Historia de la Salsa en Munich

 

 

El DJs  y autor del artículo Chuck Herrmann en Munich

 

 

 

 

 

Por: Chuck Herrmann

Especial para Herencia Latina

Munich - Alemania

Fotos de Chuck Herrmann

Critica, cambios y comentarios bienvenidos a:

chuck-herrmann-music@online.de

 

 

 

La historia de la música afrocubana o afrohispana en Munich es de mi autoría, naturalmente subjetiva, desde mi punto vista, ya que otras personas la han vivido y la han visto desde otra óptica.  Pido disculpas por olvidar uno u otro protagonista  al cual no le he dejado el espacio que merece.

 

Primera Parte

 

Dejando de lado el tango y la samba, la música latinoamericana se toca y se baila en Munich desde los años 50. A mediados de esos años, y cuando la mambomanía arropó el mundo, dicha fiebre también tocó a Europa, gracias a los éxitos internacionales logrados por los reyes del mambo: Pérez Prado, Tito Puente, Machito y Tito Rodríguez.  Y fueron las orquestas locales de Max Greger, Hugo Strasser y Ernst Jaeger, las que se dedicaron a tocar mambos, rumbas y más tarde cha cha chas en ritmo de clave. Lo hacían mayormente en formato instrumental ya que escaseaban los cantantes de habla hispana, y sus composiciones las llevaron a las pistas de baile y a los bailes de carnaval locales.

 

Bien puedo acordarme que ya en el año 1957 en el local “Rock and Roll Club” en Holzkirchen, yo coloqué discos de Pérez Prado, Xavier Cugat, Edmundo Ros y Tito Puente, también algunos bailables de Elvis, Bill Haley etc. Está diversidad de música [un tanto ecléctica]  fue apreciada por los bailadores que asistían noche a noche a dicho local. No hay que olvidarse de los calipsos de Harry Belafonte, muchos de los cuales estaban arreglados a ritmo de clave —a propósito, ya en ese entonces estos discos fueron  impresos por empresas alemanas.

 

La moda de la pachanga —con excepción de Paris— paso por Europa sin dejar huellas y entonces, empezó la época de los Beatles y los Rolling Stones, llevando los ritmos latinos casi al olvido. Lo mismo ocurrió con el boogaloo de fines de los años 60, el cual apenas se escuchaba en los numerosos casinos del ejército de los EE. UU por los soldados de procedencia latina.

 

Mi amor por la música afrocubana, el latin jazz, al igual que el folclor  de suramericana y de México, me cautivó mucho antes de los años 50 y fue debido en gran parte, por los programas de la AFN (American Forces Network) la emisora preferida por todo joven “hip” de aquel entonces.  La emisora dedicaba gran parte de sus programas a los soldados mejicanos, estacionados en las bases militares de los EE.UU. Se oía el Trío los Panchos, Pedro Vargas, Jorge Negrete, entre otros y música de los boricuas: Noro Morales, Joe Loco, Tito Puente, Tito Rodríguez, etc.

 

Chuck Herrman

A sus inicios como músico de Rock and Roll, en 1959

 

A partir del año 1969 ejercía —aparte de mi banda de rock’n roll—,  la labor como “manager” de una agencia de música para clubes de los EE.UU (en Munich), además tenía una discoteca móvil con la cual actuaba en todos los clubes de soldados por Alemania del sur y me enfrentaba con los deseos para que les tocara la música de Pete Rodríguez, Joe Cuba, Richie Ray & Bobby Cruz, los entonces íconos de la era del boogaloo, quienes también tocaban descargas  bien gordas y hermosos guaguancos. Entonces colocaba al lado de la música de James Brown, Temptations, Janis Joplin y Jimmy Hendrix, está música (latina) para alegrar  a los soldados latinos.  En el fondo me daban más y más ganas de coleccionar estos ritmos, y poco a poco el género crecía y crecía, tomando gran parte de mi cuerpo.

