¡La Salsa, ese espíritu revelador de los ancestros!
Bobby Cruz y Ricardo Ray Cortesía de Reynaldo 82
Variaciones sobre Ricardo y Bobby[1]. Relatoría de Luis Tasceche Colaborador de Herencia Latina Bogotá-Colombia
La música y la literatura son esencias que definen a las mujeres, los hombres y a sus pueblos; [en gran parte, son sus grandes paradigmas que crean y construyen habitus en ellos, pues les generan en sus vidas prácticas, un sentido adquirido que es conocido como el imprinting cultural, que surge y se comparte permanentemente en el seno de las comunidades. La música y la literatura crean los imprintings culturales de esas comunidades, son sus vasos comunicantes.
“Estos habitus en ellos, -como bien lo traduce y repiensa Mirla Villadiego Prins[2], al retomar a Pierre Bourdieu- es una especie de estructura mental que estructura y es estructurada por la práctica, no actúa sobre los individuos a la manera de estímulos, es decir, como si se ejerciera sobre ellos una determinación directa, que ejerce efectos inevitables e inmediatos.
El habitus funciona con una alta intervención de las leyes de probabilidad, debido a que si bien es cierto que los individuos actúan con casi total coherencia con los requerimientos del orden social, ello no es el resultado de una imposición externa sino más bien la consecuencia de una selección realizada a partir de los esquemas de percepción, pensamiento y acción que cada individuo ha heredado del grupo social o ha adquirido con su experiencia personal”.
Son estos habitus esenciales, de hacer, componer, escuchar, y vivir la música y la literatura, los que al configurarse como habitus esenciales del ser humano y de las comunidades, al mismo tiempo adquieren el valor de paradigmas pues se “forjan como un conjunto de creencias generadas y compartidas por una comunidad…(específica y determinada: artistas, músicos, literatos, melómanos, coleccionistas, programadores de radio, periodistas, críticos, ingenieros de sonido, managers, diseñadores, compositores) para guiar sus procesos de producción y legitimación del conocimiento” como lo expone el físico Thomas Khun en su trabajo editorial “La estructura de las revoluciones científicas”, -que se convirtió en una referencia importante para la creación de una nueva concepción de la historia de la ciencia-, hoy nos sirve de puente y mirada para observar, el inocultable proceso de la creatividad e interactividad en la música popular de la Salsa hecha por Ricardo Ray y Bobby Cruz Orchestra sobre muchas comunidades socioculturales colombianas y del Caribe mediterráneo.
Son estos habitus, los que no son una creación exclusivamente individual, según Bourdieu[3]; -la Salsa tampoco lo es y menos, la recepción y los usos sociales de la música de Ricardo y Bobby-. Por eso, sí puede hablarse que han creado y generado “un habitus social, que es el que se expresa en el conocimiento, que siendo heredado de generaciones pasadas, sobrevive en nuestra cotidianidad y tiende a perpetuarse en el futuro”[4], como sucede con amplias apropiaciones y empoderamientos de la música y la literatura por parte de pueblos y comunidades enteras en bastas regiones del mundo].
En ese sentido, la música y la literatura, “son las posibilidades mismas (para que) los individuos se adapten por sí solos a las condiciones de vida que les imponen”[5]; aunque puedan -como lo expuso Yehudi Menuhin- “ser [condiciones de vida] expresivas, comunicativas, conmovedoras e inspiradas, pero que rara vez son accidentales, aun cuando recuerden los sonidos eternos del mar o la espontaneidad del canto de las aves. Recuerda Menuhin, que el llanto del recién nacido es un sonido tan intrínsecamente musical como el martilleo seco del picamadero, el estrépito del trueno, el rumor del viento en los trigales, el arrullo de la paloma, el cascabeleo de la semilla en las vainas, el sonar del metal, el suave murmullo de pasos sobre la hojarasca. ¿No son esos sonidos naturales gran parte de la materia prima con la que el hombre crea la música? Con ellos hemos construido, -y seguimos haciéndolo-, lenguajes musicales, ya sean éstos las más sutiles y refinadas texturas monódicas (melódicas) y rítmicas, como las que se perfeccionaron hace miles de años en la India, o las texturas armónicas más complejas que se han creado recientemente en la Europa occidental”[6], (esa es una significación que queremos darle también a la literatura, así la música posea en su materialidad, paradójicamente literatura musical).
Son experiencias y son conocimientos; “son marcas sin retorno que imponen, el imprinting cultural” –un concepto novedoso que propuso Konrad Lorentz- y que al término imprinting le dio un significado especial, en tanto busca dar cuenta de “la marca sin retorno que imponen las primeras experiencias del joven animal (como en el pajarillo que saliendo del huevo toma al primer ser viviente a su alcance como madre)”[7].
Es este imprinting cultural del que “el individuo sujeto se apropia de su genos[8] al que obedece, (donde construye) su dependencia hereditaria singular, se autonomiza al apropiarse del genos, donde se afirma en su cualidad de sujeto, (ahí están en juego como memoria, la literatura y la música), devienen en fundamento de la identidad personal: la herencia plural que hace de nosotros individuos singulares. [En todas las sociedades, la cultura se impone a los individuos, lo recuerda ampliamente el maestro Edgar Morin, en la “Antropología de la Libertad”].
Cultura, goce, ocio, vida, identidades y memoria.
No en vano, Sherwood Anderson, explicaba en un artículo periodístico[9] y hacia un llamamiento a otros artistas para que fuesen a Nueva Orleáns: “Querría hablarles de los largos y apacibles paseos por la escollera, en donde viejos navíos jubilados, alzan sus mástiles en las luces doradas del crepúsculo vespertino. Por las calles de esta ciudad los transeúntes caminan indolentes, sin prisas…Me afirmo en mi pensamiento de que la cultura significa ante todo, el goce de la vida, ocio y un sentimiento profundo del ocio…Significa que se dispone de tiempo para que la imaginación recree los hechos de la vida; significa tiempo y vitalidad para ser serio ante las cosas verdaderamente serias y un fondo de alegría del vivir con el que poder refrescar el espíritu cansado. En una civilización en que la acción es dominante, sumergiendo la vida imaginativa, hallaréis lo que predomina en las ciudades de Pittsburg y Chicago hoy en día. Cuando la acción preferida por el deseo de vivir, de amar y de comprender la vida, entonces hallaremos en mayor número de ciudades americanas ese singular encanto que sólo puede encontrar uno, en la actualidad, en ciertos viejos rincones de Nueva Orleáns”.
Igual proceso como el anteriormente descrito por Sherwood, se presento en los años sesenta, setenta y ochenta y va a suceder en Nueva York –ciudad donde a pesar de la fuerza y la dominación de la civilización de la acción, también hay espacios para la vida imaginativa, para la vida, para el deseo de vivir, de amar y comprender la vida de manera diferente-, como igualmente va a suceder con los inmigrantes del Caribe y América Latina cuando se trasladan con sus identidades culturales, con sus imprintings culturales y sus habitus esenciales que portan sus corporalidades y sus memorias para los momentos fundamentales en la ciudad de los rascacielos, en la ciudad de los múltiples intercruzamientos identitarios, en los que se van a desenvolver las diferentes comunidades afrolatinas en el Barrio Latino, en Brooklyn, en Queens, en Harlem, como en todos los escenarios históricos, sociales y simbólicos donde actuarán plenamente las músicas afrodescendientes del Caribe mediterráneo [y desde donde se forjará el advenimiento de las músicas ancestrales, tradicionales, folklóricas y populares] que creando y reventando con todos sus estertores, el alma de los afrolatinos en el mundo, desde los 60s (sesentas), van a despertar, en nosotros, como en muchas de las comunidades extranjeras con la música Salsa, nuevas esperanzas de comprensión del mundo y su complejidad, con escrituras muy reveladoras.
Un verdadero “goce de la vida”, lo que es exactamente el disfrute de ese “sentimiento profundo del ocio” que ésta cultura musical embarga. Lo que ha significado saber “disponer del tiempo para que la imaginación recree los hechos de la vida” con las músicas, y con la salsa y con sus letras que son su literatura.
Con éstas prácticas sociales como esencias fundamentales, es que se logran definir a mujeres, hombres y a pueblos enteros en función del encuentro con su identidad, con su memoria, con su imprinting cultural, con sus músicas, con sus literaturas y con sus hablas cotidianas.
Somos fragmentos de músicas, ocio y literatura.
Y sino que lo recuerden y testimonien: los gozosos salsa-rumberos de Barranquilla, Buenaventura, Quibdó, Cali, Medellín, Pasto, Cartagena y Bogotá -por sólo hablar de algunos epicentros urbanos que pertenecen a la geografía de nuestra nacionalidad-, cuando a sus oídos de entusiastas, les vuelve nuevamente ese delirio musical que encarnan los salseros de Ricardo y Bobby, al poder volver a escuchar sus sonidos bravos del Barrio y del Caribe, en La Zafra, El Diferente, Agúzate, La Lluvia, Sonido Bestial, Los Fariseos, Ahora vengo yo, Richie's Jala Jala.
