Entrevista a Rafael Quintero

Por Alba Marina González
Tomada del libro "Vivir en Marín” por Rafael Quintero

1.a ed., Fundación Editorial El perro y la rana, 2007
1.a ed., Fundación Editorial El perro y la rana, 2020
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Rafael Quintero

Rafael Quintero

Alba Marina González (AMG): ¿Si te menciono la palabra rumba, qué es lo primero que te viene a la mente?

Rafael Quintero (RQ): Para mí la palabra está asociada a mí mismo, a mi familia, a mi entorno más cercano desde mis recuerdos más remotos de la infancia, pasando por la juventud hasta esta época de adulto y creo que a futuro. No es una palabra, es un sentimiento, es la vida misma.

AMG: ¿Cómo fue tu vivencia rumbera en Caracas? Es decir, ¿en qué tiempo la ubicas, qué cosas recuerdas emblemáticamente, ha sido herencia o simple gusto personal?

RQ: De niño. Los grupos musicales en los cuales mis hermanos participaban. Soy el menor de los varones, de manera que ellos arreaban conmigo a cuanto ensayo o función era posible. Recuerdo grupos de ese entonces, quizás a mis cuatro o cinco años, Perlas Antillanas, el Grupo de Montezuma, Frank y su Tribu, Los Gaitétricos, Los Navideños. Mis padres también eran rumberos. Contaba Zoila que con Vicente eran los que más bailaban en las fiestas y que la gente los separaba para bailar con ellos porque querían disfrutar de su ritmo, tanto ellas como ellos y si continuaban todo el tiempo juntos, pues sencillamente no se podía. Era también un privilegio vivir en un barrio (Negro Primero, Marín, San Agustín del Sur) donde se escuchaba música fuera de casa, en diferentes espacios. El señor Inginio, María la de los perros, en la casa de la Sra. Santiaga. Cada mediodía, La hora de la salsa de Phidias, se escuchaba en cada casa de toda la parroquia. Cuando venía de la escuela, la escuchaba casi sin quererlo por la calle.

AMG: ¿Cómo se celebraban las fiestas de Carnaval? ¿Desde cuándo se preparaban, cuánto duraba la celebración, cuándo y cómo se elegía la reina de Carnaval, había una ruta específica para el desfile de la reina y las carrozas, cómo y dónde se desarrollaban los conciertos?

RQ: Desde la finalización de la fiesta de Reyes el 6 y 7 de enero, se empezaba a pensar en el Carnaval en cada calle del barrio. Cada líder de la comunidad asumía como un deber preparar la alegría de tener una reina y comenzaba a verse quienes habrían de ser las candidatas. Lista ya la elección de la reina y recogida la participación económica con una perolita, principalmente para comprar refrescos para la chiquillería, se procedía a declarar oficialmente la apertura de la fiesta en cada calle. Eso era música desde el sábado de Carnaval, incluyendo domingo, lunes y martes. Para luego retomarlo en algunos casos de viernes a domingo, pues el siguiente sábado era la octavita, eran entonces casi ocho días de fiesta.

Hay que diferenciar dos tipos de celebración. Había una fiesta organizada desde la Jefatura Civil de la parroquia y la Gobernación de Caracas por un lado, y por el otro, la que las diferentes entidades espontáneas u organizadas arreglaban para estar a la altura de una fecha como esa. En el espacio que después se llamó El Afinque de Marín había una tradición de celebración desde que tengo uso de razón. Por lo que también allí había presentación de conjuntos de diversos tipos, siendo los más esperados aquellos que expresaban en su ritmo la sabrosura de la música antillana o caribeña. La reina del sector o de la parroquia era elegida en la presentación de todas las candidatas aproximadamente unos 15 o 20 días antes, para que después la elegida pudiera competir en la elección de la reina del Carnaval de toda la ciudad; de manera que desde mucho antes se constituía un comité en cada parroquia que preparaba en detalle cómo habría de realizarse la festividad, y esto dependía en cada parroquia de las autoridades civiles (jefe civil).

El recorrido de las carrozas o cortejo carnestolendo era planificado de manera que cada parroquia viera desfilar a todas las candidatas. El grito de “aquí e’”, era el distintivo típico de que se acercaban la reina de Carnaval y sus damas de honor.

