Graciela: La Primera Dama del Jazz Latino

 

 

 

 

Foto de la Revista Latin Beat

 

 

En su honor, este artículo explora su vida y la época

como una heroína no reconocida de la

 música afro-cubana

 

 

 

Por.  Jesse Varela

Latin Beat Magazine

Septiembre de 2005

Versión libre al español de Israel Sánchez Coll

Miembro Fundador de Herencia latina

 

 

GRACIELA

De espíritu robusto y con una risa de amor, Graciela podría lanzar fácilmente un millón de sonrisas.  Aunque plagada de quebrantos y molestias por su ya avanzada edad, la «Primera Dama del Jazz Latino» dice, mientras nos habla por teléfono desde su casa, en la ciudad de  Nueva York: «Que se siente bien la mayor parte del tiempo».

Fue una de las principales artistas femeninas durante la era del mambo —vocalista de la popular orquesta de Machito—, en años recientes fue elegida como la principal beneficiaria del premio “Lifetime Achievement Award”,  del International Hall de la Fama de la Música Latina en Nueva York, además fue nominada  a un premio Grammy por su álbum  Inolvidable, grabado junto al también popular Cándido Camero.

«Por un lado hay cosas que no me gustaron del disco»,  lo dice con un tono de decepción.  «Fueron las claves que sonaron demasiado bajas y tuve que volver a adaptarme a ellas. Los músicos eran muy buenos, pero no estaban satisfechos con mi rendimiento. Un montón de gente le gustó, supongo, porque aún conservo mi forma de cantar.»

A través de la historia aparece como la cantante de la Orquesta de Machito, orquesta con la que cautivó a múltiples de bailarines en clubes tan famosos como el Palladium y La conga, también fue muy popular  en las  transmisiones radiales de los  programas del otrora y popular locutor Symphony Sid.  Éxitos como Si, Si, No, No, ¡Ay José!, entre otros,  popularizaron su voz en todo el mundo. Lo que define el arte de Graciela es su clara dicción, su excelente fraseo, la confianza en sí misma, su sentido de humor, su sentimiento y naturalidad, además de la capacidad de entregarse cuando interpreta una canción, ―es como si estuviera contando una historia.

Sus Raíces

Graciela Grillo Pérez nació el 23 de agosto de 1915 en la ciudad de La Habana, Cuba en el barrio de  Jesús María.  Hermana de  Frank "Machito" Grillo e hija de  un fabricante de cigarrillos, desde muy niña creció en un barrio musicalmente rico y conoció a personas como Mongo Santamaría quien vivía muy cerca de la casa de su madrina.

«Yo vivía en la calle Florida y conocí muy bien a Mongo porque también conocía a su  primo y a su madre. Jesús María es el barrio donde llegaron los primeros africanos a vivir en  La Habana. Los ritmos que afectarían posteriormente a la música cubana comenzaron allí.»

Sin duda, su actividad como cantante de Machito y bailando con los empleados de su padre tuvo un impacto en su desarrollo musical.

 

 

Rogelio Perez y sus hijos.

Estela, Rogelio Jr. y Graciela

(Colección de Machito)

 

Con nueve años más de edad que Graciela, Machito empezó profesionalmente en 1928, cantando y tocando las maracas en el Sexteto Occidente de María Teresa Vera y con el Sexteto Nacional de Ignacio Piñero. Graciela fue una ávida fanática de Abelardo Barroso, quien creció como una estrella con el Sexteto Habanero para 1920.

Una importante fuente de inspiración lo fue la cantante María Teresa Vera a quien vio actuar en su propia casa.  Pese a que su padre ya le había prohibido que aspirara a la carrera de cantante —debido a la mala reputación que ellos tenían—, fue la única que se despertó esa noche para escuchar a los trovadores que habían llegado a su casa.

«Yo tenía seis años de edad cuando ella vino y cantó en nuestra casa», recuerda Graciela. «Cuando ella llegó a La Habana desde el Oriente —de dónde era oriunda―, mi padre la llevó a todos los lugares para cumplir con otros trovadores. Recuerdo despertarme e ir al comedor cuando ella comenzó a cantar. Mientras ella cantaba yo escuchaba al hombre que tocaba las claves, lastime mis dos dedos meñiques para asimilar la manera como él tocaba.  María Teresa le dijo a mi padre Rogelio: ‘Esa niña va a ser cantante’».