Es volver a descubrir esos mitos vivientes que nuevamente con su arte musical remozado y desbordante, han resignificado nuevamente la vida cultural de la Salsa como un universal simbólico perfectamente estructurado, como un todo significativo, valioso, complejo, singular y profundo; y lo lograron alcanzar con el acontecimiento de la puesta en escena del concierto en vivo, desde Bayamón, Puerto Rico, el pasado 22 de julio de 1999.
Pudieron reinventar para la vida de la música, para su memoria cultural, el sabor perdido que marca a la Salsa del Barrio, con esa creatividad tan necesaria del barrio en la música popular, jugando en la actuación musical con el tiempo bravío de la descarga, esa exageración de los límites que desborda los ánimos y precipita el alma a encontrarse con los dioses del ocio y la imaginación.
Todas estas obras recuperadas en su esencia, se lograron gracias, a que existieron previos ensayos antes del maravilloso concierto, pues los grandes maestros de la música, siempre preparan el adagio de la fiesta de la improvisación, antes de trazar sus piezas inmortales hacia ese estado de transportación poética de una estética que sabe cuál es la mágica polifonía del lenguaje de la Salsa.
De todos modos, lo que logro patentar y argumentar el Concierto VIP de Ricardo y Bobby para la historia de la cultura salsera, fue poder retroalimentar esa capacidad de querer “seguir teniendo el deseo de vivir, de amar y de comprender la vida”, con lo más representativo de la música salsera y vital como es descargar y resembrar para la juventud esta musicalidad, transgresora y exultante, con sus letras y su música, con la misma calidad interpretativa con que sellaron en la historia dorada del 65 al 75, la marca salsera que siempre se les ha reclamado, a estos dos boricuas, de ser inmejorables músicos del siglo XX en el Caribe.
Escuchar este trabajo musical, es como volver sobre el recuerdo de muchas dichas y alegrías bailadas y gozadas en el infinito de nuestros cuerpos…porque es bailando y cantando con lo todo lo que es ocio y salsa, ocio y música, ocio y literatura, para poder asir en nuestra vida, el alma de la música en cada uno de sus estertores, poder tener ese ocio que traduce en nuestras esencias, en las entrañas viscelares del Barrio, todas las ganas por seguir existiendo con optimismo a pesar de las dificultades, de la exclusión y la discriminación.
Poder seguir como comunidades afrolatinas, enamorados de imposibles que hablen de nuestras fragilidades y nuestros afectos, precisamente para que como pueblos aprendamos a tener “una clara visión de la vida” y así, con la música Afrocaribeña de la Salsa, tener en un para siempre, como en la memoria, con las formas y representaciones de las esencias de toda la música y la literatura posibles, una esperanza digna y valiosa porque eso es tener “un sentimiento profundo del ocio”.
Eso es poder ser afrolatinos, afrolatinos y afromericanos con fundamento, y eso, es conquistar el alma afrolatina del África que nos palpita con la música. Poder conquistar nuevamente toda esa “amalgama de tradiciones que se constituyen para nosotros en una memoria musical” permanente.
La Salsa y la música de Ricardo y Bobby son una memoria musical de la que estamos hechos, porque “estamos tejidos por sus letras, por sus melodías, -por sus polirrítmias-, por sus canciones”[10], precisamente porque “somos también fragmentos de música[s]”[11], donde confluyen los fraseos de sus obras [particulares, en este caso de las letras de las obras musicales de Ricardo y Bobby por supuesto, eso es detectable al leer la novela “Qué viva la música”] como muchos de sus textos, son como “recuerdos sonoros evocados sin pensarlo, que acercados por la presencia rutinaria” de sus obras, de sus discos, y que en su momento, eran acetatos de 45 r.p.m. o de 33 r.p.m., y que en su tiempo nos educaron para la noche y para la vida hasta hacernos seres de esa cultura inmigrante, empoderados de una resistencia cultural, y que es en últimas, de lo que “estamos hechos” finalmente, como seres humanos, como ciudadanos urbanos, como seres con una memoria que está hecha con mucha música exquisita y vibrante. Nuestra identidad, nuestra cultura y nuestro pensamiento resistente.
La Salsa, es esencia rítmica.
Estamos hechos de sus sonoridades, estamos hechos de esas memorias, que se constituyen en “un depósito de sonoridades, en un refugio de melodías que encuentran en el corazón [–en nuestros corazones por supuesto, los corazones de las comunidades Salseras-] un lugar para el sentimiento y en el cerebro un lugar para el recuerdo”[12] como hermosamente lo ha afirmado y consignado en el libro “La Salsa en Cali”, el lingüista, antropólogo, investigador y profesor de la Universidad del Valle, Alejandro Ulloa Sanmiguel[13].
Estamos entonces, permeados por su arte musical. Estamos atravesados por la esencia de su música y su literatura. Estamos embriagados porque esta música que “sigue siendo específicamente, aquel género[14] musical bailable que alegra el corazón cuando hay necesidad de explotarlo, de llenarlo con un poco de locura”[15], es la música que ha creado con sus imaginarios, la fuerza de nuestra identidad porque “la Salsa se dirá que es un tipo de música fundada por encima de todo sobre la alegría y que es eso lo que la hace atractiva y grandiosa. Se dirá que su esencia rítmica la determina para comunicar la alegría, la felicidad y la sabrosura. Es cierto que en la Salsa todo parece girar dentro de ese contexto referencial y elemento esencial, en donde defienden lo suyo los abatares del alma”[16].
“La Salsa –afirma, Rafael Quintero, en otro aparte-, se ha convertido en un condimento insustituible para el goce que nos despierta incontrolables deseos de bailar. El gesto espiritual del ser humano, y por una elección de los organizadores del espectáculo y del negocio de la Salsa, aparece reducido a la manifestación de la alegría, como si esta música nos redujese todo hasta allí. Pero el alma que ella puede abarcar no podía ser tan pequeña, ni tan estrecha de matices y de vibraciones del corazón. Por la Salsa que hemos disfrutado ha pasado el romanticismo, la dulzura, la pasión, lo infantil, la frescura que siempre trae la libertad, la nostalgia, etc. Todo representado en el lenguaje puro y ambiguo de la música frente al gesto, sin descargarle el peso de su significación a las letras. La sonoridad de la Salsa ha delatado las pasiones y los sentimientos en la canción”[17].
Los cantos liberadores de Bobby y los clímax musicales.
Sin creer pues en absolutismos ni en ligerezas, tenemos la certeza de ver, observar, oír y escuchar en la obra de Ricardo Ray y Bobby Cruz que todas estas consideraciones tanto de Alejandro y Rafael suceden complejamente en sus piezas musicales.
Hay que prestar atención con cada uno de estos argumentos recogidos en este texto de variaciones, pues ese nexo descubierto obedece a la enorme relación que hay de estos presupuestos, acerca de cada uno de los motivos y elementos que desarrolla culturalmente la música y la literatura de Ricardo y Bobby, pues son postulados perfectamente demostrables.
Nos encontramos, no frente a un pequeño tejido de supuestos teóricos y críticos sino más bien, frente a un gran número de consideraciones y escrituras que deslindan multidisciplinariamente, sobre el trabajo musical de uno de los sonidos salseros más exigentes y estructurados de todo el movimiento cultural de la Salsa.
Podíamos además, preguntarnos en torno a la obra musical de Ricardo y Bobby: quién no verbalizó, —en ese consumo masivo y como parte de esa recepción social de la Cultura Salsera, en la radio popular de la época—, desde su niño interior, ese juego infantil que en sus versos cantaba: Tín Marín Dos Quién fue, Cucará, Macará, títere fue, en el tema Tín Marín?
Quién no puso en evidencia el desgarramiento del amor juvenil y adulto cuando éste, entra en ese proceso de transición y transformación, como es el momento del desamor, o en el que aparece el desencanto que producen los aplazamientos del amor rogado, quién no cantó: Si te contarán, ese verso de boleros eternos, del ya inmortal Félix Reina o quién no vivió como propio, la historia sin final feliz de la composición Qué se rían, Señora de Joan-Manuel Serrat, o el tango salseado El día que me quieras, o el soulsalsoso de No Tín pena, con la voz de Viki Vimari y Bobby, o el hermoso tema: A mí manera de Paul Anka-Claude Fracois-Jules Revaud-Jacques Abel/Thibaut Pilles/Chysallis Standards inc./ Eddie Barclay Editions /Jeune Musique Editions, con la voz de Bobby que desnuda ese tejido idílico del amor adolescente que al interpretar estas letras, conmueve intensamente porque también ha vivido “lo trágico en la vida y la incapacidad que ella (la Salsa) parece tener para hacer manifiestos los estados del alma que allí [en esos cantos] se encierran”[18], estados que la música en tiempo de bolero atiza y matiza, estados que entran en un juego de tamices de la memoria, cuando vuelven a vivirse y sentirse al escucharse, estos versos nuevamente: “El fin/ pronto vendrá,/ realizaré/ mi última escena,/ mi vida/ un acto fue,/ que presenté/ por donde quiera,/ más no hubo/ no hubo falsedad en mí actuación,/ que yo supiera/ Mi vida/ la viví,/ a mí manera./Sí alguien/ ofendí/a la verdad/no me arrepiento/pues yo/yo que sentí amor/sentí profundos/sentimientos/ y tuve,/ tuve que expresar/ lo que mi alma/ me dijera/y al fin/ cargué mi cruz,/ a mí manera/ pues en esta vida/ hay que luchar [en este momento comienza un pequeño remix, como un bis, que canta el coro celestial, total y masivo con Ricardo cantando y haciendo el coro que acompaña a Bobby por supuesto, -al lado de las voces de Ana María Perera, Pedro Brull y Oswaldo Román-, le rompen el aliento a más de 15.000 almas puertorriqueñas, que unidas, alientan al oyente a sumarse al sensible canto] sin escuchar/ a los demás/hay que querer/también odiar/y recordar/hay que olvidar/yo así viví/y siempre fui/a mí maneraaaaa/yo tuve/ mi diversión/tuve también mil decepciones/y ahora/ahora que miro atrás/halló graciosos mis errores/pensar/que hice de todo/y que viví/mi vida entera/y no/ como los demás/sino a mí manera/[entre las bambalinas se escucha una voz que dice: ahora todos] pues en esta vida/hay que luchar/sin escuchar a los demás/hay que querer/también odiar/y recordar/hay que olvidar/ yo así viví/ y siempre fui a mí manera/yo siempre fui a mí manera”, todo un canto liberador que alcanza en sus espacios de mediación, altas temperaturas de clímax y de transferencia contemplativa.
