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HECTOR RIVERA
". . . A Héctor Rivera no le ganan ni con guantes de boxeo". Héctor Lavoe en la pieza # 9 "Aunque mi mami no quiera" del LP: Para Mi Gente.
Por: ©Max Salazar El artículo se tomó del libro: Mambo Kingdom: Latin Music In New York Versión al español de Ian Seda Miembro Fundador de HL
Semblanza
Era el año 1961 y me encontraba en el club Triton en el Bronx, donde Johnny Pacheco dirigía las sesiones de descarga los martes en la noche. Durante el primer receso, se colocaban discos. Mientras observaba a Pacheco, de momento lo vi alejarse del grupo con el cual se encontraba, para luego ir a pararse debajo de una de las bocinas a escuchar el recién lanzado disco de Hector Rivera “Tumba que Tumba”, de su disco para Epic Pachanga y Charanga!. Era tan excitante que le subía la presión de la sangre a cualquier persona. Pacheco sentía todo esto, pero no sabia que cuando la grabación fue hecha, Rivera estaba conduciendo a la orquesta que estaba compuesta por Vicentico Valdés, Santos Colón y Rudy Calzado en el coro; Marcelino Valdés en la conga, Walfredo Reyes en los timbales, Manny Oquendo en el bongó, René “El Látigo” Hernández en el piano, Rod Luis Sánchez en la flauta y Bobby Rodríguez en el bajo. Cada vez que una canción desplazaba a una hermosa latina de la mente de Pacheco, la canción definitivamente tenía que ser algo especial.
Cuatro meses más tarde, Epic Records grabaría Viva Rivera, con el arreglo y composición de Rivera en “Ya Se Formó” demostrando que su primer LP para Epic no había sido una chiripa. Finalmente había logrado el momento supremo de reconocimiento luego de cuatro años de escribir y arreglarle a Elmo García, Joe Cuba, Orlando Marín, Moncho Leña, Yayo El Indio, Rey Caney, Ray Barreto, Johnny Pacheco, las Estrellas Tico (Tico All Stars), las Estrellas Alegre (Alegre All Stars), y por supuesto, a su propia banda.
Rivera nació de la unión de Cándida y Pablo Rivera, ambos oriundos de Guayama, Puerto Rico, el 26 de enero de 1933, cuando la pareja vivía en la 62 Este de la Calle 99 en el Harlem Hispano. Cinco años más tarde, el joven Héctor estuvo orientado hacia los danzones cubanos, a los cuales estaba expuesto todos los días a través de la radio. En 1943 los Rivera se mudaron a un apartamento en la avenida Fox y Trinton del Bronx. Seria aquí que por primera vez escucho la pieza de Machito “Sopa de Pichón”, lo que lo llevaría a estudiar música de manera formal. Se convirtió en estudiante del pianista Luis Varona (de las orquestas de Machito y Tito Puente); continuo aprendiendo mientras escuchaba las grabaciones de Noro Morales, Varona, y Rene Hernández con Machito. Con el tiempo esta área del Bronx se convertiría en la incubadora de las futuras estrellas de la música latina, como lo son Tito Rodríguez, Ray Barreto, Manny Oquendo, Charlie y Eddie Palmieri, Chicky Perez, Orlando Marín, Joe Quijano, René “El Látigo” Hernández, Tommy Garcia (de la orquesta de Tito Rodríguez), Ray Coen (de la orquesta de Tito Puente), y Arsenio Rodríguez. Pero definitivamente los discos de Noro Morales eran la inspiración real de Rivera.
En 1947, la grabación de Machito “Me Dejan Solito” para el sello Continental dejo una huella imborrable en la mente de Rivera. Un año más tarde comenzaría sus estudios de orquestación con el trompetista Eddie Forestier, quien le otorgaría el puesto de pianista de su propia banda. Fuera de la tarima, Rivera pasaría su tiempo libre bailando en el Palladium. Cuando no estaba bailando, siempre se le podía encontrar detrás del piano, observando a Joe Loco, Rene Hernández, Al Escobar y Luisito Benjamín. Tenía tiempo para visitar el China Doll, y no importa cuantas veces la orquesta de Noro Morales interpretase el número “110th Street and Fifth Avenue” o “Ponce”, Rivera simplemente no se cansaba de escucharlos tocar. Se unió a la orquesta de Elmo García en 1951, para luego irse el próximo año a formar su propia agrupación, la cual debutó en el Hunts Point Palace en el Bronx. La otra banda en el programa era la recién formada orquesta de Orlando Marín, con el pianista Eddie Palmieri y el vocalista Joe Quijano.
Al poco tiempo Rivera fue llamado al servicio militar para participar en la Guerra de Corea. El día anterior, antes de irse al entrenamiento básico, había participado como uno de los muchos invitados especiales en una grabación de Machito que Columbia Records había organizado buscando recrear la atmósfera de una sesión en vivo. Rivera vio a la banda grabar “Mambo Inn”, “Sambia”, “Beeree Bee Cum Bee” y “Si Si, No No”. Mientras estuvo estacionado en Guam, conoció a Ignacio “Nacho” Sanabria, un puertorriqueño a quien había motivado y ayudado para que se convirtiera en vocalista. En aquel tiempo, el cha-cha-chá se estaba convirtiendo rápidamente en la nueva onda de baile, y el no poder ni escuchar, ni grabar un cha-cha-chá estaba volviendo loco a Rivera. Pensaba que si era lo suficientemente bueno (el cha-cha-chá) para reemplazar al mambo, definitivamente debía ser algo especial.
