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No hubo una sola corona oficial…
Un pueblo para Alexis Escobar
21 de Octubre - 27 de
enero, 2010
En horas del medio del
miércoles 27 de enero del año en curso falleció en el hospital Pérez
Carreño de Caracas el destacado músico venezolano Alexis Escobar,
flautista de la orquesta "Bailatino", agrupación considerada
fundamental en la resistencia salsera del continente
Por: Lil Rodríguez
lilrodriguez@cantv.net
Fecha de publicación: 31/01/10
Graneaditos iban llegando. La mayoría en motos, seguidos de los que
bajaban de las “por puesto” y de quienes dejaban los carros lejísimo de
tan trancada que se puso la avenida Páez de El Paraíso, cerca de El
Pinar.
Los rostros eran todos conocidos: rostros de la rumba callejera, de la
conversa de la esquina en el barrio, de la conferencia salsosa y
cultural, de los muchos entierros en los que nos encontramos siempre
para llorar a los amigos que han hecho camino instrumento arriba, voz
quebrada, familia que sostener, pasión música por dentro… “En los
entierros de mi pobre gente pobre cuando se llora es que se siente de
verdad”. Y había muchos ojos enrojecidos esa mañana de jueves.
Nelly Ramos y Dervis Romero estaban allí, Néstor Molina estaba allí, y
allí estaban Pablo Cerezo, Nelson Douglas, Alejandro Jackson, Oscar
Ledezma, Cheo Linares, Betty Zapata, Gherson Aranda, el viejo Manterola,
Federico Betancourt, los panas del Sexteto Juventud, los coleccionistas
como Alí Gamero, La gente de la Charanga Típica, y los de la Orquesta
Típica también al lado de decenas de otros músicos, y de mucho pueblo.
Allí estaban, haciéndose los fuertes Cheo Navarro, Eliel Rivero y Johan
Muñóz mientras se aguardaba por Felipe Blanco, Alberto Crespo, José
Mortadelo Soto, Edgar “Dolor” Quijada, Marcial Istúriz, es decir, por la
plenaria de “Bailatino”, grupo que como pocos ha levantado una bandera
de resistencia a la penetración cultural y musical a la que este pueblo
latinoamericano es sometido.
Wolfang (siempre el 23 de enero, siempre) me había dado el parte.
Alejandro Pérez le había pedido angustiado que se comunicara. “Hace
minutos, pana, hace minutos” y el vértigo siguió a la noticia: había que
transmitirla, de eso se trataba.
Ya sabemos que solo el pueblo salva al pueblo y que sólo entre este
pueblo nuestro hecho de códigos especiales y coraje sin fin las noticias
tienen otra escala, alejada de lo mediático para entrar en lo
“comunico-emocional”, como dijo uno. Los medios alternativos como
Aporrea.org ya habían disparado, y las emisoras comunitarias se hacían
eco en todo el país, generando el más extraordinario medio de
comunicación popular: radio bemba. Ya quisieran algunos una red
comunicadora como esa, porque lo cierto es que, como dijeron los mismos
muchachos de “Bailatino”, las llamadas se hicieron infinitas desde
Francia, Colombia, Italia, Panamá, Bonaire, México, España, agregándose
a las que recibían de todos los rincones del país. Solo el pueblo honra
al pueblo.
Dentro de la funeraria los comentarios giraban en torno a la
extraordinaria condición humana de Alexis. Néstor Molina contaba que se
habían levantado juntos en La Vega y que juntos fueron a la escuela de
música y juntos escogieron la flauta como instrumento y que juntos
estudiaban colocando un disco y “dale pa’llá, a lo que salga”.
Fue un estudioso flautista Alexis Escobar y supo combinar su amor a la
música tradicional venezolana con su pasión salsera, acuñada en el
barrio, hecha a pie y con compromiso.
