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Oye Qué Rico Suenan
Las Estrella de Fania
con Carlos Santana en
Bogotá,
Colombia
MúsicaEste
12 de marzo se presentan en Bogotá las Estrellas de Fania, uno de los
míticos experimentos colectivos gracias a los cuales la salsa es un
género universal.
Tomado de la Revista
www.semana.com
En 1963, Johnny Pacheco
y Jerry Masucci trabajaban en el primer disco de un pequeño sello que
quería volver a darle brillo a la música latina. Habían pedido un
préstamo de 2.000 dólares. La década de los 50, en Nueva York, había
dejado una resaca por las viejas big bands de Mario Bauzá [MACHITO
(Francisco Raúl Gutiérrez Grillo)], Tito Puente,
Tito Rodríguez y Chano Pozo, que consiguieron notoriedad en clubes como
el Palladium, ubicado en la calle 54 con Broadway. Masucci, un abogado
italoamericano, se había enamorado de esos ritmos cuando conoció a
Pacheco. Era su abogado. Y lo protegía por asuntos de regalías. Pacheco
era uno de los flautistas más reputados del medio latino en Nueva York y
estaba descontento por el trato de las disqueras. Así que este hombre
nacido en República Dominicana, que para entonces tocaba charangas, con
su gran olfato intentaba fichar a nuevas figuras para su naciente sello
que pudieran inyectarle un sonido diferente a la música latina
apabullada por la nueva ola de los Beatles, el rock and roll, la bossa
nova y la balada americana. Ese primer disco, distribuido de mano en
mano, fue el comienzo de todo. Se llamó Cañonazo e incluyó un tema del
compositor Reinaldo Bolaño que serviría para bautizar una de las
aventuras musicales más notables del siglo XX: Fania Funché.
Desde entonces la Fania
fue catalogada como un empaque comercial para una serie de ritmos
afrocubanos que, en la década de los años 70, se recogieron en un solo
término: salsa. Pero más allá de esas discusiones, el talento de Pacheco
al descubrir en las calles y en el ambiente de Nueva York a incipientes
músicos que conectaban con el público, que se alejaban de la temática
campesina del son cubano y que prometían rudeza tanto en sus líricas
como instrumentalmente, fue indudable. Después de Cañonazo, Pacheco
grabó a Larry Harlow, un pianista norteamericano de origen judío que
comenzó a exhibir esa amalgama que después definiría el nuevo sonido de
la Fania. Los trombones carrasposos, el piano brutal, las letras sobre
las cosas que pasaban en las calles de Nueva York y un ímpetu que no se
había conocido antes. Después de ello la Fania no hizo más que crecer.
Pacheco sabía que debía tener una mezcla interesante de músicos
consolidados, estudiosos y que ya habían paseado por los clubes de Nueva
York, como es el caso de Ray Barreto, y debía ponerlos junto a jóvenes
arriesgados, sonoramente no muy pulidos pero con la rabia necesaria para
exponer la realidad de la calle. Así apareció Willie Colón, quien con
apenas 19 años grabó El malo, su primer disco para Fania, junto con otra
leyenda, el cantante puertorriqueño Héctor Lavoe.
Por su parte, Masucci entendía que debía ofrecerles a los músicos un
ambiente de familiaridad, un pago justo y un marketing novedoso que
vendiera a las nacientes estrellas como eso, como estrellas. De ahí el
cuidado del diseño gráfico de sus portadas. Y de ahí que, en 1968,
Masucci haya realizado en el pequeño club Red Garter una primera reunión
de sus músicos que quizá para entonces sonaba grandilocuente: Fania All
Stars.
Con esa experiencia -que comercialmente no resultó- Masucci vio la
posibilidad de reunir en un mismo escenario a los principales músicos de
sus grupos y mercadearlos como una combinación estelar. Y lo logró. Para
muchos, el verdadero nacimiento de las Estrellas de Fania ocurrió el 26
de agosto de 1971 en el club Cheetah, un viejo salón de baile en el
corazón de Times Square, utilizado como gimnasio y pista de patinaje.
