¡SALSA ACIDA! Y/O ¿EL FUTURO DE LA SALSA?

 

 

 

 

Por Sergio Santana Archbold

Colaborador de Herencia Latina

sergiosantana60@yahoo.com

Medellin Colombia

 

¿Si es posible encontrar una serie de elementos comunes en las orquestas y solistas que vienen etiquetados bajo la nueva denominación de “salsa ácida” así entre comillas?. Difícil, considerando la diversidad de sabores y estilos que convergen en esta neocorriente, pero hay elementos comunes y por tanto consideramos que resulta posible hablar de la “salsa ácida” como una corriente musical con identidad propia.

 

Como están las cosas, podemos definir a la “salsa ácida”, como un estilo de fusión que viene a conjugar los ritmos afrocubanos, incluidos en el genérico salsa, con sonidos de procedencia funk, nu soul, jazz contemporáneo, rock, pop, R&B, hip hop, rap, house, electrónica y demás yerbas rítmicas actuales, a lo que cabe añadir las peculiaridades que cada orquesta y cada artista aporta a su obra, abriendo un espectro de influencias bastante amplia.

 

La “salsa ácida” puede considerarse como un eslabón, un ramal más en la evolución de la salsa nacida en Nueva York, en contraposición a las corrientes musicales que redefinieron a la salsa heavy de los setentas, una música creada para quemar las pistas de baile, sin que por ello se tenga que ceder un ápice de buen gusto, melodía y sentimiento, no en vano sus influencias fundamentales jazz, funk y nu soul resultan impecables en lo que a estos tres aspectos se refiere.

 

EL COMIENZO:

 

El término “salsa ácida” lo comenzamos a acuñar por seguir con las rutinas del mercadeo a finales de los noventas, para continuar, desde nuestro mundo latino, el sendero abierto por el DJ británico Gilles Peterson cuando bautizó según nos cuenta Antonio Borrero al nuevo jazz de los ambientes groovies, a raíz de la ola de revival funk vivida en el Reino Unido a finales de los 80, como acid jazz, para definir una nueva corriente musical que con rasgos propios, incorporaba elementos jazzísticos y del sonido funk, en conjunción con otros estilos de reciente nacimiento (rap, hip hop...), en convivencia además con otros fenómenos musicales respaldados con el nacimiento del sonido house y acid.

 

  

 

La verdadera explosión del acid jazz y su popularización habremos de contemplarla a principio de los 90, con la aparición y/o popularización de bandas como Brand New Heavies, Jamiroquai o Incógnito que permitieron que el acid jazz dejara de ser una música "de culto" para pasar a ocupar las listas de superventas en todo el planeta. Agrupaciones norteamericanas de acid jazz como US3 y Jazzmatazz y el inmenso Miles Davis en su última grabación -Doo Bop, junto al productor Easy Mo Bee- ampliaron más el sendero del nuevo subgénero. Con la salsa en la última década está ocurriendo algo similar y por eso planteamos en un seminario de investigadores en el año 2002 en Barranquilla el nacimiento a paso de Encarnación de este nuevo género o subgénero.

 

RECOGER HERENCIAS

 

Pero si la salsa neoyorquina en un pasado utilizó elementos armónicos, rítmicos, vocales e instrumentales de la música negra norteamericana recuérdese la frenética acogida del boogaloo con sus influencias rockanroleras, y las locuras rockeras-Lennon-salseras de Frankie Dante, en los últimos años también es recurso continuo. Agrupaciones como DLG Dark Latin Groove, creación del productor Sergio George después de un viaje de baño timbero durante varias semanas en La Habana y Son by four, utilizan giros del pop, del nu soul, del R&B, del rap, del dancehall, del hip hop y del raggamuffin respaldados por ritmos afrocubanos, a veces muy frágiles. En su momento se habló de una "salsa pop" y fueron recibidos entre los sectores juveniles que gustan del sonido salseado moderno, y hasta nominaciones a premios recibieron.

 

 

 

Pero la integración del rap a la salsa no es nueva: en 1980 Tito Allen grabó el tema "Salsa rap" con arreglos de Marty Sheller. Junto con el dancehall y el raggamuffin jamaiquinos, el hip hop y otros giros vocales de la música negra norteamericana contemporánea, han dejado de ser una tentativa con futuro para convertirse en una plasmación plena, sin la exhalación de laboratorio que desprendían trabajos anteriores: buenos ejemplos de música en desarrollo, a medio camino entre el cálculo y la improvisación. Y como asegura Luc Delannoy: “No se trata de una simple `hip hopisación` de la música cubana, sino, más bien, de un encuentro dinámico de trayectorias musicales de países con pasados diferentes, pero semejantes. Cada música se reconoce en la otra; son solidarias”.