Nadie atinaba a comprender esa muerte: “Nunca supimos en definitiva de
qué murió. Lo operaron 7 veces en seis meses y no encontraban la causa
de esa caída de salud. Federico Betancourt, siempre sabio y memorioso,
nos dijo: “El fue herido de bala hace unos cuantos años y en ese
entonces el médico le recomendó que no hiciera fuerza con los pulmones.
¿Cómo pedirle eso a quien se ganaba la vida con una flauta?
Entre el café y el té, entre la consternación y la solidaridad seguía el
tema del día y sus conexos: La inseguridad que padece el músico que
trabaja de noche, la carencia de una ley que ampare su trabajo y su
vida, la explotación a la que son sometidos por los dueños de los
locales nocturnos, el costo de los instrumentos, la poca ayuda para su
adquisición y hasta para estudiar… en fin, que Alexis Escobar lograba la
asamblea que convocamos y no hacemos.
El deseo
El abrazo con Felipe Blanco fue intenso. “Descansó pana, descansó. Le
echó muchas bolas a vivir, pero qué va…”. Cerca estaba Alberto Crespo,
pianista de “Bailatino”. “Hoy me toca ser fuerte panita, porque mis
compañeros están que se desploman. Yo los conozco” me dijo Alberto, y
soltó la confidencia: “Hace par de días, visitándolo, en un momento de
la visita nos quedamos solos Eliel y yo con Alexis, y aprovechando la
cosa nos dijo: acérquense y oigan lo que les voy a decir.”
La voz del joven pianista se quebró un poquito al recordar lo que dijo
el amigo ido. “Yo estoy preparado. Estoy listo para la marcha. Mi gran
sueño fue y es “Bailatino” y no quiero que por mi causa el sueño se eche
a perder. Sigan adelante, consoliden el grupo. Yo no puedo seguir
tocando la flauta. No puedo seguir con ustedes, pero ustedes deben
ayudarme a que mi sueño se cumpla”.
Dos días mas tarde estábamos todos en la puerta de la funeraria,
despidiendo a esa humanidad fraternal, soñadora, prolija en el consejo
oportuno y entregada a la música, alma de los pueblos. A lo lejos Johan
y Felipe, como escondidos, evidenciaban un particular movimiento de
hombros. El sollozo…
De golpe apareció una flauta. Todos nos quedamos como paralizados. Una
flauta y su dueño: Leo Pérez, el único que suplió a Alexis alguna vez.
Las notas de queridos temas de la música tradicional venezolana
cubrieron aquél recinto para que todos los rostros se cubrieran de
llanto. Salomón, el pequeño hijo de Alexis, era cargado porque quería
ver a aquél hombre que tocaba una flauta como la de su papá.
Y luego, la salida hacia la siembra. Sobraron carros para las coronas,
de tan pocas que eran en contraste con la multitud. A veces el pueblo no
tiene para comprar coronas para el pueblo…
No hubo una sola corona oficial. Parece que para las autoridades de la
cultura en Venezuela la salsa no es un hecho significativamente social,
serio, trascendente, intrínseco e inherente a nuestra ciudadanía
caribeña. O tal vez no sabían quién era Alexis Escobar. O no se habían
enterado, porque no lo dijo Globovisión, ni VTV…
Cuando asomó el féretro todos comenzamos a aplaudir. Era el último
aplauso para Alexis. Aplauso sentido y agradecido por la rumba, la
amistad, el consejo, la sonrisa, el aporte, el estudio, y por ese sonido
tan particular que con él se marcha.
Todas las motos se encendieron como para aplaudir también, como para
decirnos a todos que ese aplauso de pueblo retumbaría por siempre, como
llamada está a retumbar mas que nunca nuestra música, tradicional,
popular y caribeña. Como llamado está a retumbar “Bailatino”, el sueño
del flautista Alexis Escobar.
Sólo el pueblo reúne al pueblo. Alexis lo logró.
Hay reunión en la Cima…
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