La Vida Efímera del sello Speed Record

Por Oliver Wang
Tomado de la Revista Waxpoetics
Número 49, página 74 del año de 2011

Versión libre al español de Israel Sánchez-Coll
San Juan, Puerto Rico

Logo del sello Speed Record - Foto de Waxpoetics

Logo del sello Speed Record - Foto de Waxpoetics

Aprovechando la moda del boogaloo que estallaba en la ciudad de Nueva York a finales de los sesenta, Stan Lewis abandonó el floreciente sello latino Cotique para fundar su propio holding, Speed Records. Con la ayuda del veterano Morty Craft y del compositor y productor nuyorican Bobby Marin, Speed formó rápidamente una lista de nuevos talentos que respondían a la sensibilidad de los jóvenes latinos de Nueva York por el boogaloo y la salsa. Desde discos de novedades psicodélicas hasta auténtico soul latino callejero, Speed asumió sus riesgos y apuntó alto, pero no consiguió ningún éxito y, en un abrir y cerrar de ojos, se desvaneció en la oscuridad y, en última instancia, en la leyenda.

Fiel a su nombre, uno de los aspectos más distintivos de Speed Records fue lo rápido que apareció y a su vez desapareció. Fundada durante el apogeo de la era del boogaloo neoyorquino, Speed publicó oficialmente nueve álbumes y una docena de sencillos, y luego desapareció en silencio, dejando tras de sí un catálogo compacto que, sin embargo, ha atraído a un público de culto a su colección de artistas, en su mayoría de un solo disco. Si Fania era la nave nodriza del soul latino, Cotique era el hermano mayor, Speed era el extraño hijastro, aunque el más ecléctico e interesante de la familia.

Las raíces de Speed comienzan con un gigante de la escena musical latina: George Goldner, fundador de Tico Records. Goldner era famoso por su clarividencia a la hora de ver la moda latina desde el principio, ya que ayudó a convertir a Tico en un sello potente durante la década de 1950, en plena era del mambo. Pero Goldner también era famoso por sus problemas con el juego, que le llevaron a meterse en el bolsillo al jefe de Roulette Records (y presunto mafioso) Morris Levy. Goldner vendió Tico a Levy en 1957 y se dedicó a grabar R&B y grupos de chicas durante los años siguientes, para volver a la música latina a mediados de los 60, cuando decidió fundar Cotique Records, un neologismo entre la “Co” de Tico y la palabra “boutique”, un nombre adecuado para un sello especializado en el soul latino.

El socio de Goldner era Stan Lewis, un empresario con poca experiencia en la industria de la música, pero con grandes instintos y ambiciones empresariales. En 1967, Cotique disfrutaba de una serie de éxitos gracias a los álbumes de boogaloo de los chicos recién llegados como Johnny Colon, el New Swing Sextet y los Lebron Brothers. Sin embargo, las diferencias financieras y creativas pesaron mucho en la asociación de Goldner y Lewis, y justo en la cima del éxito de Cotique, Lewis abandonó el sello.

Lewis buscó socios para formar un nuevo sello discográfico. Empezó con el veterano Morty Craft, que había trabajado para Melba, Warwick y otros sellos neoyorquinos. Sin embargo, Craft tenía poca experiencia con la música latina, mientras que Lewis, un hombre de negocios bastante decente, carecía de experiencia práctica para trabajar con los artistas. Los dos necesitaban encontrar un A&R con oído en la calle para que Speed funcionara bien. El resultado de la ecuación fue Bobby Marín.

Como la mayor parte de la generación del soul latino, Marín es un joven nuyorican, un vástago del Este de Harlem criado en partes iguales entre el doo-wop y el baile latino. Entró en el radar de Lewis como uno de los principales compositores de temas de latin-soul. Marín y su colaborador favorito, Louie Ramirez, se habían convertido en un poderoso dúo de compositores y arreglistas, habían trabajado juntos en álbumes de Joe Panama a Tito Puente, por no mencionar las propias grabaciones de Ramirez, como In the Heart of Spanish Harlem (Mercury) y AU Baba (Fania).

Marín y Ramírez se pusieron manos a la obra desde el primer momento. “Había muchos artistas que intentaban entrar en Cotique, y Cotique no fichaba a nadie”, explica Marín. “Así fue como Louie y todos los demás artistas acabaron fichandos por Speed”. La mayor parte de la lista final de Speed eran artistas que Marin ayudó a fichar, como Herbie Olivieri, Frankie Nieves y Milton Zapata, pero los primeros lanzamientos del sello eran eclécticos, cuando no francamente extraños.