 

RECONOCIDOS

 

Agrupaciones de salsa dura como el Conjunto Libre escuche "Oquendo y Libre" de su última grabación, la tradicional Orquesta Aragón "Cha Cuba", la eterna Celia Cruz "La negra tiene tumbao", el Grupo Niche "Han cogido la cosa", Johnny Pacheco con “El exigente”, Óscar D´León con “Lo tuyo es mentira” y otros, incorporan estos nuevos giros.

 

Nuevas agrupaciones se están manifestando: en Francia Sargento García propone su sonido como "Salsamuffin"; también 3 2 Get Funky, Mikey Perfecto y George Lamond, asumiendo el estilo de DLG, proponen su "salsarap", "salsadancehall" y otras fusiones. En Nueva York, los cubanos de Yerba Buena, con su “Guajira, I Love U 2 much”, entran en la oferta retomando el pasado y haciendo una deliciosa mezcla con sonoridades de ahora. En Miami otros cubanos, como Carlos Oliva y Jorge García, también se han atrevido.  La agrupación anglobogotana Sidestepper reunión de salseros y rockeros locales producidos por el inglés Richard Blair en su grabación del año 2000, toman todos estos elementos, en un neo-boogaloo, para entrar en la oferta de las nuevas tendencias. La agrupación croata Cubismo habla de “Junglesalsa”, el pianista inglés Alex Wilson propone un “R&B latino”, los electrónicos franceses de Saint Germain hacen “Soul salsa”...

 

Afortunadamente estas fusiones se alejan de las que en primer momento realizaron, con sus aciertos y desaciertos, los grupos merengueros actuales, donde prevaleció el acelere rítmico sobre la cadencia propia del género dominicano, en grupos neoyorquinos y de la isla como Proyecto Uno, Fulanito, Sandy y Papo y Roy Tavaré, entre otros.

 

 

 

SARGENTO GARCÍA Y CUBA

 

Los franceses de Sargento García son los más interesantes. Comandados por Bruno García de origen franco español y Los Locos del Barrio, jóvenes franceses y cubanos residentes en París, son un referente de la música mestiza en el país galo. Se puede mencionar que sus mezclas de hip hop y raggamuffin aderezadas con percusiones afrocubanas y metales vigorosos, así como sus letras de contenido social, como aquella salsa de los años setenta, han despertado el ímpetu contestatario de los ghettos parisinos.

 

En Cuba Jorge Martínez debuta con sus fusiones de son montuno y reggae en “Ajiaco criollo” y el roquero Edesio Alejandro junto al viejo sonero Adriano Rodríguez sorprendieron con el clásico "El reloj de Pastora" en una versión de son montuno y hip hop también están en la onda de las nuevas propuestas con su “son ácido”. Eliades Ochoa es invitado especial en un CD de la rapera cubana Arisnubia Martínez Lores, conocida como La Fres-K. Un viejo contrabajista, Orlando Cachaíto López, en su única grabación solista de armazón rumbera, sonera y danzonera, añade elementos rítmicos del rap, del funk y excelentes fraseos del jazz contemporáneo con efectos scratch del norteamericano Dee Nasty. Los grupos Síntesis de Carlos Alfonso y Mezcla de Pablo Menéndez, como sus nombres lo sugieren, llegan al crisol de las fusiones con elementos de la santería, el rap, el jazz y el rock. Esto sin contar con los raperos como Orishas y SBS que "secuencian" muchos de los temas de los salseros neoyorquinos y de la tradición afrocubana en sus álbumes, y los mezclan con el lenguaje de los barrios habaneros. Cabe mencionar a la nueva Habana Express de Maikel Blanco que graba una versión remozada de “El Ratón” de Cheo Feliciano con hip hop a bordo, a la Charanga Habana All Stars dirigida por Jorge Arnaldo Machado cuando invita al dúo de raperos Doble filo y se fajan “El baile del suavito” con un respeto a la tradición y a los giros modernos, y para terminar un rumbero mayor, Gregorio Hernández, “El Goyo”, se nos viene con una “Rumba rap”.

