El maestro Antonio
María Peñaloza,
pedía que cuatro
caballos negros y cuatro blancos jalaran un coche con su ataúd.
Por: ©Adlai Stevenson Samper
Del libro Peñaloza en Tono Mayor
Editado por la Fundación Nueva Música
Durante la presentación de la orquesta de Peñalosa en el Country Club de Barranquilla en los carnavales de 1951, Nelson Pinedo, cantante estelar de la agrupación, recuerda que en ese centro social “estrenamos los temas Te Olvidé, el chande, el garabato y el currulao”. La apreciación es parcialmente cierta si nos atenemos a una composición olvidada de Peñalosa en homenaje a Cecilia Gómez, soberana del carnaval ese año y del que no se tienen mayores noticias. Bien pudo el tema musical aludido en las remembranzas de Nelson haber sido el germen de la posterior grabación efectuada en Bogotá de Te Olvidé, con la Sonora inventada por la disquera de Curro Fuentes. Los gritos y los vivas a la danza del garabato y al carnaval en un tema amoroso que habla de amor con delirio, pasión desenfrenada, martirio, desengaño y revancha así parecen confirmarlo.
La aparente contradicción que encierra la narración de una historia amorosa –el anverso y reverso de la vida, como dice invariablemente Peñaloza cuando se le pregunta sobre el sentido filosófico de la canción- en un poético español sumado a una musicalidad festiva de indudable origen negro, manifiesta desde la perspectiva del proceso de creación de Peñaloza, una curiosa lógica que explicaría después el definitivo éxito intemporal de la canción en el marco del Carnaval de Barranquilla.
Ese texto tan inolvidable a los barranquilleros fue suministrado por el periodista y poeta español Mariano San Ildefonso residenciado en la década de los cincuenta en Bogotá. Su oficio regular en esos tiempos era escribir comentarios hípicos en la revista Meta en la que Juan Danielson, propietario de La Casbah, el bar en que tocaba el conjunto de Peñalosa, tenía acciones. No es extraño, dado la propensión de Peñalosa hacia las apuestas y los juegos, que lo conociera en una de sus visitas al Hipódromo o en una juerga del español San Ildefonso en La Casbah, el bar de su jefe.
- El caso es que San Ildefonso sabía que yo era arreglista musical y, motivado por ello me enseño varias poesías para que yo les pusiera música- sostiene Peñaloza- Me trajo como veinte, pero solo me gustó Te Olvide. Las demás eran flojongas.
El primer paso en la composición fue el de acomodar la letra de San Ildefonso al concepto musical de ritmo de Garabato usando como base unos arreglos musicales jazzísticos. “Demore varios días puliendo la letra, cortando aquí, agregando allá”, dice Peñalosa. “Para hacerle los arreglos me ayudó un trío de jazz de Panamá que se llamaba Set Rose Trío. Le pusimos un ritmo muy propio de la costa atlántica, alegórico al Carnaval de Barranquilla. Yo quería hacer algo que trascendiera. Se me ocurrió bautizarlo danza de Garabato y no “del” Garabato como suele decírsele erróneamente”.
Si a Nelson Pinedo no lo contrata la orquesta española Casino de Sevilla para cantar en La Habana en 1952, se hubiese convertido por imposición justiciera de Peñalosa, en el cantante para la grabación de Te Olvide.
A principios de 1953, Peñalosa acepta una nueva oferta de trabajo de Juan Danielson. Esta vez se trata de organizar un conjunto para su nuevo restaurante- bar al que le coloca un sonoro nombre: El Gong. Estaba ubicado frente al Teatro Lux en la carrera 8 con calle 20 en Bogotá. Peñalosa, fiel a su estilo de montar propuestas musicales innovadoras contrata a un grupo panameño de jazz que se encuentra de paso por Bogotá denominado Set Rose Trío, al cual se agrega él en calidad de primera trompeta y el cucuteño Jorge “Cantabonito” Benítez en la segunda trompeta. Ese es el grupo de planta del bar El Gong que aparece en la grabación de Te Olvidé como la famosa Sonora Curro.
- Un día en Bogotá me encontré con ese muchacho Curro Fuentes y me dijo que quería que yo le hiciera los arreglos de una música de José Barros –aclara Peñalosa-. “¿Cuanto me cobra?”…acordamos mil o quinientos pesos. Yo le hice cinco melodías y entonces él ya estaba un poco fallo de plata. Me dijo: “Oye Peñalosa, tú de casualidad no tienes por ahí un numerito tuyo? Yo le dije que si. Cogí el tambor y toqué toda la letra. Me dijo “Hombe, Peñalosa, eso no va. Eso es mas largo que el himno nacional, eso no se lo aprende nadie. Bueno, no va, no va”.
