Proyecto la Paloma
Cuando salí de la Habana – ¡válgame Dios! Nadie me ha visto salir, si no fui yo...
Con esta letra empieza la famosa habanera “La Paloma” —¿quién no la conoce?—, y así mismo se puede decir, es su historia. Poco se sabe de cómo salió de Cuba y, ni siquiera a ciencia cierta, cómo llegó.
Origen e historia
De su compositor, el vasco Sebastián Iradier (*20.01.1909,Lanciego –t 06.12.1865, Vitoria), se supone que había acompañado en una gira a las Américas —¿incluso la isla de Cuba?— a las cantantes españolas Marietta Alboni y la niña Adelina Patti, entre el 1850 y 1855.
Comprobado es que en 1863 Iradier compuso la también habanera “El Arreglito”, la cual doce años más tarde el compositor francés Georges Bizet incluyó en su ópera “Carmen”, para con esta pieza por fin satisfacer las exigencias de la entonces estrella de ópera Célestine Galli-Marié. Doce arias le había escrito y ofrecido Bizet y todas la diva le rechazó — pero eso es otro cuento.
Sebastián Iradier, compositor, profesor de música, y hasta el maestro de canto de la emperatriz Eugenia —esposa de Napoleón III—, de todas formas debe haber sabido algo de la música cubana —donde sea que la conoció — en su inquieta trayectoria, que lo llevó desde su pueblecito natal en el País Vasco, vía Madrid, hasta la Ciudad Luz, Paris, y a la corte de Napoleón.
El joven Sebastián empezó su carrera como organista en la iglesia de Salvatierra, elegido por el cura en un concurso de nueve aspirantes, por su talento y carisma. Pero la música sagrada y las limitaciones del ambiente campesino no le satisfacían —prefiere componer zarzuelas de letras pícaras y así a los pocos años Sebastián solicita su dispenso, abandona esposa e hijo, y se marcha a Madrid. La vida capitalina es más de su gusto y dentro de poco tiene fama como músico igual que como galán, tiene acceso a los salones de las familias nobles, enseñando las doncellas a cantar y tocar la guitarra. Una de sus alumnas es Eugenia María de Montijo de Guzmán, la futura emperatriz de Francia, y quien lo llama para la corte imperial de Paris.
Los demás datos del curriculum vitae de Iradier son especulaciones; el primer intento de investigarlo es la biografía “La Sonrisa de Iradier”, de Pío Baroja, publicada en 1950 en Argentina.
Así el primer vuelo de la paloma queda, o en el olvido, o por descubrir. Si salió de la Habana o de la corte francesa, no lo sabemos.
También hay dudas sobre la primera presentación en público; unos dicen que la diva Marietta Alboni la cantó en el Teatro Tacón de la Habana en 1855, y otros señalan que la entonó el barítono Francisco Salas, en el Teatro Circo de Madrid en 1857.
Testimonio más antiguo de la canción es una partitura del año 1859, guardada en la Biblioteca Nacional de Madrid.
Otra leyenda famosa es la del Emperador Maximiliano de México (*06.07.1832, Viena – t 19.06.1867, Querétaro, México ), que cuenta que en una noche tibia en el balcón de su palacio, y con su esposa Carlota al lado, escuchó la paloma cantada por la joven Concepción “Concha” Méndez, y que conmovió a la noble pareja, que viceversa se juraron amor eterno. Más probable es que Carlota conoció la canción durante la presentación de la Zarzuela “La Cola del Diablo” en el Teatro Principal, en marzo del 1866, también interpretada por Concha Méndez.
La canción es un gran éxito, y 6 meses más tarde ya se está anunciado en el mismo teatro como “la famosa canción la Paloma”.
Retomando el hilo de la leyenda sobre Maximiliano y la paloma, ahí dice que el fracasado Emperador pidió escucharla como despedida antes de que lo llevaran a su fusilamiento el 19 de junio de 1867. La suerte de la canción fue más favorable que la del pobre y engañado Maximiliano.
A lo largo de los años la paloma se ha divulgado por casi todo el planeta. Es la canción más conocida del mundo, con miles de versiones, y en varias culturas pertenece al patrimonio cultural, sin reconocer su verdadero origen vasco-cubano.
