sello disquero más importante de la historia de la Salsa: Fania Records.

Por las filas de esta empresa pasaron las más destacadas estrellas salseras, y tuvo su época de apogeo en los años setenta para luego decaer. Pacheco paralelamente publicó muchos trabajos al frente de su grupo, en el que la influencia de la Sonora Matancera siempre estuvo presente y en el que participaron voces como las de Pete Conde Rodríguez, Héctor casanova, Celia Cruz, Celio González y Melón, entre otros. Aunque empezó copiando, Pacheco fue un músico que aprendió muy rápido su instrumento, la ciencia de los arreglos e incluso el mundo abstruso de la composición, y en todos se ganó el respeto de los artista que lideraba. Para lo que no sabía siempre encontró colaboradores; fue el caso de Larry Harlow, Bobby Valentín, Louie Ramírez o Papo Lucca.

Al engañarlo Jerry Massucci y hacerle vender sus acciones de la Fania —Massucci compró y concentró por intermedio de otra persona—, Pacheco se acabó de desmoralizar, pues en aquellos tiempos también coincidía con la decadencia de la orquesta cumbre de la salsa. Seguramente en el libro que escriba Juan A. Moreno Velázquez, basado en las conversaciones que tuvo con Johnny Pacheco, saldrán a relucir nuevas informaciones sobre su historia y la de la música latina en Estados Unidos.

¿Cuándo comienza Pacheco y cuándo comienza la Fania?

Yo nací en República Dominicana, en Santiago de los Caballeros, el 23 de marzo de 1935. Llegué a Nueva York a los once años. Allí me crie y me hice músico. Pacheco y su tumbao fue una agrupación de 1963 y el 25 de marzo de ese mismo año, día de mi cumpleaños, fue cuando hicimos la primera grabación de FANIA.

En Agua del clavelito se tomaron tres temas: el viejo cuplé español, el de Matamoros y el de Benny Moré. ¿A qué ese entreveramiento?

Son resultados musicales que han salido de descargas espontáneas en los bailes. Cuando notamos aceptaciones por parte del público, pensamos que tiene demanda y entonces lo grabamos de esa manera.

Hemos sabido que tienen una grabación con tres flautas Pupi Lagarreta, José Fajardo y Johnny Pacheco. ¿Cómo resultó esa experiencia musical?

Ya habrás notado el doblaje que hice con la flauta en Agua del Clavelito y en otros números que hago con ella, duetos. De allí salió la idea de hacer flautas en tres voces, que es más complicado. Estoy satisfecho de ese experimento con esos dos maestros especialmente en ciertos números, aunque siempre se puede superar lo logrado.

Hemos oído versiones diferentes sobre la conformación y bautizo de la Fania. Reinaldo Bolaño, un compositor cubano, me contó de una fritanguera de La Habana que se llamaba Epifania Funché y que para sacarle un son que él compuso, abreviaron su nombre a Fania. A Reinaldo Bolaños nunca se le dio el crédito de esa composición. ¿Cuál es su propio relato sobre esa denominación ya célebre?

Fanía es un nombre que se lo puse yo. Fanía así acentuado, era un chef de un club de amigos que había en Cuba, y se grabó en el primer long play, que se llamó Cañonazo. Usé el nombre de Fanía porque no solo era de unos amigos, sino que era una palabra fácil para emplearla en Europa, con los latinos y con los norteamericanos.

¿Conociste a Arsenio Rodríguez y su conjunto en Estados Unidos?

Claro, este es uno de los creadores que más he admirado de los cubanos. Arsenio tenía un tremendo sabor que le venía desde su abuelo, que parece que era un esclavo africano y luego liberto en Cuba. Yo no me perdía sus presentaciones cuando estaba en Nueva York, pues veía muchas enseñanzas musicales y yo quería pasar la charanga al conjunto, que tiene otros patrones para la interpretación. Al mismo tiempo, yo me mantenía un poco alejado, pues le tenía miedo a ese montón de negros tan rudos que tocaban con Arsenio, que era una gran persona, no obstante su aparente mal humor.

¿Cómo conociste a Jerry Massucci?

Yo lo conocí en una fiesta, como gran amante de la música latina que es, y coincidió con que yo necesitaba un abogado para que resolviera todas las cuestiones legales, que en Estados Unidos son bastantes. Nos asociamos y empezamos a grabar y a cultivar una amistad que perdura. Todo el dinero que nos entró por las primeras grabaciones de Cañonazo y Pacheco en la Feria Mundial de N.Y., lo recogimos para grabar a otros artistas jóvenes y que estaban en la misma onda. Llegaron Héctor Lavoe y Willie Colón, Larry Harlow y otros más, afortunadamente con éxito.

