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        Pascasio “Pacho” Alonso Fajardo 
        
        
        
          
        
        
        Por. Raúl 
        Martínez Rodríguez 
        
        
        Tomado de 
        Revolución y Cultura 
        
        
        Oct. De 1988 
        
          
        
        La ciudad de 
        Santiago de Cuba, con sus canciones trovadorescas, sones, congas, toques 
        de tumba francesa y estudiantinas, es considerada acertadamente como uno 
        de nuestros núcleos folclóricos más genuinos y de valor permanente 
        dentro de nuestra música bailable.  De forma espontánea, sus habitantes
        cutarean con gracia criolla y cotidiana, con la que identificamos 
        y diferenciamos al santiaguero del resto de nuestro país.  Pero donde 
        esa muestra de creación artística colectiva adquiere su máxima 
        representación es durante la celebración de sus famosos carnavales, la 
        salida de los barrios El Trivolí y Los Hoyos, de las tradicionales 
        comparsas La Izuama y La Olugo (de origen caribalí) y La Luz María y 
        María la O, que en franca rivalidad representan los dos conocidos 
        barrios santiagueros.  Cuando eso se produce, la ciudad se convierte en 
        una fiesta singular, no sólo de música y danza, sino también de color, 
        alegría y hospitalidad.  Para todo el nacido y formado en esta atmósfera 
        de hondas raíces populares, y por su puesto, cuente con suficiente 
        sensibilidad artística para asimilar este rico ambiente de arte popular, 
        el resultado final siempre será el  mismo, el de restituirlo al pueblo 
        que de él tomó, pero esta vez enriquecido con una mayor elaboración 
        técnica  sin perder sus fidedignas raíces nacionales. Entre los muchos 
        ejemplos que existen en nuestro país con estos atributos se encontraba 
        el notable cantante Pacho Alonso, genuino exponente de la música 
        popular de su ciudad natal Santiago de Cuba. 
        
          
        
        
        
        AMBIENTE PROPICIO Y FORMACIÓN  
        
          
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            Pascasio 
            Alonso Fajardo, que era su verdadero nombre, nació en la 
            prolongación de San Félix No. 64 entre Corona y Estrada Palma, en La 
            Trocha, barrio Mariana de la Torre, el 22 de agosto de 1928.  Sus 
            padres fueron la puertorriqueña Luisa Fajardo y el cubano Longino 
            Alonso.  Pacho fue el antepenúltimo de los dieciséis hijos de 
            este matrimonio.  Sus estudios primarios los cursó en la Escuela 
            Pública No. 6 que se encontraba en la calle Santa Lucía de su ciudad 
            natal.  Por esa época integró una pequeña compañía de variedades 
            infantiles, con la que hizo representaciones en fiestas escolares y 
            teatros.  A mediados de la década del cuarenta y finalizado el 
            octavo grado, Pacho Alonso matriculó la carrera de magisterio 
            en la Escuela Normal de Maestros.  Durante sus años de estudiante se 
            caracterizó por su forma juvenil, divertido y vivaracho, amante de 
            los estudios, de los deportes y la música.  En dicha institución fue 
            integrante de un coro vocal y a su vez practicó varios deportes, 
            entre ellos, el lanzamiento de jabalina, el baloncesto y la pelota 
            [béisbol], los que contribuyeron sin duda a que Pacho contara 
            con un excelente desarrollo corporal y una formación de cultura 
            integral.  | 
           
         
        