ANACAONA

 «Nací con una afinidad por la clave», continúa Graciela. «Fue por esto que la  Orquesta Anacaona me contrató. Había muchas chicas que cantaban mejor que yo, pero no podían sentir la clave.  Anacaona manejaba tres estilos musicales los cuales tocábamos: son —estilo septeto—, el danzón y la banda de jazz. Cuando yo hice las primeras audiciones, el septeto necesitaba las claves, pero las chicas lo primero que me preguntaron fue: ¿Sí conocía ciertos números?».

«Lo hice, y canté cinco canciones con ellas antes de que me pidieran que tocara las claves. Después de hacerlo, fueron a la casa y la trompetista que era Ondina, la cual tenía 14 años, no le gustaba ninguna de las cantantes. Estaba muy fastidiosa, pero cuando ella me escuchó, dijo: ‘Que se quede, ella es buena’!»

Graciela tenía 17 años cuando se unió a la famosa banda Anacaona en 1933. Formada por las hermanas Castro en 1932,  Anacaona fue considerada como una novedad ya que la banda estaba totalmente integrada por mujeres. Las hermanas, que eran de origen chino, formaron la banda durante la dictadura de Machado, por temor a verse involucradas en los disturbios estudiantiles y al cierre de las universidades. Al presente, Anacaona se le considera como una entidad pionera en el movimiento de mujeres importantes en la música cubana, para la década de 1930.

 

 

Anacaona para 1933

Foto propiedad de Graciela Pérez

 

 

Nadie sabe cómo Concepción (alias Cuchito), quien tocaba el saxo y el clarinete, y además que fue la directora musical de Anacaona, se le ocurrió la idea. Pero después que su padre se quedó sin dinero cuando La Gran Depresión acaeció el mundo para  1930,  y ella tuvo que abandonar sus estudios de odontología, obtuvo de él, su permiso para organizar a sus siete hermanas y formar la banda. Las grabaciones que realizaron con la RCA Victor, son fiel testigo de un grupo de mujeres que entraron con grandes innovaciones para dicha época.

Si bien su producción es limitada, algunos de los títulos que Graciela cantó con Anacaona, fueron: Maleficio, Bésame Aquí, Algo Bueno, Después Que Sufras, Amor Olvidable, y Un Poco Más, grabados en 1937, y que fueron incluidos en el CD titulado: Septeto Anacaona & Ciro Rimac 1936-1937 (HQ-CD 271), bajo el sello Arlequin.

 «Vine por primera vez a Nueva York con Anacaona, en 1937. Nosotros inauguramos el Habana Madrid, un club nocturno que estaba ubicado entre Broadway y la 52, y nos quedamos por tres meses. Nuestro primer viaje al extranjero fue a Puerto Rico en 1934, donde también nos quedamos tres meses y viajamos por toda la isla. Eventualmente terminamos en El Condado (Hotel). Entonces, un promotor que coordinaba actuaciones de artistas a París nos escuchó y le gustó el grupo.»

 «Él habló con Alberto Socarrás —un gran músico cubano establecido en Nueva York para ese momento—, le preguntó si quería trabajar con nosotros. Estuvo de acuerdo y nos fuimos  durante un mes a Cuba para ensayar y pulir Anacaona.  Partimos desde Nueva York  a París en 1938, nos quedamos allí por  tres meses. Nos hubiésemos quedado más tiempo, pero la Segunda Guerra Mundial acababa de empezar. No hubo grandes oportunidades, pero la vida nocturna cesó.  Fue una verdadera lástima. Nos llovieron muchos contratos por ser una orquesta de mujer, una novedad y fuimos  una gran atracción para aquel entonces.»

En el documental —producido en DVD—, "Anacaona: Diez Hermanas del Ritmo", se puede apreciar en varias de las fotos del grupo, la cara resplandeciente de Graciela cuando el grupo estaba en su apogeo para la década de 1930. También se muestra al grupo actuando en La Habana por los cafés al aire libre. Aunque de producción modesta, las imágenes y las fotos dan una idea de lo fresco, vibrante y excelente que fue esta agrupación de chicas.

