Variaciones sobre Ricardo y Bobby[1].

 

 
   

 

 

 

 

 

Por ©Luis Tasceche

Especial para Herencia Latina

Cedido por su autor

 

 

La música y la literatura son esencias que definen a las mujeres, los hombres y a sus pueblos; [en gran parte, son  sus grandes paradigmas que crean y construyen habitus en ellos,  pues les generan en sus vidas prácticas, un sentido adquirido que es el conocido  imprinting cultural que surge en el seno de las comunidades. La música y la literatura crean los imprintings culturales de esas comunidades.

“Estos habitus en ellos, -como bien lo traduce y repiensa Mirla Villadiego Prins[2], al retomar a Pierre Bourdieu- es una especie de estructura mental que estructura y es estructurada por la práctica, no actúa sobre los individuos a la manera de estímulos, es decir, como si se ejerciera sobre ellos una determinación directa, que ejerce efectos inevitables e inmediatos.

 

El habitus funciona con una alta intervención de las leyes de probabilidad, debido a que si bien es cierto que los individuos actúan con casi total coherencia con los requerimientos del orden social, ello no es el resultado de una imposición externa sino más bien la consecuencia de una selección realizada a partir de los esquemas de percepción, pensamiento y acción que cada individuo ha heredado del grupo social o ha adquirido con su experiencia personal”.
Son estos
habitus esenciales,
de hacer, componer, escuchar, y vivir la música y la literatura, los que al configurarse como habitus esenciales del ser humano y de las comunidades, al mismo tiempo adquieren el valor de  paradigmas pues se “forjan como un conjunto de creencias generadas y compartidas por una comunidad…(específica y determinada: artistas, músicos, literatos, melómanos, críticos) para guiar sus procesos de producción y legitimación del conocimiento” como lo expone el físico Thomas Khun en su trabajo editorial “La estructura de las revoluciones científicas” que se convirtió en una referencia importante para la creación de una nueva concepción de la historia de la ciencia, que hoy nos sirve de puente y mirada para observar, ese inocultable proceso de la creatividad.

Son estos habitus, los que no son una creación exclusivamente individual, según Bourdieu[3]; puede hablarse de “un habitus social, que es el que se expresa en el conocimiento, que siendo heredado de generaciones pasadas, sobrevive en nuestra cotidianidad y tiende a perpetuarse en el futuro”[4], como sucede con amplias apropiaciones y empoderamientos de la música y la literatura por parte pueblos y comunidades enteras.

 

En ese sentido, la música y la literatura, “son las posibilidades mismas (para que) los individuos se adapten por sí solos a las condiciones de vida que les imponen”[5]; aunque puedan -como lo expuso  Yehudi Menuhin- “ser expresivas, comunicativas, conmovedoras e inspiradas, pero rara vez son accidentales, aun cuando recuerde los sonidos eternos del mar o la espontaneidad del canto de las aves. El llanto del recién nacido es un sonido tan intrínsecamente musical como el martilleo seco del picamadero, el estrépito del trueno, el rumor del viento en los trigales, el arrullo de la paloma, el cascabeleo de la semilla en las vainas, el sonar del metal, el suave murmullo de pasos sobre la hojarasca. ¿No son esos sonidos naturales gran parte de la materia prima con la que el hombre crea la música? Con ellos hemos construido, y seguimos haciéndolo, lenguajes musicales, ya sean éstos las más sutiles y refinadas texturas monódicas (melódicas) y rítmicas, como las que se perfeccionaron hace miles de años en la India, o las texturas armónicas más complejas que se han creado recientemente en la Europa occidental”[6], (esa es una significación que queremos darle también a la literatura, así la música posea en su materialidad, paradójicamente literatura musical).

Son experiencias y son conocimientos; también “son marcas sin retorno que imponen, el imprinting cultural” –un concepto novedoso que propuso Konrad Lorentz- y que al término imprinting le dio un significado especial, en tanto busca dar cuenta de “la marca sin retorno que imponen las primeras experiencias del joven animal (como en el pajarillo que saliendo del huevo toma al primer ser viviente a su alcance como madre)”[7].