          
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            El hogar y 
            la numerosa familia de los Alonso y Fajardo era notorio en la ciudad 
            de Santiago de Cuba por sus reuniones de cantantes y músicos y por 
            su puesto por sus «descargas»  musicales encabezadas por Luisa que 
            tocaba la guitarra y hacia la segunda voz y sus hijos Sixto, 
            Nereida, y el propio Pacho.  En 1946, el pianista, recitador 
            y profesor de inglés, y también santiaguero, Luis Carbonell, 
            laboraba como director artístico de varios programas de aficionados 
            en la emisora CMKC.  Estimulado por éste, Pacho Alonso, que 
            por esa época contaba dieciocho años, se presentó en un programa 
            cantando el bolero Lástima de ti, con el cual obtuvo uno de 
            sus primeros triunfos como cantante.  Poco después visitó la ciudad 
            de La Habana con motivo de una competencia deportiva, ocasión que 
            aprovechó el joven artista para presentarse en la Emisora Mil Diez 
            donde fue estimulado por el compositor José Antonio Méndez y el 
            director de orquesta Bebo Valdés.  Conoció entonces la música 
            de compositores jóvenes como Orlando de la Rosa, Felo Bergaza, Mario 
            Fernández Portas, Juan Bruno Tarraza, Bobby Collazo, Julio 
            Gutiérrez, que en ese momento   representaban las nuevas tendencias 
            dentro de la cancionista popular cubana.  A su regreso a su ciudad 
            natal, prosiguió los estudios de magisterio los cuales alternaba con 
            actuaciones como cantante.  | 
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            Pacho Alonso a 
			sus cinco años con su hermana Marcela  | 
           
         
        
        En 1948, fue 
        presentado por animador Gualterio Núñez en el programa «Revista Popular 
        del Aire» que se radiaba para todo el país en la emisora Cadena Oriental 
        de Radio y donde fue acompañado por las excelentes orquestas de Pacho 
        Portuondo y la de Chepín Choven. Ya por esta época los cancioneros 
        Reinaldo Henríquez, Pepe Reyes y Miguel de Gonzalo, por su 
        calidad indiscutible,  legaron a ser dignos representantes de la 
        cancionística santiaguera, por su modo distinto y personal de 
        interpretar la canción.  Ellos, de alguna manera, contribuyeron a 
        perfilar el estilo inconfundible y polifacético que logró Pacho 
        Alonso a lo largo de su carrera. 
          
        
          
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            Pacho Alonso y 
			sus Modernistas, su primer conjunto 
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        UN VERDADERO ADIESTRAMIENTO MUSICAL 
        
          
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			Pacho Alonso y 
			sus Bocucos (1960)  | 
                
			  
			  
			  
			  
			  
			  
			  
			  
			  
			  
			  
			  
			  
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            Cuando el 
            notable saxofonista oriental Mariano Macerón regresó de México en 
            1950 y al año siguiente organizó su propia orquesta de baile, tipo 
            jazz band, integró a la misma a tres de los vocalista más 
            prometedores de ese momento en la ciudad de Santiago: Pacho 
            Alonso, Fernando Álvarez, Alfonso Eliseo (Juan Carón) y más 
            tarde al inolvidable Beny Moré, que por esos años era ya un 
            consagrado por sus grabaciones en México con la famosa Orquesta de 
            Dámaso Pérez Prado.  De 1951 a 1954, Pacho Alonso, junto al 
            maestro Mercerón, realizó una extensa labor como cantante de 
            orquesta, actuando en infinidades de bailes populares, cabarets y en 
            distintos programas en la Cadena Oriental de Radio y en otras 
            emisoras de su ciudad natal.   | 
           
         
        
        Estos tres años 
        de labor ininterrumpida como vocalista de una orquesta de este tipo 
        fueron para Pacho fructíferos en su formación y carrera musical 
        futura.  Junto a la necesaria disciplina colectiva, el repertorio de 
        este prototipo de agrupación era muy disímil y obligaba a sus cantantes 
        a ser versátiles con el adiestramiento de todos los géneros y estilos 
        musicales cubanos destinados al baile.  Con la firma RCA Víctor, y con 
        esta agrupación musical, Pacho efectuó sus primeras grabaciones.  
        En las piezas tituladas El cha cha chá de la Reina y Agua 
        mulata, su voz se dio a conocer en Cuba y también en algunos países 
        de América Latina.  
		
