La Excelencia conquistó California

 

 

 

 

Texto y fotografía por Eric E. González

Miembro Fundador de Herencia Latina

Los Angeles-EE.UU

 

 

No es secreto para muchos que ya casi no asisto a bailes o conciertos de salsa. Los deberes de la vida, que se han acumulado en estos últimos años, no me permiten darme algunos gustos o lujos como antes. Además, para ser mucho más sincero, Dios me ha dado la gran satisfacción de poder haber disfrutado con algunas de las grandes orquestas del ayer y otras del presente. Esto, en gran parte, se debe a que Albert Torres, el extraordinario promotor salsero residente de Los Ángeles, California, ha traído, para nuestra suerte, cuanta orquesta de importancia que para este servidor existen en actualidad.

 

Por lo arriba expuesto, mis escritos sobre actividades salseras han disminuido casi un 90%.  Son pocos los grupos actuales que me impresionan, pues la gran mayoría, pienso yo, han perdido la creatividad que mantiene la música vigente. Pero, siempre hay un pero. Y ese pero, en este caso, es una orquesta de nombre La Excelencia, la cual es una de las pocas ―muy pocas― agrupaciones que me han llamado la atención en años recientes. Y esta orquesta no sólo interpreta la salsa como a mí me gusta, sino que me llena de orgullo que son originarios de Nueva York, ciudad que una vez pariera el movimiento salsero más grande en la historia de la humanidad, uno que no se va a volver a repetir. De mucho más significado aun, es el hecho de que los miembros de la orquesta son jóvenes, lo que me dice que la tradición vive y que tiene esperanza de sobrevivir en la Gran Manzana.

 

Cuando me enteré que La Excelencia se iba a presentar en Los Ángeles ―y de manera gratuita, imagínese usted―, me dije que no podía faltar, que tenía que hacer lo imposible por estar allí. Tenía que ver con mis ojos y escuchar con mis oídos si tal prodigio era posible, y confieso que los muchachos excedieron las expectativas. Esta fue una de las jornadas musicales más exquisitas que he disfrutado.

 

 

 

 El Skirball Center

 

El evento tuvo lugar el 12 de agosto, 2010, en el Skirball Center, un sitio de educación judía, donde se celebran conciertos de diferentes géneros musicales. En esta ocasión, fue el turno de La Excelencia, orquesta nuevayorquina que nunca antes se había presentado en California. El concierto se produjo en un patio abierto, bajo la luz de las estrellas, en una noche agradable californiana. Esperaba ver rostros conocidos del ambiente salsero, pero no pude encontrar ninguno. Tal vez se debió a la lejanía del lugar, pues está ubicado en el fin del mundo y en medio de la nada, para los que no gustan de manejar, como es mi caso. Pudo haber sido también la falta de promoción en los medios de publicidad latinos, y el tráfico inaudito de la hora del evento ―ni hablar que fue durante un día laborable. En todo caso, el que no pudo asistir, se perdió de un tremendo espectáculo: La Excelencia brilló como nunca y conquistó los corazones del público presente en el Skirball Center, en su gran mayoría personas de origen judío. Pero, déjenme decirles que la música de la orquesta fue tan poderosa, que este mismo público saltó a bailar inmediatamente. Tenía tiempo que no presenciaba algo así.

 

La nómina de La Excelencia esa noche fue: Edwin Pérez (cantante), Junior “Frodo” Beltrán (coro), Jorge Bringas (bajo), Willie Rodríguez (piano, director musical), Charles “Swing” Dilone (bongo), José “Manos de Hierro” Vázquez-Cofresí (conga, líder), Julián Silva (timbales, líder), Ronald Prokopez (trombón), Kajiwara “Kaji” Tokunori (trombón), Miki Hirose (trompeta), y Jonathan Powell (trompeta). Ausente estaba el otro vocalista de la orquesta, Gilberto Velásquez, quien se nos dijo se fue en busca de otras oportunidades.