Son estos, los momentos musicales, cruciales como el de un tema, como A mí manera, donde la alta expresión literaria alcanza ciertos clímax definitivos en la interpretación, con una balada en métrica de bolero-salsero, que en el trabajo de Ricardo y Bobby, “en un piano, una voz, un sonido bestial”, se logra descubrir un alto lirismo definitivo para la música popular. Son las partituras musicales con carne y con alma, donde el dolor de la experiencia de la vida, se encuentra con los lienzos de la pasión o en los principios de la desmesura de las realidades contradictorias, de esas juventudes duraderas e infinitas que portan las almas sibaritas, que viven en el tejido sinuoso del amor y de la vida al escuchar a Ricardo y Bobby, armonías entrelazadas en una obra mayor que traducen al castellano, luego que Simon and Garfunkel, en un concierto en el Parque Central lo habían interpretado y popularizado desde Nueva York.
Son los momentos donde en esos diminutos surcos, se escriben las pequeñas historias de la vida del Caribe urbano y rural, -como algún día, en los micrófonos de la Emisora Javeriana de Bogotá, en el programa “Caribe y Sol”, el Comunicador Social Moncho Viñas[19], el salsero dotado del Barrio Boston de Barranquilla, argumentó- “que ahí, en esas pastas de vinilo, en los viejos long-play, en esos pequeños tres minutos se quedaban consignadas, las pequeñas historias intensas del amor y de la vida”, que eran las de todos nosotros, donde precisamente se escribían las pequeñas tragedias particulares y reveladoras, que tejían en nuestro inconsciente, las proyecciones de los otros inconscientes comunes que todo ser humano posee, la pasión y la intimidad redentoras del ser.
Son partituras musicales salvadas y grabadas, en esos surcos donde se dejan plasmadas las esperanzas, pues son, en esos pequeños tres minutos donde sin lugar a dudas, se abrían y se cerraban las puertas del alma, hasta que no volvieran a sonar, por esos mismos surcos, con otras agujas o rayos láser, para los mismos sentimientos de otros seres, con otras complejas historias de la misma e infinita, historia del amor y de la vida en el mundo de siempre donde moramos con música.
Los ministerios yorubas y protestantes de Richie y Bobby.
Hoy, en estos tiempos de las nuevas tecnologías digitales, con la lectura del rayo láser, ese elemento mediático, es el lugar intermedio de mediación, que nos sirve para que conozcamos el trabajo musical que tienen los artistas de la Salsa, para que podamos hacer interpretar una y otra vez, que creadores musicales como Ricardo y Bobby, logren crear nuevos lugares culturales para el imaginario simbólico del mundo.
Esta música, da lugar a la creación de nuevos espacios de comunicación, verdaderos lugares post-modernos para la eterna transvaloración significante de los objetos de arte y de consumo, hipertextos que ya no son surcos porque las TICs, los han globalizado y transformado, en nuevos planos de múltiples ventanas dentro de DVDs, que también pueden ser CD-DVDs.
Del surco de los tres minutos de historia, en el acetato efímero, hoy, el Internet los ha transformado, en formato WAVE (Onda), lo que va a provocar a más usuarios a rebuscarlo, como ha sucedido con las obras musicales de Ricardo y Bobby, y en especial, con este maravilloso trabajo musical, que estará en la Internet como www.ricardoray&bobbycruz.com
Estamos de verdad, conmovidos por el retorno de estos dos vanguardistas del sonido de la Salsa, dos “dinosaurios de la música del Caribe” que fueron rechazados en un momento crucial de sus vidas por su trabajo de “evangelización”, por haber “promocionado el nuevo Ricardo…”, “un desconocido” que a través de su “Iglesia en Miami y patrocinado por Alfa y Omega inc.; Reniega y quiere desvirtuar su obra musical de su ÉPOCA DE ORO, entre 1965 y 1975, muy especialmente lo relacionado con LA POESÍA AFROCUBANA, en su repertorio más clásico, cuando fue uno de los aportes más trascendentales! A LA HISTORIA DE LA Crónica Musical del Caribe Urbano. Porque no se trata de : “YO SOY LA SALVACIÓN” sino de: “AGUZATE QUE TE ESTÁN VELANDO” ¡¡VIVA EL SENTIMIENTO AFROCUBANO!! LA AGRESIVIDAD DEL PIANO DE RICARDO Y LA DESESPERACIÓN VOCAL DEL BOBBY NOS HACEN FALTA.!!! ¡¡QUE el “FANTASMA” DE ANDRÉS CAICEDO NOS PROTEJA DE SU SALSA EVANGELIZADORA!”,[20] son duras palabras calificadoras, de lo que debía ser una historia y una realidad musical y social. Pero, estas palabras desconocedoras tampoco pudieron detener el enjoy como la fuerza de la creatividad que estaban viviendo estos dos virtuosos, por más de veinticuatro años.
Dizque “por fuera de la salsa oficial”, con más de tres despedidas y retornos publicitarios en ese lapso. Lo que explica que jamás se habían salido, sólo que las rutas y los caminos, los habían bifurcado a ambos músicos, en un inmenso monte espiritual, con bosques interiores, donde el ser creativo que ha deandado en la religión, tiene el derecho de reescribir sus propias búsquedas, como lo hizo históricamente, el teólogo Calvino, al crear una nueva interpretación de la historia de Jesús. Historia que por demás, Ray & Cruz habían reescrito, con anterioridad desde la Afrosantería, durante una década en su obra musical como ya lo han testimoniado los trabajos especializados de:
Sin embargo, las palabras de Gary Domínguez sobre las músicas de evangelización, son palabras muy sinceras, crudas y fuertes que denotan la rebelde y joven impulsividad de un fanatismo desbordado, que hasta ese momento reclamaba consecuencia con la obra desarrollada por ellos mismos, Ricardo y Bobby.
Una gran obra musical marcada por el profundo afrocubanismo de sus letras, que aparentemente es muy diferente, pero, que en profundidad tiene una semejanza marcada por la religiosidad y el proselitismo llevado a cabo cuando inauguraron el ministerio del evangelio cristiano en La Casa del Joven o Casa de la Alabanza, desde donde cada uno persevera en la fe, luego de recibir la preparación ministerial del evangelista Niky Cruz.
La diferencia está, entre las fronteras que trazan las ancestrales cosmovisiones yorubas abiertas al gusto libre de los escuchas y en los manejos del poder religioso superestructurado del establecimiento protestante.
Las fiestas de bembé, músicas vivas.
Estas experiencias sociales de crítica muy sesgada y extremista, nos enseñan que no podemos cortar la historia de un artista de un tajo y que la historia de unas vidas siempre es compleja e irreductible, pues la vida cultural de cualquier artista, está mediada por los imprintings culturales de sus genes ancestrales dominantes, en un juego de interactividad permanente con las sociedades, con las audiencias musicales y con sus públicos como con su intimidad espiritual.
Richie Viera, el productor y animador del programa radial Salsa de la Mata a través de WSAN-FM (98.9 FM Vieques-Culebra) nos cuenta, en la Biografía de Richie Ray & Bobby Cruz, que desde el 21 de julio de 1975, hasta 1999, durante más de 24 años han grabado cerca de 50 producciones musicales cristianas, llevando el mensaje del evangelio.