          
        
        
        
        DEL TRIUNFO DE UNA GENUINA VOCACIÓN  
         
        
          
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            Desde  1952 
            en que Pacho Alonso se graduó de maestro y abandonó el tercer 
            año de bachillerato, realizó durante un tiempo la ardua y divergente 
            labor de maestro y cantante.   Su excelente formación pedagógica y 
            sus grandes condiciones de vocalista, lo hicieron muy querido entre 
            los santiagueros.  Su buen carácter, excesivamente jocoso, algunas 
            veces iba en contra de la lógica disciplina que debía imponer como 
            maestro a sus alumnos en el aula.  Aunque no le fue fácil dejar de 
            ejercer la profesión maestro de escuela, las diversas actividades 
            nocturnas, en bailes; cabarets, carnavales, ensayos, y sobre todo su 
            fuerte vocación artística, la cual era constantemente estimulada por 
            amigos, admiradores y músicos, se convirtieron al final en razones 
            suficientes para que Pacho se dedicara por entero al canto.  | 
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            Pacho Alonso y 
			sus Bocucos, en Barcelona para 1978  | 
           
         
          
        
        
        
        GRANDES ANHELOS 
        
        En 1954, se 
        produjeron en su vida emocional y profesional dos hechos 
        trascendentales, primero su matrimonio con la hermosa santiaguera Gladis 
        Castillo, la cual le daría dos hijos: Meliza y Longino (Pachito); 
        segundo, la cristalización de un viejo anhelo, la organización de su 
        propio conjunto: Pacho Alonso y sus Modernistas.  Desde los 
        primeros momentos, le impregnó a su grupo como característica 
        fundamental, su marcada acentuación, eminentemente santiaguera.  Con tal 
        reconocimiento por parte del público bailador, obtuvo sus primeros 
        triunfos en los escenarios de los centros nocturnos como El Copa Club y 
        San Pedro del Mar.  Más tarde, fueron contratados con carácter de 
        exclusividad para actuar en la carroza de la cervecería La Polar, 
        presentándose en distintos carnavales y en otros espectáculos.  En 1957, 
        Pacho se presentó por primera vez en la televisión durante una semana 
        con su conjunto en el programa «El Show del Mediodía», del canal 6 de 
        CMQ TV.  Ese mismo año, y sin ningún éxito significativo, grabó para los 
        discos GEMA los números titulados Meñoñón (son montuno) y 
        Serenata de Haití.  De regreso a su querido Santiago, continuó sus 
        actividades en cabaret y bailes populares, pero ya con la idea fija de 
        darse a conocer nacionalmente desde la capital. 
          
        
          
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            En la antigua 
			Unión Soviética para 1962  | 
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        CON TALENTO Y ARROJO NECESARIO 
        
          
            | 
             
              
			
			Pacho Alonso y su 
			esposa Gladys Castillo en Francia para 1962  | 
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            La ciudad 
            de La Habana con sus emisoras de radio y televisión, empresas 
            discográficas, cabarets, nights clubs y teatros, era la plaza más 
            importante y ambicionada por los artistas del resto de la isla.  Sus 
            famosos centros recreativos, en manos de comerciantes habilidosos, 
            no querían correr el riesgo de afectar económicamente sus negocios 
            con la contratación de un elenco artístico poco conocido, aunque 
            éstos estuviesen respaldados por un alto valor artístico. 
            
            Desde muy 
            joven Pacho Alonso —y fue un aspecto destacado de su 
            personalidad inquieta—, tuvo audacia y perseverancia para lograr sus 
            objetivos, y uno de ellos, llegar a ser una de las primeras figuras 
            del canto en su país.  Con esa firma decisión a finales de la década 
            del cincuenta Pacho se radicó en La Habana, y como primer 
            paso en 1958 reestructuró su conjunto con el nombre de Pacho 
            Alonso y sus Bocucos.  A su llegada a la capital, estaba consciente 
            que, como joven humilde, para poder triunfar en su medio, no sólo 
            bastaba el talento, sino imponerse a los escollos derivados de un 
            sistema político injusto, como el que imperaba en aquellos momentos 
            en nuestro país. 
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        EL GRAN SALTO A LA POPULARIDAD 
        