¿Qué criterios utilizan para seleccionar los artistas y conformar las distintas formaciones de la Fanía All-Stars que han existido?

Johnny Pacheco fumando un puro. Foto de Joe Conzo

Johnny Pacheco fumando un puro. Foto de Joe Conzo

En primer lugar, debe ser un profesional reconocido y además ser una persona responsable en todos los sentidos. Porque hay elementos que tocan muy bien, pero no cumplen a cabalidad sus compromisos y su comportamiento deja que desear. La agrupación debe tener seriedad y talento. Naturalmente, hay muchos artistas resentidos porque no han quedado seleccionados en esta compañía.

¿Cuántas veces se reúnen al año ustedes?

La Fanía solo se reúne una vez al año, porque se compone de directores de orquestas y de cantantes que tienen sus compromisos, y eso dificulta reunirnos más veces. Este año no habrá más, a Dios gracias, y la del próximo no se ha decidido.

¿Esa es la razón por la cual su famosa flauta está algo descuidada ya no se escucha en los conciertos?

Exactamente por lo mismo, ya que hay tanto cantante que les resta tiempo a las intervenciones nuestras. Por esa razón yo quiero cambiar esta situación, y ¡se hace a mi manera o no se hace!

¿El repertorio es siempre uniforme o mezclan números tradicionales y consagrados con la promoción de los nuevos?

El repertorio que trajimos es un repertorio de piezas nuevas y de piezas viejas. Tenemos cinco o seis temas de la película Nuestra cosa latina, como el Ratón y Mi gente.

Usted habrá escuchado muchos elogios, pero también conocemos críticas que se le hacen a la Fania. ¿Qué hay de cierto en pensar que antes había más soltura y libertad en la improvisación de los instrumentos y que ahora se está reduciendo a un desfile de cantantes?

Quien hizo ese comentario tiene toda la razón, y espero que la próxima presentación de la Fanía vaya a cambiar esta situación, porque tenemos solistas muy capacitados en los instrumentos y la Fanía se está convirtiendo en una orquesta que acompaña cantantes, y eso no lo voy a permitir. Para la próxima gira de la Fania se van a escribir, con el fin de que en uno mismo intervengan y se destaquen tres cantantes y así los solistas tengan oportunidad de tocar con entera libertad sus instrumentos. Si no se hace de esa manera, yo no dirijo más la Fania.

Desde su experiencia, ¿qué les recomendaría a los músicos que se inician en la música antillana?

Lo primero que les aconsejo es que estudien con constancia y profundidad, si de verdad quieren ser músicos destacados.

Sin embargo, hay músicos que sostiene que si estudian, pierden sabor y capacidad natural de sentimiento. ¿Qué opina al respecto?

Eso es una mentira, quien dice eso es que es medio vago y no quiere estudiar. El sabor, si uno lo tiene, no se va. Al contrario estudiando y teniendo sabor sonará mejor el instrumento o la voz. En la etapa actual hay que estudiar, pues ya con el solo oído no se pueden hacer ciertos arreglos complicados.

Y si me parece que en las agrupaciones lo primero que hay que tener en armonía espiritual y después la armonía musical. La amistad es indispensable, pues si los músicos no se llevan bien el grupo nunca sonará bien.

Ustedes estuvieron en Cuba el año pasado. ¿Cómo sintió la música cubana? ¿Hay cambios, sorpresa de avanzada o se sigue el mismo modelo tradicional?

Noté cambios que no me agradaron, como ha ocurrido con las típicas o charangas con excepciones como la Orquesta Aragón o la de Enrique Jorrín, que siguen la línea clásica. Pero yo me considero de la vieja guardia. Escuché grupos nuevos que suenan muy bien, pero usan batería completa y abandonaron el timbal, el güiro y la tumbadora, y eso les resta sencillez, que era lo que les daba la belleza.

Por otra parte, hay grupos nuevos que se escuchan muy bien y sorprenden, como Irakere y ese tremendo músico que es Paquito De Rivera. En el intercambio oímos grupos folclóricos como Los Papines o el gran conguero Tata Güines. Los músicos nos trataron muy bien, como Rafael Lay, de la Aragón, Pacho Alonso y Pello el Afrokán, el promotor del ritmo Mozambique. Muchos de estos músicos iban todos los días al hotel e intercambiábamos opiniones sobre la música y la vida.