Otra de las cosas de esos carnavales que consta en fotos, es que me gané a la edad de 4 años, y perdóname la distancia, el primer premio en la plaza Diego Ibarra, del disfraz más ingenioso, vestido de campesino, con mi sombrero, mis alpargatas, mi pantalón arremangado, un paltó viejo, una arepa y un machete tres canales de cartón piedra. Las plazas más importantes eran Diego Ibarra, Candelaria, Catia, Andrés Bello, donde siempre había grupos de música bailable.

Luego, cuando estos carnavales fueron reconocidos y venía gente de distintos puntos de la geografía a celebrar aquí las fiestas, se puso de moda el Hotel Ávila, donde se presentaban los grupos más representativos del gusto popular.

AMG: ¿Hubo alguna relación entre las fiestas de Carnaval y el desarrollo de la salsa en Caracas? ¿Cómo fue la transición de la rumba orquestada a la rumba salsera? Lugares de realización, repercusión en la opinión pública y en los gustos personales…

RQ: No podríamos negar la influencia que este proceso ha podido tener en el gusto de mucha gente en relación con la salsa, pero no podríamos dar tampoco este elemento como fundamental y decisivo.

Es evidente que si hablamos de Billo’s o Los Melódicos, de Tito Rodríguez, estos eran los preferidos de la gente a la hora de bailar, pero esta oferta fue diversificándose y permitiendo, con grupos menos numerosos, una mayor movilidad y el abaratamiento de los costos; sin embargo, había una influencia importante, que tenía que ver con la venta de formatos más ágiles y a la vez modernos, que ganaban en versatilidad y rapidez para incorporar al repertorio mayor número de canciones. Muchas veces se completaba la falta de instrumentos, como el caso de Joe Cuba, con voces para introducciones y mambos.

Hoy, a la luz de las reflexiones, podemos decir que los más jóvenes preferíamos los grupos pequeños porque los grandes formatos eran anticuados. Eso era presionado también por nuevas compañías de discos pujando por ocupar el espectro de los otros, las perversidades del mercado. Los grupos del barrio, tenían poco acceso a los metales, pues eran instrumentos caros para una persona debutante y con las lochitas contadas, de manera que era más fácil una guitarrita, un bajo, una conga o un bongó, de allí la preferencia por lo fácil, no había metales.

AMG: ¿Cómo eran las fiestas realizadas en salones privados?, ¿qué solían celebrar, cómo se ambientaban musicalmente, el decorado, la convocatoria, horario, financiamiento, tipos de comida y bebidas, vestimenta y efectos del alcohol u otras drogas en los asistentes?

RQ: Las fiestas del barrio tenían que ser en casas cuando era una celebración de un matrimonio o algún cumpleaños, y en la calle cuando era una fiesta patria o alguna fiesta local, como cada 12 de Octubre, que era el Día de Negro Primero, fiesta de la calle. El ritual era la lavada de la casa y luego el encerado con esperma de vela, porque al parecer la cera verdadera era muy cara, las mujeres más fiesteras de la familia y una que otra allegada se daban a la tarea de poner a tono el ranchito, para que los invitados pudieran disfrutar de todas las comodidades. Los muebles se recogían y encerraban en un cuarto de la casa, para tener un salón principal para el baile.

Generalmente las fiestas de los grandes eran los sábados, que dependiendo de la familia podía prolongarse hasta el domingo bien entrada la tarde. Por lo general, a las 6:00 o 7:00 am del domingo, los dueños de casa hacían un consomé, un cruzaíto o se preparaban arepas o ambas cosas para ofrecerle a aquellos que aún estaban en pie y se habían quedado bailando, echando chistes o cantando boleros si había salido a relucir en la madrugada una guitarrita o un cuatro.

Ya a las 10:00 am, se volvía a prender el pick-up o a subir el volumen (porque quizás jamás se apagó) y continuaban bailando hasta que la conciencia llamaba a parar de beber e irse a descansar un poco. Esto es algo que estoy concientizando después de muchos años de sentirlo. El domingo por la tarde es la hora más triste de la semana, porque de niño la rumba se acababa con el ángelus y era un sufrimiento regresar a casa o ver partir a los invitados, primas y primos con los que durante toda la fiesta estuve jugando.

