In Memoriam

 

Tres Voces se unen para despedir un amigo

 

 

Juan Pablo Torres o Cuando Enmudece El Trombón

 

 

Por Pedro de la Hoz

                                                                                 La Habana

 

En noviembre pasado, cuando escuché decir que en un teatro de Miami de cuyo nombre no quiero acordarme, se le acababa de ofrecer un homenaje a Juan Pablo Torres, la noticia me dio una doble mala espina: primero, porque se trataba de recaudar fondos para cubrir los gastos de su enfermedad —saque usted sus propias conclusiones acerca de un sistema en el que la colecta es la vía para solucionar un grave problema humano—; segundo, a que sospechaba que el final era inminente. Y esto último me dolió: Juan Pablo se hallaba en plena sazón creativa, con mucho todavía que aportar desde su irreductible manera de entender tanto la raíz como el más amplio diapasón de la música cubana.

 

Lamentablemente el desenlace fatal aconteció en Miami el domingo 17 de abril. A los 59 años de edad fallecía, víctima de un tumor cerebral. Con su muerte, la música cubana perdió a uno de sus más calificados trombonistas de la segunda mitad del siglo XX, que por su oficio y sensibilidad trascendió las fronteras de su instrumento para animar aventuras sonoras sumamente reveladoras.

 

Cuando llegó desde Puerto Padre a la Escuela Nacional de Arte a mediados de los 60, Juan Pablo ya estaba decididamente comprometido con la necesidad de redimensionar los géneros bailables e instrumentales cubanos. Mientras su paisano, Emiliano Salvador, también prematuramente desaparecido, sentía una inclinación mucho más marcada hacia el jazz, Juan Pablo mostraba predilección por experimentar con el son, la guaracha, el bolero, la canción trovadoresca.

 

 

Juan Pablo ejecuta el trombón

 

Su paso por la Orquesta Cubana de Música Moderna con solidó su proyección como trombonista, y de algún modo lo preparó para concebir su proyecto, la banda Algo Nuevo, que por su formato y color orquestal constituyó en el segundo lustro de los 70 una auténtica novedad.

 

Pero ahí no se detendría su iniciativa. Juan Pablo fue uno de los que con mayor empeño calorizó la idea de fundar aquella superbanda que se llamó Estrellas de Areíto, con la cual el sello disquero de la EGREM se anticipó a lo que muchos años después, y desde plataformas transnacionales de lanzamiento, consiguiera World Circuit con Buenavista Social Club y Afrocuban All Stars.

 

Este tipo de banda-resumen de la tradición, aunque con toques de distinción contemporáneos, llevó a Juan Pablo, una vez instalado en los Estados Unidos en 1992, a reproducir experiencias concomitantes, como el espectáculo Los maestros-los originales en el 2001 (entre las estrellas se hallaba Israel López, Cachao), y por esa misma época Cuban Swing Universal Latino.

 

Si tuviera que escoger entre sus discos, me quedaría con los dos volúmenes titulados Algo  nuevo que grabó para la EGREM y una verdadera joya de 1995, ya en EE.-UU, Trombone man. Los primeros, por el renovador trabajo con la tímbrica y la dicción del instrumento imbricado con los planos de la percusión; y el otro por el grado de libertad que un virtuoso solo puede alcanzar cuando echa a un lado los tópicos comerciales. Aunque también resultan muy estimables sus aportes a otros fonogramas, como en el famoso Bebo Rides Again,  que relanzó a Bebo Valdés.

 

Sin embargo, hay una imagen sonora que me queda de Juan Pablo Torres más allá de su discografía. Fue en un concierto que ofreció en el teatro Amadeo Roldán la cantante Miriam Ramos. Ella, que es una voz, una señora voz, entonó la difícil Perla marina, de Sindo Garay, con el trombón de Juan Pablo como único acompañante. Cualquiera hubiera pensado en dos trapecistas que se lanzan al vacío sin malla protectora. Pero lo lograron.

 

El trombón de Juan Pablo enmudeció. Por suerte, en tan díscolo instrumento, otras figuras cubanas han ido incursionando. Ahora mismo Jesús Ramos, Aguaje, está que corta luego de su intensa carrera internacional. Y, entre los jóvenes, hay que contar con Juan Carlos Marín, todo un portento. Pero habrá siempre que recordar el trombón de Juan Pablo.

 

 

Historica Foto: Generoso Jiménez y Juan Pablo Torres.

 

 

JUAN PABLO TORRES

 

Por Leonardo Acosta

La Habana

 

Juan Pablo Torres soplando su trombón en el Teatro Amira de Rosa, Barranquijazz 99

 

Con la desaparición física de Juan Pablo Torres, el 17 de abril de 2005  a los 59 años, la música cubana, caribeña y particularmente el jazz afrolatino, pierden a uno de sus más excepcionales trombonistas, bien conocido por los barranquilleros, en cuyo festival Barranquijazz participó en 1999 y 2000.