Graciela abandonó Anacaona en 1941 y fue para cantar en la radio con el Trío García. Se quedó con dicho trío hasta que Mario Bauzá la llamó para que fuera a Nueva York a sustituir a Machito, quien fue reclutado por el Ejército de los EE.UU., en 1943.

GRACIELA, MACHITO Y LOS AFRO-CUBANS

En mayo de 1943, Graciela regresó a Nueva York a sustituir a su hermano Frank "Machito" Grillo. Cuando ella llegó, era la banda de planta del Club La Conga de Manhattan.  Habían añadido al cantante puertorriqueño Polito Galíndez. También participaron  en varias audiciones a través de la estación de radio WOR y ganaron la fama de ser una de las bandas más populares de la ciudad.

 «La Conga fue un buen club que quedaba en la calle 53», recuerda Graciela. «Todo el mundo salía y bailaba con la Orquesta de los Afro-Cuban jazz de Mario Bauza. Siempre nos llamaron los afro-cubanos, pero fue Mario quien opinó que debíamos ponerle enfrente el nombre de Machito. La gente comete el error de pensar que Machito era su director. Pero él no era más que un cantante. Fue Mario quien corrió la banda y el jazz lo casó con la música afro-cubana.»

Bauzá soñaba con dirigir una banda gigante que fusionara el vibrante ritmo de la música afro-cubana con el jazz norteamericano. Bauzá llegó a Harlem a los 19 años en medio de un renacimiento artístico. Hizo importantes contribuciones como clarinetista y trompetista con Chick Webb, Cab Calloway y Redman Don. «Mario ayudó a muchos artistas para que se iniciaran en su carrera, como a Dizzy Gillespie, Quincy Jones, Tito Puente y Ella Fitzgerald», agrega Graciela sobre su cuñado.

Fue Mario quien invitó a Machito a venir a Nueva York en 1937. Casado con Estela (hermana de Machito y Graciela), Bauzá esperaba que los dos pudieran formar una banda. Eso no ocurriría sino unos años más tarde. Al principio, Machito cantó con Las Estrellas Habaneras y grabó en los coros  del Conjunto Moderno en 1938. Sus primeras actuaciones como vocalista líder fueron con la orquesta de Noro Morales, con el Conjunto Caney, Augusto Coen, y Xavier Cugat.

En 1940, Machito tenía ya, la suficiente fuerza para luchar. Fue con La Siboney de Alberto Iznaga cuando empezó a recibir ofertas para cantar. Formó un combo pequeño, pero luego comenzó a reunir una orquesta. Bauzá se unió a la banda como su director musical en 1941 y comenzó a afinar su sueño de experimentar con el jazz afro-cubano.

 «Mario hizo todo», declara Graciela. «Él escogió las canciones y preparaba todo para nuestros shows y grabaciones. Machito y yo podíamos cantar cualquier cosa.  Mario desarrolló nuestro repertorio mediante la búsqueda de grandes canciones y la búsqueda de arreglistas de talento para adaptarlas a nuestro sonido. Todo el mundo reconoce siempre Machito, pero fue Mario.»

Después de haber trabajado en los principales clubes nocturnos de Harlem junto a  bandas de primer nivel, Bauzá aprendió a usar toda la orquesta tal como su paladar. La manera en que él desplegaba los cantantes e instrumentistas, le proporcionaba al conjunto una variedad de entretenimiento que el público lo disfrutaba. Graciela como vocalista le imprimió un tono muy personal y un gran contrapunto con su hermano.

«Se utilizaron varios ritmos musicales, el bolero, la guaracha, el chachacha,  de modo que todo el mundo podía bailar algo», explica. «Cuando tocábamos piezas alegres,  me daba cuenta que algunas personas se sentaban, pero ellos ya habían bailado unos cuantos números. Incluso se tocaba de vez en cuando un pasodoble. Nunca se sabía cuándo iba aparecer un hispano en la audiencia.»