A finales de 1954, Rivera estaba de vacaciones. Mientras subía los escalones que llevaban al Palladium podía escuchar una música rara - una flauta y coro. Dentro del salón de baile, Tito Puente y Willie Bobo estaban cantando el coro de “El Jamaiquino” en tiempo de cha-cha-chá. Ni siquiera el cha-cha-chá de Machito lo movía. “Estaba esperando algo especial - caliente, con mucho swing como el mambo, pero no lo era”. Rivera fue eximido del servicio militar el 2 de marzo de 1955.
Alfredito Levy, la estrella judía de música latina de aquel entonces, estaba tan caliente como Puente, Tito Rodríguez, Joe Loco y el Sexteto La Playa. Luego de seis meses con Alfredito, Rivera tocó sus 78 rpm para Moncho Leña y se le encargaron los arreglos para los números de Orlando Marín “Mi Mambo”, “Wildfire”, “Carmela” y el hit “La Mesa”. La locura por el cha-cha no había alcanzado el cenit cuando Mercury Records contrato a Elmo García para que grabase. García, quien solo sabia tocar claves, le pidió a Rivera que escribiera y arreglara cuatro números, encomienda que ya se le había otorgado a otra persona anteriormente. Cuando el segundo arreglista no pudo cumplir con traer las cuatro piezas, Gil Fuller, el hombre de Mercury a cargo de A&R, le dio la tarea a Rivera. La grabación de 1957 Let’s Cha Cha Cha with Hector Rivera utilizó a toda la orquesta de Machito, pero sin los saxofones. Rivera nunca va a olvidar esta sesión de grabación. Todavía tiene guardado una de las partituras del evento que aún tiene marcas de sangre, las cuales fueron causadas por un puño que le dio Elmo García. Posteriormente se formaría el Quinteto de Héctor Rivera. Luego Rivera estaría un año con Arsenio antes de terminar sustituyendo a Eddie Palmieri en la orquesta de Vicentico Valdés en 1958.
Tres años después, cuando la pachanga y la charanga estaban arropando con el ambiente, Ray Barreto, quien recién abandonaba la orquesta de Tito Puente, tuvo la oportunidad de grabar un LP. Barreto le pidió a su amigo del vecindario Rivera que escribiera y arreglara toda la música para el Lp de 1961 de Riverside Pachanga with Barreto. Los números, “Pachanga Oriental”, “Pachanga Suavecito” y “Oye Heck” fueron increíbles dado a la selección personal de Barreto de Héctor Rivera en el piano; Rod Luis Sánchez en la flauta; Willie Rodríguez en los timbales; un coro que consistía de Tito Rodríguez, Elliot Romero y Rudy Calzado; y los violines de Daniel Gonzáles, José Abreu y Chombo Silva. Poco tiempo después, Rivera ganó la atención de América Latina con sus excitantes discos para el sello Epic. Una de las famosas piezas lo seria “Petite” la cual se convertiría en el éxito de Joe Cuba “Mujer Divina”. Aunque Rivera era una estrella de grabación, todavía seguía siendo el pianista de Vicentico Valdés. Luego de la experiencia con Valdés, toco piano de 1964 a 1966 con el conjunto caliente de Johnny Pacheco, a la vez que continuaba arreglando y componiendo. Rivera fue pianista y arreglista para el disco de la Tico de 1967 Joe Cuba Presents the Velvet Voice of Jimmy Sabater, que incluye “Caress Me”, “Pensar”, “Los Dos” y “No Te Olvides De Mí”.
A finales de los años sesenta, cuando el boogaloo estaba provocando gran entusiasmo, el numero de Rivera “At The Party” logró llegar a los primeros 40 en las listas musicales. El se oponía a describir al ritmo como boogaloo; prefería que se le llamase “latin soul”, con lo que otro ritmo terminó incorporándose a la familia de música latina. El LP de At The Party también contiene la versión de Rivera de “Asia Minor”, la cual definitivamente fue una de las mejores grabaciones del año. Sí había alguna duda de que es lo que era el Latin Soul, el disco de 1969 para el sello Four Points llamado Hector Mania definitivamente brindaba una definición. Dick Sugar era el unico DJ que lo tocaba regularmente. Aun así, los programas de R&B y jazz le dieron una exposición muy merecida. Rivera hizo otras cosas grandes para United Artists y Tico Records. Su imaginación también le ha añadido mucho a las grabaciones salseras posteriores. De todas, ninguna puede compararse con su composición y arreglo de “Bobby: Bajo y Clarinete” para el álbum de 1977 de las Alegre All Star llamado Perdido. Escúchelo bien y entenderá porque los lideres de orquestas durante los años cincuenta normalmente decían, “Consíganme a Héctor Rivera!”.
Nota. Consulte también:
Muere Héctor Rivera: Por Israel Sánchez Coll
Edición de mayo - junio de 2005
Derechos Reservados de Autor Herencia Latina
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