La película y el proyecto
Sobre ésta, su historia, su uso y significado en varias regiones, como por ejemplo Zanzíbar, Rumania, Alemania y —por supuesto— Cuba y México, la historiadora, escritora y periodista alemana, Dra. Sigrid Faltin, ha realizado un excelente filme-documental titulado. “La Paloma —Sehnsucht. Weltweit” (Anhelo. Global), publicado en 2008 y ahora disponible en DVD.
A Sigrid Faltin le colaboró el profesor y artista de sonidos Kalle Laar, que ya había compilado y publicado una serie de 4 CDs que reúne, según él, las versiones más interesantes de la paloma. Laar comenta que podría enumerar unas dos mil interpretaciones sin mucho esfuerzo y supone existan miles más. El documental desde allí va a su cuna; empieza con el campaneo de una iglesia vasca sonando la melodía y presenta al coleccionista Primitivo Langarica, quien hasta hoy ha conseguido 983 grabaciones, y le asombra que sólo recién ha salido una versión en lengua vasca, aunque el tema es de ese origen. Por décadas Primi, como prefiere que lo llamen, había buscado e investigado, y, por pura coincidencia, hace poco se encontró con “Kontrairo”, un joven grupo de aficionados que se dedican al folklore musical vasco.
De la patria del compositor —casi olvidado en sus tierras— el viaje va a Cuba. Allí, en la Casa José Martí —un museo hoy—, se preserva un disco fonográfico de hierro, del que suena puesto en el aparato, que poco tiene en común con un tocadiscos, la paloma, regalo de Martí a su esposa, siendo esta su melodía favorita.
La canción sigue vigente en la isla, lo muestran Helio Orovio (qepd) con sus Jóvenes del Cayo, que además nos demuestra con las claves que el ritmo de la paloma sí es una autentica habanera, y la cantante de casa de la Bodeguita del Medio, Marianita Morecón, al que a diario le piden esa canción los turistas de todo el mundo.
En México, donde la paloma nunca ha perdido su popularidad, la cantautora Eugenia León le ha dado un sentido político; cambiado de letra se ha hecho un segundo himno nacional durante las últimas elecciones presidenciales del 2006:
En adelante el documental nos lleva a Hawaii, a donde se supone llegó la paloma junto con las guitarras desde México. Las primeras guitarras trajeron los vaqueros mexicanos que el rey hawaiiano Kanehameha III (1803 – 1854) había empleado para resolver un problema de ganadería. Los mexicanos no sólo enseñaron a los hawaiianos la cría de reses, sino a la vez su música. El suave sonido de las guitarras les gustó a los isleños, pero le cambiaron el afinque a las tonalidades tradicionales, como reporta el músico Harry Kaizumi, y confiesa no haber sabido que la paloma no es una canción tradicional hawaiiana.
Otro protagonista que popularizó la tropical isla y la habanera de un tiro fue el “King of Rock’n Roll”, Elvis Presley, en la dulce película “Blue Hawaii”, 1963. En ella, bajo el titulo “No More” (letra: Don Robertson ), interpreta la melodía llorándole al amor prohibido su despecho, porque el hijo de buena clase no debe enlazarse con una indígena...
Un poco menos “Kitsch” que “No more”, es la adaptación “La paloma twist”, de Chubby Checker, tampoco una revelación virtuosa.
Ejemplo de desvíos comerciales pueden nombrarse incontables, pero con esos no se detiene el documental.
Más en el foco ponen aquellas regiones donde la paloma tiene una simbólica fundamental en la cultura y la tradición, y así en el próximo capitulo nos encontramos en una festiva boda en Stonetown, Zanzíbar. Allí la habanera se adaptó al taarab, género de origen afro-árabe con elementos heredados de la India, las orquestas compuestas en semejante mixtura por violines, acordeones, laúd, bajo, qanum (una especie de cítara) y mucha percusión.
Letras pícaras e improvisaciones inventados para la ocasión hacen lo suyo para poner a bailar y gozar a la gente.
La paloma determina el final de la fiesta; con ella se despide a los invitados deseándoles a todos buena suerte, pidiéndoles perdón si algo les hubiera disgustado y, si les gustó, que vuelvan.
Sones y rumbas han sido parte del repertorio musical en Tanzania y Zanzíbar desde los años 30, y la famosa banda de Abdullah Salum, estrella de los clubes de Dar el Salaam en los 50, se llamaba: ¡la Paloma!