- Yo fui a buscar en Bogotá a Alberto Fernández para que me ayudará a conseguir música y él me llevó donde Peñalosa- replica Curro Fuentes-. Él estaba acostado. Lo salude: “Hola Peñalosa, como estás? Y enseguida me dijo: “Como voy a estar...con hambre”. Le explique que necesitaba música y él me respondió: “Tengo esto”. Yo creo que le di algo de plata.
Se fue- señala Peñalosa refiriéndose al Curro- pero a la semana volvió por al apartamento. Me preguntó si tenía más. Después me dijo: “Lo que pasa Peñalosa es que tu eres muy fregao. Contigo no se puede. ¿No tienes más?... Entonces; graba esa porquería!”.
Para Curro, avezado empresario, todo se reducía a una cuestión de estrategia comercial. “Cuando yo escuché el tema”, afirma Curro, “nunca pensé que iba a llegar tan lejos. Si le digo a Peñalosa que me el tema me gustó me hubiera cobrado en dólares. Cuando el disco llegó a Cartagena para las fiestas novembrinas de 1953, la gente hacía cola para comprarlo. Se terminaron los discos disponibles y se le daba a la gente un papelito para que reclamara el disco después. Peñalosa nunca se apareció por Cartagena para apersonarse del éxito de su disco. Yo escuche el disco y me pareció largo. Le dije que lo recortara porque los discos de 78 rpm tenían sus limitaciones. De dos minutos y medio aproximadamente. Te Olvide era para un long play. Peñalosa sabía que yo tenía razón. Al final Peñalosa me dijo que lo que me había mostrado era la mitad del tema”.
Para la grabación del tema se alquilaron los estudios de La Voz de Colombia ubicados en la carrera 8 con calle 17 en Bogotá. El cantante original de la grabación era el caleño Tito Cortés, pero ese día, para su infortunio musical, amaneció con un perfecto guayabo producto de la parranda de la noche anterior. Para Peñaloza, Cortez “Andaba bastante raro”. Curro Fuentes recuerda que “Estaba como en las nubes. Cuando llegó al estudio nos dijo: “No me toquen las alas”.
Por ese episodio entró de emergente el cantante de Valledupar Alberto Fernández. Había tenido un paso sin mucho éxito por la orquesta de Emisoras Fuentes de Cartagena, de donde salió a probar suerte a Medellín. De allí partió a Bogotá, en donde fue requerido con urgencia en la grabación de Te Olvidé ante la “voladura” de Tito Cortés. Era un viejo conocido de Peñalosa que mantenía buenas relaciones con los músicos del viejo Magdalena grande y artífice del contacto suyo con Curro Fuentes en Bogotá.
Lo corrobora Curro al recordar que estando en Bogotá se acordó que Fontanilla –celebre guitarrista, acompañante durante una temporada de Guillermo Buitrago y sus muchachos y colega en los tríos de son cienaguero en que cantaba Alberto Fernández- le había dicho que Rafael Escalona, el mismo “Tigre” al que después Peñalosa le dedicaría una canción con ese apodo, le había contado sobre el especial talento compositivo del maestro Peñalosa.
El compositor Peñalosa sale al paso cuando a alguna persona se le da por relievar de una forma exagerada los meritos de Mariano San Ildefonso: “No era ningún poeta. Yo manejaba el idioma mejor que él, porque yo le cogí muchos errores”. Aunque parezca bravata es rigurosamente cierta, pues Peñalosa siempre ha sido un lector obsesivo y riguroso de literatura, historia y filosofía que se ufanaba de su formación en artes tipográficas, oficio en que se necesitan sólidos conocimientos del idioma español.
El maestro y el alumno: Antonio María Peñaloza y Justo Almario.
La aparición de Te Olvidé en los carnavales de Barranquilla en 1954 opaca, en ese y en los años siguientes, a cualquiera otro tema musical. Luchó en el favoritismo del público con el tema dominicano Al Oscuro, interpretado por Ángel Vitoria y su Conjunto Típico Cibaeño. Sobrevivió en la década del cincuenta los embates del mambo y del criollo merecumbe, entrando en el imaginario cultural barranquillero como himno perenne del carnaval.
En la década del cincuenta la industria discográfica colombiana no había aun desarrollado el concepto de consumo imponiendo discos desechables de temporada, por lo que era común la figuración de una canción como éxito durante varios años con ventas continuas del tema.
Tal situación le sucedió a Te Olvidé durante la época de carnaval. La indudable calidad de la canción y su propuesta innovadora de fusionar inteligentemente el garabato con el jazz le confería una permanente frescura que la convertía, todos los años, en una pieza fundamental para ambientar a Barranquilla en su festividad tradicional. Además, la canción presenta valores musicales muy apegados a la historia de la ciudad: la actitud cosmopolita, la vigencia de criterios innovadores y pioneros en el desarrollo de la modernidad.