Las fiestas de tres días solían ser en el barrio cuando coincidía la fiesta de Negro Primero con un puente, entonces los comités del barrio aprovechaban para planificar la rumba de manera que viernes, sábado y domingo, o sábado, domingo y lunes la fiesta no parara.

A los 13, 14, 15 años empecé a asistir a fiestas con luz negra. Allí la preparación corría por cuenta de los jóvenes y a veces se pagaba una pequeña colaboración. Había varios cuartos prestos para recibir a los que venían, el ambiente y la música podían variar en ellos. Un cuarto era para los que llegaban y aún no habían “controlado”, de manera que allí la música era más movida y la iluminación mayor que en los otros espacios, que ya eran para los que lo bailaban todo, “bolero arriba y merengue abajo”.

AMG: ¿Sabes desde cuándo y por qué existen los salones de fiestas en edificios?

RQ: Los edificios en San Agustín eran pocos y su data era muy antigua, de manera que para mí constituyeron un fenómeno nuevo. Digamos que es a partir de 1975 aproximadamente que me es familiar este término, cuando entró en contacto con otros entes y se diversificó la oferta rumbera.

Es para ese periodo que me doy cuenta de que se comienzan a alquilar salones de fiesta para “ser más in”, y se contrataban grupos para celebrar los 15 años de la carajita de la familia y darse una bombota con los invitados.

Por El Paraíso para ese entonces era lo más sofisticado y que daba más caché. También era que había aumentado la inseguridad y no era evidente que una fiesta en el barrio concluyera en sana paz si no invitabas a los guapetones del barrio, aunque igual venían; pero si los invitabas igual se armaba la camorra en el bonche. Así que las fiestas bravas se mudaron a estos salones alquilados o se convirtieron en reunioncitas no muy bulliciosas, para que nadie en el barrio se enterara de que había un arrocito.

AMG: ¿Además de los eventos públicos y privados previamente organizados existe otro tipo de rumba improvisada en el espacio público?, ¿cómo y dónde logras identificarla?

RQ: Una esquina cualquiera de Marín, arriba en la punta del cerro o en casa de Jesús Blanco bastaba que alguien sacara una tumbadora, otro le hacia la clave y ya de una vez se arremolinaba la gente, se hacía una vaca y comenzaban a correr el ron o las cervezas, sencillamente se armaba el rumbón.

Los ensayos de los grupos en el barrio eran siempre una fiesta, los que ensayaban y la gente afuera viendo por una ventana o simplemente escuchando el ensayo, se bebía y se bailaba afuera.

Cada 25 de diciembre y 1.° de enero se convirtieron por un tiempo en tradición para improvisar descargas en Marín, primero arriba en Negro Primero, después abajo frente a Jesús Blanco, y venían músicos de toda la ciudad y los foráneos que coincidían para las fechas.

AMG: ¿Qué papel jugó el festejo de los 15 años en el encuentro entre jóvenes atraídos por la rumba?

RQ: Las fiestas de los 15 eran para las muchachas una especie de sueño desde muy temprano. Era el encuentro con la etapa en que ya podían tener novio oficialmente, aunque ya a escondidas se habían dado sus latas con unos cuantos en la escuela y el liceo. También para nosotros era la oportunidad de conocer a las amiguitas que estaban en ese mismo periodo histórico, en el mismo proceso. De manera que estas fiestas representaban grandes promesas. Bailar era la única manera de franquear los obstáculos que a esa edad representa una endiablada timidez, pero unas ganas increíbles de besar a Marielita.

AMG: ¿Cómo se manifestaba el romance dentro del ambiente festivo? ¿Qué papel jugaban las letras de las canciones y el baile en el imaginario y la recreación amorosa?

RQ: Los textos de las canciones eran susurrados al oído del objeto del deseo y sobre todo si eran canciones como “Tirándote flores” o “Muñeca”, “Me recordarás”, “Contigo en la distancia”, entre otras. Como te decía, sacar a bailar a alguien, la que te gustaba, decirle dos o tres tonterías al oído: “qué bella estás”, “hace rato que quería bailar contigo”, etcétera. Y si terminada la pieza, ella no se iba… pues, listo, había que esperar con ella a que vinieran los boleritos para apretarse duro y comenzaran a pulirse las hebillas, para luego salir a tomar aire y entregarse frenéticos a los zarpazos linguales y otros juegos.