 

 

Otras tres caras tiene la nueva oferta musical cubana: por un lado, el grupo Sin Palabras que mezclan percusiones afrocubanas con techno, house y garage, de otro lado, el grupo de cubanos residentes en España, Habana Abierta, en su álbum 'Boomerang', que contó con la producción de Fernando Trueba y Nat Chediak, conjuga ritmos cubanos con influencias pop, rock, funky, acid jazz, rap y blues, y cuenta además con la colaboración especial del “joven longevo” Bebo Valdés en uno de los temas. Por oír, el proyecto Kuero que graba una versión diferente del ya clásico Chan Chan de Compay Segundo con el rapero Mellow Man Ace. Pasos que se deben saludar con respeto.

 

En Venezuela están Los Amigos Invisibles con su sonido variado y ecléctico. Pasan en un suspiro del tema más funk imaginable, a una salsa, o a un tema fundamentalmente pop, con unas guitarras poderosas. Pero su música podría definirse como un funk latino o mejor un latin acid jazz. Aderezos de salsa con el neo-boogaloo, chachachá, ska y reggae se escuchan también en las grabaciones de los grupos venezolanos Bacalao Men, King Changó y Desorden Público.

 

Y ya hay fusiones (o combinaciones) de salsa con el empalagoso reggaetón y para muestra dos botones: las versiones de “Planté bandera” de Tego Calderón con Tempo Alomar, y “Mi libertad” de Jerry Rivera con Voltio. También debemos reseñar los polémicos álbumes de remixes de El Gran Combo y Celia Cruz donde el reggaetón y los sonidos dance de la llamada música electrónica se pasean por el repertorio clásico de Los Mulatos del Sabor y de la guarachera. Ni hablar de grupos tradicionales de salsa que últimamente en sus presentaciones han invitado a reggaetoneros para estar al día con la juventud: es el caso de Raphy Leavitt y la orquesta La Selecta, la Sonora Ponceña, Fania All Stars… Todo sea por no quedar al margen de las nuevas tendencias.

 

Desafortunadamente son pocos los álbumes dedicados a este nuevo género. En el año 2003 el percusionista puertorriqueño Iván Cáceres y su Bongolandia, con las voces de Luisito Carrión y Rubén Román, y con recursos y disquera propia, grabó un álbum con derroteros y lo llamó “Roots of acid salsa”. Días después y cuando estaba en la promoción del mismo falleció en un absurdo accidente de tránsito.

 

La gran salida comercial de este nuevo fenómeno la dio en sus últimos trabajos la eterna Celia Cruz, con temas como "La negra tiene tumbao" y “Ella tiene fuego producidos por Sergio George con video clips incluidos altamente promocionados y en donde se escuchan muchos elementos rítmicos contemporáneos del rap y del raggamuffin y con los cantantes Mikey Perfecto y El General como invitados.

 

  

 

¿EXISTE UN ACID LATIN JAZZ?

 

¡Qué cosa más grande caballero! Como están las cosas las grabaciones, perdón todo parece indicar que dentro de un tiempo podremos hablar de este otro subgénero.

 

Las pautas están marcadas por músicos como el pianista cubano Omar Sosa, residente en Oakland, que a comienzos de la década de los noventas grabó con el rapero Ofill; con el trompetista Charlie Sepúlveda cuando intentó en 1996 fusionar el rap y el jazz afrocubano en “Watermelon man”, y el grupo Yeska, que brotó de los barrios al oeste de Los Ángeles, que en su álbum “Skafrocubanjazz”, y como su nombre lo indica, mezclan los ritmos afrocubanos especialmente el chachachá con los riffs del ska jamaiquino y las improvisaciones del jazz.

 

De especial mención están, el timbalero Henry “Pucho” Brown y sus Latin Soul Brothers, con su funky latin soul jazz el nombre no es nuestro, es de los productores que desde los años sesentas con sus grabaciones alcanzó el éxito para luego desaparecer y reencarnar en 1993 con su estilo intacto pero más versátil, y el inglés Snowboy -Mark Cotgrove-: las raíces latinas entran en la escena del indescifrable acid jazz de la mano de este percusionista anglosajón de rostro pálido y corazón caliente. Snowboy sabe enlazar lo mejor de la tradición del latin jazz dentro del sonido acid jazz, con un ritmo próximo a los precursores y con sabor a rumba cubana. Algunos lo presentan como jazz latino electrónico y otros como techno latin jazz. Y ya no queda tiempo para el asombro.