Latin Blues Band

Latin Blues Band

Tomemos como ejemplo el primer LP de Speed, Take a Trip Pussycat de Latin Blues Band. En apariencia, Luis Avilés era el líder de la “banda”, pero ni siquiera fue su banda la que grabó el álbum. En su lugar, Speed contrató a una mezcla de músicos de sesión latinos y de R&B, incluido Bernard Purdie en la batería. La canción más conocida del álbum fue “(I’ll Be a) Happy Man”, pero también fue una de las pistas más estrictas en comparación con el resto del álbum, fuertemente influenciado por el humor perverso de Morty Craft. “Quería que sonara lo más desagradable posible”, dice Marín. “Creo que una [letra] decía ‘Lay an oz on me, baby’, refiriéndose a comprar una onza de marihuana. También es seguro asumir que “Take a Trip” no hablaba de vacaciones, y en cuanto a “Pussycat”, el doble sentido que se empleaba, no era precisamente sutil.

Después de que Craft escuchara la primera toma de “Pussycat”, recuerda Marín, “él dijo: ‘No, no, vuelvan a hacerlo; quiero que sea más sucio’. Entonces decíamos cosas como: ‘¿Conoces ese olor a coño? Huele raro cuando se moja’. Y, ‘¡Estoy buscando un coño! ¿Dónde puedo encontrar mi coño?’ Pero [podíamos afirmar] que la canción era sobre un gato [extraviado]”. Todo eso fue idea de Morty. Yo seguía diciéndole: “¿Escucha estás seguro de que no te vas a salir con la tuya con esto?” “¡No te preocupes por eso!’”.

Incluso la portada del álbum escondía un contenido lascivo. “Si miras la portada, parece que hay un pene”, señala Marin. “Y eso se hizo a propósito. Yo le decía: 'Pero la gente se va a dar cuenta'. Craft dijo: 'No, no, eso es arte'. Creo que era un cuadro que estaba en casa de Morty y que a él le encantaba”.

El siguiente álbum de Speed fue el más enigmático de todo el sello: Feeling the Pain de Dianne y Carole con las latinas Whatchamacallits, que produjo el éxito menor “The Fuzz”. Uno de los pocos álbumes latinos neoyorquinos liderados por mujeres de esa época, el LP en sí no ofrecía detalles de quiénes eran Dianne y Carole [ni siquiera sus apellidos] ni quién tocaba en él; no se mostraba ninguna foto de las artistas. A Marín se le atribuye parte de la autoría de la canción, pero ni siquiera él recuerda haber trabajado en ella, ni quién más podría haberlo hecho. Entrevistas posteriores con otros artistas de Speed tampoco aportaron más detalles. Los dos hombres que podrían arrojar luz sobre su identidad ─Craft y Lewis─ llevan varios años muertos y, por tanto, más de treinta años después, Dianne y Carole siguen siendo uno de los grandes misterios de la era del soul latino.

Feeling the Pain de Dianne y Carole

Feeling the Pain de Dianne y Carole

Las ideas extrañas continuaron con el tercer lanzamiento de Speed, The Land of Love, acreditado a Los Astronautas, o, la Gente de la Luna (el nombre fue otra inspiración de Craft). El LP, fue producido por Craft con arreglos de L. Ramírez, era esencialmente una versión con sabor latino de un álbum de exploción instrumental, que realizaba versiones de éxitos pop como «Happy Together» de las Turtles, “Going Out of My Head” de Little Anthony and the Imperials y “Last Train to Clarksville” de los Monkees cuando no se limitaba a rehacer canciones de la Latin Blues Band como “Happy Soul” [una versión instrumental de “Happy Man”]. El álbum produjo uno de los primeros grandes éxitos de Speed: “Land of Love”. Marín, que trabajaba en la famosa tienda “Record Shack” de Harlem, recuerda que el sencillo arrasaba en las listas. “Fue número uno en la principal emisora de R&B de Nueva York”, agrega. “Era una fusión muy agradable de música latina y R&B, y la edición que hicimos realmente se vendió”.

Orquesta Olivera

Orquesta Olivera

Cuando Speed lanzó su cuarto álbum, el sello comenzó a parecerse a un sello latino más convencional. Herbie Olivieri y Bobby Marín se conocieron cuando ambos trabajaban en la tienda de discos del Bronx de Ismael Maisonave, Mary Lou, en Prospect y Westchester. Marín recuerda a Olivieri: “Un tipo agradable, pero que en realidad no se involucraba tanto en los arreglos ni en nada. Era uno de esos tipos que simplemente juntaba a un grupo de músicos”. Sin embargo, Olivieri tenía una canción bastante decente bajo la manga, una balada llamada “There’s No Other Girl”, y después de grabarla en Delta Studios, Marin convenció al estudio para que la lanzara en su propio sello (el sencillo fue reeditado más tarde en Latin Soul, un sello de corta duración que Marín lanzó de forma independiente). Cuando Olivieri reunió su orquesta y grabó A Swingin' Combination for Speed, ya había cedido las tareas vocales a Angelo Jiménez y Félix Pagán, ambos están presentes en la canción más destacada del álbum, la humeante “African Guajira”.