 

Es este imprinting cultural del que “el individuo sujeto se apropia de su genos[8] al que obedece, (donde construye) su dependencia hereditaria singular, se autonomiza al apropiarse del genos, donde se afirma en su cualidad de sujeto, (ahí están en juego como memoria, la literatura y la música), devienen en fundamento de la identidad personal: nuestra herencia plural que hace de nosotros individuos singulares. En todas las sociedades, la cultura se impone a los individuos, lo recuerda ampliamente el maestro Morin, en la “Antropología de la Libertad”].

 

No en vano, Sherwood Anderson, en un artículo periodístico[9] hacia un llamamiento a otros artistas para que fuesen a Nueva Orleáns: “Querría hablarles de los largos y apacibles paseos por la escollera, en donde viejos navíos jubilados, alzan sus mástiles en las luces doradas del crepúsculo vespertino. Por las calles de esta ciudad los transeúntes caminan indolentes, sin prisas…Me afirmo en mi pensamiento de que la cultura significa ante todo, el goce de la vida, ocio y un sentimiento profundo del ocio…Significa que se dispone de tiempo para que la imaginación recree los hechos de la vida; significa tiempo y vitalidad para ser serio ante las cosas verdaderamente serias y un fondo de alegría del vivir con el que poder refrescar el espíritu cansado. En una civilización en que la acción es dominante, sumergiendo la vida imaginativa, hallaréis lo que predomina en las ciudades de Pittsburg y Chicago hoy en día. Cuando la acción preferida por el deseo de vivir, de amar y de comprender la vida, entonces hallaremos en mayor número de ciudades americanas ese singular encanto que sólo puede encontrar uno, en la actualidad, en ciertos viejos rincones de Nueva Orleáns”; igual proceso va a suceder en Nueva York para los inmigrantes del Caribe y América Latina cuando trasladan sus imprintings culturales y sus habitus esenciales que portan sus corporalidades y sus memorias para este momento, de múltiples intercruzamientos en que se va ha desenvolver el Barrio Latino en pleno advenimiento de la música [ancestral, tradicional, folklórica y popular] que reventó con todos sus estertores, el alma de los afrolatinos en todo el mundo, por allá en los 60s (sesentas), y no es más justo decir, que todo lo que despierta en uno, como en muchas de las comunidades extranjeras la música Salsa, es un verdadero “goce de la vida” y que ese “sentimiento profundo del ocio” que ésta embarga, no significa más que saber “disponer de tiempo para  que la imaginación recree los hechos de la vida”, como esencia que logra definir a mujeres, hombres y a pueblos enteros.

 