Johnny Pacheco tocando la flauta. Foto de Joe Conzo

Johnny Pacheco tocando la flauta. Foto de Joe Conzo

Volviendo a Cuba, conozco comentarios de que la música de Fania, para ellos, se quedaba en la época de los cincuenta o sesenta y que tocaban salsa estridente, empalagosa y un poco desordenada. ¿Qué respondería a ese juicio?

Para mí, la música cubana verdadera es al que tocamos nosotros, con mejores arreglos y con énfasis en el ritmo. Lo que se está tocando en Cuba actualmente es un ritmo que no es bailable. Porque el tiempo es demasiado rápido y agotan a los danzantes. Solo los clásicos consumados, como la Orquesta Aragón o el Conjunto de Chappottín y sus estrellas, conservan el tiempo apropiado para el baile.

En África encontró las raíces del ritmo. ¿Puede hacer comparaciones?

Con la Orquesta mía tuve la dicha de que fuera la primera en tocar en el África. El amor que le tienen a nuestra música es increíble. A ellos les gusta cualquier tipo de música que tenga ritmo bailable, especialmente el son y la guajira, y son tremendísimos. Por eso les toque Vengo caliente. Lo primero de nosotros que llegó al África fue Acuyuyé y una guajira llamada El piñarero, que pienso grabar de nuevo con Celio González, ya que él me dio el honor y la autoría para que eligiera el material artístico para esa grabación.

¿Hay peligro de que a la Fania la absorba alguna compañía norteamericana y se distorsione o cambie el impulso a la música antillana que ustedes les han imprimido?

Estamos en esas conversaciones, pero si se hace, sería conservada nuestra propia línea musical, que es bien definida. Lo que más quiero yo es nuestra música y no la sacrificaría al vender la compañía. Por eso hemos grabado en Columbia Records, porque respeta nuestras ideas musicales y nuestra orientación. La verdad que para mí la música es mi vida. Sí el público norteamericano no puede entender nuestra música genuina, pura, entonces me interesa más el mercado latinoamericano. Porque cambiarla por puro negocio sería vender mi vida. La última grabación que hicimos con Fania se la ofreceremos al público latinoamericano y creo que va a ir bien con números como Piano man, Dinamita, etc.

¿Cómo y por qué vende usted sus acciones en Fania?

Masucci me ordenó vender, Como creía ciegamente en él, lo hice, pero después encontré que la parte mía la compró alguien que se la pasó a él. Nunca entendí por qué mi socio me sacó de la Fania.

En otro tiempo tratamos de “cruzar la frontera” y ampliamos el repertorio de manera considerable, y al final los que vendían eran los números latinos, los compraban los latinos. De manera está comprobado con el mercado y ya no resulta interesante captar el público norteamericano. Suceden cosas extrañas en estos negocios de los discos. Tratamos de condicionarnos a que grabáramos con letras en inglés para que nos entendieran en Estados Unidos. Sin embargo, yo hice Suavito y Barretto sacó El Watusi y fueron palos verdaderos entre todas las culturas.

¿Hay planes para filmar otras películas salseras?

Sí. Por ahí se habla de Otelo, pero no conozco bien el argumento.

La gira por Colombia tuvo altibajos. ¿Cómo la evalúa?

Para mí, el concierto de Cali fue increíble por el fervor de la gente. En Bogotá, estábamos dispuesto a presentar el espectáculo y nos dolió no terminar el concierto porque queríamos complacer al público, pero hubo un sabotaje inesperado con el sonido. Hubo que esperar mucho tiempo para ver la orquesta. Además, estábamos acostumbrado a utilizar para nuestras presentaciones un equipo clase A y el equipo que estaban usando era fatal. No hubo equipo de emergencia tampoco. No sé si es que no se consiguen buenos equipos aquí (Colombia), o si los promotores querían ahorrase dinero al no buscar uno mejor para ponérselo a la orquesta, lo mejor se lo merece el público que pagaba por un buen espectáculo. La culpa, en ningún caso fue de la orquesta, que estábamos dispuesto a cumplir plenamente.

O que siguió al fallo técnico del equipo fue la demanda agresiva del público y el enfrentamiento con la policía, que acabo de formar el caos en ese estadio de Bogotá. Esperábamos tiempos mejores para que todos salgamos contentos.