Mientras tanto, la banda de Frankie Nieves también había llamado la atención de Lewis, y Marin estuvo de acuerdo en que el grupo parecía prometedor. “Eran una de las bandas que nos gustaban”, dice Marín, “y parecían muy unidos; llevaban tiempo tocando juntos”. Nieves nació en Puerto Rico, pero se trasladó a la Hell's Kitchen [La cocina del diablo] de Nueva York a mediados de los 50, donde cayó rápidamente bajo el influjo de los grupos que se formaban en las esquinas y que realizaban doo-wop. “Solía caminar hasta la calle cincuenta y seis, la cuadra siguiente”, recuerda Nieves, “y había un grupo de chicos cantando allí, y me involucré con ellos. Y así fue como me metí en la música”. Nieves era parte de Eddie Friend and the Empires, que obtuvo un pequeño éxito para Colpix en 1959 con el tema “Tears in My Eyes”.

The Terrible Frankie Nieves

The Terrible Frankie Nieves

Sin embargo, a mediados de los años 60, Nieves ya se había incorporado a la escena latina, junto con un grupo de músicos que había reclutado en Hell’s Kitchen. Todos habían crecido con influencias del pop estadounidense y la música latina, así que cuando el boogaloo irrumpió, él habló intensamente de los estilos que conocían íntimamente. “Ya teníamos la idea del rock and roll”, dice Nieves, “así que todo lo que hicimos fue incorporarla, ya sabes, a lo latino. No fue tan difícil. Todos éramos jóvenes, estábamos empezando, y a todos los músicos… les gustaba la mezcla de ritmos”.

Stan Lewis decidió ponerle al grupo el apodo de “The Terrible Frankie Nieves” (que también se convirtió en el título de su LP). “No me importó demasiado, pero, ya sabes, permitimos que eso sucediera de todos modos”, dice Nieves, quien siente que no fue la única vez que Lewis impulsó su propia agenda. “Ellos no nos querían darnos demasiado tiempo”, afirma Nieves. “Realmente no los quisieron dar. Unas cuantas veces repasamos la canción, la ensayamos una vez y la grabaron. De una sola vez. Si escuchas el disco, los trombones no sonaban bien, ni las trompetas. Eso fue porque no tuvimos el tiempo suficiente para hacerlo mejor. Creo que ni siquiera pasamos ocho horas en el estudio”.

Al igual que el álbum de Olivieri, el LP de Nieves equilibró boogaloos, son montunos y guaguancos, aunque el mayor éxito del álbum fue la balada con sabor a vibra “It’s Better to Cry”. “La escribí con David Blake en los años 50”, explica Nieves, pero Blake se llevó la canción a Inglaterra, donde acabó siendo grabada por Johnny Watson y los Appreciations, convirtiéndose en un éxito de culto del “northern soul”. Según Nieves, su propia grabación “fue bastante popular en Nueva York”, pero no fue hasta años después que descubrió la versión de Watson. Nieves dice: “No teníamos ni idea” (y tampoco derechos de autor).

Jesús “Chuito” Santiago

Jesús “Chuito” Santiago

Jesús “Chuito” Santiago fue otro nuyorican de cosecha propia, un timbalero del sur del Bronx, criado en partes iguales por Tito Puente y Frankie Lymon. Para él, fue el éxito de Johnny Colón, “Boogaloo Blues”, lo que lo inspiró a dedicarse a la música, y reunió a un grupo de amigos de la escuela secundaria y del barrio para formar Chuito and the Latin Uniques. Stan Lewis atrapó a la joven banda en un concierto y le propuso a Santiago ─entonces aún adolescente─ un contrato con Speed. Como Santiago le dijo al entrevistador Mathew Warren: “Firmé en la línea de puntos y, de inmediato, estábamos en un estudio de grabación. Creo que hicimos el álbum en unos dos días”. Santiago recuerda haber escuchado al famoso DJ de música latina Dick “Ricardo” Sugar poner en rotación canciones del álbum From the Street de Chuito and the Latin Uniques: “Casi me caigo al suelo... Invité a toda mi familia y salí corriendo, gritando: ‘¡Están tocando mi música en la radio!’”.

