Adiós al montunero mayor

5 de mayo de 1917 en Morón - Cuba  -  23 de marzo de 2006 en La Habana - Cuba


Pedro de la Hoz La Habana

Tomado de la revista electrónica La Jiribilla.


Con su humor habitual, Pío Leyva decía que tenía un pie puesto en los 88 y la cabeza en los 100. La muerte quiso burlarse del pronóstico y asaltó al sonero en la madrugada del 23 de marzo de este 2006. En un hospital habanero, donde se sometía a estudios clínicos debido a un accidente vascular encefálico, le sobrevino un paro respiratorio. Pero la muerte nunca sabrá que Pío, al final del cuento, terminará burlándose de ella, porque voz, vida y voluntad como las suyas pasarán la curva del centenario rumbo a la eternidad.

“Yo nací el 5 de mayo de 1917 en Morón. Me llamo Wilfredo Pío Leyva Pascual. Yo cantaba mucho, así, cuando muchacho, en el patio de mi casa. Me subía en una mata y me ponía a cantar y al otro día los vecinos me decían: ‘Oye, te oí cantar’. Y así un día salí y había un velorio de santo en una casa en la calle Narciso López. Llegué y había un septeto tocando. Me paré en la puerta y les dije a los músicos que por qué no me dejaban cantar un número. Y me dijo uno: ‘¿Cómo te voy yo a dejar cantar? No te conozco a ti’. ‘Yo sé —le dije— pero déjeme cantar con ustedes’. Entonces se paró un amigo mío, bongocero del grupo, que en paz descanse, Valentín Sandoval, y le dijo al director: ‘Deja al muchacho que cante algo’. Pasé, me trajeron un taburete, me subí ahí y canté un número que decía (empieza a cantar): ‘Negra linda, negra santa / cómo me gusta gozar. / Déjame pues, mi negrita / mis pesares disipar / escuchando los cantares / de mi tierra bendecida / esta tierra maltratada / con quien yo aprendí a gozar. / Afrocubano soy, afrocubano, / por mis venas corre sangre / del continente africano / por eso me gusta el son / donde canta la guitarra los motivos de mi tierra / de la era colonial.’ Entonces la gente aplaudió, me fui, y al otro día un amigo mío, Juanito Blez, me mandó a buscar a mi casa para tocar un baile con él. Canté esa noche y hasta ahora no he parado más. Eso fue como en el año 30.”

Es bueno que el propio Pío haya contado esta anécdota ilustrativa de su temprana vocación de cantor y su larga trayectoria, pues muchos piensan solamente en el Pío más reciente, el que la noche antes de su muerte debió estar en el Auditorio Nacional de México como parte de las llamadas estrellas de Buenavista Social Club, el que al cabo de los años sumó de modo vertiginoso horas de vuelo y escenarios en mundo y medio, impulsado por el revival de la música tradicional cubana.

 

Pío fue un fenómeno auténticamente popular en la música cubana del siglo XX. Con su decir guarachero, sus improvisaciones jacarandosas, su intuición para someter las melodías a los acentos rítmicos y su timbre acerado, ganó auditorios y escaló a una posición de vanguardia entre los soneros que irrumpieron en la escena musical cubana hacia la medianía de la pasada centuria. En un territorio donde Benny Moré tomó el cetro, Pío fue uno de los miembros del selecto Estado Mayor.

El Benny, precisamente, contribuyó a la popularización de Pío como autor, al hacer de la pieza “Francisco Guayabal” un éxito rutilante. Eran los años 50. Pío decidió probar suerte en La Habana y la tuvo, de las manos de Mariano Mercerón, de Bebo Valdés, de Esteban Antúnez, de la RCA Víctor, de los productores de Jueves de Partagás y Casino de la Alegría, estelares programas de la televisión, con temas antológicos como “Me voy pa' Jaronú”, “Don Pantaleón” y “Nadie baila como yo”.

Pero el tema a la medida de Pío, el que más le pidieron en vida y quizás sea el que mayor demanda tenga en el porvenir, es “No me digas más mentiroso”, recreado luego como “Pío mentiroso”, por Juan de Marcos González y Miguel Ojeda, una guaracha en la que destila el jugo del mejor humor insular.

Siempre los directores de orquesta buscaron arrimar su voz a la brasa de sus agrupaciones: la Riverside, los Ases del Ritmo, Fajardo y sus Estrellas, los Raqueteros del Swing, el Sexteto Colón, la ya mencionada orquesta de Mariano Mercerón, Billo Frómeta, el Conjunto Caney, el grupo de Merceditas Valdés, Juan Pablo Torres, la orquesta de los Hermanos Licea, las Estrellas de Areíto y en fecha más reciente, fichado por Juan de Marcos González, Buenavista Social Club y Afro Cuban All Stars. Tampoco faltó a las convocatorias del flautista Orlando Valle (Maraca) y el laudista Barbarito Torres.

Sus grabaciones en el último lustro constituyen obra de culto entre los seguidores de la música cubana: La salud de Pío Leyva (2005), Esta es mi rumba (2003), Soneros de Verdad Presents Pío Leyva (2002) y El montunero de Cuba (2000).

Unos meses atrás conversé con él por última vez. Sentía nostalgia por los que habían marchado en esta época. Rubén González, Compay Segundo, Ibrahim Ferrer. “Pero yo me le voy a escapar a la pelona”, dijo jugando. Y jugando se le escapará en los discos y en la memoria el hombre que supo hacer del montuno una prueba de arte mayor.

 

Fuente: http://www.lajiribilla.cu/2006/n255_03/255_08.html