        Después de 
        algunas gestiones infructuosas con gerencia de importantes compañías de 
        grabaciones, Pacho logró un pequeño contrato en el Hotel 
        Deauville donde con un grupo de amigos que confiaban en él pudieron 
        reunir mil pesos y con ellos organizaron una pequeña compañía de 
        grabaciones denominada Producciones NOMO.  En un estudio de grabaciones 
        alquilado grabó el son montuno titulado Dame un chance, del 
        oriental Electo Rosell (Chepín) y por la otra cara el bolero de Otilio 
        Portal nombrado Enferma del Alma.  Su distribución en las 
        emisoras de radio y vitrolas de los bares se efectuó personalmente y con 
        ayuda de amigos.  Enrique Bonne la distribuyó en Oriente.  A los pocos 
        meses, la voz de Pacho era escuchada en toda la isla logrando con 
        ello su primer gran éxito en el mercado discográfico y el inicio de una 
        carrera como cantante que se calificaría de vertiginosa y constante 
        ascenso. Ya con su voz de bolerista rítmatico sonando en todas las 
        emisoras del país, los comerciantes de la firma disquera RCA Víctor, en 
        1959, le ofrecieron un contrato de exclusividad para grabar sus primeros 
        discos de cuarenta y cinco revoluciones, los cuales popularizaron 
        títulos como Yo no quiero piedra en mi camino, del 
         santiaguero Enrique Bonne (autor que será significativo en la carrera 
        futura del cantante), los boleros, Imágenes de Frank Domínguez;
        Tú no sospechas, de Martha Valdés; Tú sabes mucho, de 
        Pedro Vera, y otras obras que harían interminable esta relación.  Para 
        nadie fue extraño que en 1960 se pusiera a la venta su primer larga 
        duración con el nombre de Una noche en Scheharazada , que 
        justificaba el gran éxito de popularidad que contaba desde hacía tiempo 
        desde la pista de este conocido club habanero, que aún lleva ese 
        nombre.  En dicho disco, con un alto nivel en las orquestaciones de Bebo 
        Valdés y Yoyo Casteleiro, la voz calida e impecable de Pacho , 
        quedaba demostrado lo que llegaría a reafirmarse con el tiempo, que era 
        uno de nuestros bolerístas más significativos.  
        
          
        
          
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            SIEMPRE CANTO A LO PACHO 
			
            En el Modo 
            de proyectarse este vocalista, merece precisarse algunos aspectos 
            particulares al abordar sus interpretaciones, tanto en las de textos 
            amorosos como en los picarescos.  Su excelente afinación, fraseo y 
            métrica perfecta le permitía que sus ejecuciones, aunque fueran de 
            una misma obra nunca resultaran iguales.  En su canto lograba Pacho 
            una comunicación íntima y concentrada con sus oyentes, especialmente 
            en las canciones y boleros.  En los géneros movidos (especies de 
            estampas costumbristas) con letras jocosas que relataban momentos y 
            personajes de la vida diaria de su querido Santiago de Cuba, esa 
            interrelación era mucho más rápida y directa.  Aunque muchas de 
            estas características podían ser comunes a otros cantantes, lo 
            cierto es que en él había aspectos tan sutiles y personales, que se 
            podían asegurar que Pacho Alonso, siempre cantó a lo Pacho.  | 
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            A finales 
            de las décadas del cincuenta y primera mitad del sesenta, el 
            movimiento denominado feeling quedó plenamente definido.  DE 
            1958 a 1961, el estilo peculiar de Pacho se consolida, dentro 
            de está nueva manera de componer y abordar la canción popular, con 
            sus permanentes presentaciones en pequeños centros nocturnos 
            habaneros como los clubes Le Mans y Scheherazada, donde este 
            vocalista se convirtió en el atractivo central, como fecundo 
            cultivador del bolero «felinoso» .  Como todo movimiento cultural e 
            histórico, Pacho no se encontraba aislado.  Laboró 
            estrechamente con otros cultivadores del género como los cantantes 
            Elena Bourke, Elsa Balmaceda, Orlando Fierro, Gina León, Dandy 
            Crawford y el dúo de René y Nelia, que dieron también sus aportes 
            valiosos, y con el acompañamiento de los pianistas Frank Domínguez, 
            Pepe Delgado y Frank Emilio, entre otros no menos notable, Pacho 
            logró una unificación entre el compositor y el intérprete que aportó 
            nuevos elementos emotivos en al canción popular cubana.  | 
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			En compañía de su 
			hijo y notable pianista, Pachito.  | 
           
         
        
        
        
        NUEVOS BRIOS 
        
          
        