Llegó Dieguito, Quién Paró La Rumba, A Quili Quilito, La Peleona, El Marañón, Coco, y Rié, No Llora Má, fueron canciones que ella grabó durante la ausencia de Machito. A sus 20 años la actuación de Graciela con la banda gigante se describe como vibrante y a la vez cortante; con una voz clara y una fuerte entrega, más la habilidad con que expresó sus canciones. «Aprendí que para cantar hay que ponerle alma al asunto.»

En octubre de 1943 Machito es dado de alta por parte del ejército y regresó cuando la banda estaba en una nueva fase. Tanga, una composición de Bauzá, se le considera la primera grabación del más auténtico jazz afro-cubano, la misma, llamó la atención de incontables músicos, incluyendo a Dizzy Gillespie, Stan Kenton, entre otros. Una pieza mayormente instrumental, pero adaptada al baile, atrajo a bailarines de diversos grupos raciales y étnicos.

«La gente apreciaba lo que hicimos en ese entonces. Durante la guerra, donde quiera que nosotros actuáramos eran momentos tremendos. Y sólo costaba unos pocos dólares escuchar tres orquestas. ¿Ahora qué tú puedes obtener por 25 dólares? La gente salía de sus cambios a toda prisa y entraba a bailar. Nosotros también tocábamos en los mejores clubes de jazz».

Machito & The Afro-cubanos rompieron con la línea divisora del color al trabajar en una variedad de discotecas y sitios de bailes, casualmente en un momento en que la segregación racial estaba institucionalizada. Tocaron en todo Nueva York y para las más diversas personalidades. Desde los sitios más exclusivos como La Conga y Park Plaza, a las plazas del jazz como The Royal Roost, Bop City y el Birdland, así como a los sitios de moda de Harlem, el Teatro Apolo y el Savoy Ballroom

 

 

Bop City

 

 

«Nosotros establecimos un récord cuando tocamos en el Savoy Ballroom de Harlem. También tocamos en todos los clubes de jazz para 'americanos', así como en varios sectores de la sociedad puertorriqueña establecida en Nueva York. Solíamos hacer bailes anuales para los trabajadores del Servicio de Correos, de la Policía y de otras organizaciones hasta que empezamos a viajar y ya no podíamos cumplir con las fechas.»

Dentro del periodo de los años 1945 al 1947, Graciela realizó varias grabaciones con Machito para el sello Verne.  Se destacan ¿Donde Va María?, Guampampiro, Siguiéndote, ¡Qué No Se Acabe el Bongó!, ¿Que Tal te Va? y Mi Cerebro (la cual podría  clasificarse dentro de la línea de Si, Si, No, No). En dicho momento, su estilo estaba bien definido y se mantenía con mucha  confianza.

Fue en el salón de baile Palladium (el este de la 53 y  Broadway), donde Graciela brillaría como parte de la orquesta de Machito durante una época que sólo puede ser descrita como la edad dorada. Catalogado como "La Casa del Mambo", el Palladium se inauguró en 1949 bajo la promoción del puertorriqueño  Federico Pagani. Los Tres Grandes del Mambo —Machito, Tito Puente, Tito Rodríguez— compartirían el escenario y mantendrían el lugar lleno. Sin embargo, fue la banda de Machito quien primero llevaría la música latina a la sala a finales de 1940.

«Recuerdo que Mario llegó a un acuerdo con el propietario del Palladium ―que también era el representante de la banda de Chick Webb―, un domingo hicimos allí un matinée. Mario consiguió el permiso de Chano Pozo para llamarlo el Blen Blen Bien Club. Afuera había una fila inmensa de personas esperando para entrar. El guardarropa de la sala era tan pequeño que en el invierno la gente tiraba sus abrigos al piso y echaba a correr hacia la sala de baile.»

MI QUERIDO SANTI CLÓ

En 1963 Graciela grabó Mi Querido Santi Cló, una canción en la cual le pedía a Santa Claus "muchos billetes de mil dólares".   Su voz aborda el arreglo entre frases habladas y otras cantadas, lo que la historia resulta comprensible. La articulación y el tiempo son perfectos para una melodía de navidad, tocada a su vez por la formación tan compleja de una banda gigante.