 

La orquesta arrancó con “Salsa Dura”, de su más reciente producción, el cual sirvió para calentar el asunto, con solos de trompeta de Hirose. Aquí, el público inmediatamente se puso de pie y a bailar – coño, todavía yo ni había calentado mi asiento, el cual después no sirvió ninguna función, pues la gente nunca se volvió a sentar. Siguieron “Deja de criticar”, el cual cerró con una rumba, y “La Salsa y el Guaguancó”. A continuación estuvieron mis dos temas favoritos de la orquesta, ambos del primer álbum: “El Loco”, con una gran melodía en los coros, seguido por “La Lucha”, número de corazón, con el argentino Prokopez y el japonés Tokunori descargando con el trombón. La energía se mantuvo con “Aña pa’ mi tambor”, pieza que le dio rienda suelta a la percusión, con Vásquez-Cofresí, Silva y Dilone dándonos una merecida dosis de cueros, y “American sueño”, número con significado político para todo latino en los Estados Unidos. La Excelencia concluyó este monumental concierto con “Sentencia”, donde todos los vientos se unieron y nos regalaron una soberana moña, a la cual siguió la presentación de los miembros de la orquesta. Bajo el grito de “¡Otra! ¡Otra!”, los muchachos se dispararon “Unidad”, tema que brinda el mensaje total y propósito de la orquesta, o sea su “tumbao social”. A esta alturas, creo que ni los músicos ni el público podíamos más – aquí todos dimos el 100%.

 

Fue un privilegio y una buena decisión poder ver a La Excelencia en vivo. Estos son músicos con talento, con ganas de satisfacer a las masas y a los amantes de la salsa tradicional, dura, de la mata, ahora llamada clásica. Especial mención para el amigo Edwin Pérez, quien cantó todos los temas sin demostrar cansancio alguno; con el pasar del tiempo, sus soneos y pregones seguían siendo frescos y con imaginación. Edwin, es mi parecer, es uno de los tres mejores soneros, cantantes de salsa que tiene la música afrocaribeña en actualidad – el hombre canta de verdad, y no son pendejadas. Felicitaciones también a Willy Rodríguez, quien a pesar de su juventud, toca el piano como los maestros y sabe dirigir bien a la orquesta musicalmente. Por supuesto, honor también va  para José Vásquez-Cofresí y Julian Silva, líderes de la agrupación, por mantener a los muchachos cohesivos y creativos. Me llamó la atención, y disfruté mucho además, de cómo alternaron los vientos en las moñas a lo largo de la velada: trompeta con trompeta, trombón con trombón, trompeta con trombón, y todos los vientos juntos.  No sólo alternaron, sino que tocaron con ganas, como se hacía en los años iniciales del boom salsero. ¡Sigan así, Ronald, Kaji, Miki y Jonathan! Siempre he dicho que en la “salsa dura”, la habilidad de ejecutar moñas es la que separa a los hombres de los chiquillos.

 

La primera presentación de La Excelencia en California, para los que tuvimos la suerte de estar allí, fue un éxito total, rotundo, fenomenal. Mis condolencias para los que no asistieron. Vamos a ver quién tiene la sabiduría y el $$$ de traerlos nuevamente.

 

Nota: Herencia Latina recomienda consultar la entrevista a La Excelencia, la cual fue publicada en nuestra edición de Agosto-Septiembre, 2010.  Por favor pulse sobre el enlace.

 

Paola Matheisen y Evelyn Raetz. La Excelencia. Entrevista en Munich - Bavaria.

 

Edwin Pérez

José Vazquez-Cofresi

Charles Dilone

Willy Rodríguez

Miki Hirose

Julian Silva

Jonathan Powell

Kajiwara Tokunori

Ronald Prokopez y Kajiwara Tokunor

Ronald Prokopez

 

Edwin Pérez

 

 

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