Hoy, recordamos que muchas de estas manifestaciones críticas y consecuentes, nos revelaban todo un imprinting cultural que defendía y demandaba que estas mismas músicas salseras, como las inventadas y tratadas por la Salsa Dura del Barrio, dejaron impresionantes impactos sociales en nuestra vida diaria, pues habían creado para muchos de nosotros, huellas inconscientes imborrables con sus cantos, porque la Afrocubanía y los bembés realizados en el Sonido Bestial, en El Abakuá, en Agallú, Babalú, Cabo E, Agayu “San Miguel”, Lo Altare lo arache, Yenyeré, Cha chá Huele Changó, A jugar bembé, Agúzate, Baba coroco, Guaguancó Raro, Adasa, Ae Cumayé, Iqui con iqui, Motiagua, Wakamba, Yare Changó, Bembé en casa de pinki, son temas y momentos donde los afroritmos como la religiosidad están vivamente unidos, y hacen parte de una transculturación que reimplantó costumbres y fiestas a su manera, y porque en su momento histórico también permitieron que los esclavizados pudieran divertirse y mezclarse entre las distintas tribus y crecer como cultura y como humanidad dentro de los Cabildos de Nación, donde se llevan a cabo dichas representaciones simbólicas primordiales y de resistencia.
En estos cantos, como “En las canciones populares, aparecen las divinidades, las creencias y las prácticas de los principales cultos afrocubanos, toda la cosmovisión afrocubana, como productos y elementos importantísimos de la cultura híbrida, mezcla sincrética de lo africano y lo español, que en su forma y en su contenido han trascendido los límites de la isla de Cuba y a influido en la conformación de ciertas manifestaciones musicales latinoamericanas (como la “Salsa” de Richie Ray, por ejemplo) e incluso, completando el círculo, en la música contemporánea africana” argumenta Isabel Castellanos.
Estos cantos, son verdaderas fiestas de bembés, que antes renacieron en los barracones y en los cabildos porque desarrollaban en las comunidades afrocaribeñas, su instinto rítmico y musical pues era algo que llevaban muy adentro y que al ser retomadas por Ricardo y Bobby como fiestas de bembé, rehacen el sincretismo cuando componen sus cantos, les ponen igualmente a los santos africanos, los nombres de los santos católicos, o mantienen las palabras originales de los dioses africanos u [Orishas/oricha, Dios menor, ser sobre natural distinto del Dios Supremo/Olófi: el que lo sabe todo, el que lo ve todo y no desea cosa alguna…el santo más viejo y más grande, que no tiene trato con nadie, que hizo el mundo, los santos, los hombres, los animales y que delegó en Obbatalá, como su heredero sobre todo lo existente./ Los Orishas, son los santos, las divinidades, los espíritus del Bien, son el espíritu del Eleddá o guía espiritual de la persona creyente, un espíritu vivo, capaz de hacer acciones y cosas por su hijo de santo. Se le pone un Orisha o se le asienta a un hijo, sí se hace merecedor y Dios a través de la consulta o registro del Ifá de Orula o con los caracoles en el Diloggún, -estos dos, son sistemas adivinatorios que dan su consentimiento y permiso a través del Babalao/Babalawó-. Al santo se le llama y se trata con él, como sí se tratara con otra persona. Ellos, los Orishas son santos porque recibieron la bendición y el aché de Olófi. Nosotros los Afrosanteros, no hacemos los Orishas o santos, nadie puede hacer de un espíritu o de un viviente un santo; el único que hace el santo es Olófi, Dios. Los Orishas fueron como nosotros, fueron obas o reyes que ganaron u obtuvieron el aché de Olófi. Ya muertos, son espíritus que nos protegen. Ellos están más cerca de Olófi que nosotros. Ellos saben todas las cosas de la vida y tienen poder celestial para resolver cuando quieren, -son las explicaciones que da en “Lengua de Santeros, Guiné Gongorí-”, 1956].
Una característica de Ricardo y Bobby, es que los temas llevan y mantienen en las letras yorubas, unas esencias ancestrales que traducen todos los rituales, generando los espacios permisibles entre lo sacro y lo profano, lo que irremediablemente va a posibilitar que se puedan difundir extensamente dentro de las barriadas de Cali, tanto del pueblo-pueblo, como en las clases medias y altas, estos cultos afroreligiosos mucho tiempo después.
Igual va a pasar en Buenaventura y en Barranquilla con estas manifestaciones sacras y de bembé de la Afrosantería. Los bembé son verdaderas fiestas, donde se tocaban tumbas, tambores, cajones, mesas, maderas, claves, cencerros donde se ejecutaban bailes y cantos, etc., buscando en cualquier posibilidad el ritmo y la música para poder comunicarse con los Orishas.
Eran fiestas de una gran envergadura, donde los tamboreros hacían hablar a los tambores, llevando sus interpretaciones a unos ritmos muy difíciles de describir, por parte de los neófitos. Estas fiestas de bembé, son manifestaciones socioculturales yorubas que tuvieron su desarrollo artístico en el Caribe mediterráneo y trascendieron por “su fundamental influencia cultural que sobre nosotros la ejercieron a través de su religión, de imaginación, vitalidad y colorido deslumbrantes. Su panteón de deidades u Orishas no sólo no cesa de interesar a los estudiosos, sino que sigue vivo e influyente” dice Natalia Bolívar como lo corroboramos permanente no sólo en la obra trascendental de Richie y Bobby sino en muchísimas más obras literarias y musicales de la afrolatinidad.
“Es de todos sabido la alta influencia africana en esta música, -la Salsa-, que no sólo es el de un aporte rítmico-musical, sino, que también involucra de forma muy notoria y especialmente en sus letras, aspectos cosmogónicos del negro en América. (diríamos del Afroamericano). De ahí, surge la idea de buscar la mayor información posible, acerca de la manifestación ritual-profana, [presente] en las muchas canciones, que en ritmo de “Salsa” se expresan por doquier” sostiene Alfonso Nieto, en sus investigaciones musicales sobre las canciones de Richie & Bobby.
Retomando, estas fiestas de bembé, como músicas vivas, permitían el florecimiento de unas lenguas tribales acrisoladas y reunidas en el lenguaje dominante mayor, el yoruba, lengua donde ofrendaban con su escritura y su composición, honores a las deidades afrocaribeñas, con una resignificación cultural válida en Nueva York, en San Juan, en la Habana, en Santiago, en Dominicana, en Ponce, en Cali, en California, como en el Dahomey o en cualquier lugar del mundo cultural y religioso Afrocaribeño.
Imaginar y novelar: sobre una maravilla de Orquesta.
En Colombia, estas manifestaciones de profunda defensa de los valores socioculturales de la Salsa Afrocubana de Ricardo y Bobby tuvieron no sólo a Gary Domínguez, también a Andrés Caicedo Estela, a Rafael Quintero, a Alejandro Ulloa, a Medardo Arias y a Umberto Valverde, a Alfonso Nieto, Isabel Castellanos y a Luis Carlos Muñoz Sarmiento como sus principales mentores y críticos.
Pero, el primero que cuajó una obra literaria monumental sobre esa Afrocubanía Salsera, que lo va a “realizar, a través de su narrativa, como de las más originales y renovadoras dentro de la nueva literatura colombiana”, es y lo hace, es Andrés Caicedo en “Qué viva la música!”, una hermosa y descarnada novela de 191 páginas que fue publicada por el Instituto Colombiano de Cultura, en el mes de febrero de 1977, y editada en los talleres de IMPRESA LTDA.
En esta escritura novelada de múltiples historias, quedó inscrita la música como la elección afortunada para toda la desesperación creadora de una generación marcadamente existencial que aprendió “la música de palmoteos y saltos y chillidos que entonaron los muchachos” de las barridas caleñas, pues aprendió que “una noche que siempre llega así, siempre excepcional. Tal costumbre tiene que implicar locura. Por eso somos como somos”, ¿quiénes sino como sólo son los caleños, los Afropacíficos, los Afrocaribeños o los afrolatinoamericanos salseros cuando de vivir, sentir y gozar la música se trata?
En el caso de Mariángela, como en el de muchas mujeres de la época, les sucedió como lo hace notar la novela: “Ya te tocó tu sombra y ahora vendrá la música”, porque “yo lo que quiero es música” -decía suplicante, uno de sus tantos personajes como lo es Mariángela, -la primera siempre, la que más sabía de “músicos y canciones, en inglés” como efectivamente, lo referencia Luis Carlos Muñoz Sarmiento en uno de sus apartes, en la conferencia, “Qué viva la música: la música y demás personajes”.
Mariángela, es un personaje paralelo, gemelo, que posee una fuerza narrativa definitiva para la novela porque hace parte de la configuración de un personaje antítesis del personaje central de esa escritura pulsionada que va definir la novela junto a la importancia representativa de la música y en especial de la Salsa frente al incipiente y arrasador Rock norteño dentro del contexto sociocultural de la ciudad, donde escenifica y se representa la historia de la novela.
En la novela, podemos encontrar numerosas referencias y defensas de la obra novedosa y significativa de Ricardo Ray and Bobby Cruz.