From the Street es posiblemente el LP más deseado de todos los de Speed, y una de las razones es que no contó con uno ni dos, sino con tres vocalistas diferentes. Norberto Carrasquillo y Danny Agosto eran parte de la escena musical latina, pero el tercer cantante, Tony Middleton, era un vocalista de R&B, ex integrante de los Willows. Marín recuerda que él y Ramírez se encontraron con Middleton mientras él estaba en un descanso de un ensayo para el musical Hair. Marín se acercó a Middleton y le preguntó: "Escucha, estamos grabando un grupo llamado Chuito and the Latin Uniques. Tengo una canción que se llama ‘Spanish Maiden’, ¿podrías venir y cantarla?” Él me dijo: “Bueno, ensayamos aquí hasta las dos. Pasaré después”. Así que se presentó en el estudio alrededor de las dos o las tres, grabó la canción y se fue.

Speed apostó por el atractivo crossover de “Spanish Maiden” y la lanzó como un sencillo (tanto en Speed como en el sello Storm), con Tony Middleton en lugar de Santiago y los Latin Uniques. Sin embargo, podría decirse que “Spanish Maiden” ni siquiera era la mejor balada del álbum, especialmente comparada con la voz de Danny Agosto en “Wish I Could”.

El último LP original de Speed fue Viva Zapata, de Milton Zapata. El líder de la banda fue otro hallazgo de Marín. “Tenían una banda explosiva”, dice Marín, “y él tenía una personalidad explosiva”. También era un artista práctico, como explica Marín: “A diferencia de tantos otros líderes que se limitan a reunir a tipos ─y luego conseguían que gente atractiva escribiera sus canciones─ para animar al público, pero él estaba muy, pero muy involucrado en su proyecto”. De hecho, Zapata es el único autor de todas las canciones de su álbum, excepto de la lenta “Sweet Soul Music”, escrita por el vocalista y pianista Butch Johnson. (Es interesante notar que Johnson y Agosto de Latin Uniques terminaron trabajando nuevamente con Marín en su extraño álbum 107th Street Stickball Team).

Milton Zapata. Viva Zapata

Milton Zapata. Viva Zapata

A lo largo de todo este proceso, Speed también lanzó varios sencillos de 7 pulgadas, pero no siempre en sintonía con sus propuestas de álbumes. De la docena de los sencillos del sello, la primera mitad coincidió con lanzamientos de LP [aunque curiosamente, no siempre en secuencia], pero después de “Sweet Soul Music” de Zapata, el resto del catálogo de 7 pulgadas de Speed no se encuentra en ningún álbum de Speed. Eso incluye uno de los sencillos del propio Marín, “A Groovy 'filing Going On” b/w “You’re Moving Much too Fast”, grabado justo cuando Marín estaba comenzando su propia carrera como cantante, habiendo prestado ya su voz en el álbum Live It Up de Kako para Musicor.

También estaba “True Love/Amor Sincere” de Frankie Nieves, una melodía en versiones en inglés y español, cantada sobre una interpolación de “Soulful Strut” de Young Holt Unlimited. “Se nos ocurrió la idea”, dice Nieves. “Yo escribí la letra”. Y también cantó la versión en español, mientras que otro de los vocalistas del grupo, Bobby Schlestein, mitad puertorriqueño y mitad judío, se encargó de las tareas en inglés. Como “Soulful Strut” tenía una presencia de trompeta tan prominente, Lewis decidió traer a músicos profesionales para que tocaran las partes de trompetas, e incluso Nieves admite que el resultado fue que “sonó mucho más limpio”.

Dos de los sencillos más deseados del sello vinieron de un álbum de Speed que estaba completamente terminado, pero nunca fue lanzado. El percusionista Bobby Matos ya había causado sensación en el mundo latino gracias a su muy bien considerado (pero mal distribuido) LP de Philips, My Latin Soul. Matos ya estaba en el radar de Lewis, previamente había hecho una audición para Cotique, y a diferencia de muchas de las bandas adolescentes más jóvenes y menos pulidas firmadas por Speed, Matos y su equipo eran más veteranos y experimentados. Especialmente tras el éxito de “Spanish Maiden”, Lewis estaba ansioso por volver a utilizar a Tony Middleton, y se acercó a Matos con la idea de trabajar con el crooner de R&B.

“Ellos querían que hiciéramos un duo con Tony Middleton”, dice Matos. “Querían un disco de boogaloo. Nos juntamos con Tony; él me dio un par de temas, y yo tenía otro par de temas que había escrito. También hicimos dos instrumentales y tres o cuatro canciones en español. Y de hecho masterizaron un álbum y dejaron una instrumental activada, y quitaron todas las canciones en español [cantadas por Manny Roman]”.