Y sino que lo digan: los gozosos rumberos de Barranquilla, Buenaventura, Cali, Medellín, Pasto, Cartagena y Bogotá por sólo hablar de algunos epicentros urbanos de nuestra nacionalidad,  cuando a sus oídos de gozosos, les  vuelve ese delirio musical que encarnan los salseros de Ricardo y Bobby, esos mitos vivientes que nuevamente  con su arte musical remozado y desbordante, resignifican la Salsa como un universal simbólico perfectamente estructurado como un todo, valioso, complejo, singular y profundo que alcanza con el concierto en vivo, desde Bayamón, Puerto Rico, del pasado 22 de julio de 1999, poder reinventar para la vida de la música todo esa creatividad tan necesaria del barrio en la música popular como es el tiempo bravío de la descarga, así existan ensayos y previos, lo que logro argumentar ese  concierto fue retroalimentar esa capacidad de querer “seguir teniendo el deseo de vivir, de amar y de comprender la vida”, con todo lo más representativo de la música salsera y vital. Es como volver sobre el recuerdo de muchas dichas  bailadas y gozadas en el infinito de nuestros cuerpos…bailando y cantando lo que es ocio y salsa, ocio y música, ocio y literatura, ese ocio que traduce en nuestras esencias, en las entrañas viscelares del Barrio, las ganas por seguir existiendo con optimismo, enamorados de imposibles que hablan de nuestras fragilidades y nuestros afectos, precisamente para que como pueblos aprendamos a tener “una clara visión de la vida” y como aliadas en nuestras esencias, toda la música y la literatura posibles, porque eso es tener “un sentimiento profundo del ocio”, eso es poder ser afrolatinos con fundamento, y eso es conquistar, poder conquistar nuevamente toda esa “amalgama de tradiciones que se constituyen para nosotros en una memoria musical” permanente. Una memoria musical de la que estamos hechos, porque “estamos tejidos por sus letras, por sus melodías, -por sus polirrítmias-, por sus canciones”, precisamente porque “somos también fragmentos de música[s]”, donde confluyen los fraseos de sus obras [particulares, las de Ricardo y Bobby por supuesto] como “recuerdos sonoros evocados sin pensarlo, o acercados por la presencia rutinaria” de sus obras, de sus discos, que en su momento eran acetatos de 45 r.p.m. o de 33 r.p.m., que en su momento nos educaron para la noche y para la vida hasta hacernos, y de eso “estamos hechos”.

 

Estamos hechos de sus sonoridades, estamos hechos de esas memorias, que se constituyen en “un depósito de sonoridades, en un refugio de melodías que encuentran en el corazón [–nuestros corazones por supuesto, los corazones de las comunidades Salseras-] un lugar para el sentimiento y en el cerebro un lugar para el recuerdo” como hermosamente lo ha afirmado y consignado en el libro Alejandro Ulloa San Miguel, “La Salsa en Cali”[10].

Estamos permeados por su arte musical. Estamos atravesados por la esencia de su música y su literatura. Estamos embriagados porque esta música que  “sigue siendo específicamente, aquel género[11] musical bailable que alegra  el corazón cuando hay necesidad de explotarlo, de llenarlo con un poco de locura”[12], porque “la Salsa se dirá que es un tipo de música fundada por encima de todo sobre la alegría y que es eso lo que la hace atractiva y grandiosa. Se dirá que su esencia rítmica la determina para comunicar la alegría, la felicidad y la sabrosura. Es cierto que en la Salsa todo parece girar dentro de ese contexto referencial y  elemento esencial, en donde defienden lo suyo los abatares del alma”[13].

 

“La Salsa –afirma, Rafael Quintero, en otro aparte, se ha convertido en un condimento insustituible para el goce que nos despierta incontrolables deseos de bailar. El gesto espiritual del ser humano, y por una elección de los organizadores del espectáculo y del negocio de la Salsa, aparece reducido a la manifestación de la alegría, como si esta música nos redujese todo hasta allí. Pero  el alma que ella puede abarcar no podía ser tan pequeña, ni tan estrecha de matices y de vibraciones del corazón. Por la Salsa que hemos disfrutado ha pasado el romanticismo, la dulzura, la pasión, lo infantil, la frescura que siempre trae la libertad, la nostalgia, etc. Todo representado en el lenguaje puro y ambiguo de la música frente al gesto, sin descargarle el peso de su significación a las letras. La sonoridad de la Salsa ha delatado las pasiones y los sentimientos en la canción”[14].

 