Rafael Quintero

Rafael Quintero

AMG: ¿Cómo defines estas relaciones en términos de género (roles), repercusión, trascendencia y respuesta ante la posibilidad del fracaso?

RQ: Yo siempre he dicho que la mujer es la que decide. Cuando uno se da cuenta de que una hembra te gusta, ya ella te ha enviado su mensaje, quizás uno conscientemente no se dé cuenta o quizás estás malinterpretando un mensaje que fue enviado a otro, pero ellas siempre hacían que el hombre pensara que él tomaba la iniciativa, para ponerte el freno de mano al inicio, pero después ir rebajando poco a poco la defensa, hasta que por fin, ya descartadas las dudas con la posibilidad de que se formaran otras parejas, accedía a ser la tuya y tú el de ella. Porque siempre había que llegar a las fiestas haciendo un reconocimiento táctico estratégico del terreno. Fulanita vino sola, a aquella le gusta tal, Mengano peleó con Zutanita…, tú sabes. Luego de eso, a pescar miradas y sonrisas, deslice de manos, guiñitos de ojos. Los fracasos en muchos de los casos eran asumidos de forma olímpica. Total, una batalla no definía la guerra y no siempre se besa a las bonitas.

AMG: Nómbrame los lugares donde solías ir a bailar en Caracas en tu época rumbera, ¿existía alguna ruta específica, se mantienen los lugares y la ruta en la actualidad?

RQ: Al principio la rumba no había que irla a buscar, estaba en mi cuadra, era el barrio el espacio para dar rienda suelta a la fiesta, todo estaba allí. Después, se bailaba en la matiné del Fermín Toro, que podían ser en El Silencio, Ruperto Lugo, 23 de Enero, Manicomio, San Martín. Luego se diversificó la oferta, pues con la universidad pasamos a hacer rumbas en el este de la ciudad, las riquitas querían saber qué era eso de bailar con un negro y allí estábamos nosotros para complacerlas en ese caprichito. También se esparció por todo el país. A veces empezábamos a dar serenatas en Caracas y terminábamos en una playa en Cumaná, con unas cuantas rumberas cumanesas.

AMG: ¿Había algún epicentro salsero en la ciudad? En caso positivo, ¿sabes por qué se produce la concentración geográfica? ¿Cómo eran esos lugares?

RQ: Son lugares emblemáticos el 23 de Enero, Sarría, Caricuao, Cotiza y San Agustín. La razón creo que es evidente, la cantidad y la calidad de los músicos, estos no solamente fomentan el hacer la música, sino que escuchan y difunden y están prestos siempre a armar la fiesta sin remordimiento.

AMG: ¿Cómo resolvía el rumbero lo relacionado con el transporte nocturno y/o la inseguridad capitalina?

RQ: La imaginación es la mejor herramienta en estos casos. En un tiempo no había más nada que hacer: irse a pie en la madrugada para la casa. Quien se aventuraba a andar a pie quería decir que no tenía nada que esconder y por lo tanto nada que robarle, jamás me ocurrió nada tomada esta decisión. Cuando era muy lejos y no había una cola o transporte público, uno se quedaba echando chistes, cantando, y si la fiesta seguía, bailando hasta que había nuevamente transporte en la mañana.

AMG: ¿Las reinas que elegían en los barrios eran las mismas que posteriormente concursaban para la elección de las parroquias?

RQ: Sí y no. Se elegía una entre todos los barrios con las edades propicias, entre 15 y 21. Esas eran las que iban para el concurso oficial de la parroquia y después de elegida una por la parroquia, a la final por la reina de Caracas. Y no, porque había reinas por calles, que podían ser unas bebés de 4, 5, 6 años que no podían evidentemente concursar. Entre tú y yo: una vez en quinto grado me eligieron rey Momo, no por bello, sino por aplicado. Todos los panas me apoyaron para después cagarse de la risa y burlarse de su soberano... Queda entre los dos.

AMG: ¿Sabes quiénes y cómo elaboraban las carrozas y cuál era su ruta por la ciudad en Carnaval?