El álbum, titulado Return to Spanish Harlem, ya tenía preparada la portada. “Hicimos las fotografías de la portada entre Tony, yo y Lea, que hizo algunas de las voces de fondo”, recuerda Matos. “Como se llamaba Return to Spanish Harlem, tomaron fotografías de Lea sacando una flor de plástico del cemento, como si jugara con el tema de ‘A Rose in Spanish Harlem’, aunque no hicimos una versión de la canción”.

Matos recibió una copia de prueba del LP terminado, que más tarde se perdió. “Nunca volví a ver otra copia. Ojalá tuviera una copia de uno de esos ‘masters’. Una de las canciones que versionamos fue ‘There Goes My Baby’ de los Drifters [un grupo vocal], y en lugar de hacerlo con cuerdas, lo hicimos con trombón y trompetas, y quedó tan bien que desearía tener todavía ese arreglo”, lamenta Matos.

Aunque el álbum en sí se perdió, sobrevivieron tres sencillos diferentes. Uno contenía una versión de “Cuchi Frito Man” de Ray Rivera en una cara, respaldada por una de las melodías en español cantada por Roman, “Sangre del Barrio”. El otro sencillo también incluía a Roman en ambas caras, “Oye Mi Querida” b/w “Españolita”. El sencillo más buscado es “Return to Spanish Harlem”, atribuido a Tony Middleton y Bobby Matos, con “Already Satisfied” en la otra cara.

Mientras tanto, Speed también “lanzó” dos álbumes más, pero en circunstancias extrañas. El primero fue El Gran Sid: Symphony Sid Presents the Best in Latin America, un álbum recopilatorio “presentado” por el famoso DJ de radio latina Symphony Sid, un amigo cercano de Stan Lewis. Extrañamente, a pesar de ser de Speed, no contiene canciones del sello; en su lugar, presenta canciones de todos los competidores de Speed, incluyendo Fania (Joe Bataan's “Gypsy Woman”), Cotique (Johnny Colon's “Boogaloo Blues”), y Tico (Eddie Palmieri's “Azúcar”).

El álbum más extraño de Speed fue el último vinculado al sello: un lanzamiento auto titulado del artista de R&B Phil Flowers and the Flower Shop. El álbum no tenía ningún contenido latino y es probable que surgiera después de que Lewis vendiera Speed a Morris Levy. Tal vez Levy intentaba utilizar Speed para introducirse en nuevos géneros, pero sea como fuere, el LP nunca pasó de la fase de promoción/prueba de impresión; ni siquiera tiene un número de catálogo.

Como si Speed no fuera suficientemente extraño durante su existencia, unos diez años después de su desaparición, varias de sus canciones regresaron nuevamente al sello Disco International de Leonard Lewis (no se sabe si Leonard y Stan Lewis eran parientes, aunque eso sin duda explicaría muchas cosas). Canciones como “Return to Spanish Harlem” y “True Love” terminaron en formato de 12 pulgadas, con ediciones “disco” básicas a cargo del ingeniero Phil Prevete y masterizadas por Sam Feldman de Bell Sounds (mejor conocido por masterizar Hey Jude de los Beatles). Lo más probable es que Stan Lewis revendiera los derechos de las canciones de Speed, pero ninguno de los artistas tenía idea de que se producirían reediciones o ediciones hasta mucho después de que salieran los sencillos.

Todo parece formar parte de un sello cuya existencia entera estaba marcada por lo excéntrico y lo ecléctico. Por un lado, la rareza del sello no contribuyó a garantizar la longevidad de la mayoría de los artistas involucrados. Aunque Marín, Ramírez y Matos disfrutaron de carreras exitosas después de Speed, para Olivieri, Nieves, Zapata y Santiago, el, sello Speed representó el alfa y el omega de sus carreras discográficas (y quién sabe qué pasó con Dianne y Carole). Sin embargo, aunque Speed hizo poco para garantizar el éxito a corto plazo de esos artistas en los años 60, su conexión con el sello ha ayudado a mantenerlos en el grupo a largo plazo. En comparación con competidores como Fania y Cotique, el cien por ciento de los álbumes oficiales de Speed han sido reeditados (o pirateados) en algún momento, y la mayoría de sus sencillos han sido recopilados, asegurando así un legado duradero para artistas cuyo trabajo de otra manera podría haber desaparecido de la memoria. A pesar de lo pequeño y efímero que fue Speed, su legado es nada menos que de peso pesado.