Grabada por sello Tico Records bajo la producción y revisión de Teddy Reig, Graciela ofreció un recital de oro como parte de su debut, actuando como solista para el álbum Está es Graciela.  El álbum  giró de nuevo la atención hacía ella, puesto que era un momento en que la música cubana —que ella ayudó a introducir a Nueva York— estaba realizando la transición hacia la salsa. Celia Cruz y La Lupe simbolizan las cantantes femeninas de la época de la salsa, pero a comienzo de la década de 1940, lo había sido Graciela.

MAMBO MUCHO MAMBO

La Mambomania marcó el comienzo de la década de 1950. En 1949 Pérez Prado puso en marcha una serie de éxitos, con el lanzamiento en la RCA Victor de los números: Qué rico el mambo y Mambo # 5. Para el año siguiente El Mambo se tomó a México y el resto de América Latina, mientras que una tormenta musical barría a los EE.UU., un nuevo título estaba arrasando: Mambo Jambo. Arthur Murray Dance Studios invitaba al público en general aprender como bailar el nuevo estilo cubano.

En el salón de baile El Palladium, los bailarines como los Ases del Mambo, Pete Cuban,  entre otros, fueron creando rutinas dinámicas y enseñando a otros cómo bailar el mambo. La música y las bandas estaban calientes y el mambo reunió a personas de diferentes colores, credos y nacionalidades. . .«baby, el mambo, el mambo»

«Los Cubanitos aquí en Nueva York para aquellos días», recuerda Graciela Pérez-Grillo, «fueron los que empezaron a enseñar a la gente a bailar el mambo. El Palladium ganó nombre y fama debido a su clientela la cual estaba conformada por gente afro-americana y por los puertorriqueños que habitaban el sector. Incluso esa parte de la ciudad a medida que empezaron a llegar los hispanos la zona fue cambiando culturalmente.»

 

 

Miguelito Valdés, Juan "El Boy" Torres y Federico Pagani. 1958

Foto de Max Salazar

 

 

El Palladium fue evolucionado desde el Blen Blen Bien Club, al «Alma Dance Studios», cuando Mario Bauzá y Machito promocionaron sus propios bailes. Fue Mario quien se acercó al joven promotor de conciertos de nombre Federico Pagani, el cual trabajaba allí como portero y "cartelero" (colocaba los pósteres). Pese a que no existía la publicidad en español tanto en la prensa como en la radio, el público se enteró de las secciones de mambo a través de los pósteres que estaban en la calle y por boca a boca.

«Al principio, tocábamos frente a frente a una banda norteamericana. Pronto hubo filas de clientes alrededor del bloque», recuerda Graciela. «Cuando Mario vio lo bien que nos iba, llamó a Tito Puente y le sugirió: ¿«Por qué no formas un grupo y tocas aquí para realizar un espectáculo totalmente latino?» Tito formó un conjunto y de esta manera fue como comenzó. Después de esto, vino Tito Rodríguez y nos convertimos en las tres bandas que tocábamos con cierta regularidad en el local.»

«OK ... en los libros de historia se menciona que Pagani contrató a Puente para su primer concierto con los Piccadilly Boys, pero yo creo que Bauzá se desempeñó como mentor y visionario para que la música latina pudiera acercase al Palladium.»

Un importante logro de la orquesta de Machito fue cuando firmó con la Columbia Records en la década de 1950. Esto ayudó a Machito a penetrar el mercado de los Estados Unidos e hizo que sus grabaciones se distribuyeran lo más ampliamente posible. Su concierto de 1947 en el Town Hall, junto a Stan Kenton, acercó a su banda al mundo del jazz, llevándola más allá de la simple apreciación de sus discos en las tiendas.

Lo grabado en Columbia Record para los años de 1951 a 1955, demuestra una gama magnífica de los grandes éxitos de la Orquesta de Machito: Mambo Inn, Holiday Mambo, Sambia, Mambo Mucho Mambo, entre otros, que encantó a mucha audiencia. En efecto, Graciela fue una parte extremadamente importante en la banda y se ganó su lugar como cantante protagonista del espectáculo.