 

Esta onda de Pucho se escuchó hasta la saciedad durante los años sesenta en las grabaciones de Mongo Santamaría, Sabú Martínez, Willie Bobo, Cal Tjader y Ray Barreto el reto de Barretto llegó en 1967 al ingresar al sello Fania y grabar el álbum “Acid”, un disco que anunció la psicodelia latina, con ingredientes de rhythm & blues y latin jazz. En los últimos años con los remixes de los DJ’s ingleses son reconocidos como las raíces -the roots- del bailable acid jazz.

 

En la actualidad Poncho Sánchez, de la misma escuela de Mongo Santamaría, mezcla el jazz afrocubano con el soul, el blues, el rock, el R&B y el funk con un resultado vistoso. En su álbum “Out of sight”, del año 2003, combina el movimiento del ritmo latino de los años sesenta como boogaloo, chachachá y shing-a-ling con las interpretaciones de las leyendas del Jazz y el rhythm and blues Ray Charles (¡si señores el mismo!), Billy Preston, Sam Moore, Dale Spalding, Fred Westley y Pee Wee Ellis.

 

Y cómo no mencionar el proyecto musical Nuyorican Soul, articulado en torno a las figuras de Kenny 'Dope' González y 'Little' Louie Vega, que viene a agrupar todo un ejército de prestigiosos colaboradores tales como Jocelyn Brown, India, Hilton Ruiz, Tito Puente, Eddie Palmieri, Dave Valentín o el mismísimo George Benson para dar vida a una amalgama de sonidos con marcada presencia de ritmos latinos, combinados con los elementos más clásicos que vienen a confluir en la corriente acid jazz.

 

      

 

¿AQUÍ EL QUE BAILA GANA?

 

Y nace otra pregunta: ¿Existe un baile ácido asociado a la salsa? Primero citemos a Alejandro Ulloa: “Si la salsa es un modo particular de asumir los diversos ritmos populares de origen afrocaribeño (cubano y puertorriqueño, principalmente), su baile como lenguaje corporal es un complejo de estilos y dialectos, antes que un esquema rígido para moverse musicalmente. El baile de la salsa es también una forma abierta que si bien responde a un código, este puede ser cerrado y abierto a la vez, plástico y flexible siempre, porque lo rigen los tiempos de la clave, el ritmo sincopado que se multiplica en la percusión menor y mayor, acompañados por el bajo...”. Ahora bien, esta apertura del baile de la salsa ha permitido la incorporación de giros y movimientos venidos del hip hop y el rap y su baile asociado, el breakdance, en los bailarines solistas el breakdance y los dances de la música electrónica no tienen bailes en parejas, curiosamente en un mismo tema clásico que han bailado por años o en una tema bien ácido que ha fusionado elementos de ambas corrientes rítmicas.

 

Resulta también curioso ver felizmente matrimoniados en la pista de baile el paso del reloj, la caída de la hoja, el ocho, la tijereta y demás pasos de la salsa provenientes a su vez de la vieja guardia cubana, mexicana y norteamericana con el moon walk (el paso de la luna), el electro boggie, el turtle (tortuga), el windmill (dar vueltas en el aire), el headspin (giros en la cabeza en el piso) y demás variantes del breakdance. Un matrimonio que ha tenido sus detractores por su difícil ejecución no exento de riesgos y lesiones físicas y además, sus cultores han sido descalificados por los jurados ciegos de los concursos por considerar que “no son originales y no representan al latino”. Tal parece que el que baila diferente no gana…

 

UN NUEVO INSTRUMENTO, UN NUEVO MÚSICO

 

El hip hop también ha aportado a la salsa ácida un nuevo “instrumento” que consta de: dos tornamesas especialmente el Technics SL 1200, un mezclador, un amplificador y una maleta repleta de discos de vinilo, que a su vez requiere de una técnica conocida en el hip hop y en la música electrónica como scratching del inglés scratch, que significa literalmente arañar o rayar, y un DJ llamado scratcher. Esta técnica creada por Grand Wizard Theodore en el West Bronx en los años setenta, consiste en mover un disco de vinilo hacia delante y hacia atrás sobre el tornamesa para crear un efecto parecido al de rayar el disco y junto a golpes, vibraciones y variaciones de velocidad construir ritmos y frases melódicas; los DJ’s, ayudados por un mezclador, han inventado decenas de técnicas que pueden convertir un sonido sencillo en todo un repertorio de notas musicales con compás y ritmo.