A través de su narrativa, Andrés Caicedo frente al sonido musical de Ray & Cruz, deja el testimonio no sólo de una conversación que se da entre Rubén, Salvador y Baro, el 26 de diciembre de 1969, en la ciudad de Cali, haciendo la fila antes de entrar para asistir al Concierto de los dos artistas preferidos:
[“Oigan esa Salsa, díganme si no es la sucursal del cielo”, “ nos vidrios” les dijeron a los muchachos de al lado, agúzense”. “Él (Rubén) comenzaba a habitar un mundo aledaño, con otras leyes, con misteriosas causas, y se permitió cerrar los ojos un momentito más y se imaginó la orquesta, la Gran Orquesta de Ricardo Ray”…y entonces se encontraron frente a la orquesta pero separados por un mar de cabezas saltando al son de las lomas… “Bastó esa primera visión repentina para saber que ya estaba integrado al extremo más furioso de los colores, al lado más vistoso de un mundo que recién se le desplegaba”. “Maravilla de tener los sentidos todos aguzados, dispuestos a florecer ante un embate de trompetas. Maravilla de reconocerse en un estado de adormecimiento, de agobiante fofa espera, anterior a esta entrada, a este empalme de luces y de voces que te dicen: “Agúzate que te están velando”. “Maravilla de sabor, abría la boca y se envolvía en sus perfumes, propios únicamente de la dicha primera y del estado más profundo de los sueños”. “Maravilla de tumbao, de que a cada paso de miles de personas el suelo amenazara con hundirse, el techo con venirse, castigo de Dios por tanta alegría junta”. “Maravilla de saberse muchachito Corvarán, y tieso y respondón, cuando oía cantar: “Que uno tiene que estar mosca por donde quiera”, y dócil al mensaje de la rabia, con las siete potencias atrás. “Maravilla (aunque ya no tanto) de no poder soportar la idea de estar aún tan lejos de la orquesta, cuero, ¡cuero y agita collazos! Maravilla multicolor de todas las camisas, colores encendidos por el sudor del alma, mientras avanzaba solo entre un mar de parejas…borrosos trazos de caras sedientas de aguardiente de la caña dulce, del beso robado por culpa de la descarga… alcahuetiado y luego concedido con dulzura doble, porque con esta música es que la gente se para, sambumbia, espíritus, agitados de todas las razas, la china, la india, la castellana, la gloriosa negramenta, ¿dónde está lo mío? Chorro de humo, agresión de todos los cuerpos, borrachera de tumbadora, un solo júbilo inmenso,…Lo ayudó el arroyo bueno del piano, le dio impulso y delgadez a su cuerpo y así podía escurrirse, avanzar mucho más rápido, oye que yo tengo un santo y es con Richie namá, pon cuidado que una voz siempre me dice, con la tracamanada de cueros fue avanzar en saltos, las parejas lo tomarían por un bailador loco, agitado más por la fiebre que por el ritmo”][21] sino que también testimonia en esa escritura de estos largos párrafos, una profunda literatura intimista, desgarradora, que pareciera que se persigue así misma, en medio de un gran laberinto de búsquedas y de encuentros donde sólo, la soledad de toda esa angustia creativa, da rienda suelta a una pasión incontrolable por la música, que no pasa de largo por el estrecho precipicio de los estados interiores del personaje de Rubén, del narrador y el escritor.
Nos encontramos con esas realidades simbólicas de las que hablaba Richard Rhodes[22], en las que sinuosamente se descubren, las máscaras de los hombres y sus estructuras profundas, donde el escritor joven, busca que todas esas cosas literarias de la vida, a pesar de que sean un enredo sin solución, por lo menos encuentren, un significado interno que devela lo que está, tras el contenido de un escrito como la novela y los fragmentos escogidos, que nos muestran el espacio de redención, en el que la escritura de Andrés Caicedo, se desdobla, en medio de una lucha permanente con un paradigma cristiano por la senda expuesta y visible del afrocubanismo de la obra musical de Richie y Bobby, como una respuesta creativa a ese profundo e indeterminado problema de identidad, porque una sensibilidad con semejante experiencia compleja y profunda, ve amenazada por las continuas depresiones de su experiencia de vida y es entonces, cuando decide hacerlo, descubriendo esa pasión por la música Salsa, y la escribe, y como decía Franz Kafka, decide “escribir en una forma decisiva, porque escribir es el intento de construir un mundo que a uno se le está deshaciendo de entre las manos. Ese es el trabajo de la literatura, el trabajo de reconstruir el mundo, volverlo a hacer con el fin de buscar una identidad, es el drama de la identidad en la escritura y de la identidad buscada. La escritura es el drama de la búsqueda de identidad y al mismo tiempo, son los procesos por entender cuáles son los dramas de nuestra propia vida”[23].
Inmersión y evocación simbólica del afrocubanismo.
Los collares son los conocidos elekes. La ceremonia de entrega debe ser realizada por la madrina que dispondrá de una estera en la cual el neófito se arrodillara e ira recibiendo los elekes y luego , uno a uno los deberá recoger con su dedo meñique en señal de respeto. Todos los Elekes deben haber “comido” anteriormente en rituales definidos por el sistema de Ifá o del Diloggún. En esta oportunidad, podemos observar el de Elegguá, Obatalá, Oshun Guere, Yemayá y Shangó Cabio Sile.
En otro aparte literario, hermoso y delirante creado por Andrés, el personaje de la Siempreviva, María del Carmen Huerta, la Mona de toda la novela, elabora un intenso monólogo, que abre la pretensión autobiográfica de una escritura literaria con la música de su tiempo y de su ciudad, con un biografema que dice: “Música que me conoces, música que me alientas, que me abanicas, o me cobijas, el pacto está sellado. Yo soy tú difusión, la que abre las puertas e instala el paso, la que transmite por los valles la noticia de tú unión y tu anormal alegría, la mensajera de los pies ligeros, la que no descansa, la de la misión terrible, recógeme en tus brazos cuando llegue la hora de las debilidades, escóndeme, encuéntrame refugio hasta que yo me recupere, tráeme ritmos nuevos para mi convalecencia, preséntame a la calle con fuerzas renovadas en una tarde de un collar de colores, y que mis aires confundan”.
En estos dos esbozos anteriores, podemos descubrir como la música, es uno de los paradigmas literarios de la vida, de unas comunidades como las de la ciudad de Cali u otras ciudades latinoamericanas, donde ellas viven intensamente la música Salsa y a su vez, con la de uno de los exponentes más preclaros de ella, como es la obra de Ricardo y Bobby.
Las viven en sus contextos diarios, en sus hablas, en sus recuerdos, en sus palabras, en sus paredes, en sus vestimentas, en sus traducciones de la vida como en sus construcciones imaginarias, con la realidad musical, que es lo evidentemente, legible como medio y como fin y como mediación existenciaria de sus vidas y sus espiritualidades.
De ahí, su alcance histórico. De ahí, la inmersión del lenguaje simbólico afrocubano, en la vida de los personajes de la novela, lo que da para reconocer el sentido del tiempo, sus habitus esenciales del escucha de radio y del bailador, sus imprintings transculturales de la religiosidad afro, el contexto de vivir la fiesta y el tambor, sus observaciones fundadas, su exactitud con que escudriña en la profundidad de las vivencias de sus personajes, -así se diga que hay que tener mucha frialdad al respecto de la construcción de una escritura novelada, porque cuando uno se sienta ante la máquina, la distancia se produce naturalmente-, como lo afirma, Tracy Kidder en una conversación con Norman Sims.
En muchos otros espacios literarios de la novela, Andrés se recrea con la obra literaria y musical de Ricardo y Bobby, vamos a releerlo, porque esa es una actitud que debemos recobrar con esta escritura poética de Caicedo en “Qué viva la música”.
En muchas oportunidades, el habitar de los versos yorubas que está presente en los cantos de Ricardo y Bobby, entran en la escena significante de la letra viva de la novela, “yo tengo un santo”, “ayúdame Adasa, dame tu bendición”, “tres versos de Babalú, la canción que más le había gustado”, “Esta angustia que me dice: agáchate, que te están tirando, pero Babalú conmigo anda y yo traigo saoco y tú lo verás, Obbatalá, Obbatalá, cabeza de los demás”, “El abacuá, cuando sale del cumbá, atendiendo la señal”, “El amor de Adasa quedó en mi corazón. Eché candela rumbo al Sur salvaje, en donde se escucha mi canción”, “el encame del moruá”, “saludando a todo aquel qués abacuá”, “a mí los santos me libran de todas las cosas”, “protegernos a todos con el trabajo de Babalú, llamo a Babalú y él viene pacá. Babalú conmigo anda”, “sambumbia”, son pasajes y versos retomados en la escritura de la novela como dosis alternativas de afroreligiosidad frente al desespero desbordante de unas vidas dislocadas -en medio de una sociedad excluyente y reacia a esas manifestaciones mágicas como es, la caleña- como igual lo va a hacer frente a las existencias que alcanzaron a vivir muchos personajes de la novela y el mismo escritor “porque con esta música es que la gente se para, sambumbia, espíritus, agitados de todas las razas, la china, la india, la castellana, la gloriosa negramenta”, a todos los impregna su fuerza rítmica, su descomunal frenesí, su descarga espiritual.
Son textos donde es visible y palpable la Afrocubanía y como argumenta Luís Carlos Muñoz Sarmiento: “su letra es citada varias veces [le dan ritmo] a lo narrado, … describen hábilmente lo que sucede con lo que canta, …y sus partes identificables corresponden a un discurso muy concreto, como las demás canciones de Ray & Cruz donde se EVOCA a los Dioses o Santos de la mitología afrocubana. (El Abakuá (es un miembro) de una secta o sociedad cubana conformada por los negros Carabalí, provenientes del viejo Calabar en África, considerados en parte sudaneses y en parte semibantú)”.