        Después del 
        triunfo de la Revolución, se abre para Pacho una etapa llena de 
        nuevos bríos y planes ambiciosos.  Los proyectos de su carrera futura 
        estuvieron más estrechamente ligados a su conjunto.  Pacho Alonso y sus 
        Bocucos ya tenía bien definido su estilo musical, basado según el propio
        Pacho, en una mezcla de guapacha y distintos toques de la tumba 
        francesa de origen haitiano.  En 1961, había logrado reunir un grupo de 
        buenos instrumentistas y cantantes como, Manuel Couto Pavón (piano), 
        Modesto Balvuena (contrabajo), Manuel Cobas Quenque (tumbadora), Miguel 
        A. Albear Manzano (paila), Rúl Bosque Grillo, Epifanio Rabell Selva, 
        Pedro J. Crespo Pérez y Oreste Suárez (trompetas) y los excelentes 
        vocalistas Ibrahin Ferrer y Carlos Querol (guitarrista y excelente 
        segunda voz).  Sin dudas, todos ellos contribuyeron con su talento a la 
        singular sonoridad posterior del grupo, unido al aporte del músico 
        Enrique Bonne y del propio Pacho, a lo cual nos referiremos más 
        adelante. 
        
          
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            Pacho Alonso 
			junto a la Orquesta de Mariano Macerón en Santiago de Cuba en 1954.  | 
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        A partir de 
        1961, Pacho Alonso y sus Bocucos iniciaron una descollante labor musical 
        actuando en los carnavales en varias provincias, los grandes escenarios 
        de los cabarets Night and Day, Hotel Haban Libre, Tropicana, Nacional, 
        Havana Rivera.  Su atractiva figura es solicitada frecuentemente en 
        distintos programas de televisión de aquellos años como «El Show de Arau», 
        «Álbum Phillips», «Jueves de Partagás», «Noche Cubana», «Lunes Musical»  
        y «Casino de la Alegría».  En ellos alternó con personalidades 
        artísticas de la envergadura de Beny Moré, Rosita Fornés, Ramón Veloz, 
        Sonia Calero, Alberto Alonso, Luis Carbonell, Trío Matamoros, Cuarteto 
        D’Aida y Bola de Nieve.  Grabó su segundo larga duración para la Víctor, 
        donde incluyó a sus Bocucos alternando con las orquestas de Bebo Valdés 
        y la de Juanito Márquez, y donde cantó grandes éxitos de su carrera como 
        la guaracha Que me digan feo, el ritmo guasón A cualquiera se 
        le muere tío, de Enrique Bonne, y el inesperado son montuno de 
        Martha Valdés  titulado, Sorpresa de harina con boniato. 
         
        
          
        
        En 1961, a 
        Pacho Alonso, a la Orquesta Aragón y a otros cantantes, les fue 
        entregado en el Club La red, de La Habana, el Disco de Oro de Simpatía, 
        por la RCA Víctor por ser uno de los discos de mayor venta del año 1960 
        en Cuba y en el extranjero. 
        
          
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            EMISARIO DE NUESTROS RITMOS 
			
            A partir de 
            1962, Pacho Alonso tuvo la oportunidad de representar el país más 
            allá de nuestras fronteras.  Con su conjunto dio a conocer la obra y 
            ritmos de nuestros compositores más representativos en países de 
            Europa socialista y capitalista.  En la exclusiva sala de conciertos 
            del famoso Conservatorio Chaikowski, de Moscú, ante un público 
            compuesto de personalidades musicales y políticas, con la actuación 
            de Pacho y sus Bocucos se produjo por primera vez en la historia de 
            dicha selecta sala la presentación de un grupo de música popular.  
            Ese mismo año representaron a Cuba en el Festival del periódico 
            L’HUmanité , en Francia, y un año más tarde en el Festival de 
            Radio Praga, Checoslovaquia, con el mismo éxito.    | 
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            En los 
			carnavales habaneros de 1970  | 
           
         
        
        
        
