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GRACIELA, LA CANTANTE DE MACHITO
POR: UMBERTO VALVERDE Colaborador de Herencia Latina Cali-Colombia
El 17 de junio de 1989 entrevisté a Mario Bauza y Graciela Pérez, hermana de Machito, en un modesto apartamento del alto Manhattan. Graciela se inició como cantante de Anacaona, la primera orquesta femenina de Cuba. Primero hablé con Bauza y después con Graciela. Me dejó oír Maleficio, de Marcelino Guerra, un tema grabado con Anacaona. Con Machito grabó temas inmortales como Contigo en la distancia y Noche de Ronda.
Dos años después de nuestra visita a Nueva York murió Mario Bauza. Hoy, 7 de abril de 2010, ha muerto Graciela en el Cornell Medical Center. Había nacido el 23 de agosto de 1915, en el barrio Jesús María de La Habana. Una de sus últimas presentaciones fue el festejo de sus 93 años en el Lincoln Center.
Presentamos el reportaje que se publicó en el libro ABRAN PASO, HISTORIA DE LAS ORQUESTAS FEMENINAS DE CALI, realizado con Rafael Quintero, editado por el Centro Editorial de la Universidad del Valle en 1995, donde también se incluían fotos de Fernell Franco.
-Cómo era la orquesta Anacaona?
-Era una orquesta de diez hermanas. Había dos pianistas profesionales. El padre las sostenía a todas con una bodega (una tienda) y fue así como decidieron buscar suerte en la música.
-En qué año se funda la orquesta?
-Entré en 1933 pero la agrupación se fundó en 1932. Los músicos del Sexteto Habanero, del Septeto Nacional, se volvieron locos y cada quien les ofrecía clases de sus diferentes instrumentos. La estructura era una charanga con violín, aunque se aumentaba la trompeta por lo cual se transformaba en septeto, y también se ampliaba como una jazz band para tocar música americana. Empezamos a tocar al aire libre, en el Paseo El Prado, frente al Capitolio, y alcanzamos éxito porque sonábamos muy bien.
-Alcanzaron a grabar?
-En 1935 la compañía RCA Víctor fue a Cuba y nos grabó. El tema se llamaba Sexteto en La Habana. En un comienzo algunas integrantes eran inestables porque los esposos no las dejaban. Yo profería seguir estudiando en mi casa con mi hermano Machito. Mi hermana, que era la esposa de Mario (Bauza), quien tenía grandes virtudes como voz prima, una vez me dijo: “Arréglate que vamos a la casa de la orquesta Anacaona y lo que hacemos aquí lo vas a hacer allá”. Además, yo tocaba las claves. Hice un ensayo con Concepción Castro, que era la mayor. Ondina, que era la trompetista, aunque era muy majadera, dio su concepto sobre la audición: “Quédate con ella, que es la mejor de las que han venido”. Al otro día empecé en una tienda llamada Precios Fijos y donde se llevaban orquestas de doce del día a tres de la tarde y de una vez me dieron los uniformes para la presentación.
-Cómo eran los uniformes?
-De todos los colores, blanco, de flores y negro. Usábamos unos pantalones con guaracheras. Mi padre se opuso. Empecé a ir a escondidas y mis hermanas me servían de cómplices. Un día mi padre se encontraba a dos cuadres del Aire Libre y escuchó mi voz y se fue directo a buscarme pero vio como me aplaudían y se puso orgulloso. Al otro día habló con nuestra madre, Marta, y le comentó: “Si ella lo quiere que se dedique a cantar como su hermano Machito que no quiso estudiar”.
-En qué año van a Colombia y cuál es la primera ciudad que visitan?
-Fuimos cuando se celebraba el cincuentenario de Barranquilla, en 1937. Por esa época la orquesta Anacaona tocaba en un sitio llamado Habana Park. Ahí estuvo un empresario colombiano y nos contrató. De Barranquilla viajamos a Panamá y Venezuela, donde estuvimos como dos meses, y regresamos a Barranquilla para ir a Cuba por barco, en el servicio de Grace Line.
-Qué siguió después?
-Vinimos a Nueva York en 1937 para inaugurar el Habana-Madrid, ahí en la Broadway. Nos dimos cuenta que la grabación de RCA Víctor se había escuchado porque los puertorriqueños las tenían en las tiendas de discos y nos conocían.
-Cuáles eran los temas más conocidos?
-El más famoso era El Santo Parao que decía: “Hay que tener el santo parao, nunca acostao ni de medio lado”. También Celos, un bolero de Rafael Hernández y guarachas de Ñico Saquito.
-Tuvieron algún problema por ser una orquesta de mujeres en ese tiempo?
-No, al contrario, los músicos nos admiraban mucho y eran nuestros amigos. Viajábamos por toda la isla. Fuimos al Habana-Madrid de Nueva York y ahí nos encontramos con el señor Clifford que se dedicaba a llevar los shows al Ambassador de Los Champs Elysees, en París. Antes de este viaje fuimos a Yucatán. Yo había conocido a Agustín Lara y él me decía: “Tú tienes ese algo que tenía Toña La Negra”. En Puerto México, Laguna del Carmen, canté un bolero y El Santo Parao y se volvieron locos. Me empezaron a gritar: “Toña, la cubana”. Y yo me decía: “Compararme con Toña La Negra” y casi ni dejan cantar a la muchacha que seguía, Margarita, por lo cual me vi obligada a pedir calma.
-Los elogios habían llegado a oídos de Toña La Negra?
-Quién es la chiquilla esa, yo quiero saber quién es preguntó Toña La Negra. Yo la desarmé porque Absalón Pérez, primo de los Rigual, y Elsa Rigual que tocaba el piano, me llevaron a XCW y me la presentaron. Para bajar la tensión le dije: “usted es mi cantante favorita, la admiro mucho”, y nos hicimos amigas. Cuando me oyó cantar dijo que cantaba muy bien. A pesar de todo, no nos pudimos presentar en Ciudad de México y regresamos a La Habana.
-Mario Bauza dice que la trae a Nueva York en 1943. Esto cambia tu estilo?
-Completamente. En Anacaona tenían los arreglos de orquestas tipo charanga, con flauta, violín, piano, y también formato sexteto, tres, guitarra, bongoes, contrabajo y trompeta. Cuando vengo a Nueva York con esos arreglos tan complicados creí que me iba a volver loca pero me adapté. El señor Chico O Farrill escribía los arreglos y él decía que me los aprendía bien. Era una orquesta grande, con muchas trompetas.
-Comienzas a grabar en el sello Berney?
-En la Berney hice El Cerebro y después grabó con Polito Galindo.
-Visitó a Cali con la orquesta de Machito?
-Sí, en diciembre de 1965 estuvimos en la Feria de Cali, nos presentamos en la Caseta Las Américas, en el Gimnasio Olímpico y en el Club Campestre. Ganamos el trofeo Carreta de Plata. Recuerdo mucho a Barranquilla porque me sentía como en Cuba. También conocí Cartagena y Bogotá.
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