 

Trucos y técnicas de los scratchers, como el transformer, los flare, los pitchs, el crab, la UZI, los tears y los tips ya se escuchan en las grabaciones de Alex Wilson, DLG y Orlando Cachaíto López, y seguramente pronto veremos un contrapunteo de timbalero o bongocero o tumbador y scratcher como en los mejores tiempos de la salsa dura. ¡Amanecerá y oiremos!

 

Y claro, los arreglistas de salsa ácida hablan de loops, edición visual, samplers, bytes, reverb, eco, delay, compresor, reverse, flanger, remixes, sustain, one shot y otros efectos. El soporte para los distintos tipos de efectos depende de la máquina que se use. Distintas máquinas soportan varios tipos distintos de efectos. En fin, el panorama parece inmenso...

 

  

 

 

¿EL FUTURO?

 

En los noventa la renovación, no solo salsera, también en muchos de los géneros universales, se produjo con el telón de fondo de una comunidad internacional en rápida evolución. Fue la década de la World Music, de la globalización “bobalización” diría el exégeta César Pagano gracias al internet, de las fusiones y las comunicaciones veloces, con un creciente entendimiento entre las culturas occidentales y de otras regiones fomentando unos lenguajes musicales compartidos y una relajación de las tradicionales fronteras. Ahora sí, la salsa se convirtió en idioma verdaderamente internacional sin las viejas jerarquías entre países que sabían y no sabían moverse con sabor, sin el tumbao y la clave. Los músicos japoneses de salsa hacen giras por Estados Unidos y Latinoamérica; los salseros de línea dura colaboran con rockeros y salseros europeos; australianos, japoneses, africanos y croatas se encuentran cada día más cómodos con el vocabulario acuñado en Spanish Harlem y La Habana e inventan el suyo y aportan instrumentos. Los jóvenes salseros de todo el mundo, cada vez más preparados técnicamente, siguen viendo en las innovaciones de los setenta de un Louie Ramírez o las más recientes de un Juan Formell una valiosa ayuda, pero como punto de partida, no como destino último.

 

El futuro de la salsa simplemente es ecléctico y hay para todos los gustos:

 

"Salsa dura" con las grabaciones y presentaciones con los otrora grandes que se resisten a desaparecer, pues el mercado de la nostalgia todavía les guarda su espacio: Cheo Feliciano, Ismael Miranda, Ray Barretto, Roberto Roena, Conjunto Libre, Fania All Stars y un extensivo etc., donde la pauta es marcada primordialmente por la celebración de sus años en escena con conciertos masivos: 50 años de Ray Barretto, 45 años de la Sonora Ponceña, 40 años de El Gran Combo, 35 años de Larry Harlow, 50 años de Eddie Palmieri, 30 años de Fania All Stars en el Cheetah... Las grabaciones en el estilo de la "Salsa clásica" tiene buena figuración con Jimmy Bosch y Bailatino de Venezuela, a veces los oportunistas del momento los presentan como "Salsa retorno"; la "Salsa romántica", perdida “entre besos ardientes y sábanas mojadas” como asegura Alejandro Calzadilla, seguirá durante un buen rato con su infinidad de voces frágiles y bellas figuras y su sonido repetitivo: Víctor Manuelle, Jerry Rivera, Rey Ruiz, Mark Anthony de López (en sus giros vocales utiliza mucho de los elementos de los cantantes del nuevo R&B)... Hay "Salsa africana": con Africando, Ricardo Lemvo, la orquesta Baobab... "Salsa cubana", o mejor songo y timba -con mucha influencia del hip hop y el funk-, con Los Van Van, NG La Banda, la Charanga Habanera, Manolito y su Trabuco, Isaac Delgado... del Latin jazz, ni hablar, la lista es todavía más extensa: Michel Camilo, Bobby Matos, David Sánchez, Bongo Logic, Roberto Fonseca... Pero si su oído sólo quiere el sonido "tradicional contemporáneo" (¿qué quieren decir con esto?) ahí están las grabaciones de la serie Buena Vista Social Club y Afrocuban All Stars y las agrupaciones que surgieron o renacieron al margen: la Vieja Trova Santiaguera, Los Jubilados, la Estudiantina Invasora...