 

Innovador nato, Juan Pablo brilló como compositor, arreglista y director, respetuoso de las raíces del tradicional son oriental cubano, que supo enriquecer con sus aportes armónicos, rítmicos y orquestales. Nacido en Puerto Padre el 17 de agosto de 1946, Juan Pablo fue fundador de la Orquesta Juvenil de Música Moderna y posteriormente, en 1967, de la Orquesta Cubana de Música Moderna, esa agrupación de “todos estrellas” que dirigió Armando Romeu y de la cual surgieron también Chucho Valdés, Paquito Rivera, Arturo Sandoval, Enrique Plá, Carlos Emilio Morales y otros grandes del jazz cubano y latino de hoy.

 

Según opiniones tan autorizadas como las del propio Armando Romeu, el percusionista Guillermo Barreto y el crítico de jazz Horacio Hernández (padre), Juan Pablo Torres era indiscutiblemente “el mejor trombonista cubano de todos los tiempos”. Y como señala Nat Chediak  en su Diccionario de Jazz Latino: “En él coinciden las dos escuelas del  trombón cubano: la tradicional de Generoso Jiménez y la jazzística de Pucho Escalante”, con quien compartiera los solos de trombón en la OCMM. También participó junto a su coterráneo y ya legendario pianista Emiliano Salvador (1951-1992), en el grupo de son de otro innovador oriental, el guitarrista Octavio Sánchez Cotán.

 

En 1976 Juan Pablo organiza su grupo Algo Nuevo, con músicos como el pianista Jorge Aragón, el bajista Fabián García Caturla y los percusionistas Amadito Valdés, Agapito García y “El Niño” León entre otros, y con los cuales graba varios LP como Super-Son y Con todos los hierros, donde “explora nuevas sonoridades y actualiza géneros criollos”, según las acertadas palabras de Nat Chediak. En 1979 demuestra su inusual iniciativa como productor musical  con la formación de  Estrellas de Areíto (grabaron 5 LPs) logrando reunir a varias generaciones de grandes músicos cubanos: Rubén González, Enrique Jorrín, “El Niño” Rivera, Richard Egües, Jorge Varona, Arturo Sandoval, “Tata” Güines. Gustavo Tamayo, y los voces de Miguelito Cuní, Pío Leiva, Tito Gómez, Olmos y Bacallao (de la Orquesta Aragón), suceso que anticipa en casi 20 años el éxito de Buena Vista Social Club.

 

En los años 80, Juan Pablo forma diferentes grupos con los cuales participa en los festivales Jazz Plaza de La Habana, y en la siguiente década se establece en Europa donde comienza a obtener reconocimiento internacional mediante su exitosa colaboración en Italia con Astor Piazzola, al grabar el tema “Oblivion” para la cinematografía italiana. Posteriormente pasa a residir en Estados Unidos donde participa en diversos proyectos musicales, tanto jazzísticos como de música tradicional cubana; graba con el extraordinario Bebo Valdés  y toma parte en el segundo volumen de Descarga Boricua (1993). En 1996 llega su consagración como trombonista con su disco Trombone Man, que produjo Paquito d’Rivera, junto a una pléyade de músicos del latin jazz neoyorquino (ya en 1994 J.P. había participado en el disco 40 Years of Cuban Jam Session del propio Paquito y en 1995  en el disco Bebo Rides Again). Entre los músicos con los que grabó en Nueva York se encuentran Chico O’Farrill, Tito Puente, Cachao, Eddie Palmieri, Hilton Ruiz, Andy González y todo un verdadero “quién es quién” del jazz latino.

 

El talento múltiple de Juan Pablo como compositor, arreglista e instrumentista, lo llevó también a concebir nuevos métodos y técnicas para la ejecución de su instrumento, el trombón, y al respecto desarrolló diversos proyectos con trombonistas como Steve Turre, J.J. Johnson, Bob Stewart y Robin Eubanks.

 

Durante su participación en 1999, en el ya famoso Barranquijazz, Juan Pablo desplegó no solo su talento y virtuosismo, sino también su modestia, su espíritu de colaboración y su empatía con músicos y público. En esa oportunidad nos encontramos luego de años sin vernos, pero poco después pudimos compartir con él durante sus  esporádicas visitas a La Habana , donde entre otros, grabó su memorable CD Son que chévere, para el cual escribí las notas, y en el que figuraron músicos como Jorge Reyes, Tony Pérez, Tata Güines, Changuito, Julio Padrón y Javier Zalba.

 

En Barranquilla es recordado por su brillante interpretación al frente de un grupo de músicos de distintos países, reforzado por los percusionistas Changuito y Tata Güines. Por su virtuosismo en el trombón y su talento creador y originalidad al fundir el jazz con nuestros ritmos afrocaribeños, así como por su modestia y carácter siempre afable, su profesionalismo y su  entusiamo a toda prueba, Juan Pablo Torres fue un verdadero puntal del jazz latino y su pérdida tan temprana  ha sido un verdadero y sensible golpe para nuestra  música afrocaribeña y para los músicos que fueron sus compañeros y amigos.