RQ: Las carrozas se construían a instancias de las jefaturas civiles, de manera que si tenías una idea y un grupo reconocido, organizado, podías optar a los recursos que se entregaban para ello.

AMG: ¿Cómo era el procedimiento para encerar el piso con esperma de vela?

RQ: Medio peligroso, más de una vez se prendió una casa con esa técnica. Las velas (mientras más, mejor) se reducían o desmenuzaban por cualquier vía, martillo, cuchillo, etcétera. Luego esta se introducía en una perola grande de leche, para ese entonces eran las de mayor tamaño, para ponerlas a fuego lento en la cocina de kerosene y cuando estuviera todo derretido, con un trapito se procedía a esparcirla por todo el salón que se había elegido para la bailanta.

AMG: ¿A qué jugaban los niños mientras sus padres rumbeaban?, ¿cómo era la fiesta de los pequeños?

RQ: A todo. Teníamos unos caballitos de metal y una carreta donde podíamos montarnos y hacer competencias en la calle en Negro Primero, porque allí no hay tránsito automotor. Después con los eternos soldaditos de plástico, guerras entre un bando y otro, colocados a una distancia, lanzando piedras a los soldaditos del bando contrario. Contuy municierra, La Ere (por decir la eres o la llevas), Policía y ladrón, a cazar limpiacasas o arañas, La Cinta, El Gato y el Ratón, Stop, Vuelta al Cacho el Perolito, Tonga, y tantos otros. Cuando nos advertían no ensuciarnos había que poner en práctica los juegos tranquilos: Damas, Monopolio, Ludo y Bingo.

AMG: Háblame de la celebración del Día de Negro Primero, ¿sabes si se hacía también en otros barrios y de qué manera?

RQ: No sé si te he hablado de la organización de Negro Primero. Creo que era la más fuerte y de mayor respeto. Por eso este día constituía una especie de ritual al cual nos tenían acostumbrados y era la manera de decir que la organización y el espíritu de unidad seguía encendido. En Hornos de Cal había una celebración que podía equipararse a esta, era la Quema de Judas, que atraía a toda la parroquia, pues siempre a instancias de Alejandro Hernández (El Mozo) aparte de hacer reír a los presentes por las ocurrencias del testamento de Judas, metiéndose con los vecinos, también servía para protestar y hacer escuchar las voces que estaban en contra de las medidas y maneras de operar de adecos y copeyanos en el poder. En la Fila de Marín, en oportunidades se hacían encuentros de bolas criollas, torneos llaman ellos, que concluían en tremenda rumba, sobre todo cuando jugaban las chicas y todos nos aventurábamos a presenciar estos juegos que cuando jugaban los hombres no tenían el menor interés.

AMG: Las matinés en los liceos que se hacían los fines de semana de 11:00 am a 5:00 pm aproximadamente, ¿cómo se ambientaban musicalmente?

RQ: Aclaro, camarada, los bochinches del Fermín Toro eran en la semana, los fines de semana la rumba era completa, por la noche. Si había ganas de rumbear en la semana, pues todos decidíamos que un profesor había llegado tarde y nos largábamos al mismísimo... Ya tú sabes. Si había un profesor enfermo... matiné seguro. Te imaginas cómo será eso ahora con los celulares. En el matiné la música era variada, pues estaban los que solo eran capaces de bailar pegadito con los éxitos gringos de moda, pero rápidamente los patria o muerte protestaban por tanto guachi guachi, de forma tal que volvía a imponerse la salsita de ley, y si querían algo diferente, pues se escuchaba y bailaba occi di ragazza, los italianos que también sonaban.

AMG: Y para terminar, dime tu año de nacimiento, de mudada a Europa y dame autorización para enviar algunos de tus temas comprimidos a Argelia para que conozcan más de cerca tu trabajo.

RQ: Nací en Caracas, Cruz Roja de La Candelaria, a las 11:00 am de un domingo 11 de noviembre de 1956. Me vine a Francia en octubre del 1998 de forma definitiva, pues había estado viniendo a tocar desde 1994 cada año una vez, y entre el 97 y 98 vine cinco veces... Vivía más aquí que allá, por eso la decisión.



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