«Nosotros fuimos la primera banda cubana en tocar en el Teatro Apolo. Cuando entré al escenario, el público empezó a aplaudir y a gritar: «Si Si, No No» El dueño le preguntó a Mario: « ¿Cómo estas personas conocen esta chica? »  Mario le respondió: «Ella ha estado en la escena durante mucho tiempo.»  Entonces él me dijo que yo no abriría el show. La banda saldría con Machito, le dijo a Mario, y entonces pude salir y canté tres o cuatro números. ¡Esa es la verdad! »

Si Si, No No fue lanzado en 1955. Era una pieza novedosa,  originalmente titulada Mi Cerebro —escrita por el compositor cubano R. Blanco Suazo. La canción estaba llena de bromas, insinuaciones sexuales y "vocalmente aproximada a un orgasmo", —así se le describió.  Con su incitación a Machito, Graciela le dio un mega-éxito que es probablemente la más conocida de su repertorio.

«Cascarita fue el primero que la cantó», recuerda Graciela. «Pero la pieza era demasiado lenta», continua. «Dado a que nosotros estábamos trabajados para los [norte] americanos, yo deseaba hacer algo diferente para ellos. Fue como se me ocurrió eso, lo de la ‘chi chi’. Mi madre así llamaba a la cabeza cuando nos caíamos al suelo. «Pobrecito, se dio en la chichi (¡pobre muchacho se golpeó la cabeza!). Pero la gente pensaba que era algo malo cuando la escucharon en la voz insinuante de Graciela. «Aquellas mímicas eran cosas que yo recordaba de mi infancia.»

Graciela realizaría un montón de novedades en su carrera y estrenaría muchas canciones que ahora se consideran como clásicos cubanos. En 1951, ella grabó Contigo En La Distancia (escrita por César Portillo de la Luz con Los Hermanos Rigual). «Ellos fueron unos cubanos que estaban en México, que vinieron aquí [a los EE.UU.] y cantaron conmigo. Creo que fui la primera en grabar dicha canción». «Nosotros también colocamos un coro de niñas cantando en el fondo de la pieza. Mi Delirio fue otra canción que también estrene.»

La culminación de este período fue el «Mambo USA Concert Tour» una gira de conciertos que se realizó en más de 15 ciudades de los EE.UU., entre 1954-55, con las bandas de Machito, Joe Loco y Rivera Facundo, entre otros. "Tocamos en los mejores clubes de jazz y viajamos por todo el país en un autobús en el Mambo USA Tour".

 

 

The All Stars Mambo Orchestra. Para el Mambo USA Tour entre los años 1954-1955

Mongo Santamaría el primero a la izquierda, el cuarto en el mismo orden, Manny Oquendo (con gabardina negra),

el sexto Vicentico Valdés (traje color claro), a la extrema derecha Tito Puente y Charlie Palmieri.

En cuclillas y con espejuelos probablemente Joe Loco.  Entre otros músicos.

La foto es de la Colección de Mongo Santamaría.

INTIMA Y SENTIMENTAL

La popularidad de Graciela creció como resultado de la pieza Si Si, No No, pero no fue hasta 1963 que grabó su primer disco en solitario. Acompañado por la Orquesta de Machito, Esta Es Graciela (Tico) tenía grandes canciones como Ay, José, (una pieza en la misma línea de Si Si, No No), Mi Querido Santi Clo, El Gato Con Tres Patas, y Sobando El Hijo, entre otros.

Pero fue su producción de 1965 Intimo y Sentimental que la diferenció y mostró el verdadero alcance de su destreza vocal. Desde los boleros ardientes hasta el swing de las guarachas, estuvo acompañada de nuevo por la orquesta de Machito y fue probablemente la mejor prueba de su talento.

Mira a los más bello boleros de su álbum. «Dos de las piezas fueron éxitos para Nat King Cole, Felicidades a Alguien y No voy a llorar más. Los compositores de estas canciones vivían en el mismo edificio donde estaba Roulette Records (Propietarios del sello) y ellos le pidieron a Mario, si yo podía cantar estas canciones en español. Entonces Bobby Collazo fue quien realizó las letras y la adaptación al español.»