        PACHO Y BONNE: DOS INNOVADORES 
        
        Contrariamente 
        a la opinión de algunos estudiosos que hablan de una crisis dentro de 
        nuestra música popular bailable durante la década del sesenta, la misma 
        se vio enriquecida entre otros aspectos por el aporte de un grupo de 
        compositores y músicos innovadores.  Se crearon nuevos ritmos con el 
        nombre de mozambique, wawa, pa-ca, pilón, entre otros.  Muchos de estos 
        ritmos llegaron a ser novedosos por el talento de sus creadores e 
        intérpretes, por la incorporación y utilización en ellos de ciertos 
        giros y elementos rítmicos de manifestaciones musicales de valores 
        permanentes como la conga, el son, la guaracha, el mambo, la rumba, y el 
        masón (de origen haitiano) y en algunos casos del merengue dominicano, 
        el joropo venezolano y la samba brasileña, que situados en formas y 
        combinaciones tímbricas y temporales, producían un efecto, rítmico 
        nuevo.   En realidad, todas estas modalidades musicales bailables 
        tuvieron un carácter pasajero pero en su memento cumplieron sus 
        objetivos fundamentales en el gusto de nuestro pueblo. En esta etapa de 
        renovación Pacho Alonso y el excelente compositor y percusionista 
        oriental Enrique Bonne tuvieron una destacada participación.  Los dos, 
        profundos conocedores de las costumbres y por supuesto de la música de 
        su provincia y amigos desde la adolescencia, simbolizarían la plena 
        identidad entre compositor e intérprete.  Entre los primeros hits 
        de Pacho.  Yo no quiero piedras en mi camin, Se tambalea, Que 
        me digan feo, y A cualquiera se le muere un tío, los nombres 
        de Pacho Alonso y Enrique Bonne se clasificarán como un hecho artístico 
        producto de una simbiosis de originalidad y homogeneidad musical. 
        
          
        
        En 1964, el 
        maestro Bonne le propuso a Pacho la idea de un nuevo ritmo, el cual él 
        denominó Ritmo Pilón.  El mismo se nutría básicamente de los 
        elementos rítmicos, melódicos y tímbricos extraídos del órgano oriental 
        y del golpe y movimiento incesante del cuerpo (como si bailara), que 
        hacen los campesinos en las montañas orientales cuando descascaran y 
        muelen o aplastan el café ya tostado en el pilón, especie de gran 
        mortero hecho de un tronco de árbol ahuecado.  Desde los primeros 
        momentos el ritmo prendió entre los integrantes de Los Bocucos, en 
        especial entre los músicos, Manuel Cobas Quenque (tumbadora), Miguel Ángel 
        Albear (paila), Ibrahín Ferrer (güiro y cantante) y Roberto Correa 
        (trompeta y clave), los cuales con sus toques y sugerencias acabaron de 
        perfilar el Ritmo Pilón,  junto a los valiosísimos aportes en el 
        campo y el baile creados por el propio Pacho Alonso.   
         
        
          
        
        El primer 
        título grabado dentro de esta modalidad fue el Ritmo Pilón, 
        Baila José Ramón, lo cual por su aceptación en el público le 
        siguieron otros como, Rico Pilón, Se te cayó el dinero, 
        todos por supuesto de Enrique Bonne. 
        
          
        
        Basados en esta 
        experiencia obtenida, Pacho y Bonne posteriormente originan otros ritmos 
        como los llamados Simalé y el Upa-upa, que como el 
        Pilón, tuvieron momentos de esplendor hasta ir pasando poco a poco 
        de  moda.  
        
          
        
        
        
        LA RENOVACION, Y DE NUEVO COMO EMISARIO DE NUESTROS RITMOS 
		
          
        
        En 1968, Pacho 
        Alonso formó un nuevo grupo.  Los Pachucos, el cual se 
        caracterizaba por una sonoridad tímbrica más contemporánea al que Pacho 
        incorporó un repertorio nuevo.  Con esta agrupación, el 19 de agosto de 
        ese mismo año ofreció un recital en el Palacio de Bellas Artes de La 
        Habana; allí el cantante hizo gala de su versatilidad cantando desde un 
        son montuno como El guayabero de Faustino Orama, hasta el nuevo 
        estilo de bolero muy de moda por aquellos años como los titulados. 
        Esta tarde vi llover y iNo!, 
        del mexicano Armando Manzanero; otras como Persistiré, y Como 
        pienso en Ti, de los cubanos Rubén Rodríguez y Roberto Puente, que 
        una vez grabados llegaron a ser nuevos éxitos de Pacho en todas 
        las emisoras del país. 
        
