Manny Oquendo, adiós a un grande de la salsa

 

Pedro de la Hoz • La Habana-Cuba

Foto: Tomada de Internet


Con la muerte de Manny Oquendo el jueves 26 de marzo en Nueva York, la música salsa perdió a uno de sus grandes cultores, alguien que siempre defendió la huella combinada de géneros y ritmos de Cuba y Puerto Rico en la configuración de uno de los fenómenos sonoros de mayor calado en el ámbito latinoamericano.

Aunque nació en Nueva York en 1931, Manny (José Manuel Oquendo) siempre sintió orgullo por sus raíces borinqueñas. Pero también desde muy temprano, en medio de un arduo y largo aprendizaje, supo que la identidad latina en un país donde a los que eran como él sufrían marginación, tenía mucho que hallar defensas culturales para mantenerse viva.

Hizo estudios de percusión, mas su escuela fundamental fue la práctica. Desde mediados de los años 50 comenzó a abrirse paso con tumbadoras y bongoes en las agrupaciones de Tito Puente (“le cogí todas sus mañas”, dijo alguna vez), Tito Rodríguez, el recién desaparecido Joe Cuba, el inefable Larry Harlow, Bobby Capó y Claudio Ferrer, entre otros. La plena madurez como percusionista la alcanzó en sus días con Eddie Palmieri en la orquesta La Perfecta.

Ya desde antes había entrado en contacto con músicos cubanos. En 1957 suplió al bongosero de la Banda Gigante en una de las presentaciones de Benny Moré en EE.UU. También participó en grabaciones y actuaciones en vivo de Marcelino Guerra (Rapindey), Vicentico Valdés, Panchito Reset, Machito y Chico O’ Farrill.

De esa experiencia contó en una entrevista que le realizó hace unos años el crítico Eric González:

“En 1957 ya yo escuchaba la música cubana, porque toqué con Puente cuando estaba Mongo Santamaría, y la mayoría de la música que se tocaba en ese tiempo, desde 1949, era cubana.  Para ese tiempo, Arcaño, la Orquesta Aragón, la Orquesta América, Belisario López, Fajardo, toda esa gente grababan y mandaban esos discos para acá, para Nueva York, y uno iba a la tienda y los compraba.  Vicentico Valdés grababa para el sello Seeco, y en 1956, o por allí, fue a grabar a Cuba, y yo fui con él.  Ahí fue que conocí a Ulpiano Díaz, el timbalero de Arcaño; Orestes Varona, timbalero de la Aragón; y Nelo Sosa, del Conjunto Casino, donde Patato Valdés tocaba las tumbadoras. Ulpiano Díaz tenía el tumba’o con la mano izquierda, especialmente tocando montunos”.

Al salirse de la formación de Palmieri, Manny consideró que había llegado el momento de armar su propio tinglado. De tal modo en 1974 fundó el conjunto Libre y con este una de las agrupaciones míticas del movimiento salsero neoyorquino.

En Libre, Manny incorporó al contrabajista Andy González, no solo muy solvente en su instrumento, sino un muy eficiente director musical y orquestador. Además de transitar por los caminos de la salsa, Libre aportó novedades al jazz latino. Por su planta pasaron el flautista Dave Valentin, el trombonista Jimmy Bosch y el trompetista Jerry González.

Un sentido y elocuente testimonio del logro de Manny Oquendo con su conjunto lo ha dejado escrito al musicógrafo César M. Rondón:

“Recuerdo que vi al Libre por primera vez en julio de 1977. Ellos tocaban en un modesto local conocido como el Newyorican Village, suerte de refugio de poetas, músicos y actores boricuas, definitivamente empeñados en afianzar una identidad cultural amenazada de muerte. Esa noche fui testigo de una extraordinaria declaración musical. Al margen de la salsa comercial, ya en un evidente paquete de ketchup complaciente, estos músicos, con no poco orgullo en medio de la modestia de recursos, mostraban el otro lado de la moneda: la verdadera salsa brava que permanecería como auténtico documento musical del barrio de hoy.”

Tomado de la Revista: www.lajiribilla.cu

http://www.lajiribilla.cu/2009/n412_03/412_35.html

 

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Herencia latina

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