 

La “Salsa Venezolana”, la de la Dimensión Latina, los Dementes, Los Satélites, Los Kenya, Óscar D´León, Mango, la Salsa Mayor y el Trabuco Venezolano entre muchos otros de aquellos años, tiene su permanencia por éstos días con Cadáver Exquisito, Guajeo de Alfredo Naranjo, La Timba Loca, Bailatino, Saxomanía y Guaco. Este último merece capítulo aparte, pues sus incursiones con la gaita zuliana y la salsa tradicional devino en un sonido propio con influencias de la timba cubana, del jazz, del pop, del reggae y otros sonidos del patio de los ritmos modernos para constituirsi se quiereotra variante de la salsa ácida. La "Salsa colombiana", que vivió momentos cumbres e interesantes en los años 70 con Fruko y sus Tesos y sus coqueteos con la música tropical, y en los años 80 con el Grupo Niche y Guayacán, con las influencias de la otra costa colombiana en sus primeros años, terminó absorbida por cuatro o cinco grupos representativos con el sonido neoyorquino y puertorriqueño sin ningún aporte local. Algunos grupos colombianos, como la Sonora Carruseles, Quinto Mayor, la Son Charanga y el Conjunto Criollo, encontraron la fórmula de sus ventas con el “fusilar musical” de los éxitos pasados, y terminó convirtiendo a Diego Galé en el productor favorito de las nuevas grabaciones de José Bello, Junior González, Santiago Cerón, Maelo Ruiz, Alex D’Castro, Jerry Galante, David Pabón y Richie Ray & Bobby Cruz.

 

Se habla de "Salsa céltica", salsa con gaitas escocesas como instrumento melódico, y de "Salsa rai", salsa con giros vocales e instrumentales de la música árabe... En la última década se ha intentado cuajar una "Salsa sinfónica", pero han podido más los intentos de Irakere con la Sinfónica de Cuba, Tito Puente con la Sinfónica de Puerto Rico, Eddie Martínez con la Sinfónica del Valle del Cauca y Gilberto Santa Rosa con la Sinfónica de Caracas, que los aciertos. En términos generales predominan los temas de la salsa "versionada" por una orquesta sinfónica que un verdadero equilibrio. En fin, al lado de toda esta “salsamentaria”, la Salsa Ácida o mejor "Salsamuffin", "Salsadancehall", "Salsarap", "Salsahiphop", “Junglesalsa”, “Soul Salsa” y demás sabrosuras se pueden disfrutar con las grabaciones de DLG, con Sargento García, 3 2 Get Funky, George Lamond, Mambomanía, Habana Express, Alex Wilson... ¡Atrévase! simplemente es diferente.

 

Ahora bien, aceptemos que la etiqueta "salsa ácida" es básicamente eso, una etiqueta, un eslabón más en la evolución de la salsa, que si bien hoy tiene sentido como elemento identificativo y ¡vaya!, suena elegante, todo hay que decirlo, y es tan válida como otra para definir la corriente musical que nos ocupa. Lo importante, es la existencia del fenómeno como tal, con independencia del nombre que se le quiera dar, las horas de satisfacción musical que ha sido capaz de aportarnos a sus seguidores y el sentimiento de que la salsa sigue viva en el espectro sonoro de nuestro tiempo... y ese algo sabroso, peculiar y diferente merece la pena.

 

 

Fuentes

 

Las citas las hemos tomado del artículo "Hacia donde va la salsa: ¿Salsamuffin?, ¿Salsadancehall? ¿Salsarap?” de Sergio Santana (ponencia del Primer Encuentro de Investigadores de Música Afrocaribe, Barranquilla, 2002. El texto completo se puede leer en:

http://www.herencialatina.com/Hacia_Donde_Va_La_Salsa/Hacia%20donde%20va%20la%20salsa.htm

 

Las consultas se hicieron en los libros: "¡Caliente! Una historia del jazz latino" de Luc Delannoy (Ed. Fondo de Cultura Económica. 2001)

 

"Carambola, vidas en el jazz latino" de Luc Delannoy (Ed. Fondo de Cultura Económica. 2005),

 

"La salsa en Venezuela" de Alejandro Calzadilla (Ed. Fundación Bigott, 2003)

 

 "El baile: Un lenguaje del cuerpo" de Alejandro Ulloa (Secretaría de Cultura y Turismo, Valle del Cauca. 2003).

 

 

 

Agradecimientos:

 

El autor quiere agradecer las colaboraciones y los comentarios de Diego Toro, Jesús Guzmán, Octavio Gómez, Julio Restrepo, Luis Alberto Tobón, Ricardo Sánchez y Rafael Bassi. Las revisiones estuvieron a cargo de Tata Lopera, Ilustraciones: Diego Toro.

 Edición Diciembre 2005 - Enero 2006

 

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