 

Aunque se había marcado la expresión «salsa» a mediados de los 60, nadie en aquel entonces titulaba así, esa música, la llamaban cha cha cha, guaracha, bolero, mambo, boogaloo, son montuno, rumba etcétera.

 

El mayor empujón a los ritmos afro-cubanos se dio alrededor de 1970, el mejicano Carlos Santana presentando desde California composiciones de Tito Puente llevados al latin rock (tocada con conga, timbales y bongo), inspiró y encantó así, a una nueva generación. Entonces se hicieron famosos en el mundo —y hasta en Munich— Mongo Santamaría, Pucho Brown y Willie Bobo con su latin-soul y latin-jazz, ellos inspiraron a muchos grupos de soul a incluir en sus bandas la percusión latina.

 

A principios de los años 70 existía en el cuartel “McGraw” de Munich un Club Latino funcionando los sábados, yo allí colocaba los discos, y siempre midiendo un 50% mejicano y otro 50% puertorriqueño.  Al mismo tiempo había noches latinas en el “Caracas bar” —cerca del Hofbräuhaus— con el DJ peruano Alberto Sagastegui, a quien entonces, todavía no conocía. A partir de 1968 se escuchaba música latina en vivo en “la Cumbia” —cerca de Taubenstrasse—, se escuchaba mayormente folklore, pero en las fiestas carnavaleras también se escuchaba algunas cumbias, merengues y lo que hoy en día se conoce como SALSA.

 

La Cumbia, bar, discoteca y centro cutural hispanoamericano, en Munich - Alemania.

 

Ya en 1973 existía en Munich la orquesta de salsa “Latin Band”, con los integrantes Charlie Campbell y Mike Tatcher (lamentablemente fallecidos), además de Heimo Haider, Hermann Bauer, los hermanos Louis de Curacao y el cantante Guillermo Marchena.  Esta orquesta tocaba todos los jueves en el “Jazz-Stube” en Herzogstrasse y su repertorio consistía en música de los Fania All Stars.  En ese tiempo poco a poco se hizo más común hablar de salsa en vez de música latina y así, por medio de un amigo común del Ecuador, llegué a conocer al DJ peruano Alberto Sagastegui. Ambos empezamos en 1976 a actuar juntos como los “Salsa DJs”.

Alberto en sus inicios trabajaba en el “Evergreen” en Schwabing y yo en el “Pop Club” —un club para menores de edad donde no se expendían  bebidas alcohólicas— en Lilienstrasse.  Después compartiendo el puesto en el club de soul “Cadillac[club frecuentado en gran parte por soldados estadounidenses, todos los jueves] en Theklastrasse.

 

El publico de aquellos tiempos, consistía de puertorriqueños del “Army”, suramericanos —gran parte de ellos estudiantes— y una tertulia de salseros alemanes, los cuales esencialmente estaban interesados en coleccionar discos, asistir a conciertos y aprender percusión. Claro que se bailaba pero no siguiendo los reglamentos estrictos, como hoy lo enseñan las escuelas de baile, que uno odia, sino libremente.  En general, era más importante la música y no el estilo de baile. Los salseros de Munich de primera fila, se interesaban por la cultura latinoamericana, viajaban a esas lejanas tierras para aprender el idioma castellano, la política de América del Sur y, más que todo: la música y sus intérpretes. El baile más bien fue una cosa social y no una disciplina como lo es hoy en día.

 

Por fines de los 70 el trombonista Rudi Fuesers formó la “Conexión Latina”, una orquesta de salsa que por mucho tiempo se le reconoció como la mejor en toda Europa; con la banda estaba el percusionista Cesar Granados quien hoy dirige la “Latin Percussion School”.

 

 

El Vista un bar cubano en Munich con Claudio, cantante y DJ del lugar.

 

Alberto y yo mimábamos la gente con más y más discos calientes en sitios como el “Evergreen”, el “Bluegrass”, el “Ralph’s” en Leonrodstrasse, para 1982 y un poco después en 1983 en el “Kilimandcharo” de Schwabing.