"Para arrancarte de mi alma", nos canta Graciela desde el teléfono. «El sello también hizo hincapié en que ellos quería grabar estas canciones con una orquesta completa y que se escucharan cuerdas. Fue el pianista de Sarah Vaughn —Jimmy Jones— quien hizo los arreglos y ensayamos las canciones.»

Al igual que el mambo —quien marcó el comienzo de la década de 1940—, la década de los 60’s señaló el ocaso del mismo ritmo junto con la era de las grandes bandas latinas. A pesar de la introducción de los bailes de modas como chachachá y la pachanga, el Palladium cerró en 1966. Un nuevo escenario emergió con directores de las orquestas jóvenes como Eddie Palmieri, Ray Barreto, Johnny Pacheco y entonces, fue la re-elaboración de los  géneros afrolatinos rebautizados como salsa.

El sello Fania Records representó todo lo que musicalmente se conoció como salsa. Una asociación entre Johnny Pacheco y el abogado Gerry Massucci, no obstante, Fania intentó contactar a Graciela para ver si ella podía firmar con el naciente sello.

«Un agente de Fania vino a contratarme, pero el abogado era un bandolero. Mario le dijo que el contrato no era apropiado. Si quería firmarme tenía que llegar a ‘un acuerdo, digno de alguien como yo’ ». «Celia Cruz la había conocido en Cuba, llegó aquí alrededor de 1960. ¿Sabes por qué grabó para el sello Fania?, —porque yo no lo haría—, ella estaba haciendo muy poco en el ambiente musical, así que ella tomó la oferta.»

 

Machito y su Orquesta llegan a Tokio, Japón 1962.

La Foto es propiedad de Graciela Pérez

 

GRACIELA & MARIO

¿Alguna vez ella le pidió a "Santi Cló" conseguir esos "biletes de mil"? ¿Tal vez cientos? La Orquesta de Machito continuó viajando. A principios de los 60’s la banda viaja a Japón y luego continuó su gira por los EE.UU., durante la grabación para ‘Gene Norman's GNP Crescendo Records’, pero los tiempos estaban cambiando. En 1973, Graciela y Mario Bauzá se separaron de Machito, después de estar juntos durante 30 años. ¿Pero cómo sucedió?

«Teníamos un contrato para presentarnos a Europa» relata Graciela, «Pero ellos no quería a toda la orquesta. Ellos deseaban una banda más pequeña». «Mario le habló a Machito para que no rompiera la orquesta y la redujera». También existen otros factores que probablemente influyeron en Machito, que quería tomar el contrato. Mario le comentó: « Porque no inicias una orquesta como la que tu deseas y yo continuó con está’.»

A partir de ese momento, Graciela y Mario codirigieron una nueva banda gigante. Entonces ellos grabaron el álbum La Botánica (Coco, 1977) y Afro-Cuban Jazz (Caimán, 1986). El redescubrimiento de Mario Bauzá en la década de 1990 y en particular, su aclamado CD Messidor, también  mantuvo activa a Graciela.

«Cuando Mario y yo empezamos nuestra propia orquesta», concluye, «simplemente queríamos seguir trabajando. Recorrimos Italia y Alemania, donde permanecimos durante tres meses en Berlín. Esto duró hasta que Mario murió en 1993 (La Habana, 1911 - Manhattan, 11 de julio de 1993. «Puedo recibir ofertas para cantar pero tengo demasiados achaques y dolores. Me gustaría hacer un nuevo álbum pero con orquestas gigantes, cantando boleros y guarachas. Eso es lo que yo hago.»

 

Graciela Grillo murió en el Cornell Medical Center de NYC en las horas de la mañana del día  7 de abril de 2010.

Gracias por todo Graciela.

 

Estas notas no pertenecen al texto original, están relacionados con la entrevista y son de otros libros.

 

1.  Algunos de los más famosos bailarines del Palladium fueron: Cuban Pete y Millie; Augie y Margo; Byron y Tybee; Joe Lusting, Marilyn Winters, Anibal y Joe (Los Mambo Aces), Ernesto Ensley, Larry Selden, Tommy Johson. El maestro de baile lo fue Joe Piro “Killer Joe” quien comenzaba las actividades a las ocho de la noche con lecciones de mambo. Tomado del libro: Mambo Kingdom Latin Music in New York de Max Salazar.