Sin creer en absolutismos ni en ligerezas, tenemos certeza de ver, observar, oír y escuchar en la obra de Ricardo Ray y Bobby Cruz que todo esto sucede complejamente. Que cada uno de estos argumentos recogidos en este texto de variaciones obedece a la enorme relación de estos presupuestos acerca de cada uno de los motivos y elementos que desarrolla culturalmente la música y la literatura de Ricardo y Bobby. Nos encontramos, no frente a un pequeño tejido de supuestos sino más bien, frente al trabajo musical de uno de los sonidos salseros más exigentes y estructurados de todo el movimiento cultural de la Salsa. Quién no verbalizó desde su niño interior ese juego infantil de Tín Marín Dos Quién fue, Cucará, Macará, títere fue? Quién no puso en evidencia el desgarramiento del amor juvenil y adulto cuando éste entra en ese proceso de transición-transformación, que es el desamor. Quién no cantó: Si te contarán, Qué se rían, El día que me quieras, No Tín pena, con la Viki Vimari, A mí manera de Paul Anka-Claude Fracois-Jules Revaud-Jacques Abel/, Señora de Joan-Manuel Serrat, mientras la voz de Bobby desnuda ese tejido que al interpretar conmueve porque también ha vivido “lo trágico en la vida y la incapacidad que ella (la Salsa) parece tener para hacer manifiestos los estados del alma que allí [en esos cantos] se encierran”[15].

 

Son los momentos digamos cruciales de ciertos clímax Salseros en Ricardo y Bobby. Son los tejidos musicales con carne y con alma, donde el dolor se encuentra con los tejidos de la pasión o con los principios de la desmesura de las realidades contradictorias.

 

Son los momentos donde esos pequeños surcos, como algún día, en los micrófonos Moncho Viñas[16], - el salsero dotado del Barrio Boston de Barranquilla, que acerca de los long-play argumentaba que ahí en esas pastas quedaban consignadas, las pequeñas historias, que eran de todos nosotros, las pequeñas tragedias particulares y reveladoras, que tejían nuestros Otros Inconscientes en la proyección del todo, en esos pequeños tres minutos donde sin lugar a dudas, se cerraban las puertas del alma, hasta que no volvieran a sonar, en esos mismos surcos, con otras agujas, los mismos elementos de otros seres con otras complejas historias de la misma historia. El lugar post-moderno de la eterna transvaloración significante de los objetos de arte y de consumo, esos hipertextos que ya no son surcos porque las TICs los han globalizado y transformado, en nuevos planos de ventanas dentro de DVDs. Es el surco de los tres minutos de historia en el acetato efímero, que hoy el Internet, va a provocar a más usuarios a rebuscarlo, como ha Ricardo y Bobby. Estamos de verdad, conmovidos por el retorno de estos dos vanguardistas del sonido de la Salsa, dos dinosaurios que fueron rechazados por su trabajo de “evangelización”, por haber “promocionado el nuevo Ricardo…”, “un desconocido” que a través de su Iglesia en Miami y patrocinado por Alfa y Omega inc. Reniega y quiere desvirtuar su obra musical de su ÉPOCA DE ORO entre 1965 y 1975, muy especialmente lo relacionado con LA POESÍA AFROCUBANA en su repertorio más clásico, fue uno de los aportes más trascendentales!  A LA HISTORIA DE LA Crónica Musical del Caribe Urbano. Porque no retrata de : “YO SOY LA SALVACIÓN” sino de: “AGUZATE QUE TE ESTÁN VELANDO” ¡¡VIVA EL SENTIMIENTO AFROCUBANO!! LA AGRESIVIDAD DEL PIANO DE RICARDO Y LA DESESPERACIÓN VOCAL DEL BOBBY NOS HACEN FALTA.!!! ¡¡QUE el “FANTASMA” DE ANDRÉS CAICEDO NOS PROTEJA DE SU SALSA EVANGELIZADORA![17]

Notas


[1] Este documento  lo escribió Fernando Tasceche inicialmente en el 2000, cuando trabajaba para Caracol Radio, a propósito del lanzamiento del CD, Compact Digital Audio: Richie Ray y Bobby Cruz, Un Sonido Bestial, El Concierto VIP, hecho y distribuido en Colombia por Universal Music Colombia S.A., en 1999. Era un borrador-guía del guión radial para el programa Concierto Caribe que se emitía en la Cadena Básica, los sábados de 10:00 A 12:00 P.M., desde 1994 hasta el 2003. Lo hemos retomado, pensando con una óptica más compleja en el tema de las leyendas de la Salsa, que hacen parte de esa “selva de mitos que enriquecen las culturas” como dice Edgar Morin, en la Cf. Las Cegueras del Conocimiento: el error y la ilusión. Las leyendas de la Salsa hacen parte de ese capital cultural inagotable que tejen las identidades culturales y son bucles de Información, Comunicación y Socioculturalidad.