En la obra de Caicedo Estela, hay una especial defensa de la música de Ricardo y Bobby, frente a una música que se hacia en los estudios de las casas fonográficas de discos Fuentes y Codiscos, en la ciudad de Medellín, donde se asimilaba el sonido de la música de la anteriormente llamada Costa Atlántica colombiana [hoy Costa Caribe] y se la transportaba musicalmente a un sonido populachero que se le atravesaba en lo musical a la métrica caribe y de manera práctica, se recreaba a su manera con un sonido que se conoció como el sonido paisa raspacañilla, o lo que el escritor da a conocer sencillamente como “el sonido paisa”, un sonido que los salseros no respetan y rechazan, un sonido que no tiene la clave del tres por dos ni del dos por dos y que sin embargo, a costa de repetirla muchísimas veces en la radio popular colombiana, su sonoridad es pegachenta o se memoriza así de fácil y rentable.
Hay un momento que es bien definitivo para la obra literaria de la novela comentada, donde el escritor caleño, en su saga imbrinca en el diálogo interior de un largo fragmento, el ser rumbero de Rubén luego de recordar tres mochitos de un bolero, “fue piedra rodando sobre sí misma, madero de nave que naufragó, álma doliente vagando a solas” y después de hacer fugaces amistades salsómanas, él esperaba en vano el regreso de su Richie Ray, “desentrañó los motivos de clase que produjeron el bloqueo a la gran orquesta. -Aquí es necesario recordar que hace aparición el narrador omnipresente y omnisciente que formula comentarios salseros que se entremezclan con textos de la canción “El Diferente” para seguir narrando y elaborando espacios críticos que refutan la murmuración y las habladurías que se hacían sobre Richie y Bobby-
Decía:“Y en Nueva York se le fueron encima, judíos y Titospuentes, por motivos de calidad musical y cualidad sexual. Y porque ellos nunca renunciaron al frenterismo como la única manera de ser y relacionarse. Bobby Cruz ya estaba cansado de azotar culinsísimamente a más de uno, cuando decidieron apartarse, encerrarse, autosuficientes. Después harían verdaderos esfuerzos de socialización: interponer, entre pianista y cantante, una presencia femenina –Miki Vimari-, para que frenara el cortocircuito, para que su música se ampliara con puntos de vista del otro sexo. Pero, no. Nada de eso fue agradecido”.
Y se lamentaba: “Ay agita como tú ay agita como tú ay agita como tú, que viva Ricardo: no se me olvido”, yendo a esconder su melancolía a otra parte. Pero cada diciembre se manifestaba haciendo imprimir afiches en este orden:
Pero nada. Richie Ray no volvió jamás, y con su ausencia crecía el vacío en el alma de Rubén, devorándole lo más sólido, sus emociones más reales y vigorosas. Pero nada era comparable a haber perdido el juicio cuando más lo necesitó. Marcado quedó, entonces, por una brutal impresión perdida. Escuchar música, producir motivos de bailoteo era el fuego que animaba su perdición”[24].
Bucles, dialógicas e incertidumbres culturales.
La música, es la que va a encarnar el papel definitivo y protagónico en la vida de unas generaciones que hablaban, sufrían y vivían a través de la música, en una ciudad que desde la cultura, excluía inconscientemente, los ancestros musicales que venían del río y del mar y que mientras tanto ya Cali, estaba ya tejida por la urdimbre del arte popular de la modernidad de la radio y de sus tradicionales y patronales fiestas decembrinas.
Es esa radio y la novela de Andrés, como los cuentos de Umberto Valverde, las que asumirán la nueva transcultura de la Salsa y las músicas del Caribe y toda su antillanidad.
Serán la escritura hablada de la radio, y estás dos escrituras, las que romperán la ambivalencia del ser caleño y sus comunidades. Y es la música de Ricardo y Bobby, la que va a servir de agente movilizador de una forma cultural definitiva como es la Salsa Afrocubana dentro los melómanos en Latinoamérica.
Serán estos espacios de representación simbólica, los nuevos bucles de información, los que inaugurarán, las dialógicas de un pensamiento estructurado que nos muestra: cómo la Salsa es una parte constitutiva de la identidad cultural local de la ciudad, trabajo intensamente elaborado por Alejandro Ulloa y sus condiscípulos.
Ricardo y Bobby, serán los ciudadanos del mundo que sembrarán unas de las formas culturales más fuertes y significativas para toda una ciudad, en desarrollo y en formación como era la ciudad de Cali en los setentas.
La novela de Andrés, los cuentos de Umberto, la radio popular caleña con sus programas especializados, los espacios de divertimento como sus usos sociales, de consumo y de producción simbólica de la Salsa [Grilles, Clubes, Bares, Discotecas, Fuentes de Soda, Miradores, Restaurantes, Casetas de baile hasta las conocidas Salsotecas, los Festivales de Fin de Año durante la Feria de Cali, los dos Congresos nacionales de la Salsa organizados por Barberena y Quintero, (el remontaje de las obras de Richie and Bobby por la pianista Connie Riveros, acompañada del cantante de barrio que imita de manera inigualable al Bobby) el Festival de Juanchito, las reuniones barriales de las verbenas populares, las comparsas, los grupos de baile, las parejas de salsa, los campeonatos de baile, los conciertos en el Estadio sanfernandino del “Pascual Guerrero”, las academias de danza, las conformaciones de innumerables orquestas propias, los montajes de Barrio Ballet, las columnas de Medardo Arias, la revista Fantasio, la llegada de la Fania All Stars al Gimnasio del Pueblo, las citas mensuales en el Parque de la Música, los Encuentros de Coleccionistas, los Encuentros de Salsa y Cultura, -una aproximación musical, al ritmo de la vida-, los discjockeys, la revista Melómanos, el libro La Salsa en Cali de Alejo Ulloa, las audiciones musicales dedicadas a los actores sociales de la Salsa, conducidas por Gary en la Taberna Latina, con los múltiples regresos de uno y otro músico invaluable], son los que serán los momentos que a corto plazo crearán los efectos de la acción sociocultural de la Salsa, pero que a largo plazo serán impredecibles.
Así, las consecuencias en cadena de la cultura de la Salsa, como en especial de la música de Ricardo y Bobby, obrarán en el sentido de su intención, al crear una apuesta que reconoce sus riesgos en cada una de las acciones emprendidas en las comunidades culturales de la ciudad y la región.
Cuestión que inevitablemente nos hace recordar, la Conferencia del Capítulo V “Enfrentar las Incertidumbres” de Edgar Morin, donde explica que: desde Eurípides se nos habla que “Los dioses nos dan muchas sorpresas: lo esperado no se cumple y para lo inesperado un dios abre la puerta”. Morin interpreta el mensaje que debemos incorporar –en este caso, tratado en las variaciones-: que es esperar lo inesperado para así, comprender la incertidumbre irremediable de la historia humana, descubrir la pérdida de futuro, es decir, descubrir la impredecibilidad de las acciones sociales y culturales -de la Salsa y la música de Ricardo y Bobby por ejemplo-, que a la vez están acompañadas de otras acciones retroactivas y correlativas que siguen siendo una aventura desconocida para la cultura y para la ciudad y sus rasgos y aspectos de la experiencia humana, como los modos de pensamiento y comportamiento ciudadanos.
Sin embargo, el advenir queda abierto para la Salsa, como historia de una ciudad, como apuesta y como certeza ha construido un progreso histórico en la civilización moderna, el problema es aceptar y tomar conciencia de la incertidumbre histórica para la cultura que vive la ciudad porque vendrán los procesos complejos y aleatorios de la globalización en nuestra era planetaria.
La Salsa, ha elaborado una historia creadora dentro de la sociedad caleña y colombiana. Igual sucedió en el Caribe mediterráneo, como parte de la obra del gran movimiento musical y sociocultural y que como surgimiento de lo nuevo que era, no se podía predecir, sino no sería nueva esta música reveladora.
Retomando a Morin, diríamos que el surgimiento de una creación [colectiva] no se podía conocer por anticipado, sino tampoco habría de ser creación novedosa e innovadora, la Salsa.
Como producto social de una historia múltiple, la Salsa, como historia de varias comunidades multi-nacionales en la ciudad de Nueva York, ha ido avanzando, avanzó, ha ido construyendo procesos continuos y discontinuos, como obra humana, donde han procedido innovaciones, creaciones individuales, grupales, con tendencias progresivas, con creaciones y transformaciones sociales que fueron muy locales en los barrios de la megalópolis americana, pero que poco a poco, desbordaron primero de condiciones difíciles en condiciones favorables que regularon el impulsivo río creativo del Barrio como marca de una cultura urbana que comenzó a proliferarse de manera epidérmica, hasta que se propagó, desarrolló y logró volverse una tendencia sociocultural, cada vez más potente hasta lograr producir una nueva normalidad cultural en los Estados Unidos y en Latinoamérica. [Morin, 1999:37, reescritura de Tazao Bennet; 2006: 77]
Esa historia de más cincuenta años de la Salsa, que remonta también profundas crisis de desviaciones en las creaciones internas, donde primó la cultura del mercado, por parte de grupos económicos que alinderaron la conformación de portafolios de artistas, entorno a unas poderosas industrias culturales, con productos comerciales que desvirtuaban la cultura Salsera del Barrio, el arrabal y el ancestral rural del Caribe donde había nacido con el Son campesino de Cuba, Puerto Rico, Dominicana, Panamá, Colombia y Venezuela.