 

 

JUAN PABLO TORRES EN BARRANQUIJAZZ

 

Por Rafael Bassi Labarrera

Jazz en Clave Caribe

 

Al fondo Juan Pablo Torres, en el piano Rubén González y Gonzalo Rubalcaba. En el Festival BarranquiJazz 1999.

 

La inolvidable noche del viernes 3 de septiembre de 1999 los melómanos barranquilleros vivimos todo el esplendor de la música cubana con el pianista Rubén González liderando un dorado colectivo de las estrellas del aclamado Buena Vista Social Club. Directamente del aeropuerto llegaron al Teatro Amira de la Rosa, el pianista Gonzalo Rubalcaba y el trombonista Juan Pablo Torres para escuchar a los veteranos del sabor cubano; ellos no pudieron resistir la tentación de salir al escenario para hacer parte de uno de los momentos cumbres de la  historia  del Barranquijazz. En muchas residencias  barranquilleras se recuerdan la ocasión con una foto, donde se ven en primer plano al legendario Ruben González y  al virtuoso Gonzalito Rubalcaba tocando a cuatro manos, un poco más atrás,  apoyando cerca al piano el trombonista Jesús Aguaje Ramos y al fondoa Juan Pablo Torres con su  trombón de vara.  

 

Al día siguiente tuvimos la oportunidad de disfrutar con el trío de Gonzalo Rubalcaba de un concierto fuera de serie, interpretando temas de su  álbum  Inner Voyage,  plenos de sentimiento y de una profunda espiritualidad. Para cerrar el Barranquijazz 99 el Señor del Trombón, Juan Pablo Torres se presentó con una tremenda banda que contaba entre otros con el pianista colombiano Héctor Martignon y como invitados especiales tuvo a los maestros de la percusión afrocubana Changuito y Tata Güines. La actuación del trombonista Juan Pablo Torres fue calificada por algunos emocionados melómanos como La última gran descarga de fin de siglo en Barranquilla.

 

Barranquijazz 2000,  Patato en las congas, Juan Pablo Torres en el trombón, Dave Valentín de espalda, Hilario Durán en el piano.

 

Las circunstancias obligaron a que en el año 2000 descubriéramos un sabroso ambiente para el Barranquijazz, superando todos las temores con relación al recinto que debía reemplazar al Teatro Amira de la Rosa, cuajó el Salón Jumbo del Country Club como un agradable espacio para captar el espíritu libre y abierto del jazz, exento de solemnidad y con suficientes comodidades para que el público gozará frescamente la gran  fiesta musical con un sonido aceptable.

 

Para clausurar Barranquijazz 2000, Juan Pablo Torres reunió un tremendo Latin Jazz All Stars que se promocionó liderado por el extrovertido flautista Dave Valentín. Todos sabíamos que el cerebro detrás de esta descarga era el prestidigitador  JPT, quien como productor impulsó desde las fantásticas  Estrellas Areíto, proyectos con súper agrupaciones Todos Estrellas. Para esa ocasión Juan Pablo contó con los músicos cubano residentes en el extranjero Hilario Durán en el piano y  Horacio El Negro Hernández, en la batería; acompañados por el bajista boricua John Benítez en el bajo y el timbalero chicano Ramón Banda, como  invitados especiales de Cubita la Bella tuvo al trompetista Julio Padrón y al saxofonista Irvin Acao, todos ellos protegidos por el amuleto viviente del jazz afrocubano, el legendario conguero Patato Valdés.

 

En Barranquijazz hemos tenido la oportunidad de contar con la presencia de grandes trombonistas como: Steve Turre (2002); Carlos Álvarez (2002); Jimmy Bosch (2001);  Isaac Smith (2000); William Cepeda (1999); Jesús Aguaje Ramos (1999) y el gran innovador musical Juan Pablo Torres, a quien se le debe tributar un homenaje  en el próximo Barranquijazz 2005 aprovechando la presencia del  trombonista boricua Papo Vásquez.

 

La grandeza musical de Juan Pablo Torres estaba complementada por su don de gente, su caballerosidad, humildad y simpatía, cualidades  que le permitieron liderar producciones como las Estrellas Areíto, Super Cuban All Stars, Cuban Master-Los Originales, Descarga Afrocubana, ¡Que bueno toca usted! en honor a Generoso Jiménez, Son que Chévere y Los Herederos, y participar en proyectos como Descarga Boricua, Cuarenta años de música cubana y  Bebo Rides Again. Contando en muchos de estos proyectos con la presencia de músicos cubanos residentes en la Isla y en el extranjero.

 

La mejor manera de recordar a esos seres maravillosos que con su arte nos siguen alegrando la vida es escuchando sus grabaciones, así que los invito a  escuchar los discos de Juan Pablo Torres para que su música siga viviendo entre nosotros. 

   

 

 

 

 

  

Caratulas de los LPs cortesía de nuestro colaborador en Arizona David Cantrell.

 

Edición mayo - junio de 2005

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