2. Machito fue el hijo del primer matrimonio de Marta Pérez con un hombre de apellido Grillo. Después del nacimiento de Macho, su madre se casó con Rogelio Pérez y tuvieron cinco hijos: Anicia, Estela, Graciela, Rogelio Jr. y Marta.  Tomado del libro: Machito and his Afro-Cubans de Frank M. Figueroa.

3. Rogelio Pérez, el padrastro de Macho, era un cigarrero muy trabajador que más tarde estableció un negocio de suplir a los ingenios de caña de azúcar con todo el género de combustibles que distribuía en camiones. .  Tomado del libro: Machito and his Afro-Cubans de Frank M. Figueroa.

4. En Cuba para 1920, el cantante tenía que tocar las maracas, las cuales eran una parte esencial de la sección de ritmo del sexteto. Macho escogió como maestro al ambidiestro virtuoso del instrumento, Champito Rivera, destacado miembro del Conjunto Estrellas de Pogolotti. Champito enseñó a su discípulo tan perfectamente que pronto Macho se hizo un excelente maraquero. Su técnica se distinguía por mantener la mano izquierda muy activa mientras replicaba las maracas.  Tomado del libro: Machito and his Afro-Cubans de Frank M. Figueroa.

5.  En 1925, tres miembros del Sexteto Unión de Redención formaron un grupo que incluía a “Felito” (Felito) Rivera y a Rogelio García. Ya que Rogelio García no tocaba las maracas, le pidieron a Macho que se uniera al grupo. Así fue que a la temprana edad de 17 años, Machito hizo su debut profesional con el Sexteto Jóvenes de Rendición. Tomado del libro: Machito and his Afro-Cubans de Frank M. Figueroa

6. Un buen día en 1940, Machito recibió un telegrama de su cuñado Mario Bauzá decía lo siguiente:

«Macho, estoy cansado de correr por todo el país y al fin terminar con casi nada porque la vida es cara por acá. Así que regreso a Nueva York y me voy a unir a tu orquesta y estaremos juntos. No te preocupes yo ensayaré la orquesta prepararé todo.»

Max Salazar. Entrevista Jazz Oral History, Mayo, 1980, Rutgers University.

7.   El profesor Fank Figueroa refiere una anécdota interesante acerca de los porteros del Palladium: «Recuerdo asistir al Palladium cuando era un joven disk jockey en 1948. Subía las escaleras y me paraba al lado del taquillero, un hombre que llamábamos “Frank” (Frank Mangrella). El era un hombre sombrío de descendencia italiana que infundía miedo en los que querían entrar sin pagar. Su ayudante era otro hombre tan temido como él de nombre Michael Catalano.  

8. En agosto de 1942, Tito Puente y el bongocero Chano Pozo abandonan la orquesta de Machito para unirse en Chicago al conjunto de los Jack Cole Dancers. El músico cubano Pulidor Allende remplaza a Tito Puente mientras que José Mangual (1924-1998) a Chano Pozo. Tomado del libro: Caliente Una historia del jazz latino de Luc Delannoy.

9. En septiembre de 1946, el Club Conga cambia de nombre y adapta el de China Doll, el personal, las ficheras, los alimentos; todo se vuelve chino, pero la música sigue siendo latina. Tomado del libro: Caliente Una historia del jazz latino de Luc Delannoy.

10. Fred Robbins, quien tenía un programa de jazz y de música popular, fue el primer disc. jockey estadoudinense que difundió en 1946 jazz afrocubano para un público anglófono. Fue seguido meses después, por Symphony Sid Torin. A finales de la década de 1940 el programa  de Symphony estaba consagrado exclusivamente a la música popular latinoamericana. Su competidor directo era Dick Ricardo Sugar, fanático del mambo. La cuarta figura del mundo radiofónico de Nueva York lo era Arta Pancho Raymon, asociado de Gabriel Oller para la Compañía Coda. Tomado del libro: Caliente Una historia del jazz latino de Luc Delannoy.

 

       

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