El adiós de un maestro

No hubo nadie como él. Así lo demuestra el genial trompetista FREDDIE HUBBARD en ‘Without a Song’, una grabación póstuma

 

 

 

Por Rafael Vega Curry

 

Imitado pero no igualado, Freddie Hubbard personificó —junto a Lee Morgan— al trompetista bravo, audaz, capaz de hacer lo que se le antojara en su instrumento. No hubo nadie como él, según lo demuestra una grabación que él quiso que fuera un paso adelante de su ‘comeback’ pero terminó siendo su testamento.

Poseedor de una técnica perfecta y exquisita sensibilidad, Hubbard fue el vínculo entre los grandes trompetistas de antaño —Roy Eldridge, Dizzy Gillespie, Clifford Brown—, los del pasado reciente —Woody Shaw, el propio Morgan— y los mejores de hoy —Roy Hargrove, Nicholas Payton, Wynton Marsalis, Jeremy Pelt.

Hubbard despuntó desde muy joven con sus propios discos para Blue Note, formó parte de bandas legendarias como los Jazz Messengers y participó como invitado en grabaciones seminales de Ornette Coleman (‘Free Jazz’) o Herbie Hancock (‘Maiden Voyage’), por mencionar sólo dos. También tuvo su periodo gris, en los años 70 y 80, cuando la grabación de una serie de discos en la onda pop —si bien lo hizo rico— ensombreció su reputación como jazzista.

Sus amigos músicos aún deploran la mala vida que se dio en aquel tiempo. “Le faltó al respeto a su propio talento”, le dijo Sonny Rollins a la revista Down Beat en abril. “Hubiera esperado más de él”.

Y hace unos 15 años le pasó lo peor que le puede pasar a un trompetista: la rotura de su labio superior, que efectivamente puso fin a su carrera.

Fue, según algunos, una herida mortal autoinfligida, pues no descansaba ni hacía los ejercicios de calentamiento necesarios antes de empezar a tocar con la fiereza que él lo hacía. Aunque volvió a grabar tres discos más, nunca volvió a ser quien fue.

Cuando murió el pasado 29 de diciembre a los 70 años, tras sufrir un ataque cardiaco, Hubbard acababa de completar, junto a su colaborador y también trompetista David Weiss, una especie de retorno, al menos en lo que se refiere a grabaciones. ‘Without a Song - Live in Europe 1969’ (publicado por Blue Note) tenía la intención de recordarle al mundo cuán grande había sido en su momento. Terminó siendo su último adiós.

Si, como dicen los americanos, conviene despedirse “with a bang”, haciendo ruido para que todos se enteren, ‘Without a Song’ cumple su cometido a cabalidad. Consta de siete temas inéditos de grabaciones realizadas durante una gira que Hubbard efectuó por Europa en 1969. Y la mayoría, si no todos, mantiene un altísimo nivel de calidad.

 

 

 

Hubbard fue un maestro de los extremos. Podía ser agudo y punzante (‘Blues By Five’), veloz y copioso (en el tema que le da título al CD). Pero se sentía igualmente cómodo en los registros suaves. La delicadeza de su trompeta en ‘The Things We Did Last Summer’, casi susurrante, es toda una maravilla de sensibilidad. O podía ir de lo sutil a lo estentóreo en el marco de un solo tema, como demuestra en ‘Body and Soul’. Y en todo momento, mantiene esa fina atención al desarrollo melódico, ese control absoluto de entonación y tempo, esa musicalidad, simple y sencillamente. También podía ser abiertamente feroz, como cuando embiste con ‘Space Track’, un tema free.

‘Without a Song’ no es un álbum de cinco estrellas; en todo caso, merece una calificación de cuatro. El sonido es muy bueno, para tratarse de una grabación que ya cumple cuatro décadas. La sección de ritmo -Roland Hanna en piano, Ron Carter en bajo y Louis Hayes en batería- es excelente, por supuesto, pero tanto Hanna como Hayes incurren aquí y allá en solos que no llegan a ninguna parte. Y como vistazo general a la música de Hubbard, también es adecuado.

Lo que sobresale una y otra vez es el sonido prístino, inimitable, de un músico que se malogró por su propia voluntad, pero que en sus mejores tiempos se mereció todas las estrellas del mundo.

Edición junio 2009

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