Allí, se grabaron dos discos y se filmó el mítico documental Nuestra
cosa latina, dirigido por Leon Gast, un documentalista fundamental en
los años 70 que luego haría el documental Cuando éramos reyes, sobre
Mohamed Alí. En esa ocasión actuó como director musical Johnny Pacheco,
Ray Barretto en la tumbadora, Larry Harlow en el piano, Willie Colón y
Barry Rogers en el trombón, Bobby Valentín en el bajo, Roberto Roena en
el bongó. Como invitados especiales Ricardo Ray y Bobby Cruz, que
ingresaron a la Fania a principios de los años 70, además de los
cantantes Pete 'El Conde' Rodríguez, Adalberto Santiago, Héctor Lavoe,
Ismael Miranda, Santos Colón y Cheo Feliciano, entre otros.
Después de ese concierto, la empresa Pacheco-Masucci se disparó. Las
Estrellas de Fania se convirtieron con el tiempo en una verdadera
galaxia de rutilantes nombres sin los que la música latina sería lo que
hoy es. La estrategia de Masucci fue ir agregando a su catalogo músicos
de otros sellos como Tico y Alegre, hasta convertir a la Fania en el
monopolio de la salsa en los 70.
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Quizás por eso mismo, a finales de esa década y cuando la Fania era
conocida en los cinco continentes, el gesto de un rebelde y político
músico panameño que había comenzado en la Fania como mensajero, se
convirtió en la piedra de toque para la decadencia de la empresa. Rubén
Blades, en compañía de Willie Colón, le imprimió a la salsa un tinte más
político. Blades jamás se conformó con las políticas de una empresa que
había comenzado repartiendo sus discos en las calles y se había
convertido en el dios todopoderoso de la salsa. Por eso renunció a su
contrato con la disquera y su disidencia hizo que otros músicos, con la
llegada de los años 80, migraran hacia nuevas disqueras como la de Ralph
Mercado.
Con todo, la Fania fue durante la década de los 70 la posibilidad de
expresión de miles de inmigrantes latinos que convirtieron a Nueva York
en la capital mundial de la salsa. Celia Cruz se hizo famosa allí
después de estar relegada en México tras su época dorada en Cuba con la
Sonora Matancera. La Lupe se hizo la estrella del latin soul. Joe Cuba
regresó del ostracismo. Y artistas como Mark Dimmond, Ángel Canales, la
Orquesta Flamboyán o Yomo Toro, fueron relevantes para el panorama
musical latino en el mundo entero. "Para mí, la Fania es la agrupación
de las mejores estrellas que ha dado la historia de la salsa desde que
apareció como fenómeno comercial.", dice Alberto Littfack, dueño de Café
Libro, uno de los legendarios rumbeaderos de salsa en Bogotá.
A través de más de 1.300 discos, con ventas millonarias y un legado
insuperable, la Fania ha atravesado décadas y su música es reverenciada
en todo el mundo. Su catálogo fue adquirido en 2005 por Emusica Records
y gracias a una remasterización completa los melómanos pueden volver a
tener ese acervo a su disposición. Y ahora, este 12 de marzo algunas de
sus estrellas como Cheo Feliciano, Richie Ray, Bobby Cruz, Yomo Toro,
Bobby Valentín, Adalberto Santiago, Roberto Roena, y Papo Lucca en
cabeza de Johnny Pacheco, además del talento del rockero latino Carlos
Santana, volverán a subirse a un escenario. Y lo harán, como dice Giora
Breil, gerente de Emusica Records, para preparar una gira que será la
última de una orquesta que inmortalizó un sonido bestial.
Santana y las Estrellas de la Fania se presentan el 12 de marzo en el
Coliseo Cubierto El Campín.
Las boletas tienen un costo de $290.000, $160.000, $70.000.
www.tuboleta.com (1) 5936300
Herencia Latina invita a sus lectores y melómanos en Colombia a apoyar
este evento.
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