En Zanzíbar la canción es despedida de bodas, en Rumanía es despedida en muy distinto sentido: la melodía es la obligatoria compañera en el camino sin volver, canción fúnebre, cuya letra habla de un sencillo cruce de madera en lugar de una estatua de mármol, en donde al susurro de una brisa fría reza una niña para su madre fallecida.
¿Y cómo llegó a Transilvania, patria del Conde Drácula que nos imaginamos sumergida en eterna neblina, la habanera de sus tierras soleadas?
Las huellas nos llevan otra vez a Napoleón y Maximiliano. El fracaso de ambos llevó consigo el regreso de sus tropas, austriacos entre ellos. El reino de la Monarquía K.u.K. en esa época incluía Bohemia, Polonia, Hungría, el norte de Italia y buena parte de la Rumania. A miles de soldados se les dio de alta y de compensación y único pago muchos recibieron un organillo para con este ganarse la vida de manera errante y bohemia.
Al país vecino de los Habsburgueses, Alemania, la paloma vino del occidente, desde Francia.
Tan temprano como en los 50/60 del siglo 18, existía ya en Europa central una industria musical. Lo que hoy en día es el mercado de itunes y CDs, ciento cincuenta años atrás era el negocio de los pentagramas de imprenta. Los Sony, BMG y Amazon de entonces eran Heugel (editor de Iradier ), Choudens (editor de Bizet ) —ambos en Paris—, y el Editorial Schott’s + Hijos en Mainz, Alemania, con sucursales en Amberes, Brusela, Londres, Viena y Paris. Schott’s quería lanzar un “Hit” con la paloma, y para eso necesitaba una versión en alemán. La tarea quedó a cargo de un empleado suyo, Heinrick Rupp de nombre, músico aficionado, quien hizo uso de la traducción francesa de Joseph Dieudonné Tagliafico, y la paloma, desde allí en adelante, será la serenata del marinero en alta mar.
La versión francesa se dirige a “Nina”, de que rece por el hijo que se lanzó al océano y a la cual le llegará una paloma blanca para saludarla...
La traducción alemana se dirige a la madre —con el mismo cuento, pero más dramático termina en la tercera estrofa, con la madre junto a la paloma lamentando el naufrago del hijo. Así la cantaban generaciones y tuvo un impresionante éxito.
En los años 30 del siglo pasado, la canción inspiró novelas, piezas de teatro y películas.
Las letras empezaron a variar según el contexto de la respectiva obra.
De las películas se destaca la “Grosse Freiheit Nummer 7”, realizada en 1943 por el director Helmut Kaeutner. El ministerio de propaganda de Adolf Hitler encargó el autor de comedias Kaeutner a producir un elogio al heroísmo de la marina, y lo que salió fue una aventura totalmente apolítica —a primera vista—, llena de alusiones subversivas. Demasiado atrevido y para suavizar, Kaeutner le cambia el titulo “Grosse Freiheit” ( Gran Libertad ) por “Grosse Freiheit Nummer 7”, para que parezca ser una referencia a la casa número 7 de la calle Grosse Freiheit, del barrio porteño San Pauli en Hamburgo. El héroe de la película e intérprete de la paloma es, con su acordeón y la gorra que sombrea una mirada mística, Hans Albers. Albers para nuestras abuelas era lo que para sus señoras y señoritas hoy es Daniel Craig o Antonio Banderas.
Los nazis confiscaron el filme y prohibieron su estreno, pero todo el país ya silbaba la paloma.
Para muchos fue símbolo de resistencia gracias a una frase clave de la letra que dice “la paloma, adiós, algún día terminará....”
Terminó a los pocos años el pretendido “Reino de Milenio”, y está por terminar este escrito sobre la paloma, reseña de filme y recorte histórico, pero no termina su presencia.
Se escucha en Afganistán, en una estación de trenes en la China, silbado por un loro checo, en un salón de tango, sea en Helsinki o Buenos Aires, y no por último en las inolvidables grabaciones de Jack Costanzo, Noro Morales y Pérez Prado.
La película “La Paloma – Sehnsucht. Weltweit” y el compendio de CDs invitan a conocerla más de cerca, a entregarse a esa simple encantadora canción y a descubrir sus infinitas facetas.
Evelyn Raetz, febrero de 2010 Munich-Alemania.
Referencias y fuentes bibliográficas:
Edición febrero-marzo 2010
Derechos reservados de Autor Herencia Latina
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