 

[2] Villadiego Prins, Mirla, Comunicación: ¿reproducción o cambio del orden social?, Bogotá, Intertextos, Cuadernos de la Facultad de Comunicación Social, Universidad de Bogotá Jorge Tadeo Lozano,  marzo de 2005.

 

[3] Bourdieu, Pierre, El sentido práctico, Madrid, Taurus, 1991, citado por Villadiego, Mirla.

 

[4] Ibíd., p. 17.

[5] Ibíd., p. 17.

 

[6] Menuhin, Yehudi y Davis, Curtis W., La música del hombre, versión española de Ángel Carlos González Ruiz de la Universidad Nacional Autónoma de México y el Conservatorio Nacional de Música, en colaboración con Otto de Greiff de la Universidad Nacional de Colombia, Fondo Educativo Interamericano, impreso en los E.U.A., 1981.

 

[7]Morin, Edgar, Los siete saberes necesarios a la educación del futuro, con la colaboración de Nelson Vallejo-Gómez y Françoise Girard, traducción de Mercedes Vallejo-Gómez, octubre de 1999, 7 place de Fontenoy-75352-París 07SP-Francia, UNESCO.

 

[8] Morin, Edgar, Antropología de la libertad, Entre systémique et complexité, chemin faisant… Mélanges en hommage à Jean-Louis Le Maigne, PUF, París, 1999: 157-170. Traducción de José Luis Solana Ruiz, profesor de Antropología Social de la Universidad de Jaén. webmaster@avizora.com

 

[9] Sherwood, Anderson, en un artículo aparecido en “The Double Dealer”, en 1922, Nueva Orleáns, citado también por Carvel Collins, junio de 1957, Cambridge, Massachussets.

 

[10] Ulloa, Sanmiguel, Alejandro, La Salsa en Cali, Colección Crónica y Periodismo,  Editado por el Centro Editorial de la Universidad del Valle, en el mes de abril de 1992.

 

[11] Todavía se sigue discutiendo sí es o no un género, por lo pronto debemos considerar que es un híbrido musical que aglutina multigéneros musicales.

 

[12] Quintero, Rafael, capítulo: La realidad de las imágenes, del texto: De la función de la alegría, a la dinámica de la pena en la salsa: Bobby Cruz: la Diferencia, Cali, 1982, Pág. 2, ponencia al II Congreso Nacional de la Salsa.

 

[13] Ob. Cit. ant., del capítulo La función de la alegría, Pág. 12.

 

[14] Ob. Cit. ant., Quintero, Rafael.

 

[15] Ob., cit., ant., p.11.

 

[16] Viñas, Moncho, uno de los Gestores Socioculturales más representativos del trabajo de los programadores musicales en las Radios Culturales Universitarias y Públicas

 

[17] Es un texto firmado por nuestro querido y aguerrido Gary Domínguez, escritor, programador, el DJ de la ciudad de Cali más representativo de nuestro país en el estudio, divulgación y promoción de los fenómenos culturales  del Complejo Sonido Afro-Caribeño y Afro-Pacífico que desde su taberna Latina de Cali, desde Barcelona, desde Nueva York, desde Cuba, desde Bogotá, desde Puerto Rico y desde muchos escenarios ha creado los espacios de interactividad que la radio local, regional, nacional e internacional ha logrado manifestar el sentimiento más raizal y contundente que heredó de sus padres doña Estela Domínguez y el profesor eterno de nuestro fútbol colombiano don Edgar Mallarino. Gary ha publicado sino el más completo,  si el hipertexto más condensado que sobre el movimiento se ha publicado en una cadena de afecto sin precedentes como EL CUADERNO LATINO DE LA SALSA.

 

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