Son procesos sociales propicios que a la vez, son irremediables. Claro que, debemos reconocer que la obra de una Salsa tan robusta y gruesa, como la de Ricardo y Bobby, trazó un paradigma simbólico en la cultura del Caribe, de Cali y de Latinoamérica porque es a partir de esta música, que nacen muchos trabajos definitivos para el conocimiento profundo de una forma cultural determinante y representativa.
Cuestión que nos ayuda a interpretar y preguntar: cómo empezó a convivir esta música en la ciudad? Cuestión que nos ofrece los elementos necesarios para comprender las razones y maneras, en que las formas de vida colaboraron con los cambios visibles a través de los tiempos de una ciudad, en la que sus pueblos que la viven e interactúan, saben por qué la han escogido como su cultura dominante.
Lo importante es saber cómo y por qué estos pueblos reunidos en una ciudad diversa se comportan con la Salsa de la forma en que lo hacen?
Lo que muestra la búsqueda de la investigación, es como unas prácticas culturales que ventilan como dice Armand Mattelart, unas negociaciones entre lo singular y lo universal, entre lo local y comunitario, entre lo regional y lo subregional, todo en función de contextos singulares, reterritorializan a las subculturas dentro de un reto por integrar subjetividades y a las culturas en el marco de los determinantes sociohistóricos, en un Mapeo de la Salsa.
Jean-Luc Godard, argumentaba que: “no se puede contar una historia sin hacer Historia”, lo que implica socialmente, una apropiación de los signos de la modernidad. Con la Salsa, está el retorno a la cultura, como fuente de identidad, de sentido, de supervivencia, de expresión y dignidad y que está en concomitancia con la crisis del pensamiento único de la modernización global del desarrollo. [Mattelart, 2003:141]
Pero, que han dicho y no han querido decir sobre el remontaje musical de Ricardo y Bobby.
Ya han pasado varios años, de esta nueva reprogramación musical, y a estas alturas, las frases como los silencios son muy dicientes.
O los críticos, son muy parcos o sus oídos se han refinado tanto, que el sentido aguzado de sus fronteras musicales o se mantiene en el viejo sonido de los innovadores de los sesentas y setentas o simplemente, la fábrica costumbrista de la crítica musical, sólo se puede dedicar a hacer meras descripciones eufemístas de lo musical o a hacer descripciones simplistas que no caracterizan, la necesidad de mostrar los fundamentos de una Etnomusicología seria y apropiada del quehacer musical salsero.
Descubro entonces, nuevamente a Rafael Quintero que en el trabajo “Salsa y Globalización”, -nuestro ensayista e investigador musical, hoy manager de un espléndido grupo caleño de danza salsera, SALSA CABARET, con los pentacampeones mundiales del baile de la Salsa, El Mulato y su SWING LATINO-, en el que luego de desarrollar los subtemas de La Salsa/Globalización y Fusión/Identidad y Globalización/La Modernidad y la Salsa/Nueva Oferta Musical para el siglo XXI/Salsa y Cultura Mediática/¿Por dónde va la Salsa? Buena vista/El Latin Jazz/Las Vanguardias/Lo Bailable/La Timba/¿Qué puede pasar con la Innovación Cubana?/El Porvenir/, [textos que son publicados en el volumen doble No 67 y 68 de HUELLAS, revista de la Universidad del Norte, de Barraquilla, ISSN: 0120-2537, -documento donado por Vilma Gutiérrez de Piñeres, editora de la revista y directora de la Emisora cultural y universitaria Uninorte FM Estéreo, 103.1, la alternativa culta de la radio en el Caribe colombiano-, y aparecen con motivo de la celebración del Primer Encuentro de Investigadores de música Afrocaribe, evento organizado conjuntamente con el Centro Cultural Cayena, en el marco de la segunda Feria del Libro de la Gran Cuenca del Caribe].
Allí en este trabajo crítico, Quintero, logra lo que ni mil ni 13 comentaristas, no han dicho sobre este trabajo que hoy nos llama y nos seduce, como el fuego de una vela que todavía persiste, en medio de un falseado e insonoro mundo mediático, que vive negando la fuerza de la salsa con modas pasajeras e insuficientes en términos de calidad y permanencia sociocultural. Claro, que como Ricardo y Bobby, hay muchas más velas de la música que mantienen encendida el alma de la música popular de la Salsa, con todo lo que ella implica con su descarga y sus serias implicaciones para la vida como para la creatividad y la vital lucidez de la inteligencia popular.
Rafael, en el apartado de “Lo Bailable”, reconoce que “en lo que concierne a los músicos que han estado abiertamente comprometidos con la música para bailar, luego de un período de cierre, se anuncia el inicio de nuevas búsquedas sonoras que traerán frescura y renovación a la Salsa”.
Advierte que “sigue siendo importante la representación musical de artistas consagrados de la Salsa y su contribución a la evolución de este movimiento musical”.
Ofrece con estos dos sólidos presupuestos críticos sobre un contexto muy particular de la Salsa, cuestiones muy precisas que nos sirven de marco conceptual, sobre cómo nos va a hablar de Ricardo y Bobby, al afirmar que: “Otras leyendas como Richie Ray y Bobby Cruz, regresan después de 20 años de retiro a recuperar su público y a atraer juventudes.(corregimos que son 24). Después de su reencuentro en Puerto Rico en julio de 1999, luego de estar separados por 20 años, Richie y Bobby han tenido muchas presentaciones de concierto entre las que se destaca la del Carnegie Hall en el verano del 2001 en Nueva York. En ella compartió escenario con la Sonora Ponceña y se libró el primer duelo pianístico entre Richie y Papo. Luego vendría en Puerto Rico, en el Coliseo de Bayamón, la celebración de los 40 años de vida artística de estos dos músicos y la grabación de su disco número cien. Allí Richie y Bobby sellaron su definitiva irrupción en la nueva Salsa, al reencontrarse con sus antiguos compañeros de agrupación: Miki Vimari, El Pirata Cotto, Mañengue, Polito Huerta, Manolito González y recibir el homenaje de las Estrellas de Fania comandadas por Johnny Pacheco, Bobby Valentín, y de nuevo Papo Lucca, junto a Luisito Marín, Luís García y la presencia de vocalistas como Charly Cruz, Luisito Carrión y Alex de Castro. El CD de esta presentación incluye grandes éxitos de antaño y dos temas originales del nuevo repertorio musical. Doña Catalina y Chan Chan, con los cuales esta inmortal agrupación pretende conquistar el gusto de las nuevas generaciones y extender la leyenda entre quienes la idolatran”.
Bobby and Miki Vimari y Mañengue.
En este breve comentario, se da cuenta de esta avanzada musical y cómo Richie y Bobby, si sellan para la música Salsa, una definitiva irrupción en la nueva Salsa de finales del siglo XX y con proyección hacia el siglo XXI, un futuro promisorio con esperanza a volverse a renovar y reeditar. La cultura define sus reencuentros con sus esencias estructurales.
Al hacerlo y lograrlo con este trabajo innegable, nos muestran como lo dice Richie Viera: “que la fórmula sigue intacta, respetada e inigualable. Richie Ray es el ídolo por sus emociones y sentimientos, las cuales se dejan ver en sus canciones, arreglos y en sus solos de piano con el toque clásico. Es la magia de la perfección, orquestación, melodía, afinque y vocalización. Bobby Cruz es el maestro del canto y el soneo. Su voz inigualable es privilegiada y reconocida como un estilo único. Juntos Richie Ray & Bobby Cruz son y serán la pareja más perfecta de la Salsa en el mundo”.
Esta reaparición jamás esperada, inválida los dictámenes severos e implacables de la exclusión que recibieron de manera inmisiricordie de la crítica literaria y musical.
Varios conciertos en la ciudad de Cali, fueron desbaratados por el rumor salvaje que hablaba de “Los arrepentidos de la Salsa” y donde Umberto Valverde afirmaba que: “Es penoso y triste ver a quien fuera un gran músico como Richie Ray de clandestino en la ciudad en la que ha sido ídolo por la fabulosa música que inventó en los finales de los años sesenta, cuando por dos años seguidos fue invitado especial a la Feria de Cali, en compañía de su gran cantante, Bobby Cruz…El músico, como el buen escritor, está para hacer buena música, y no puede renegar de su pasado, memorable, para hacer el ridículo de país en país cantando sermones…No es el camino para ellos, que por decisión propia están por fuera del presente y sólo son nostalgia… Cada cosa en su lugar. La música y mucho más la Salsa, convoca al placer, al goce, a la fiesta, al encuentro sensual. Por todas estas razones, los arrepentidos de la Salsa no tienen lugar, porque ni están en la iglesia ni se sienten bien en los sitios de rumba”. Son estos, los textos extremos y radicales de uno de los escritores colombianos que más ha trabajado en su literatura, la música, desde el libro de cuentos cortos, “Bomba Camará” por ejemplo, que muestra la apropiación de las músicas caribeñas por parte del pueblo caleño, en sus tradicionales barrios populares: Obrero y San Nicolás.