 

Los aficionados asistían más y más, y los puertorriqueños eran los reyes de las pistas de baile, dominando a lo perfecto los pasos y las vueltas, a la vez “cool” y natural, no como a las escuelas alemanas de baile. Hay que mencionar por supuesto el  pionero de la salsa, Cristóbal Sappel, quien desde 1982 hasta 1995 dirigía su “Rumba Buena” [club de cultura y arte latinoamericana] en Unterföhring a las afueras de Munich.

 

Espectáculos extraordinarios fueron los conciertos del legendario “Machito” de Nueva York en el “Domicile” 1982 y 1983 con el trompetista estelar “Chocolate” Armenteros. Algunos de los salseros de Munich también hicieron el viaje pa’ Berlin en 1982, donde en el festival “Horizonte” vieron tocar a Tito Puente, Machito, Mongo Santamaría, Celia Cruz, Willie Colón y Rubén Blades ante un publico de 12.000 almas.

 

 

Circulo, salón de baile en Munich

 

En los años 1984-1985, Alberto y yo colocábamos siempre los discos en el club de jazz más famoso de la ciudad el “Domicile”, allí con mucha frecuencia habían conciertos en vivo de la  agrupación “Conexión Latina” y también de líderes como Ismael Miranda, Ray Barretto, Tito Puente y Santos Colón. Cuando la gran afluencia del público convirtió a éste lugar en uno muy pequeño, nos mudamos con los discos, los clientes y nuestra salsa para el “Wilhelm’s” en Georgenstrasse para 1985 y allí permanecimos hasta 1986. En ese año, el lugar también resultó arroyado por la cantidad de público que asistía y así, en marzo de 1986 nos trasladamos a la cervecería “Max Emmanuel” que era un lugar mucho más amplio y muy pronto no solo había un miércoles de salsa sino también un viernes de salsa. Por muchos aňos en los dos días de semana el lugar se rellenaba, hasta que eso causó competencia, en efecto,  aparte de los sábados de la “Rumba Buena” de Cristóbal Sappel habían bailes los jueves en el “Moonlight” en Ainmillerstrasse a partir de 1988 con el DJ Emilio Pacheco, así como también en el KHG [comunidad de la facultad católica] en Leopoldstrasse (1991-1992). Cristóbal además de la “Rumba Buena” trabajaba en el “Fortuna”  (1993), en los ratos libres seguía varios DJs.  Esporádicos espectáculos de música salsa también existieron en el “MargaretenHalle“ (1991), en el “Staion West” de Pasing (1992), en el “Metrópolis” (1993) y en el “Schlachthof” con regularidad en los años 1991-1992.

 

El Palacio de la Salsa, el salón más grande de los últimos años, en Munich...pura  salsa dura.

 

 

Por el éxito alcanzado los miércoles y viernes de salsa en el club “Max Emmanuel” —cada noche el lugar se llenaba a capacidad con 320 persona y  había que cerrar el acceso—, entonces los administradores inauguraron otro baile para los sábados.  Los directores del “Max Emmanuel” obtuvieron un contrato como administradores del “Metrópolis”, entonces, ellos aprovecharon a partir de marzo de 1993 y nos contrataron para los sábados.  

 

El “Metrópolis”, tenía mucho más capacidad y había una pista inmensa. Muy pronto el sábado de salsa se convirtió en una institución y un mínimo de 800 personas y/o a veces hasta 1.200, asistían a bailar salsa.  Me atrevo decir que eso fue el espectáculo más exitoso de todos los tiempos de la salsa en Munich.

Hasta que el edificio cayó bajo renovación en el 1997.  Por 4 aňos tuvimos “full house”,  se daban muchas “high lights” de música en vivo con actuaciones de Oscar D’Leon, Puerto Rican Power, Conexión Latina y en dos ocasiones se hicieron concursos de baile de salsa. 

 

Edición de julio de 2006

 

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