En el plano musical Peñaloza inicia el tema con un guapirreo muy sentido y pleno de referencias a su ancestro geográfico y a su pasado musical. A continuación entra la batería con un toque muy particular de garabato acompañado rítmicamente por maracas. Lo curioso en la ejecución del baterista panameño es que no supo recoger, en opinión de Peñalosa, el sentido rítmico que imponía el garabato original obligando al compositor y arreglista a diseñarle un esquema apropiado para su técnica musical interpretativa. Ese toque adaptado creado por Peñaloza es el que recogen las orquestas de Joe Arroyo, Checo Acosta, Juan Piña, Juan Carlos Coronel y otras en la década de los ochenta y noventa como chandé, denominación rítmica que no es del agrado de Peñaloza, negando incluso la posibilidad de su existencia.
Tras la introducción rítmica de la canción, entra en pleno el resto del combo con el bajo, un piano percusivo que apoya a la batería y las trompetas que delinean el “riff” o línea melódica, dando paso a los versos cantados por Fernández, seguido, tras cada intervención suya, de un dialogo responsorial con la trompeta de Peñaloza. Si hay alguna duda sobre las intenciones jazzísticas de Peñaloza en el concepto general de orquestación, basta escuchar las definitivas referencias que expone en el solo de trompeta que sirve de elemento introductorio al segmento intermedio de la canción. Después, se silencia el dialogo de la trompeta y el cantante para irrumpir la voz de Peñaloza, ronco y emocionado, dando vivas al carnaval y a la danza del garabato. Nuevamente se reinicia el dialogo cantante - trompeta hasta el final del tema que termina dramáticamente con la repetición del estribillo: “Te olvidé, te olvidé, te olvidé”…
No hubo temas en la década del sesenta y del setenta que alcanzaran la popularidad apoteósica de Te Olvidé. A lo sumo alcanzaban la gloria efímera de convertirse en éxito durante un carnaval, para posteriormente desaparecer. En cambio, cada año crecía la audiencia de Te Olvidé, que igual a Joselito Carnaval, resucita como ave fénix de sus cenizas mostrando su esplendor en la inminencia de la festividad, acogido por el pueblo como el leit motiv musical del jolgorio producto de un consenso espontáneo: Te Olvidé y el Carnaval de Barranquilla son la misma cosa.
En 1979, la Junta Permanente del Carnaval hizo un gran despliegue publicitario con el propósito de convocar un concurso para elegir el himno del carnaval de ese y de otros años. La idea era que cada año la convocatoria produciera un tema que “reinara” durante la temporada. Peñaloza entro en franca cólera ante la propuesta:
- Ya existe –dijo-. Se llama Te Olvidé.
Su obra musical
Aparte de la justa fama de «Te olvidé», hay otras canciones con igual importancia compuestas por Antonio María Peñaloza. «Adiós fulana», ha sido interpretada en los últimos años en el Carnaval de Barranquilla por grupos musicales de danzas y cumbiambas a partir de las versiones de Totó la Momposina, Joe Arroyo y el Checo Acosta. El relato contenido en el tema «Mátese media vaca» fue catalogada alguna vez por Alfonso López Michelsen como una especie de Cien Años de Soledad condensada en tres minutos. «Chambacú», ambiciosa opereta folclórica inconclusa, fue presentada con honores en Europa y Asia por Leonor González Mina. Hace cinco años Totó y sus Tambores realizó su particular versión del tema. «Perla» fue originalmente la música de una película con guión de Héctor Rojas Herazo de la cual Elsa Torres hizo una versión en México con la famosa orquesta de Rafael de Paz. «La canción del algodón», es un tema con el cual concursó Peñaloza en uno de los primeros Festivales Vallenatos con la intervención en el acordeón de su discípulo Andrés «El Turco» Gil. «La danza del sol», en versión de Matilde Díaz con la orquesta de Lucho Bermúdez, fue éxito nacional a finales de los cuarenta. Otras canciones difundidas a nivel discográfico fueron «Esa mujer», con Juan Piña y la orquesta de los Hermanos Martelo; «Machin brincando» con Jesús Nucira y Los Caribes; «Fidelina», interpretada por el cantante cartagenero Nando Pérez y canciones del folclor andino, como es el caso de los bambucos feriales ganadores en los concursos de música celebrados en Medellín entre 1959 y 1962.
(Tomado del libro «Peñaloza en tono mayor», del musicólogo Adlai Stevenson Samper). |
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