Aunque Valverde, de soslayo argumento, en la columna citada también, el “respeto por todas las creencias religiosas. Y de igual manera, a los que no creen en nada”, olvida abiertamente que el ser religioso, es una tendencia del comportamiento humano que reconoce en esas formas de representación, ya sea imaginaria, sensible y sobrenatural, que son representaciones socioculturales, que explican la etnoculturalidad, que es de lo que está hecho el ser humano de forma inexorable. La sublimación con lo trascendente, hace parte de una lógica inmanente entre el ser humano y el espacio religioso, a través de la consagración de la ritualidad de la palabra, como guía que crea una intermediación que hace eficaz, el proceso de transferencia de lo mágico, en una cuestión simbólica tanto en la práctica religiosa afrocubana como en la cristiana.
En la música de Richie, Bach es un médium musical de la cercanía con Dios, y Babalú efectivamente también lo es. Cada ritualidad en sus diversas manifestaciones musicales, enlaza algo que va más allá de “las ensoñaciones y los deleites”, pues son esos elíxires sonoros, los que como lo escribió el sabio Fernando Ortiz: “se beben por los oídos lo que en el trato iguala y junta a las gentes y en los sentidos dinamiza la vida”, dinamizan la misma vida espiritual, pues es allí donde hacen presencia los cultos religiosos afrocubanos, porque en bastos “sectores de la población, estas creencias, junto con las de la religión católica y las del espiritismo, constituyen el substrato básico de su fé…(ya lo decía con anterioridad, aparecen en escena) las divinidades, las creencias y las prácticas de los principales cultos afrocubanos en las canciones populares…que son un producto, y a la vez un elemento importantísimo, de la cultura nacional cubana. Cultura que es esencialmente híbrida, mulata, mezcla sincrética de lo africano y lo español. Es parte de su religión, estos cultos... lo viven como parte de su cultura, de su folklore: viven en la poesía de Ballagas y de Nicolás Guillén, viven en las comparsas del Carnaval habanero y oriental y viven en las canciones de Celina y Reutilio y de Celia Cruz. Es necesario señalar el carácter fundamentalmente inmanente de las creencias afrocubanas.
No son estas religiones del “más allá” si no del “más acá”. No hay aspecto de la vida terrena que no este permeado por la presencia activa de lo sobrenatural. Difícilmente podrían, entonces, escapar las canciones populares de la intervención de dioses y espíritus” nos lo explica ampliamente la analista e investigadora Isabel Castellanos.
Con un énfasis preclaro nos argumenta, sobre otro de los tópicos importantes, que es una cualidad de lo sagrado, en los cantos reinterpretativos del afrocubanismo y es ese aspecto donde Isabel Castellanos descubre que : “Desde la perspectiva de este particular enfoque cultural, me pregunto si la música que venimos analizando puede calificarse estrictamente de profana. Indudablemente, no se trata de una música ceremonial, aunque fragmentos de cánticos litúrgicos aparezcan frecuentemente en ella. También es cierto que los contextos en que generalmente se ejecuta son fundamentalmente seculares: El radio, el Teatro, la discoteca, la fiesta de familia”.
–Y es bueno decirlo, que en este aparatado, Isabel, es bien contundente, ya lo habíamos señalado, cuando agrega lo siguiente: “Pero aquí, como en otros aspectos de la cultura afrocubana, es difícil deslindar los límites de lo sagrado y lo profano, sin desvirtuar su característica interpretación mágica de la realidad. –pregunta- ¿No será que, para ser fieles a la cosmovisión religiosa afrocubana, debemos considerar que estos ritmos que tan despreocupadamente cantamos y bailamos están también cargados del divino aché?”
Tres elegguás, que abren los caminos y las encrucijadas, en la cultura Yoruba. Se harán Ustedes, nuestros estimados lectores y lectoras, una gran interrogación: ¿Qué es el aché, o el ashé?
-Es la expresión en lengua que representa y explica, la gracia divina de conseguir algo muy bueno, conseguir con la ley de atracción lo que realmente se quiere, la suerte de lograr algún deseo, alguna esperanza. Es conseguir que se produzcan cosas extraordinarias. Lograr usar la mente y la espiritualidad a favor nuestro. Regir todo con una fuerza vital que logra usar una energía que ilumina. Así como el mismo oxígeno nos permite poder respirar y seguir existiendo. El aché, es el gran secreto que logra revelarnos, el orisha con su aña, con su fuerza, con su palabra, con su voluntad de atraer lo mejor. Por eso, nos aferramos a los pensamientos de aquello que deseamos con el aché sagrado de Olófi. El universo entero de los Orishas conspira para que los deseos de los sueños de un mejor y mejor aché se hagan por fin realidad.
El aché, en palabras de Natalia Bolívar Aróstegui, “es la gracia, la bendición del santo, la virtud del orisha, la palabra bendita de Olófi. También es el alma (de algo, su virtud). Se dice de los atributos del santo o que radican en ellos. Tiene muchas variantes en las ceremonias inicíaticas, pues es la bendición del Orisha colocada en distintas partes del cuerpo del afrosantero creyente. El aché en esa ocasión, es la saliva, el aliento y el tacto del santero (o le llegan a través de ellos). Aché to: así sea; equivale al amén de otras religiones inclusive la cristiana. Se dice aché de Orula a los polvos (yefá) que se utilizan en la ceremonia de Ifá”.
Carlos Alberto Cruz Gómez, en la edición y compilación de “Herencia Clásica” señala que “el aché es una virtud concedida por Olófi a los Orishas para que ejerzan determinado poder de posesión. El que tiene Santo Asentado en su orí tiene aché, pero el que no, lo recibe por irradiación del santo que lo quiere ayudar, proteger, hacerle regalo, milagro, gracia o prueba. Gracia que tiene una persona para lograr que los dioses lo oigan cuando pide. Que sale o sucede lo que dice fulano. Sagrado. Divinidad. Gracia. Virtud. Don. Poder mágico. Dar aché es sacramental a un sujeto. Suerte”.
Fernando Ortiz, en su alta sabiduría al respecto, argumenta que: “el aché, es el poder. Es una orden imperativa. Es conseguir un milagro. Dar aprisa. Producir un milagro. Tener gracia, el don de la protección. Tener bendición. Dar luz. Poseer autoridad religiosa. Tener portento. Producir una fiesta bendita”.
La maestra y etnógrafa Natalia Bolívar considera que “el aché, es el poder, es estado de energía en energía pura”.
No valía que Richie & Bobby, salieran de manera modesta a interpretar sus mensajes de conversión al evangelio porque eran duramente criticados pues no creían ni entendían que siguieran interpretando éstas misiones a través de la Salsa.
Debemos contar, que en medio de esta sonada reapertura a la Salsa, ya han transcurrido 33 años de apostolado que sigue vivo, y que a pesar de ser prácticamente expulsados del movimiento protestante cristiano, han levantado iglesias con su movimiento cultural religioso en Puerto Rico, México, Cuba, República Dominicana, Haití, Colombia, Estados Unidos Curazao y Chile; ejerciendo como pastores, cantantes, escritores y compositores lo que a su vez, les ha permitido crear una red de emisoras, fundaciones y de centros de rehabilitación para drogadictos.
Sin embargo, la fórmula de Richie y Bobby sigue viva y como dice Edgar Borges en su libro “Sonido Urbano” en el apartado “Calle, Salsa y Cuentos”: !Total, las esquinas aplauden a sus cantores; sin ver raza o religión!
Umberto Valverde lo ha dicho: “por su grandeza y su talento..Richie y Bobby fueron acogidos incondicionalmente por las gentes caleñas”.
Como evidentemente lo dice, el periodista panameño Barry White: “ellos dos, Richie y Bobby son una de las agrupaciones más asombrosas de los años 60 que se destacó por su cadencia, fuerza y eufonía. A la sombra del trabajo interpretativo que ejecutó en el piano Ricardo Maldonado, su colega, ha estado el cantante y músico Bobby Cruz, quien ha sido el cerebro detrás del éxito abrumador, que por más de cuarenta años ha mantenido su agrupación”.
Bobby afirma:“Tenemos una buena combinación. Richie es un gran músico y yo tengo mucha música, pero él tiene la cabeza, pero, no sé ponerla en un papel”, -confiesa entre risas el salsero puertorriqueño.
Bobby agrega con cierto dejo de satisfacción en su rostro: “Una vida de unidad y armonía, haciendo música”.
En el 2007, según la Academia Latina de la Grabación, organizadores de los premios Grammys Latinos, Richie Ray y Bobby Cruz, "es el dúo más creativo que haya conocido la música Afrocaribeña". Esas son palabras mayores decimos muchos en Latinoamérica, con voz fuerte y alentadora. Casi con el aliento del orgullo profundo que esa distinción representa.
Notas
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