          
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            En 1969, 
            Pacho y sus músicos fueron invitados por el mes de junio a la Feria 
            de Barcelona, en España, en la cual por su sobresaliente labor 
            artística y aceptación popular durante todos sus festejos le fue 
            otorgada la Medalla de Oro con el compromiso de volver a Barcelona 
            el siguiente año.  En las dos oportunidades en que Pacho y su 
            grupo visitaron la Feria Internacional de Muestras de Barcelona, 
            aparte de sus presentaciones en el Pabellón Cubano fue contratado 
            para cantar en otros escenarios como el Club Larraine, restaurante 
            Tres Molinos, Night Club Tropicana y otros.   Actuaron junto a 
            agrupaciones españolas muy conocidas por aquella época en nuestro 
            país como los nombrados, La Formula V, Los Javaloyas, Los Diablos, 
            Los Payos y cantantes famosos como Rafael, el argentino Luis Aguilé 
            y el mexicano Armando Manzanero.  Ofreció recitales por la 
            televisión y la radio, y con el Simalé, nuevo ritmo incorporado por 
            Pacho a su conjunto, con el cual hubo tanta exaltación por parte de 
            los bailarines españoles que motivó que dejaran grabado en España, 
            para la firma Movieplay, un larga duración dedicado totalmente a 
            esta modalidad musical cubana. 
            
            En 1970, 
            Pacho Alonso junto a los más destacados de nuestros deportistas fue 
            invitado a los Juegos Centroamericanos y del Caribe, celebrados en 
            Panamá.  Por su participación notable le fue otorgada la Medalla del 
            Pabellón panameño y a su vez, todos nuestros atletas se sintieron 
            estimulados por su música y apoyados por su dinámica que recordaba 
            su juventud y sus buenos tiempos de deportista.  | 
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        Dos años más 
        tarde (1972) integró el espectáculo Directo de Cuba, en unión de la 
        cancionero Ela Calvo, Los Papines, y un grupo de bailarinas, los cuales 
        llevaron un ejemplo genuino de música cubana por países por países como 
        la Unión Soviética [hoy Rusia], Bulgaria, Rumania, Polonia, República 
        Democrática Alemana [hoy está unificada a la República Federal de 
        Alemania] y Checoslovaquia [hoy dividida en República Checa y República 
        Eslovaca o Eslovaquia].  A su regreso, fueron notorias sus actuaciones 
        en varias carrozas durante los paseos en los carnavales de esos años y 
        donde dio a conocer el Upa upa, otro nuevo ritmo, el cual como siempre, 
        fue recibido con satisfacción por nuestros bailadores. 
        
          
        
        
        
        EL FINAL EN PLENAS FACULTADES 
        
        En 1978, Pacho 
        Alonso y sus Pachuchos viajaron de nuevo a España, donde se presentaron 
        con el éxito acostumbrado en Zaragoza, Barcelona, La Coruña, Madrid, 
        Aragón, Huelva y Llogregat.  De regreso a Cuba, centralizó el show a lo 
        Pacho Alonso, en el Cabaret Copa Room, del Hotel Havana Rivera, y 
        participó ese año en el Festival del Son.  Ya por esa época, su hijo 
        Longino (Pachito) destacado pianista y orquestador [Director de 
        Orquesta], se había hecho cargo de la dirección musical de su conjunto.  
        Las innovaciones, arreglos e ideas renovadoras introducidas en su 
        conjunto por su joven hijo, de alguna manera favorecieron la línea de 
        trabajo del propio Pacho.  Con su hijo grabó varios larga duración.  
        Entre ellos dos exclusivos, donde Pacho regresó al bolero y a la canción 
        y donde se mostró en plena facultades vocales e interpretativas.  Un año 
        antes de fallecer de forma repentina, en la Ciudad de La Habana, un 28 
        de agosto de 1982, el Estado cubano le había otorgado a Pacho Alonso la 
        Medalla por la Cultura Nacional.  De ese modo se le reconoció a nombre 
        de su pueblo sus grandes aportes a la música popular cubana y a su 
        alegría de vivir. 
          
        
        Nota: Este artículo fue 
        enviado por David Cantrell nuestro colaborador en Arizona e Israel 
        Sánchez-Coll lo transcribió del original para los lectores de Herencia Latina. 
         
        
          
		
          
		
        Derechos Reservados de Autor 
          
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